lunes, 11 de marzo de 2013
BASCHETI Y EL 73.
11 de marzo 1973 - El día que votamos todos
Por Roberto Baschetti, Cena de la Agrupación Oesterheld
11 de marzo de 2002
8 de la mañana del 11 de marzo de 1973. Desde la noche anterior, entre mates y bizcochitos estamos en la Unidad Básica organizando a los compañeros que van a votar para elegir nuevo presidente. La consigna es que vayan todos a depositar su voto, para evitar la trampa de la segunda vuelta, el llamado "ballotage", orquestado desde el poder para frenar el avance de las masas peronistas.
Esta elección era nada menos, que el epílogo de una larga batalla de resistencia, en que la generación de nuestros Viejos primero y nosotros después, peleamos por el retorno incondicional de Perón a la Argentina. Dieciocho años de sacrificios y luchas, donde fuimos desenmascarando una a una todas las maniobras del régimen.
Como no pudieron acallarnos ni con la barbarie de los fusilamientos de Rojas y Aramburu; luego trataron de "integrarnos" con el maquiavélico Frondizi. Después vino el turno de Guido e Illia –muy democráticos por fuera, muy gorilas por dentro- y luego cuando todas las farsas se desmoronaban rápidamente, demostrando que el verdadero poder detrás del trono era el de los militares, estos se vieron obligados a dar la cara y gobernar sin intermediarios.
Onganía, Levingston y Lanusse, votados por nadie, recibieron el repudio generalizado y creciente de toda la población que los combatió como pudo, en todos los rincones del país, hasta conformar un gran Argentinazo que obligó a estos uniformados oligarcas, hijos del Pentágono, a llamar a elecciones como el mal menor, es decir, a arriesgarse a que su enemigo histórico, el Peronismo, les ganara una elección presidencial y gobernara por tercera vez nuestro país.
El 11 de marzo de 1973, votamos todos y fue un gran triunfo popular. El "Tío" Cámpora ganó las elecciones por más del 50% de los votos y Perón allanó su regreso definitivo a la Argentina.
Y cuando digo que votamos todos, también hago referencia a queridos "cumpas" que quedaron en el camino antes de esas votaciones, pero que seguían y siguen estando en nuestro corazón, y desde allí, desde el corazón quiero hoy rendirles este homenaje. Porque todos ellos, sin excepción, encarnaron con sus acciones y se despojaron de lo más preciado que tenían, sus vidas, para hacer realidad el deseo de todo un pueblo, que bien podía resumirse en esas dos palabras mágicas que todo lo podían y que eran: ¡PERON VUELVE!.
Hago referencia al heroico general Juan José Valle, fusilado a traición; nuestro hermano Felipe Vallese, que detenta el triste privilegio de ser el primer detenido-desaparecido; el "loco" Ricardo "Dulce de Leche" Ibarra muerto en un accidente automovilístico y del que el diario "La Nación" confirmó que "tenía pendientes varios pedidos de captura por pertenecer a organizaciones ilegales adictas al tirano prófugo". Santiago Pampillón, estudiante y obrero mecánico de Ika-Renault, asesinado por el Onganiato; el "Bebe" Cooke, abatido por lo único que lo podía abatir: un cáncer. Gerardo María Ferrari, el ex seminarista muerto en un enfrentamiento con la policía, que lo acusa de ser un peligroso pistolero y malviviente, lo que motiva la defensa pública de su persona por sus amigos sacerdotes y la Coordinadora de Movimientos y Comunidades de la Iglesia de Rosario. Emilio Mariano Jáuregui, asesinado a mansalva durante una manifestación de repudio a la visita del magnate yanqui Rockefeller al país. Raquel Liliana Gelín, "Estelista", la primera compañera mujer, caída en combate en un tiroteo con la policía provincial, allá por 1970 en Córdoba. Emilio Maza, combatiente de La Calera, acompañado en su entierro por más de 10.000 personas, pese al estado de sitio imperante. El Negro Sabino Navarro, correntino, integrante de la Juventud Obrera Católica y delegado del sindicato de Mecánicos, que, aún rodeado en las sierras de Córdoba por miles de efectivos no se entrega con vida, y la dictadura militar, cuando encuentra su cuerpo, manda cortar sus manos para poderlo identificar.
Como no recordar a los pibes Belloni y Frondizi. Manuel Belloni, fundador de la Juventud Peronista de San Fernando y masacrado en Rincón de Milberg, Tigre, junto a su amigo Diego Ruy Frondizi en un enfrentamiento trucho; el "paragua" Carlos Olmedo, quizá uno de los teóricos más importantes que tuvieron las FAR y que muere al tratar de secuestrar a un alto ejecutivo de la Fiat, empresa que había dejado a miles de trabajadores en la calle. El "Dani" Balbuena, militante en La Plata de las Fuerzas Armadas Peronistas, que solía decir a sus interlocutores: "No tomé en mis manos la violencia por la violencia misma, antes de armarme de un fusil me armé de una verdad y después me puse a servirla". Jorge Juan Escribano, montonero. que le escribía a sus padres desde la clandestinidad para decirles que: "a los que viven en las Villas no les damos de comer con exclamar ´Pobre gente´. La solidaridad, la verdadera solidaridad con el que sufre, se da tratando de poner el hombro a su lado, y los ideales tienen validez cuando los hacemos valer, aunque nos cueste la vida". Carlitos Capuano Martínez, el flaco estudiante de arquitectura, que dejó la vida en Barracas para salvar a otros dos compañeros de una ratonera policial; los 16 masacrados en Trelew entre los que se contaban la profesora de matemáticas María Angélica Sabelli, Susana Graciela Lesgart de Yofre maestra rural y Mariano Pujadas, estudiante de agronomía, todos ellos peronistas revolucionarios. Tampoco quiero olvidarme de Angel "Tacuarita" Brandazza, secuestrado, torturado y muerto por efectivos del Segundo Cuerpo de Ejército en Rosario. Y la lista, esta trágica lista puede seguir largamente
Por eso digo que ese día votamos todos, los que dejaron la vida y también los que ayudaron a mantener bien en alto las banderas peronistas: aquellos anónimos que tuvieron la valentía de acusar con nombre y apellido a los profanadores del cadáver de nuestra querida e inolvidable compañera Evita; por otro lado, los compañeros Rodolfo Walsh y Salvador Ferla que documentaron los fusilamientos de 1956 en inolvidables libros; también los miles y miles de militantes sindicales que recuperaron uno a uno los sindicatos intervenidos por la Fusiladora y por su lealtad a la causa popular llenaron las cárceles de todo el país. Es un deber así mismo recordar a los compañeros que ocuparon el Frigorífico Lisandro de la Torre para evitar su entrega y privatización en enero de 1959 al grito de ¡Patria Si, Colonia no! Entre ellos estaban, vale la pena recordar: Sebastián Borro, Avelino Fernández, Gustavo Rearte, Jorge Di Pascuale y mi querido amigo Cachito El Kadri. Y como se siguió resistiendo a la entrega del país, el gobernante de turno impuesto desde el Norte –Frondizi- instrumentó el Plan Conintes que nuevamente atiborró las prisiones de patriotas. Y también en ese mismo año aparece la primera guerrilla peronista, en el medio rural, los Uturuncos, y quizá los compañeros más antiguos que hoy nos acompañan se acordarán de las estrofas de esa zamba que el pueblo argentino esperanzado cantaba todos los días, como una letanía, en los ingenios azucareros y tabacaleros del norte de nuestro país: "El jefe uturunco viene por los valles de Tafí; la Patria lo espera y tiene, un corazón y un fusil".
