martes, 5 de marzo de 2013
lunes, 4 de marzo de 2013
PERON Y LA CLASE MEDIA
La justicia Social llegará a la clase media argentina
28 de julio de 1944
La inserción de Argentina en el mundo. Las clases sociales y sus diferencias: obreros y clases medias.
Nuestra Historia y el presente.
“Continúa después el contenido histórico y político internacional, que dice: . En este sentido, tampoco hemos faltado a la promesa.”
“El problema argentino no es un problema aislado. El problema ar¬gentino es un problema del mundo. Y si no, bastaría mirar a los cinco con¬tinentes y pensar si alguno de todos esos países tiene menos problemas que nosotros. Esta tierra, en la que se suele afirmar que Dios es criollo, debería dar gracias, a la Providencia, porque creo que en este momento no hay ya un solo país en el orbe que pueda ser mas feliz que nosotros”.
“Nuestra Nación como todas las naciones nuevas, entronca política¬mente con un patriciado poseedor de todas las virtudes que siempre tienen los patriciados forjadores de nacionalidades. El nuestro, indudablemente virtuoso, se formó desde abajo, y desde allí formó la Nación. Después, la sucesión del gobierno de la cosa pública fue pasando a otras manos, quizás descendientes del patriciado, pero que, por la acción del tiempo y de la molicie, habían perdido las grandes virtudes de sus antepasados.
Como en todos los patriciados que entregan a sus descendientes el manejo de la cosa pública, éstos se convirtieron en una oligarquía. El panorama político, visto en síntesis, presentaría esa oligarquía en la siguiente forma: un joven que recibió dos o tres estancias, un palacio en la calle Florida y el manejo de la cosa pública. Vendió la primera estancia. Se fue a París. En Montmartre liquidó la otra estancia; y cuando ya no tenía haberes, volvió al país; hipotecó primero su palacio, y luego lo vendió. Cuando ya no te¬nía nada que vender, comenzó a vender el patrimonio de todos los argenti¬nos.
Éste es, un poco escuetamente presentado, el panorama de nuestra evolución. Si en 1810 fuimos libres políticamente gracias a esos héroes que siempre recordamos, no podemos afirmar lo mismo de los que les sucedieron que, lejos de conquistar nuestra independencia económica, han perdido el tiempo y nos han entregado a una situación de verdadero colo¬niaje como nunca el país había soportado antes.
Podemos decir que esta oligarquía, servida por hábiles políticos, no solamente cometió el delito contra el país, sino algo más grave aún: tuvo sojuzgadas numerosas generaciones de argentinos, a los que disoció en sus verdaderos valores.
Esos hombres son los políticos a su servicio. Cuando algún joven de la clase media, génesis, sin duda, de los mayores valores de la población argentina, salía con talento, lo atraían a su lado, "le pisaban el pantalón" para que no se fuera y lo ponían a trabajar para ellos o para su partido y no para el país. Y si ese joven era independiente y tenía carácter suficiente para levantarse contra ellos, entonces le trazaban una cruz y lo mandaban a un pequeño empleo sin importancia, a pasar su vida hasta morir, sin po¬der progresar, aun cuando tuviera los mayores méritos.
Es decir que ade¬más del delito de haber gobernado mal, de haber entregado las riquezas del país, anulaban a los hombres que eran los únicos que podían haber desarrollado su mentalidad y adquirido el derecho que toda democracia bien organizada da a sus hijos: el de tomar el manejo de la cosa pública cuando se es más capaz que los demás.
Así se formó nuestra clase media con un complejo de inferioridad, porque no tuvo nunca oportunidad de actuar. Así se formó ella, sin un contenido social.
