jueves, 7 de marzo de 2013

MADURO EL HOMBRE INDICADO

El hombre señalado Quién es Nicolás Maduro, el vice que quedó al frente del chavismo Maduro asumió la presidencia El canciller venezolano, Elías Jaua, dijo que será Maduro, elegido vicepresidente por Chávez en el mandato anterior y nombrado sucesor por el líder bolivariano antes de partir a Cuba, quien gobernará hasta las próximas elecciones. La muerte del presidente Hugo Chávez abre el camino a la realización de un nuevo proceso electoral. El tiempo corre para el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y la oposición, encarnada en Henrique Capriles Radonski, que deben jugarse todas las cartas para hacerse un lugar en el Palacio de Miraflores. Nicolás Maduro quedó al frente de un país turbado por la pérdida, comandando a un pueblo que se manifestó masivamente en Caracas, poniendo el cuerpo en la calle, para darle su último adiós al dirigente político más importante de los últimos tiempos de Venezuela. Según el artículo 233 de la Constitución venezolana, si la ausencia se produce antes de la jura del nuevo mandato, entonces debe asumir el presidente de la Asamblea Nacional, a cargo de Diosdado Cabello. Según el mismo artículo. el presidente de la Asamblea debe “proceder”, en un plazo de 30 días consecutivos, a un comicio donde se elegirá al candidato que completará el mandato de seis años –iniciado el 10 de enero pasado– vacante a partir del fallecimiento del líder bolivariano. Si la ausencia se hubiera producido después de la jura, entonces sería el vicepresidente quien debería asumir por 30 días y llamar a elecciones a realizarse dentro de ese plazo. En esa línea, el canciller venezolano Elías Jaua dijo que será Maduro, elegido vicepresidente por Chávez el mandato anterior y nombrado sucesor político por el líder bolivariano antes de partir a operarse en Cuba tres meses atrás, quien gobernará hasta las próximas elecciones. “Ahora se ha producido una falta absoluta, asume el vicepresidente de la República como presidente y se convoca a elecciones en los próximos 30 días, es el mandato que nos dio el comandante presidente Hugo Chávez el pasado 8 de diciembre”, manifestaba anteanoche el canciller en una entrevista concedida al canal Telesur. El hasta ahora vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, confirmado por el Tribunal Superior de Justicia como el encargado de gestionar el gobierno durante la convalescencia de Chávez, ayer firmó su primer decreto como “presidente encargado”, tras la muerte de Chávez, al ordenar siete días de duelo en el país caribeño, según la Gaceta Oficial publicada ayer. “Se declaran siete días de Duelo Nacional, entre el 5 y el 11 de marzo de 2013, por el lamentable y penoso fallecimiento e irreparable pérdida del héroe de la patria Hugo Rafael Chávez Frías”, reza el texto estampado con la firma de Maduro. El gobierno no informó directamente del decreto. Maduro, que se desempeñaba como vicepresidente desde la reelección de Chávez en octubre pasado, asumió la presidencia amparado en el artículo 233 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dijo la procuradora, Cilia Flores. “En el momento en que él (Chávez) desaparece físicamente, inmediatamente y de forma automática se pone en vigencia el artículo 233, que establece que se encarga el vicepresidente y por un lapso de 30 días se convocará a nuevas elecciones”, manifestó Flores, en la misma línea en que se expresara Jaua en diálogo con Telesur. El canciller aseguró que Maduro asume como presidente siguiendo el mandato de Chávez, que designó al ahora ex vicepresidente como su heredero político y candidato de las filas oficialistas en las elecciones, aunque la enfermedad le impidió firmar un decreto nombrando vicepresidente a Maduro para el mandato en curso. En Venezuela el cargo de vicepresidente no es electivo, sino que lo designa el presidente. Jaua consideró que Chávez “leyó correctamente la Constitución” en su última aparición pública, del pasado 8 de diciembre, dos días antes de viajar a Cuba a someterse a la cuarta intervención en 18 meses por el cáncer que padecía. El diputado chavista y ex presidente de la Asamblea Fernando Soto Rojas había indicado que sería Cabello quien debería quedar en el poder. Algunos constitucionalistas se habían pronunciado sobre la posibilidad de que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, sea quien asuma y encamine el país a las próximas elecciones. El artículo 233 de la Constitución venezolana dispone como falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República su muerte, su renuncia o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia; su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional; el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato. En caso de que se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión –reza la Constitución– se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el vicepresidente ejecutivo o la vicepresidenta ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar dicho período. Si se produce antes de la jura, debe asumir el Ejecutivo el Presidente de la Asamblea Nacional y realizar elecciones en 30 días, señala el mismo artículo de la Constitución. Según las declaraciones de Jaua, el gobierno parece interpretar la frase “proceder a elecciones” como sinónimo de “llamar a elecciones”, por lo que el mandato de Maduro podría extenderse más allá de los 30 días, hasta que asuma el ganador de las próximas elecciones, que bien podría ser el propio Maduro, según los deseos de Chávez. Sin embargo, el artículo 229 de la Constitución impide ser elegido presidente a quien “esté en ejercicio del cargo de vicepresidente ejecutivo, ministro, gobernador o alcalde en el momento de su postulación o en cualquier momento entre esta fecha y la de la elección”. Esa restricción no alcanzaría, sin embargo, a Maduro, quien a efectos de las próximas elecciones presidenciales, estará “en ejercicio” del cargo de presidente, señalan fuentes chavistas. El Tribunal Supremo de Justicia determinó el 9 de enero pasado que no era necesario que Chávez jurara indefectiblemente al día siguiente, 10 de enero, como manda la Constitución, en virtud de no existir interrupción del ejercicio, ya que Chávez había sido reelegido. Aunque la Constitución no menciona fechas alternativas al 10 de enero, dice que si el presidente no puede jurar ante la Asamblea por cualquier motivo, puede hacerlo ante el TSJ. El tribunal consideró que la fecha del 10 de enero es “una formalidad que no impide la continuidad del gobierno y que se inicie un nuevo período presidencial”. El 8 de diciembre pasado, al anunciar que debería someterse a una nueva cirugía por el cáncer que padecía, Chávez indicó que si algún acontecimiento lo inhabilitaba, invitaba al pueblo venezolano a que eligieran a Maduro como presidente. “Si se presenta una circunstancia sobrevenida, que me inhabilite para continuar al frente de la Presidencia, bien sea para terminar el mandato que quedan pocos días, y sobre todo para asumir el nuevo período para el cual fui electo por la mayoría de ustedes, si algo ocurriera que me inhabilitara, en ese escenario en que sería obligatorio convocar nuevas elecciones, mi opinión es que ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente”, señaló Chávez aquella noche. 07/03/13 Página|12