Y sigamos haciendo memoria. Los programas revolucionarios de La Falda y Huerta Grande y esa epopeya popular que fue el 18 de marzo de 1962 cuando el compañero Andrés Framini, -otro querido amigo que ya no está- fue ungido gobernador de Buenos Aires por el voto popular. Parece aún hoy escucharse el eco de aquel grito de guerra: ¡Framini, Anglada, Perón en la Rosada! Y si vamos adelante en el tiempo, en el gobierno radical de Illia, debería recordarse a aquellos muchachos peronistas llenos de ideales que asqueados de unas FF.AA. monitoreadas desde Washington, y luego de unas elecciones fraudulentas donde el nuevo presidente fue elegido con sólo el 23% de los votos y el peronismo proscripto, recuperaron el sable de San Martín porque "La juventud argentina se ve forzada a realizar un acto heroico (…) aquella espada, la purísima espada del Padre de la Patria, aquel sable repujado por la gloria, aquella síntesis viril y generosa por la Patria, por milagro de la fe, volverá a ser el santo y seña de la liberación nacional. Desde hoy aquella espada que un día el Libertador, en plena lucidez legara al brigadier general Juan Manuel de Rosas, por la satisfacción con que viera la defensa de su patria frente a las agresiones del imperialismo, dejó su reposo en el Museo Histórico Nacional para brillar de nuevo en magno combate por la reconquista de la argentinidad. Desde hoy el sable de San Lorenzo y Maipú, quedará custodiado por la juventud argentina, representada por la Juventud Peronista…"…… Y un año más tarde, ya en 1964, el Plan de Lucha de la CGT; una experiencia fundamental de lucha de la clase trabajadora, a punto tal que 3.913.000 trabajadores ocupan 11.000 establecimientos industriales. El 75,4% del total de los asalariados, según el censo de población de 1960, responde al Plan de Lucha, que reclamaba entre otras cosas el regreso de Perón a su patria.
En fin todas estas luchas entroncan con las de mi generación, con el ejemplo revolucionario de todos esos compañeros que nombré anteriormente, al principio de este recordatorio.
Por eso reafirmo una vez más, para terminar, que ese día, el 11 de marzo de 1973, votamos todos, los que dejaron la vida y los que seguimos aún hoy en estos momentos críticos y difíciles, adelante, seguros y solidificados en nuestros principios para hacer en un futuro más bien próximo, la Patria de todos: Justa, Libre y Soberana, como la soñaron Perón, Evita y todos nuestros mártires, un mandato histórico que inexorablemente será cumplido.
Prof GB
SPILIMBERGO Y EL 73, ESCRITO EN 1974.
La "tendencia", la burocracia y el socialismo: Entre el verticalismo burocrático y el frente gorila
Por Jorge Enea Spilimbergo, 1974
Primera publicación: En Izquierda Nacional N° 29 de mayo de 1974.
La Juventud Peronista se debate en un grave dilema cuyos términos parecen ser, por un lado, la capitulación ante las fuerzas burocrático-burguesas de su partido (en nombre de la "verticalidad"), y, por el otro, una ruptura que se da como regresión hacia la izquierda liberal y cipaya. Este conflicto de un movimiento que irrumpió tan espectacularmente hace poco más de un año se explica en parte por las debilidades políticas que presidieron su nacimiento. Y esas debilidades, a su vez, encuentran su clave en el desarrollo desigual y contradictorio de nuestras luchas político-sociales a partir de la gran ofensiva popular de mayo de 1969.
El término de referencia más general de la crisis es la contradicción entre la divisa "Patria Socialista", impulsora de todos los sectores dinámicos de JP, y la estructura histórico social inmodificable del peronismo como frente nacional muilticlasista constituido en 1945 bajo el liderazgo de la burguesía nacional. Esta contradicción potencial se hace actual y virulenta desde el definitivo retorno del general Perón y la renuncia del presidente Cámpora.
A partir de aquí la dirección de la "Tendencia" acentúa hasta el paroxismo el método mágico de explicación, como si quisiera ocultarse a sí misma la inconsistencia de sus propias premisas políticas: Perón es el custodio de la antorcha nacional y del socialismo; pero un cerco demoníaco de traidores lo rodea y aísla de los peronistas leales. En vez de indagar las fuerzas de clase que encarna la conducción peronista, los líderes de la "Tendencia" arbitran una "explicación" mitológica, enteramente irracional.
Técnicamente, esa explicación era posible cuando Perón estaba en Madrid; pero los hechos la desintegran con la presencia de Perón en la Argentina y en el gobierno. Entonces, los líderes más conspicuos de la "Tendencia" se escinden en dos alas. Un sector capitula, ya que no encuentra otro modo de reconciliación que la renuncia a los fines trascendentes que animaban el movimiento juvenil. El otro busca apoyo creciente en el centro y la izquierda liberaloligárquicos (Juventud Comunista, radicalismo, alfonsinistas, APR, etc).
Como el fenómeno "Juventud Peronista" expresa la ruptura de la pequeña burguesía democrática con la oligarquía liberal a la que estuvo aliada tradicionalmente (ruptura provocada por la crisis del orden semicolonial) y el giro de ese sector hacia posiciones más avanzadas y nacionales, la alianza de referencia, en el marco de las llamada Juventudes Políticas Argentinas, constituye un claro fenómeno de regresión.
También en esta falsa polarización (capitulación-gorilismo de "izquierda") pesa la incomprensión sobre la naturaleza de clase del peronismo. La clara progresividad del peronismo no emergía de su carácter proletario-socialista sino de su naturaleza nacional-democrática ("burguesa", por lo tanto) en un país semicolonial. La vieja izquierda cipaya deducía que el peronismo, al ser burgués, era reaccionario, olvidando las particularidades de la lucha social en un país dependiente y atrasado. Al nacionalizarse e izquierdizarse rompiendo con la oligarquía, pero sin revisar teóricamente las viejas premisas ideológicas, pareció necesario adjudicar a Perón una virtualidad socialista que éste jamás imaginó tener, y que se apresuró a desmentir brutalmente desde el primer día de su regreso definitivo al país.
¿Es preciso, por lo tanto, traicionar al socialismo para no "traicionar" a Perón, según piensan algunos? ¿O es Perón un traidor al demostrar que no hay lugar para el socialismo en su movimiento, como opinan otros?
En realidad, Perón permanece fiel a la constelación político-social que dio existencia a su movimiento en 1945, y ningún revolucionario socialista podrá dejar de apoyarlo contra los enemigos imperialistas y oligárquicos. Al mismo tiempo, la lucha por el socialismo, impuesta por la necesidad objetiva de trascender los estrechos límites capitalistas y burgueses de la revolución nacional, exige la constitución de un eje de reagrupamiento obrero y socialista en el cauce del movimiento nacional, un eje política, organizativa e ideológicamente independiente.