Habrán observado ustedes que el obrero no va a pedir un aumento de salarios para él, sino para todos los de su gremio. El hombre de la clase media no va a pedir nunca para los de su gremio. Va a pedir solamente para él. Eso es lo que la ha debilitado. Y eso no es obra de la clase media, sino de nuestro sistema político, que ha empeñado la fuerza y el manejo de las agrupaciones humanas del país en una sola dirección: exclusivamente hacia el provecho de un círculo reducido de hombres, y no para todos los argentinos.”
GB
PERON DIXIT
Desde los balcones de la Casa de Gobierno
8 de julio de 1944
“Compatriotas:
La presencia de los trabajadores del país en esta histórica plaza, en representación de cuarenta sindicatos argentinos que comprenden la hora y que viven las inquietudes del Gobierno de la Patria, constituye para mí el más insigne honor y el estímulo más significativo que yo pudiera recibir.
Sólo ostento tres títulos que me enorgullecen: el de ser soldado, el de ser considerado primer trabajador argentino y el de ser un patriota. El de soldado me lo he ganado con treinta y cinco años de servicios honradamente prestados a la Nación; el de trabajador argentino me lo habéis otorgado vosotros con un gesto que colma mi felicidad de hombre y de ciudadano, y el de patriota lo debo a la Providencia, que ha hecho que tenga la dicha de haber nacido en este país, que tanto amo y amaré por sobre todas las cosas.
Al asumir la alta función para la que he sido designado por el Exce¬lentísimo señor presidente de la Nación, estos tres títulos serán el manda¬to que encaminará mi acción durante el desempeño de mi alta investidura; el de soldado, para cumplir las finalidades fijadas por el Ejército de la Patria, que no sabe de egoísmos ni de claudicaciones mezquinas; el de primer trabajador argentino, para continuar en la defensa de la clase trabajadora en que nos hallamos empeñados por mandato de una justicia superior, a todas las demás, que es la de lograr la felicidad de la Patria buscando el bienestar de las masas que laboran su grandeza; el de patriota, para trabajar hasta el último aliento por el engrandecimiento material y moral de nuestra Patria, y si fuera necesario, cuando ninguna energía quede, ofrendar la vida en su defensa donde fuere menester.
Sé que seremos combatidos, pero sé también de nuestra voluntad y de nuestra férrea energía y afirmo que no hemos de desmayar en la defensa de estos ideales que construyen la necesidad básica y fundamental del Estado en estos momentos.
Al hablar en otra oportunidad a los trabajadores de la Patria, les soli¬cité que tuvieran confianza en nuestra honradez y decisión. Hoy me en¬cuentro absolutamente persuadido de que esa confianza existe y que ella debe constituir el fundamento de lo que les pediré en este momento a los trabajadores compatriotas. Es necesario que esa confianza se transforme hoy en fe sobre lo que todavía debemos realizar, y que realizaremos cua¬lesquiera sean los obstáculos que se opongan, porque no medimos el es¬fuerzo ni mediremos el sacrificio, pues tratándose de ofrendar todo lo que tenemos en aras de la Patria, no puede existir limitación mezquina de nin¬guna naturaleza.
Esta confianza que habéis dispensado y esta fe, que estoy seguro dispensaréis, tienden a un objetivo superior: a la unidad de todos los argentinos, para lo cual es necesario hacer desaparecer luchas odiosas y diferencias absurdas, para que en este país, con nuevos ideales, con los laureles de la pureza y virtud a su frente, se pueda decir algún día que se ha cumplido el ideal tan antiguo como el mundo, de que no haya hom¬bres excesivamente ricos ni hombres excesivamente pobres.
Cuando esas diferencias hayan desaparecido, lograremos la unidad por el convencimiento de que cada argentino, por humilde que sea, por in¬significante que pueda ser el puesto que ocupa en la Nación, es un elemento indispensable en el país, que debe trabajar con todo empeño a fin de que todos vayamos adelante, sin desfallecimientos.