CARTA DE HUGO A CRISTINA 25 DE OCTUBRE 2011

A un año de la siembra del compañero Néstor Kirchner, dirijo estas palabras al Gran Pueblo Argentino: mi alma y mi corazón saltan hasta la página para rendir tributo de admiración y gratitud al indoblegable combatiente, al conductor ejemplar y al entrañable amigo… Me cuentan los ojos y el corazón que por mí miran y sienten desde las calles y los campos de Argentina, que dice un cartel en Buenos Aires: “Algún día los hijos de tus hijos preguntarán por él”. Y cuando lo hagan, me permito agregar, ahí estará Néstor, siempre vivo y siempre dispuesto a seguir adelante junto a su Pueblo por el mismo camino ancho, amoroso y resplandeciente que conduce a la felicidad colectiva y a la plenitud humana. Quién puede dudarlo: Néstor personifica lo más elevado del espíritu popular y libertario argentino. Su vida fue y sigue siendo testimonio fiel y paradigmático de entrega y coraje. Cómo olvidar, por poner un ejemplo que me es caro, su brillante rol protagónico en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata (noviembre 2005), cuando enterramos al ALCA. El papel de anfitrión que le tocó desempeñar fue clave para decidir los nuevos rumbos del continente. Todavía me parece que oigo su voz, la voz de nuestra dignidad, al enfrentar resueltamente a Bush y a su pretensión de imponernos la agenda neoliberal del imperio: “Aquí no vengan a patotearnos, no vamos a aceptar que nos patoteen”. Con certeza, en esta hora en que lo recordamos, está invocando, desde el legado combativo que nos dejó, al verbo encendido de Mariano Moreno: “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”. Quisiera rememorar unas palabras de este tenaz e incansable forjador de Patria, y las rememoro, sobre todo, por las circunstancias en que fueron pronunciadas. Recién salido de su intervención quirúrgica al inicio del año pasado, Néstor dijo: “Les puedo asegurar que en los momentos que me tocó vivir, contaba los minutos para estar en el lugar en el que tenía que estar. Es un lugar donde la hora de la Argentina nos requiere a todos estar al frente para consolidar este proceso de transformación que iniciamos en el año 2003”. He allí la grandeza humana junto a la convicción en un destino político, encarnándose en un hombre de veras excepcional. Un hombre que le entregó la vida a su Pueblo; que se consagró a servirlo con inquebrantable lealtad y con infinito amor. “La memoria erige el tiempo”, decía Jorge Luis Borges, y vaya que la Argentina de hoy ha recuperado plenamente la salud de la memoria y, por eso mismo, erige libre y soberanamente su tiempo: el tiempo de los nuevos amaneceres que ha dejado definitivamente atrás a la oscurana de los opresores. Por supuesto, Néstor fue magno artífice de esta Argentina que volvió en sí, reencontrándose con su conciencia histórica, reencarnando su dignidad. Néstor es, lo digo con Miguel Ángel Asturias, la lucha que no termina contra la impunidad: contra el olvido. Cuánta pasión y cuánta tenacidad puso en reivindicar a las víctimas del gorilato argentino, conociendo, como conocía, lo que fueron aquellos años de tinieblas. Hay que volver, una y otra vez, sobre sus palabras, porque tienen el acento de la verdad: “Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una recuperación fortísima de la memoria y que en esta Argentina se vuelvan a