Cordobazo y peronismo
El punto de arranque es, naturalmente, el Cordobazo de mayo de 1969, mejor dicho, la serie de insurrecciones provinciales que, a partir de esa fecha, desbarataron los planes de la dictadura oligárquica, modificaron profundamente la relación de fuerzas e impusieron una salida electoral aunque condicionada por la proscripción de Perón (cláusula del 24 de agosto).
El Cordobazo se inscribe en una línea superadora del 17 de octubre de 1945. Ya no se trataba, como en las jornadas de 1945, de apuntalar a un sector del sistema gobernante contra el ala oligárquica y contrarrevolucionaria, sino de enfrentar por la vía de la lucha de masas al Estado oligárquico en su conjunto, apuntando más allá de los límites de la Argentina burguesa. Por eso, el gran movimiento espontáneo y acaso insurreccional de los pueblos del interior rebasó no sólo a los viejos partidos sino también a la dirección política y sindical del peronismo, que en ningún momento asumió práctica ni moralmente esas luchas. Esta verdad no sólo es aplicable a los sectores burocráticos (cualquiera sea la amplitud y aplicación que demos al término "burocrático") sino también a los combativos. No casualmente el nombre "Montoneros", trascendiendo sus límites originarios, ha pasado a designar a toda la "Tendencia", lo que de hecho significa que el asesinato de Aramburu (una oscura aberración política) pesa ideológicamente más que la gesta multitudinaria gracias a la cual la "Tendencia" pudo soñar con copar electoralmente el gobierno en aras de la Patria Socialista.
El interior aislado
Pero este nuevo nivel de lucha alcanzado por los pueblos del interior, si era suficiente para conmover rudamente el andamiaje de la dictadura militar e imponerle un retroceso en toda la línea, no bastaba para derrocarla infligiendo a la oligarquía una derrota decisiva. Para ello era preciso la extensión del movimiento a escala nacional y, sobre todo, la entrada en combate de la clase trabajadora de Capital y Gran Buenos Aires, centro estratégico del país, arrastrando tras de sí a las capas medias disconformes. La magnitud del escenario impedía que esta tarea pudiera quedar librada a la "espontaneidad" característica de las luchas libradas en Córdoba, Rosario, Corrientes, Tucumán, Mendoza, Catamarca, etc. Pero el papel de las altas jefaturas cegetistas y sindicales de Buenos Aires consistió, precisamente, en lo contrario: en sabotear y aislar al interior, convertidas en agentes miserables de la dictadura gorila.
La lucha por romper el cerco, descongelando militarmente al proletariado gran bonaerense se convertía de ese modo en la tarea central de toda corriente revolucionaria a partir de mayo de 1969, y en esa perspectiva nació el Frente de Izquierda Popular, bajo esa luz deben considerarse todos sus movimientos políticos y tácticos. Pero es un hecho de la mayor importancia que aunque la clase trabajadora del área metropolitana acompañó con su simpatía las jornadas del interior, no pudo romper la malla del bloqueo burocrático y ponerse ella misma en movimiento.
Esto impondría su sello sobre el proceso de expansión y apogeo de la Juventud Peronista.
El auge de la "guerrilla" (incluidas las "formaciones especiales" peronistas, para emplear el término con el cual Perón, sin haberlas promovido, las oficializó desde Madrid) es en este sentido, y pese a la bambolla interesada de la prensa y los gobiernos oligárquicos, un fenómeno de retroceso político, que se planteaba en relación inversa al apogeo del movimiento de masas, sin conexión (ni siquiera defensiva) con él. Ninguna experiencia ha aportado la guerrilla urbana argentina que pueda modificar o contradecir las conclusiones lapidarias sobre el terror y la violencia individuales del movimiento revolucionario intrernacional y sus teóricos reconocidos.
La disyuntiva de 1972
Así nos encontramos en 1972 con un movimiento popular y obrero que ha infligido fuertes golpes a la dictadura oligárquica, pero sin lograr una victoria decisiva frente al bloqueo metropolitano. Producto de esta situación de equilibrio es la salida transaccional de un llamado a elecciones con el peronismo pero sin Perón. El Frente de Izquierda Popular exigió al peronismo la defensa activa de la candidatura de Perón, fundándose en la extrema debilidad de la dictadura bajo los golpes de la ofensiva popular espontánea, y en la posibilidad consiguiente de barrer la proscripción con nuevas movilizaciones populares, inicialmente pacíficas. Al ser desoído este llamado, el FIP rechazó de plano el ingreso al Frejuli, prefiriendo perder bancas seguras a traicionar su razón de ser política.
Es cierto que Perón llegó de todos modos a la presidencia. Pero su acceso por la vía fría, sin movilización, no implica un mero camino alternativo sino el imperio de una correlación de fuerzas hegemónicas sustancialmente diferente.
¿Qué actitud asumían ante esta disyuntiva los líderes de la "Tendencia", durante el verano de 1972-1973? Dos actitudes íntimamente relacionadas. En primer término, negaban desdeñosamente toda realidad a las elecciones, simple "maniobra" de Lanusse. Bajo este anarquismo ultraizquierdista, según el cual la huelga general de mayo del 69 es Córdoba era menos importante que el asesinato de Aramburu, se escondía una subestimación enfática del movimiento de masas y una sobreestimación acorde del poder de la dictadura militar-oligárquica. En segundo término, no sólo Perón, o Cámpora, o Rucci y Gelbard, o los partidos del Frejuli, desoían la propuesta movilizadora del FIP, lo que era predecible al fin de cuentas, sino también los líderes de la "Tendencia" en cualquiera de sus ramas. Esta no hizo suya (mancomunada o unilateralmente) la única vía de desarrollo revolucionario abierta, que era la marcada por el FIP. Por el contrario, se sumó al proceso electoral bajo la divisa "Cámpora al gobierno, Perón al poder".
La capitulación originaria
En realidad el "fenómeno Juventud Peronista" es un fenómeno sumamente reciente. Se incuba en esas semanas preelectorales, eclosiona entre el 11 de marzo y el 25 de mayo, tiene sus días gloriosos con Cámpora y su hora de la verdad con el retorno del general Perón. La divisa de la Patria Socialista aparece como el espíritu animador de la marea.
Ya hemos visto cómo ese impulso lanzaba a toda una camada juvenil a la trituradora de una contradicción insalvable entre el socialismo y el carácter de clase de la conducción peronista. Señalemos ahora que el movimiento, pese a su apogeo espectacular, nacía impregnado de una especie de pecado original: la participación en la capitulación política del peronismo ante la dictadura militar oligárquica, que no otra cosa fue la candidatura de Cámpora, la negativa a apelar a la movilización de las masas.
La memoria es corta, y hechos recientes merecen recapitularse. La candidatura de Cámpora fue la respuesta de Perón a la cláusula proscriptiva, una "candidatura imposible", pues le alcanzaban los términos de la cláusula. De este modo el peronismo se aprestaba a dejar vacante su nominación presidencial, ocupar bancas y gobernaciones, y poner la presidencia en manos de Balbin. Lanusse, hábilmente, aceptó sin embargo aquella candidatura especulando con que el "desprestigio" de Cámpora forzaría la segunda vuelta. ¡Sólo el repudio apabullante cosechado por la dictadura oligárquica pudo desbaratar esta maniobra! En este marco es que crece y eclosiona la "Tendencia". La victoria electoral del 11 de marzo suministra el éxito inmediato necesario para ocultar los vicios de origen de una capitulación y alimentar la loca esperanza de que el peronismo pueda convertirse en eje socialista de la revolución nacional, sin los sudores del parto de construir junto a las masas una opción independiente.