Es necesario que la Revolución llegue a las almas, porque en este país, donde la naturaleza con toda prodigalidad ha derrochado a manos llenas la riqueza material, deberíamos dar todos los días gracias a Dios por sus dones maravillosos; pero esa riqueza no es todo. Es necesario ten¬der también hacia la riqueza espiritual, hacia eso que constituyen los úni¬cos valores eternos y que son los que unirán, si es necesario, a los ca¬torce millones de argentinos, en defensa de la Patria, a costa de cualquier sacrificio.
Es menester seguir esta acción, porque la Patria se encuentra en la buena senda de su salvación. Hoy la voz de orden debe ser “adelante so¬bre este camino”, y ello es lo que yo pido a todos los compatriotas, ami¬gos o enemigos, por la suprema dignidad del Estado, por la obligación que tenemos de seguir adelante, honrando las virtudes de nuestros mayo¬res y aspirando a la felicidad de nuestros descendientes.”
“La conquista social no se discute; se defiende. Las masas trabajado¬ras argentinas, con su extraordinario instinto, han descubierto ya dónde se encuentra la verdad y donde se esconden la insidia y la falacia.
Esta es una Revolución del pueblo y para el pueblo. Los que piensan lo contrario se-equivocan.”
GB
PALABRAS DE PERON
A las delegaciones obreras de Paraná.
17 de junio de 1944.
Defensa y unidad del gremio.
“En los movimientos gremiales, el obrero no defiende nada más que su gremio, ni lo pone absoluta¬mente al servicio de nadie que no sea su propia organización. Los que obren en ese sentido serán unidos, serán fuertes y triunfarán en la lucha. No permitan que la política ni las exóticas ideas se enquisten dentro de vuestras organizaciones. Recuerden que es necesario mantener dentro de la organización una absoluta disciplina gremial, porque ella es la que las hace fuertes, permitiéndoles marchar a todos en una sola dirección, bajo un comando único, para imponerse en esa lucha donde cada uno defiende sus intereses: el patrón y los obreros, su felicidad, su vida y su bienestar.”
“De un tiempo a esta parte, me he dedicado al estudio de los problemas obreros y, habiéndome adentrado en la masa trabajadora, he podido comprobar lo que ella representa; y por ello sostengo, hoy más que nunca, que cuando he confiado en los humildes, no he confiado nunca en vano. Yo se que ustedes, los hombres de trabajo, son sinceros y defienden un derecho que todos también defendemos: el de ocupar un lugar en esta tierra desempeñar dentro del organismo nacional ese pequeño diente del engranaje sin el cual la Patria no marcha adelante. Dejo aquí a mi representante de la Secretaría de Trabajo y Previsión, en quien ustedes encontraran un, hombre que piensa y siente tal como lo acabo de expresar, porque ésa es la doctrina que profesamos en este organismo que se puede resumir en es¬tos conceptos: Que antes de no defender al obrero, como es nuestra obligación, nos iremos a nuestra casa.”
“Un equilibrio de bienestar, es lo que buscamos nosotros en al lucha sin tregua en que estamos empeñados. No combatimos la riqueza ni el capital: buscamos una justicia retributiva, y opondremos una energía inexorable a la explotación del hombre por el hombre.”
DIJO EL GENERAL.
Trabajamos para todos los argentinos.
1º de mayo de 1944.
La dignidad el trabajo.
“Deseamos también desterrar de los organismos gremiales a los extre¬mistas, para nosotros, de ideologías tan exóticas, ya representen un extremo como otro; porque es lo foráneo a lo que nosotros, los argentinos, no hemos jamás sentido inclinación ni apego; y porque ellos, con su sedi¬mento de odios ancestrales, nos traen sus problemas que no nos interesan ni nos atañen. Nosotros buscamos la unión de todos los argentinos y por eso anhelamos disponer de un capital argentino, para que, en armonía con el traba¬jo, formen la base de nuestra grandeza industrial y del bienestar colectivo.