recordar, recuperar y tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen y una generación en la Argentina que fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado sus hijos”. Cuánto alegra saber hoy que Néstor es memoria viva de los argentinos y argentinas. Memoria viva, valga la reiteración, que trasciende al vago e inerte recuerdo, para hacerse combativa presencia en el corazón de cada una y cada uno de ustedes, compatriotas suyos y nuestros. Así lo demostraron el domingo 23 de octubre, acudiendo masivamente a las urnas electorales para reafirmar el proyecto de liberación nacional al que le diera alma y vida. Néstor no aspiró a otra gloria que a la de cumplir con el sagrado propósito de levantar de nuevo a la Patria austral, fundida y en el piso como la había encontrado al asumir la Presidencia. Cada nuevo día, Néstor vive en Cristina. Cada nuevo día, Néstor triunfa con Cristina. Y cuánta razón tiene el gran pensador argentino Ricardo Forster: “Un hilo de continuidad sólida atraviesa lo inaugurado por el flaco desgarbado y su compañera de vida e ideas”. Desde el corazón de su Pueblo, una y otra vez, Néstor vuelve a ser del tamaño de su compromiso, y su compromiso es del tamaño de su amada Argentina. Néstor no saldrá jamás de ese infinito corazón que lo lleva consigo y lo arrulla, para que, desde allí, siga soñando y labrando la tierra de la justicia y de la igualdad. Pero este gran paladín popular fue, al mismo tiempo, un genuino adalid de la unidad. Así lo definió cabalmente el mismo Ricardo Forster: “Alguien que reescribió, con otra escritura, el vínculo de la Argentina con sus hermanos latinoamericanos sabiendo, como lo supo desde un principio, que era el destino que nos venía esperando desde los albores de las gestas emancipadoras”. Desde la Presidencia de la República Argentina y desde la Secretaría General de la UMASUR, Néstor sirvió, con lucidez y con pasión, a la causa de la unidad suramericana y nuestroamericana. En ello fue un peronista convencido y, por eso mismo, consecuente. Yo debo decir que Néstor comprendió, con su visión de águila, la necesidad histórica y política de establecer una alianza estratégica entre la Argentina y Venezuela. Tras 180 años de la entrevista de Guayaquil, los hijos de San Martín y los hijos de Bolívar volvimos a abrazarnos, reemprendiendo juntos la gran obra que quedó inconclusa: nuestra definitiva Independencia. El largo camino de Caracas a Buenos Aires quedaba felizmente abierto: por él seguimos con Néstor como vigía, señalando el rumbo. Ya para finalizar estas líneas, permítanme, hermanas y hermanos argentinos que me leen, dirigirme a él: a Néstor. Compañero, amigo, hermano: la muerte no pudo matar a tanta vida hace un año en El Calafate; la muerte nunca podrá matarte porque tu nombre es Pueblo. Y el 23 de octubre de 2011 has vuelto a vencer, esto es, ha vuelto a vencer la fuerza del amor, la fuerza de la esperanza, la fuerza de la vida: la fuerza que eres en Cristina y que, desde ella, es la fuerza de la Argentina perpetua; la que cambió para siempre. En medio de un infinito mar de banderas albicelestes, por las calles y los campos de tu Patria amada y a la que amo, renaces cada día. ¡Honor y gloria a Néstor Kirchner! ¡Néstor vive, la lucha sigue! ¡En la luz de Néstor: Viva Cristina! ¡Viviremos y Venceremos! ¡Hasta la victoria siempre!