La pequeña burguesía busca un eje
Por debajo de este proceso político se da el proceso de las clases sociales. Hemos visto que la clase social que alimenta el crecimiento vertiginoso de la JP es la pequeña burguesía democrática en trance de nacionalización e izquierdización. ¿Podrá esta pequeña burguesía –como clase- extraer de ella misma una opción independiente, socialista revolucionaria en el campo de la revolución nacional? La respuesta es obvia, y, también por eso, ninguna propuesta político-partidaria no asentada en una representación actual y concreta de la clase trabajadora en movimiento, era capaz de atraerla hacia un eje socialista revolucionario.
Pero el hecho decisivo pasaba a ser, entonces, la inmovilidad coyuntural del proletariado metropolitano, bajo el bloqueo del sistema político-sindical del peronismo. En esas condiciones, el único eje objetivo que se le presentaba a partir de su ruptura con el bloque oligárquico-imperialista era –para decirlo brutalmente- el eje de la burguesía nacional, es decir, el movimiento peronista. Quienes, como el FIP, asumían, con las banderas del 17 de Octubre y del 29 de Mayo, el eje estratégico de la revolución popular argentina –sus raíces y su proyección superadora- quedaban provisionalmente aislados, como lo revelaron, honrosamente, los resultados del 11 de marzo, no menos reivindicables que los del 23 de septiembre(*).
Sin embargo, esta convergencia hacia el eje de la burguesía nacional, no podía realizarse ingenuamente. El país había sido conmovido por poderosas mareas revolucionarias en un mundo que no era el de 1945. Si la pequeña burguesía había encontrado en el mito de la guerrilla el sustituto de la movilización revolucionaria de las masas a escala nacional, también debía proyectar sobre el eje nacional burgués hacia el cual convergía sus propias esperanzas socialistas, e impregnarlo de esas ilusiones. Era hasta cierto punto inevitable, y explica la incapacidad de llevar una lucha política real en defensa de sus puntos de vista, con mínimas garantías, dentro del movimiento o del Partido Peronista.
La tarea insoslayable
No moralizaremos sobre el hecho (aunque es preciso señalarlo) de que esta debilidad orgánica paga el precio de haber pretendido eludir una tarea insoslayable apelando a un falso atajo, ya que no es posible luchar por el socialismo en el seno de la estructura histórica de la "burguesía nacional". Por la mecánica interna de esa estructura, toda la legitimidad proviene del liderazgo unipersonal (bonapartista) del general Perón. Desgastada rápidamente (por la intervención directa de Perón) la retórica sobre los "traidores" que lo "cercan", cualquier oposición "socialista" queda desnuda e indefensa al llegar el momento de la verdad.
Pero esta segregación mecánica de los "herejes", ¿es una garantía de que llegarán a asimilar la experiencia y de que extraerán las necesarias conclusiones, incluidas (pues las alternativas abiertas no son indefinidas ni caprichosas) las referentes al papel del Frente de Izquierda Popular en el proceso político argentino?
La necesidad de esta reflexión es hoy más que nunca urgente, cuando vemos a ciertos líderes de la "Tendencia" retroceder hacia el pacto con la izquierda gorila en ese contubernio de las llamadas Juventudes Políticas Argentinas, y a otros, rendir las armas ante los sectores burocráticos y conservadores de su movimiento.
Fuente: Izquierda Nacional
Prof GB
GALASSO Y EL 11 DE MARZO.
Por Norberto Galasso (2001)
"En el campo popular, todos acordamos acerca del carácter sanguinario e inhumano de la dictadura militar implantada un día nefasto de marzo, hace 25 años. De allí que, no obstante el tiempo transcurrido, permanezca fervoroso nuestro repudio y salgamos de nuevo a la calle a manifestar nuestra acusación contra los verdugos.
"Sin embargo constituiría un grave error nuestro enjuiciamiento a la conculcación de los derechos humanos, dejando en un cono de sombra otros aspectos de aquel "proceso" que también son de naturaleza siniestra.
La dictadura militar fue muerte, desaparición, tortura, secuestros, etc. pero fue también una victoria de la clase oligárquica y aplastamiento del proyecto popular, la represión de los Videla y Massera no derivó en la política económica entreguista y antipopular de Martínez de Hoz, sino que la política económica entreguista y antipopular de Martínez de Hoz, necesitó como condición insoslayable, la represión de los Videla y Massera.
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Eduardo Aliverti (Marca de Radio) - 30 años
Por eso el repudio del 24 de marzo de 1976 se carga de indignación y dolor por el baño de sangre, pero también debe señalar otros aspectos que sigan los sucesos políticos de los años posteriores a la dictadura: la reconversión de la clase dominante en una nueva oligarquía que entrelaza sus intereses con el imperialismo norteamericano, la división del movimiento obrero y liquidación de sus cuadros sindicales más combativos desde dirigentes a delegados de fábrica, el descabezamiento de la pequeña burguesía revolucionaria, por muerte o exilio de sus principales cuadros e infundiendo temor al resto de los sectores populares, el aplastamiento de gran parte del empresariado pequeño y mediano a través de la apertura económica. Es decir, se trata de transformaciones profundas de la sociedad argentina que hoy, a pesar de la "restauración" democrática, presionan decididamente sobre nuestro escenario político.
"Si no analizamos "el proceso" desde este enfoque amplio, es como si dijéramos que los dirigentes de la Triple Alianza dejaron al Paraguay en ruinas (con una población de ancianos y niños) porque eran siniestros y sanguinarios. Lo eran, sí, pero hay mucha más tela por cortar. El Paraguay era un modelo de desarrollo autocentrado que probaba la posibilidad de progresar desde lo nuestro y quebraba la excusa de que en virtud de un supuesto progreso - falso , por otra parte - había que entregarse al extranjero. Ahí reside la causa de tanta destrucción y tanta saña, que no disminuye la responsabilidad de los autores, sino que la muestra como una política de clase: el mitrismo porteño, el coloradismo montevideano y la clase dominante del imperio esclavócrata del Brasil. Necesitaban, para justificar su negocio con el imperio británico destruir al Paraguay.
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Escena 7 Ultima dictadura (1976-1983) forma parte de la intervención "Mayo, los Sonidos de La Plaza", presentado en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, el 5 de julio de 2003 y los sabados 9 y 16 de septiembre de 2006. (Si no aparece el reproductor clic en Track details)
Cien años más tarde -el imperialismo norteamericano, después de voltear al Gral. Torres en Bolivia y a Salvador Allende en Chile- aunó su esfuerzo al de la oligarquía argentina para cerrar el camino a "cordobazos", "rozariazos", etc. y elecciones con triunfos populares, que percibían como una cuchilla que pasaba muy cerca de sus gargantas. Aprovecharon, por supuesto, la frustración del 73 causada por los antagonismos internos del peronismo, la muerte de Perón y otros factores, pero estamos ciertos que la conspiración no empezó en febrero de 1976 sino en abril de 1973. y por eso su hombre clave es "Joe" Martínez de Hoz, con su pasado enraizado en la Sociedad Rural y su presente, de estrecha ligazón con Rockefeller.