Luchamos porque ese trabajo sea considerado con la dignidad que merece, para que todos sintamos el deseo y el impulso de honramos traba¬jando y para que nadie que esté en condiciones de trabajar viva sólo para consumir.
Por eso sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una comprensión moral y material que le asegure el bienestar a que to¬dos tenemos derecho, como asimismo consideramos indispensable que las labores se ejerzan en un régimen humano y feliz con sus descansos repa¬radores, en medios higiénicos, sanos y seguros y, sobre todo, dentro de una dignidad y respeto mutuos”
“No puede existir, bajo el cielo de la Patria, sino un ideal que nos una y nos aliente a los mas grandes hechos. Es el ideal de la justicia, del bienestar y de la solidaridad de todos los argentinos.”
Elegir los propios conductores.
“Nosotros no aceptamos intermediarios entre los obreros y los patro¬nes. Exigimos trabajadores auténticos para tratar, como también exigimos patrones auténticos para suscribir todos aquellos acuerdos que van direc¬tamente a establecer la armonía entre el capital y el trabajo sin la cual, necesariamente, sobreviene la anarquía que destruye el trabajo y los valores que el mismo crea en el país.
Por eso me vaya permitir aquí dar un consejo a ustedes, que en su mayor parte son los dirigentes de las agrupaciones de esta zona de la pro¬vincia. Piensen siempre que las agrupaciones gremiales que defienden los intereses de los obreros deben estar perfectamente organizadas, para que no se introduzcan esos falsos apóstoles que se hacen pasar por dirigentes obreros. Elijan ustedes sus propios conductores entre los hombres más capacitados y, sobre todo, entre los más leales y sinceros servidores de la masa. Mantengan una absoluta disciplina gremial; obedezcan a sus diri¬gentes bien intencionados.”
Unidad y Nacionalidad
“Nosotros deseamos que en esta tierra no haya más que argentinos unidos por el gran sentimiento de la nacionalidad, sin el cual difícilmente llevaremos a buen puerto a este país grandioso y rico, que todos los días debería dar gracias a Dios por haber recibido a manos llenas los bienes y riquezas de que dispone. Pero existe el peligro de que esa riqueza en potencia no fructifique y se transforme con el tiempo en miseria y pobreza. Si nosotros no somos capaces de cultivar, dentro de nosotros mismos, esa mayor riqueza que representan los bienes espirituales, que son los únicos eternos y los únicos que hacen grande a la patria, esa unidad que anhelamos ese acendramiento espiritual y esa armonía de las diferencias entre poderosos y humildes no podrá ser alcanzada.
En esta tierra, ningún hombre debe sentirse olvidado por el Estado: ni el capitalismo extranjero, que explota a la masa, ni la masa, que se sien¬te injustamente explotada por hábiles financistas internacionales que han hecho de nuestra Patria un cuerpo disociado que nosotros hemos de cohe¬sionar a la luz de un solo sentimiento: el de la nacionalidad.
Cada uno de ustedes debe sentirse indispensable, porque el más humilde de los hombres juega un rol importante, pues constituye la célula que ha de unirse a las demás para salvar a la Patria en los momentos en que se halla en peligro y para elaborar permanentemente su grandeza.
Si en esta tierra cada uno no se siente indispensable y útil, poco podremos, hacer nosotros, aunque unamos al pueblo en todos los confines de la Nación. Cada uno de ustedes debe sentirse, en todo momento, un argen¬tino que, sumado a los demás, forme los catorce millones de criollos que dan alma y fuerza a la nacionalidad.
Finalmente, hemos dicho que trabajamos para todos los argentinos: y ésa es también una verdad real. Trabajar para todos los argentinos es hacer lo que acabo de expresarles. Tratar de unirlos, para que no exista en el orden interno ni en el orden externo una fuerza capaz de separados, es nuestra tarea. De este modo, si llegare el día que la Patria nos llame, podamos morir unidos por ella, si es preciso. “
GB
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