CHAVEZ POR GALASSO.

Patria Grande Hugo Chávez, por Norberto Galasso Miércoles 06 de Marzo de 2013 08:40 5 Comentarios Texto publicado por el historiador Norberto Galasso, en el atardecer del martes 5 de marzo. "Por eso no te fuiste, seguís con nosotros, día a día, en la creación del mundo nuevo y del hombre". Querido Comandante Hugo Chávez: Cuando los veintitantos países de la América Latina vivían de espaldas, cada uno por su lado y arrodillado ante el Imperio- salvo Cuba- vos levantaste la bandera de la república Bolivariana de Venezuela y después fuiste figura central para repudiar el ALCA y para impulsar el ALBA, el UNASUR y el CElLAC. Pero no te bastó esa lucha por la unión latinoamericana, sino que afrontaste la reconversión de tu patria chica: recuperaste la renta petrolera para terminar con el analfabetismo y la enfermedad, creaste las misiones, diversificaste la economía y por si eso fuera poco, cuando se derrumbaba el "socialismo real" en la URSS, recuperaste la bandera del socialismo del siglo XXI, de un socialismo con raíces nacionales. Te recuerdo todavía, aquí, en Buenos Aires, en el estadio de Ferrocarril Oeste cuando enlazaste a Gramsci con Alí Primera, a Martí con Perón, a Zamora con Felipe Varela, es decir, siempre al pueblo, porque el protagonismo del pueblo es imparable. Mucho hiciste, demasiado en tan poco tiempo, en favor de ese pueblo latinoamericano que hoy te llora y mañana continuará blandiendo tu bandera de antiimperialismo, unión latinoamericana y socialismo. Por eso no te fuiste, seguís con nosotros, día a día, en la creación del mundo nuevo y del hombre. Ahora descansá en paz. El pueblo latinoamericano seguirá fiel a tus enseñazas. Norberto Galasso