"En aquellos vientos se originan las tempestades de hoy, después que el alfonsinismo administró "el modelo" y "el menemismo" lo profundizó: una nueva oligarquía integrada por grandes consorcios asociados al capital extranjero (a la cual solo le interesa el mercado interno cuando está cautivo), una sumisión total a los dictados de los organismos internacionales que nos coloca en posición de país colonial, una profundización notable de la expoliación capitalista, basada en la alta desocupación, que tira hacia abajo los salarios y anula conquistas sociales provocando una feroz redistribución del ingreso a favor del capital, en fin, un modelo económico nefasto y un escenario político donde faltan dos generaciones, una por muerte y otra, por temor y escepticismo, donde una dirigencia política caduca reitera discursos retóricos ante la absoluta indiferencia del pueblo, la desaparición de proyectos colectivos, solidarios y nacionales, reemplazados por proyectos individuales que priorizan los sobres negros a la difícil tarea de transformar una realidad.
"Si el repudio al "proceso" solo consistiese en restaurar las garantias individuales, nuy amplio sería el camino por delante para las propuestas "progresistas". Pero, precisamente, las propuestas "progresistas" se frustran porque el "proceso", si bien dio un paso atrás al convocar a elecciones en 1983, mantuvo el control que había logrado en los resortes fundamentales de la economía del país, incluso perfeccionándolo en los œltimos años. Y dentro de ese marco, no hay política posible a favor del campo popular por lo cual llevamos dos décadas de frustración en frustración.
Por la misma razón, confiamos en que las víctimas del modelo podremos nuclearnos en los próximos años para gestar un gran frente de liberación que apunte a destruir los eslabones de expoliación que impiden tomar el nuevo camino."
GB
EL 73 POR BONASSO.
Aquel 11 de marzo
Por Miguel Bonasso
La primavera camporista
Treinta años. Es una sensación bergmaniana, existencial, y no sólo histórica o política. La vida personal que ha quedado detrás con sus alegrías y sus tragedias. La vida ciudadana que se fue en promesas incumplidas. Con unos pocos días de celebración dispersos en años de oscuridad, represión, mediocridad, estado mafioso. Con la nación que se nos escurrió entre los dedos, como el tiempo de vivir.
Tengo el recuerdo personal del doctor Héctor J. Cámpora llamándome con severa ansiedad, para que le vaya pasando los resultados que recolecta –con grandes tropiezos– nuestro centro de cómputos, allí, en ese gigantesco conventillo que es el edificio de Oro y Santa Fé. Lo veo con la eterna camisa azul de la campaña, el pantalón claro, impecablemente planchado pese al calor y los trajines. En esa postal, el Tío tiene 64 años, apenas dos más que yo en este presente grisáceo del tercer milenio. Salvo que yo lo miro desde mis treinta años de entonces y me parece un viejito duro, terco y leal. Nada que ver con la fama de cortesano que le han fabricado los escribas del régimen. Hace calor, escucho por la ventana abierta que da a la avenida Santa Fe:
Lanusse, Lanusse,
Mirá que papelón
Habrá segunda vuelta
La vuelta de Perón.
El Tío mira y remira el papel que le extiendo, agitado. Confirma que hicimos realidad la consigna: el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) va ganando por el 52 por ciento de los votos. La fórmula radical de Ricardo Balbín y Eduardo Gammond apenas supera el 20 por ciento. Pregunta si los datos son confiables, si puede transmitírselos “ya mismo al General”. Le contesto con la seguridad que otorga la inconsciencia. Horas después el gobierno militar nos “limará” el porcentaje hasta dejarlo en el 49,6. Pero es lo mismo: el Chino Balbín apenas sobrepasa el 21 por ciento. El peronismo ha superado la trampa del ballotage inventada por la dictadura. El peronismo es una manzana roja, brillante. Con un gusano adentro.
La dictadura se toma un día para reconocer el triunfo. El 12 de marzo a la tarde todavía gasean y apalean a los compañeros que rodean la sede de Oro y Santa Fe. Nos trepamos a un camión de exteriores de la TV y pedimos que los sindicatos envíen ambulancias. Pero poco después cambia el aire: el gobierno envía al jefe de la Casa Militar, para comunicarle al hombre de la camisa azul que lo reconoce como “presidente electo”. Entonces los policías guardan las porras y empiezan a saludarnos con la “V” de la victoria.
Alfredo Moles, un compañero de la Secretaría de Prensa, compila la lista de los caídos en 18 años de proscripciones y me la pasa para que se la lea a la multitud, que ruge en la calle. Grito: “¡Felipe Vallese!” y cien mil gargantas contestan: “¡Presente!”.
Es la síntesis de lo mejor que ha tenido el movimiento proscrito. El reconocimiento a 18 años de luchas públicas y clandestinas. Que le otorgan sentido a esas “Pautas Programáticas” votadas por seis millones de ciudadanos (entre peronistas y aliados del Frente). Esas pautas que algunos analistas descalificaron como “reformistas” y hoy –en esta orilla del tiempo– podrían ser leídas por más de un “realista” como candorosas.
Leo melancólicamente: “El disenso fundamental que divide a la sociedad argentina no reside ya en la antinomia peronismo-antiperonismo, que ya ha sido superada, sino en revolución y contrarrevolución, cambio social y statu quo, liberación o dependencia”. Leo que votamos para que se democratizara el Estado en un doble sentido: para reemplazar su contenido autoritario por un régimen de fuerte respaldo popular y para dar acceso a sus estructuras a capas más amplias de la población. Que el federalismo era concebido como “potenciación de las provincias dentro de la Nación” y no como “defensa de los intereses de las oligarquías lugareñas”.
Leo:
• Nacionalización del comercio exterior.
• Progresiva aplicación desde el gobierno de todas las experiencias de socialización de la economía que sirvan para elevar la condición humana.
• Efectiva participación de los trabajadores en el poder que se deriva de la propiedad de los medios de producción.
• Reforma agraria.
• Cogestión de los trabajadores en la dirección y explotación de las empresas, propiciando un régimen cooperativo en el campo y de autogestión en la industria.
• Reforma del sistema financiero para revertir con energía la desnacionalización de las entidades crediticias privadas operada en los últimos años.
Y alguna premisa que incluso llega a cumplirse, como la que propicia “el inmediato restablecimiento de relaciones diplomáticas con la hermana República de Cuba”. O la amnistía para todos los presos políticos sin excepción, la eliminación de la legislación represiva y la condena oficial a la tortura. Que serán las medallas más preciadas de la primavera camporista.
Algún crítico “de izquierda” que analiza las pautas programáticas desde el diario lanussista La Opinión, las devalúa: “El proyecto en su conjunto puede ser calificado como una propuesta populista, que apunta a reformas neocapitalistas (modificación del sistema con vistas a perfeccionarlo, no a suprimirlo) y, fundamentalmente, a la quiebra del marco de dependencia para afianzar una vía nacional de desarrollo”. ¡Y le parece poco!
El programa justicialista que votaron seis millones de ciudadanos no se aplicó nunca. Fue enterrado por el lopezreguismo antes de que llegara el terror militar y luego Carlos Menem lo tomó como guía para hacer exactamente lo contrario. Treinta años más tarde el resultado está a la vista: un peronismo vaciado y dividido ha perimido como factor de cambio y el país sigue cayéndose a pedazos en la peor crisis de su historia.
Contemplo el folleto amarillento de las “Pautas” y me pregunto dónde habrá quedado aquel espíritu que las hizo creíbles y votables aquel 11 de marzo.
Página|12, 11 de marzo 2003
GB
11 DE MARZO DE 1973
"El delegado de Perón" para los peronistas y "el dentista" para los gorilas, nació el 26 de marzo de 1909 en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Fue presidente de la Cámara de Diputados de la Nación entre 1947 y 1951. En 1955 fue encarcelado en el penal de Ushuaia, de donde logra fugarse hacia Chile. Convocado por Perón, fue su delegado político, se encargó de reorganizar el movimiento, ganar las elecciones y concretar su regreso. Fue elegido presidente de la Nación el 11 de marzo de 1973, cargo que ocupó solo 49 días, período que se conoce como "la primavera camporista", y al que renunciaría para posibilitar el acceso de Perón al poder efectivo. Fue tildado como "zurdo" por la derecha peronista y expulsado del Partido Justicialista. Producido el golpe de Estado permaneció refugiado varios años en la embajada de México. Murió lejos de su patria, el 19 de diciembre de 1980 en Cuernavaca, México. Por siempre será el querido "Tío" para las jóvenes generaciones peronistas de los años 70.
Héctor J. Cámpora
Héctor José Cámpora, llamado afectuosamente El Tío por las jóvenes generaciones peronistas de los años 70, nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires, el 26 de marzo de 1909. Fue presidente del centro de estudiantes de odontología de la facultad dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba en 1930. Culminó la carrera de odontología y decidió radicarse en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires.
Fue un leal defensor de la Causa Nacional impulsada por el General Perón a partir de 1945. Acompañó a Eva Perón durante su viaje a Europa en 1947. Electo diputado nacional, ejerció la presidencia de la Cámara de diputados entre 1948 y 1952. Tras la muerte de Evita, sectores reaccionarios y nacionalistas desplazaron a moderados e izquierdistas, tanto de la administración del Estado como del entorno del presidente Perón.
En 1955, tras el golpe de Estado por la autodenominada Revolución Libertadora, se presentó ante la justicia para blanquear su situación, sin embargo fue acusado falsamente de corrupción y malversación de fondos y confinado al penal de Ushuaia junto al empresario Jorge Antonio, al dirigente de la resistencia John William Cooke y al líder nacionalista Guillermo Patricio Kelly, quien en varias entrevistas ha recordado que cuando se fugaron de ese penal en 1956, vestidos como mujeres, y cruzaron la frontera con Chile, Cámpora lloraba. Más tarde, ya cerradas las causas judiciales, regresó al país, dedicándose a diversas ocupaciones para sostener a su familia.
En 1971 fue designado delegado personal de Juan Domingo Perón en remplazo de Jorge Daniel Paladino, quien fuera acusado de desnaturalizar la función al haberse convertido en portavoz de la opinión militar. En tal carácter Cámpora llevó a cabo con éxito el plan de Perón para su retorno al poder en 1973, tras el fracaso de la Revolución Argentina y con la apertura que proponía el entonces presidente General Alejandro Agustín Lanusse. Este buscaba una concertación cívico-militar que integrara al pueblo y a las masas peronistas con las Fuerzas Armadas, en un gobierno conducido por militares, idea que llevaba el nombre de Gran Acuerdo Nacional (GAN), lo cual no prosperó.
Cámpora trabajó duramente y logró los objetivos que allanaron las condiciones para el retorno triunfal del peronismo al poder y de Perón a la legalidad y la escena política. Reorganizó el movimiento, creando la rama juvenil (que representaba el creciente peso de la izquierda peronista, en particular la organización político-militar Montoneros) y logrando la afiliación masiva en todos los sectores. Logró acuerdos con otros partidos políticos más pequeños para conformar del Frente Justicialista para la Liberación (FreJuLi); si bien falló en convencer al segundo partido mayoritario, la Unión Cívica Radical, se debió más a la intransigencia de su conductor, Ricardo Balbín, que a una falta de persuasión política. Aceitó acuerdos con el sector empresario a través de la CGE (Confederación General Económica) conducida por el empresario José Ber Gelbard. Pero el logro fundamental en esta etapa fue el exitoso primer retorno de Perón tras 17 años de exilio.
Cámpora Lealtad - Clip de campaña
Héctor Cámpora se presentó en las elecciones de marzo de 1973 como candidato por el FreJuLi, debido a la proscripción técnica hacia Perón de la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, que determinaba que los candidatos presidenciales debían acreditar un período previo de residencia en el país, que Perón obviamente no podía satisfacer. La cláusula había sido diseñada ex profeso en contra de la candidatura de Perón. Como vicepresidente de la fórmula fue designado Vicente Solano Lima, del Partido Conservador Popular, un desgajamiento del antiguo conservadurismo de la provincia de Buenos Aires.
La fórmula Cámpora- Solano Lima alcanzó el 49.5% de los votos y la UCR ocupó el segundo lugar con un 25%. Como el FreJuLi no alcanzó más del 50% de los votos la legislación habilitaba una segunda vuelta o ballotage. Sin embargo, para evitar su segura derrota, la UCR renunció a ese derecho y aceptó la victoria de Cámpora, quien asumió el 25 de mayo de 1973, dándose así por finalizado el período dictatorial de la autoproclamada Revolución Argentina. Acudieron al acto de investidura, entre otros, el entonces presidente socialista de Chile, Salvador Allende, y el de Cuba, Osvaldo Dorticós, en la tradicional Plaza de Mayo se concentraron alrededor de un millón de personas para recibirlo.
En consonancia con su promesa electoral y el deseo del pueblo, su primera medida fue -a horas de asumir- liberar los luchadores sociales retenidos en prisión por la dictadura. El Parlamento trató el tema esa misma noche y fueron amnistiados masivamente numerosos presos políticos. El 28 de mayo Argentina reanudó relaciones diplomáticas con Cuba y proveyó a ese país de automóviles e insumos industriales, rompiendo por primera vez el bloqueo económico de Estados Unidose al que había adherido la dictadura.
Como Ministro de Economía Cámpora nombró a José Ber Gelbard, presidente de la Confederación General Económica, facilitando el establecemiento de un "Pacto Social" entre la Confederación General del Trabajo, el empresariado nacional y el Estado, lo que incluía aumento de salarios y congelamiento de precios. Se retornaron los lineamientos económicos de anteriores gobiernos justicialistas: un Estado fuerte e intervencionista y regulador orientado hacia una distribución más justa de la riqueza.
Pero su afinidad ideológica con la izquierda peronista lo enfrentó con la derecha partidaria, representada esencialmente por las cúpulas sindicales, quienes no ocultaban que hubiesen preferido a Antonio Cafiero - ex ministro de economía durante la segunda presidencia de Perón y cercano al sindicalismo- en su lugar. El 20 de junio de 1973, al regresar Perón al país, se produce la llamada Masacre de Ezeiza, brutal enfrentamiento entre sectores antagónicos por el control de un palco donde hablaría Perón, ceremonia finalmente abortada. La cifra de muertos se estima en decenas e incluso centenas de personas, pero el hecho nunca fue investigado oficialmente.