miércoles, 6 de marzo de 2013

MALVINAS: unidos o dominados LATINOAMERICA UNIDA EN 1953

MALVINAS: unidos o dominados LATINOAMERICA UNIDA EN 1953

LATINOAMERICA< UNIDA PERON 1953

CHAVEZ Y BOLIVAR

La pedagogía viviente Por Horacio González Le gustaba jugar con los grandes nombres de la historia. Fue capaz de sacar a Bolívar de su efigie escolar, con calmas rememoraciones administradas por el Estado, para convertirlo en lo que fue su “moderno príncipe”, para él, para millones de venezolanos, y para todos quienes seguimos su trayectoria con simpatía y que recibimos con tristeza su momento agónico. Revivió leyendas, retomó historias perdidas que tenían libretos opacos o profesorales, y expuso de nuevo los nudos del pasado con otros énfasis y otra voz. Golpea ahora con un repentino estrépito saber que no volveremos a escuchar esas frases que tenían remotos énfasis de cuarteles, pero infinitamente entreveradas con el asombro ante un mundo intelectual que brindaba palabras inesperadas, a la vez nunca desprendidas de una alegre rimbombancia con cadencia de bolero. Se lo podía escuchar citando a Gramsci con un candor de estudiante y luego percibir que sin abandonar las napas profundas del habla popular caribeña, dejaba saber que hacía flotar sobre la contemporaneidad venezolana la antigua palabra socialismo. La vestía nuevamente, le daba una y otra vez aspectos cambiantes que ni resignaban cierto aire evangélico ni el uso de la lengua bañada de un gracioso desafío –admirablemente divertida–, como cuando se refería a los dueños del poder mundial con desenfadados exorcizos. No es fácil decir en este momento, absortos por este brusco manotazo con que los caprichos de la historia nos anotician de nuestra absurda fragilidad, qué lugar le dejamos a la zozobra pública, aunque no ha de ser la del culto resignado, sino el de la pregunta por el carácter que irá adquiriendo su legado. Chávez escribió el capítulo donde su mensaje se presentaba siempre amigo de las grandes celebraciones épicas; tendrá su nombre asociado a ellas. No se privó de abrir el ataúd de Bolívar para buscar explicaciones señeras, pues las que había le aparecían bajo señales que consideraba falsas. Quizás un cristianismo que no había perdido su dramatismo originario podía inspirarle un horizonte escénico donde lo que se escuchaban no eran plegarias pueriles, sino una vibración extraña y contundente, cual era la de las masas populares que cargaban, en otros idiomas y con otros conjuros, solicitaciones políticas que grandes líderes de las izquierdas mundiales habían ya pronunciado. Sin habérselo propuesto, o a lo menos, nunca lo dijo así, encarnó con su idioma no militarista, aunque sí de una juvenilia militar, la reconciliación de Bolívar con Marx. Un ocurrente collage presidía sus discursos extensos, y él mismo era el fruto de una pedagogía donde reinaban, como en los mitos vivientes de la política, la inagotable recomposición de piezas arcaicas, memorias independentistas del siglo XIX e insondables desafíos de este siglo que exigía descifrar con inteligencia suprema un nuevo rompecabezas. Chávez pudo ser desdeñado por quienes pensaban que la política son trazados conservadores, primero, y una división de trabajo entre economistas y políticos timoratos, después. Ni aceptó ver la historia bajo su luz conservadora –al contrario, la vio como fuente permanente de inquietudes– ni aceptó ninguna división conceptual entre economía y política. A su manera, mientras citaba a figuras de la cultura popular venezolana como el cantante Alí Primera, escribió las líneas latinoamericanas primerizas de una nueva crítica de la economía política. No fue jeque petrolero, coronel fragotista o conspirador profesional. Pensó el petróleo con frases de Oscar Varsasky, el profesor argentino que innovó en el pensamiento tecnológico y Chávez escuchó como aprendiz avanzado, y pensó las frases sobre la cuestión intelectual que había escuchado en las clases que había tomado sobre la obra gramsciana, casi como un ingeniero de petróleo. Ni nos será alcanzable la posibilidad de ignorar esta ausencia que duele, ni nos será inapropiado mantener una serena preocupación que también nos inspire para mantener esta vibración promesante que exige la prosecución de los procesos democráticos que escapan de las rutinas preestablecidas, no para vulnerar instituciones, sino para renovarlas bajo nuevas sensibilidades colectivas. Chávez fue un demócrata cabal. De ahí su condición polémica. Como se lo veía siempre ante un abismo, y no poco contribuía a ello su constante desafío a los poderes mundiales, sostenido en su amotinada ínfula oratoria –esta sí, verdaderamente heredada de las menciones del propio Bolívar sobre su ensueño al subir al Chimborazo–, fue blanco persistente de una cosmovisión política fatigada o caduca, que lo veía peligroso, fuera de cuajo. Chávez gozaba con su interesante intuición teatral, en esos momentos en que aparecía envuelto en polémicas y altercados, que enfrentaba como un dotado comediante de plaza pública. No autócrata. No tapando los poros de la sociedad. No envolviéndolo todo con su nombre. Al contrario, su nombre era un gran juego panteítico. Se cansó de dar, tomar, devolver e invocar nombres ajenos. Tomó muchos de la Argentina. Los libros que citaba, incesantes citas, por cierto, los convertía en “libros vivientes”, como decía también su reverenciado Gramsci, el encarcelado italiano que había escrito unas pocas líneas sobre Argentina y ninguna sobre Venezuela. Chávez ha muerto. Interpeló a muchos poco, a otros nada y a muchos mucho. La política es muchas cosas, pero también una interpelación silenciosa sobre la muerte. Quizá no se notaba en su estilo proclamativo, en su activismo, que no se permitía menos que altisonancias fundadas en floridos fraseos. Pero si algunos pudieron disgustarse o hasta manifestar con sigilos ominosos alguna alegría por su enfermedad, harían bien en reparar en que actuó como un gran personaje trágico. Indicó a su sucesor con una dying voice, la voz moribunda de los grandes momentos funestos de la literatura. Ahora esperamos que su legado, como todo gran legado, sepa que en el combate hay porciones rituales necesarias, pero siempre abriéndose a los temas renovados, a la severa vida que sigue, y que reclama fidelidades no de rutina sino abiertas a lo que aun no conocemos, abiertas también al “o inventamos o erramos” de Simón Rodríguez, otro de los maestros errantes que inspiraron su latinoamericanismo de pedagogo popular. 06/03/13 Página|12