Finalmente, el 13 de julio de 1973 y habiéndole retirado Perón el apoyo a su gobierno, Cámpora renuncia al cargo, permitiendo la realización de nuevas elecciones, donde habría de ganar Perón con más del 60% de los votos. El gesto de la renuncia promueve que Perón califique a Cámpora como "extraordinario ciudadano argentino". Al asumir, Perón lo nombra embajador en México. Regresa al país el 27 de septiembre de 1975 y producido el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 se ve obligado a refugiarse en la embajada de México en Buenos Aires, permaneciendo allí más de tres años, con un cáncer detectado y sin posibilidad de tratamiento médico especializado. Obligada por la presión internacional, la dictadura le permite volar a México, donde muere poco después, en Cuernavaca, el 19 de diciembre de 1980. En 1991 fueron repatriados sus restos. En 2008 fue emplazado su busto en la galería de ex presidentes de la Casa de Gobierno
Prof GB
FUENTE el ortiba.org
domingo, 10 de marzo de 2013
LOS NO CATOLICOS Y LA ELECCION DEL PAPA
¿Debe importar a los no católicos quién es nombrado papa?
Por Immanuel Wallerstein
Por supuesto. El Vaticano es un importante actor geopolítico. Así como todo mundo puede sentir que le concierne quién arriba como líder de Estados Unidos, Alemania, Rusia, China o Brasil, así también nos concierne quién se vuelve papa. Se dice que Stalin preguntó alguna vez: "¿Cuántas tropas tiene el papa?" Pero la fuerza geopolítica es más que la fuerza militar.
Es cierto que el papa está constreñido por los intereses de largo plazo de la Iglesia católica y por su trayectoria histórica. Pero también están así de constreñidos los líderes designados de cualquier Estado importante. También es cierto que sí hace diferencia quién es el líder particular. Dentro de estas limitaciones, el líder puede inclinar las políticas en una u otra dirección.
En el caso del Vaticano, desde 1945 se han electo cinco papas. Los electos se apegaron más o menos a las expectativas –excepto uno. Se suponía que Juan XXIII, de edad avanzada, haría poco, siendo un papa interino en tanto se dirimían las diferencias entre los puntos de vista de los cardenales. No obstante, en su relativamente corta carrera lanzó un viraje importante de las políticas del Vaticano (tanto teológicas como mundanas) en lo que se conoció como un aggiornamento (una actualización) de la Iglesia en el Concilio Vaticano segundo. Su impacto fue tan grande que uno podría decir que el objetivo primordial de sus sucesores ha sido deshacer lo que él hizo, o por lo menos limitar lo que consideraban era el daño causado por él.
Es verdad que los debates teológicos al interior de la Iglesia (que son muchos y muy importantes) conciernen profundamente, casi que en exclusiva, a los fieles de la Iglesia. Pero los líderes de la Iglesia, a todos los niveles –en el Vaticano, en el nivel de las estructuras nacionales de los obispos, y a nivel local en cada una de las diócesis y parroquias– extraen conclusiones mundanas de la teología y, por tanto, buscan afectar lo que ocurre en la arena política.
Es bastante la diferencia política entre obispos que abrazan la teología de la liberación o, en el otro extremo, aquellos que abrazan los puntos de vista del Opus Dei o, aún más a la derecha, los de la Sociedad de San Pío X. Y aunque la Iglesia tiene variados números de adherentes en diferentes zonas del mundo, hay muchas zonas en las que forman una parte significativa de las poblaciones nacionales: el continente americano, mucho de la Europa occidental y del sur, algunas partes de Europa oriental, varias partes de África, algunas partes del este y el sureste asiático, y Australia. Es una lista larga. Los católicos son hoy cerca de 16 por ciento de la población mundial. El único grupo mayor son los musulmanes, que son cerca de 22 por ciento.
En estos países los líderes de la Iglesia con frecuencia respaldan implícitamente a algún candidato en las elecciones. Por lo regular asumen posturas fuertes en torno a varios tipos de legislaciones que afecten la moral social y su permisibilidad. Con frecuencia tienen posiciones sobre cuestiones de bienestar social. Y algunas veces toman posiciones en torno a cuestiones de guerra y paz. En el sistema-mundo como un todo, y ciertamente en muchos países, el resto de nosotros algunas veces encuentra aliados entre las figuras de la Iglesia y algunas otras veces encuentra oponentes.
En verdad, los no católicos no tienen decisión alguna acerca de quién es electo papa. Pero en realidad muy pocos católicos pueden decir algo al respecto. El Vaticano es una de las últimas monarquías absolutas. Y cuenta con un sistema electoral muy especial, en el cual aquellos miembros del colegio cardenalicio (todos escogidos por algún papa previo) que sean menores de 80 años votan en secreto y repetidas veces hasta que una persona logra una mayoría.
Una mayoría de los miembros menores de 80 años del actual colegio de cardenales fueron elegidos por el papa Benedicto XVI, y parece que su criterio principal fue que compartían en gran medida la mayor parte de aquellas posiciones teológicas que él consideraba de importancia primordial. Pero dicho esto parece haber muchas diferencias en los puntos de vista y los énfasis entre ellos, y algunas de éstas podrían tener importantes consecuencias políticas. Así que está lejos de saberse a ciencia cierta quién emergerá como el siguiente papa y cuáles serán las consecuencias políticas de tal decisión.
Es extremadamente dudoso que volvamos a tener un Juan XXIII. Pero en ese entonces era extremadamente dudoso que lográramos el primer Juan XXIII. En un sistema electoral que guarda algunas similitudes estructurales con el del Vaticano, es decir, el sistema de China, todos estábamos inseguros, y hasta cierto punto lo seguimos estando, de cuáles serán las consecuencias de las decisiones recientes en torno a la siguiente ronda de líderes.
Una cosa que hay que resaltar es que aun los católicos prominentes que han sido tratados de manera áspera por la Iglesia, o los más desilusionados por el estado de la Iglesia –pienso en Frei Betto en Brasil, Ernesto Cardenal en Nicaragua, Hans Küng en Alemania o Garry Wills en Estados Unidos– no rechazan su membresía en la Iglesia. Persisten en intentar transformarla o, según su punto de vista, retornarla a su misión verdadera y original.
El resto de nosotros no puede ya "rendirse" en cuanto al Vaticano, como no podemos rendirnos respecto de China o Estados Unidos, ni de ningún sitio de actividad humana y potencial transformación social.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
La Jornada, México
LOS CARDENALES POR WASHINGTON URANGA.
EL MARTES EN EL VATICANO ARRANCA UN CONCLAVE QUE PODRIA DURAR DOS O TRES DIAS
Los cardenales, en busca del consenso
El jesuita Federico Lombardi ha sido y continuará siendo el único contacto con el mundo hasta el momento en que se eleve la “fumata blanca” y el francés Jean-Louis Tauran pronuncie la fórmula “Habemus Papam”.
Por Washington Uranga
Después de una semana de diálogos formales, en las llamadas Congregaciones Generales, e informales, en los pasillos y en los ámbitos reservados, de los que participaron tanto los cardenales electores (menores de 80 años) como aquellos que no estarán en la Capilla Sixtina a la hora de votar, finalmente el martes dará comienzo el cónclave del que surgirá el nuevo pontífice de 120 millones de católicos de todo el mundo. Los antecedentes, pero también las negociaciones realizadas en estos días con la clara intención de afinar las candidaturas, indican que las sesiones de votación no deberían prolongarse más allá de dos o tres jornadas. No sorprendería tampoco que los 115 electores lleguen a un rápido acuerdo. Se necesitan 77 votos para elegir el nuevo papa.
Si bien se había especulado con el inicio inmediato del cónclave tras la renuncia de Benedicto XVI hecha efectiva el pasado 28 de febrero, la razón fundamental por la que se demoró tuvo que ver con el hecho de que los cardenales no se conocen suficientemente entre sí (provienen de 51 países y han tenido, salvo los llamados “curiales”, pocos espacios previos de contacto e intercambio) y en la necesidad de buscar formas de consenso. Las reuniones previas sirvieron para escucharse, intercambiar, negociar. La fecha del inicio del cónclave de electores fue la primera fuente de diferencias. Los cardenales que habitualmente trabajan en la curia vaticana y los italianos preferían una convocatoria rápida y una elección igualmente veloz. Esto les habría dado una doble ventaja: el voto hacia los más conocidos (entre los cuales se cuentan ellos mismos) y que se ventilaran lo menos posible los datos de corrupción, malversación de fondos y desmanejos en el gobierno central de la Iglesia Católica Romana que afecta principalmente a los miembros de la curia vaticana.
Benedicto XVI había guardado en secreto los resultados de una investigación especial que solicitó a los cardenales Julián Herranz (español, 82 años), Salvatore De Giorgi (italiano, 82), y Jozef Tomko (eslovaco, 88). De esto querían hablar los “extranjeros”. Querían conocer el contenido de ese informe. También detalles en torno de lo que se denominó “Vatileaks”. No se sabe a ciencia cierta cuánto de esto se ventiló en las sesiones de las congregaciones generales en las que aproximadamente cien cardenales (electores y no electores) hicieron uso de la palabra. Si los curiales y los italianos perdieron a la hora de acelerar la votación, triunfaron a la hora de imponer secreto a lo hablado en el aula de sesiones, hasta el punto de que los cardenales norteamericanos, más propensos a un dialogo fluido con la prensa, se vieron obligados a cancelar sus diarias conferencias de prensa. El vocero oficial, el jesuita Federico Lombardi, ha sido y continuará siendo el único contacto con el mundo hasta el momento en que se eleve la “fumata blanca” y el francés Jean-Louis Tauran pronuncie la fórmula “Habemus Papam” anunciando al mundo que la Iglesia Católica Romana ha elegido a su pontífice número 266.
Es posible también que, pese a los diálogos previos, la votación secreta se bloquee por votos cruzados que actúen a la manera de un veto entre grupos. Un acuerdo parece existir: elegir un papa “joven”, de entre 60 y 70 años, que pueda conducir a la Iglesia por un período no menor a los diez años, y que tenga el dinamismo suficiente para afrontar los problemas actuales.
Entre los pocos temas que se filtraron de lo hablado en las congregaciones generales se sabe que hubo muchas referencias a la necesidad de reformar la curia vaticana, de actualizar la forma de gobierno de la Iglesia Católica Romana hoy demasiado centralizado en el Vaticano y de trabajar en mayores niveles de transparencia institucional y de severidad respecto de asuntos tan graves como la corrupción económica y la pedofilia. Menores menciones hubo –aseguran quienes estuvieron cerca– a otros aspectos doctrinales y normativos como el acceso de la mujer al sacerdocio, el celibato obligatorio para los curas, el aborto, la moral sexual y familiar.
Un tema que fue creciendo en los últimos días, especialmente por parte de los cardenales no italianos y alejados de la curia vaticana, ha sido el del ecumenismo y la unidad de los cristianos, dos cuestiones relegadas tanto por Benedicto XVI como por su antecesor, Juan Pablo II. Algunos obispos y cardenales consideran un “escándalo” que los cristianos estén divididos. Otros, más pragmáticos, entienden que es imprescindible que los cristianos se unan ante el avance del islamismo en el mundo.
Pocas horas antes de iniciarse la votación vuelve la pregunta sobre los nombres. Los “vaticanistas” arriesgan hipótesis, pero en realidad nadie sabe a ciencia cierta lo que puede resultar una vez que comience la dinámica de los sufragios. Las primeras rondas darán un indicio y eso puede “reacomodar” adhesiones y rechazos. Pero ese dato sólo lo tendrán los propios cardenales electores, porque ningún resultado trascenderá, al menos inmediatamente, los límites de la Capilla Sixtina. Las papeletas en las que los cardenales escribirán a mano el nombre de su predilecto serán quemadas después del escrutinio hecho por los tres cardenales elegidos para esa función.
Los nombres de los “papables” siguen siendo los mismos que en los días previos, con el agregado del húngaro Peter Erdo (60 años), arzobispo de Esztergom-Budapest y presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa. Puede ser un candidato de alternativa para los europeos si los cardenales deciden no volver a poner a un italiano al frente de la iglesia. Los nombres de los italianos siguen siendo los ya mencionados: Gianfranco Ravasi (70 años), un académico que revista actualmente en la curia vaticana, y Angelo Scola (71), arzobispo de Milán, según se dice uno de los “predilectos” de Ratzinger. Christoph Schoenborn, austríaco, arzobispo de Viena, de 67 años, es otro de los europeos mencionados. Entre los de América del Norte se señala al muy popular arzobispo neoyorquino Timothy Dolan (62) y al canadiense Marc Ouellet (68), hoy titular de la estratégica Congregación para los Obispos. A ellos se ha sumado en las últimas semanas el nombre del cardenal estadounidense Sean O’Malley (68), franciscano y de habla hispana, a quien se le asigna mucho éxito en haber limpiado de curas pedófilos la diócesis de Boston, tarea que le fue encargada hace diez años.
Entre los latinoamericanos se sigue indicando al muy conservador arzobispo de San Pablo, Odilio Scherer (63), quien contaría con apoyo de muchos italianos para el caso de no poder imponer a un candidato propio, y Joâo Braz de Avis (65), arzobispo de Brasilia, a quien presentan como más abierto y progresista. Siguen en carrera, aunque con pocas probabilidades, el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga (71), arzobispo de Tegucigalpa, y el argentino Leonardo Sandri (69). Entre los africanos se menciona al cardenal Peter Turkson, ghanés de 64 años, actual responsable de la Comisión de Justicia y Paz del Vaticano, y de Asia a Luis Tagle (55), arzobispo de Manila.
Habrá que esperar, sin embargo, para ver si se cumple aquella máxima romana que dice que “quien entra papa sale cardenal”. La incógnita quedará develada en el correr de la semana y la elección del nombre que haga el nuevo pontífice puede ser el primer indicio del camino a seguir. También el posible anuncio de un concilio, máxima asamblea de la Iglesia Católica, podría ser un dato de importancia: la determinación de asumir en forma colegiada los problemas actuales del catolicismo.
10/03/13 Página|12
GB
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