lunes, 4 de febrero de 2013
EL FUSILADO QUE VIVE
Cárcova
A dos años de la masacre de José León Suárez, habla el fusilado que vive
A Joaquín Romero una bala le perforó un pulmón y la otra le atravesó el intestino. Poco después su primer bebé murió a causa del trauma. Tenía siete meses. Ahora el joven trabaja en un municipio y ahorra para poder mudarse del barrio.
Por:
Federico Trofelli
Federico Trofelli
Una de las balas le perforó el pulmón y salió de lado a lado. La otra, se incrustó en los intestinos. Mientras Romero permanecía internado –donde estuvo 15 días– en el hospital municipal Dr. Diego Thompson, su familia le pedía a los investigadores de la masacre que quitaran al policía que le habían puesto de consigna en la puerta de su casa. Luego, el hombre de La Bonaerense fue remplazado por un gendarme.
Además de víctima, Romero fue considerado como uno de los testigos clave del caso y gracias a su declaración, el oficial subinspector Gustavo Ezequiel Vega fue identificado como uno de los dos policías que disparó a mansalva contra los chicos y aún está preso.
–¿Tenías miedo después de haber sido baleado?
–Me llegaban comentarios de que me querían matar. Había reconocido a Vega cuando se separó del montón de policías que estaban detrás del tren descarrilado y comenzó a dispararnos. No me dio ni tiempo a darme vuelta. Yo iba a esconderme detrás de unos postes y lo vi cuando me apuntó y me tiró. Estaba muy cerca. Por eso me incorporaron al programa de protección de testigos y toda mi familia fue aislada en una casaquinta.
Romero estuvo poco tiempo allí. A la semana, uno de sus hermanos adolescentes no aguantó estar distanciado de su novia y volvió al barrio. Después le siguió su madre y el resto de sus hermanos.
–Y abandonaste el programa…
–Cuando mi hermano rompió "el cerco", nos quedamos solos con mi mujer. No aguantábamos más. Estábamos re bien, era una quinta gigante pero mi señora lloraba mucho y extrañaba, así que volvimos.
De vuelta en La Cárcova, el joven intentó empezar de nuevo pero ya nada era igual. Y el destino le aguardaba otra mala jugada: su mujer, Karen, una morocha del barrio, fue internada. Por el estrés y la tensión de esos días, el hijo de ambos, que ya lo llevaba en su vientre al momento de la masacre, nació sietemesino. El bebé apenas pudo aguantar 20 días en el Hospital Eva Perón y murió. Unos meses más tarde, la pareja tenía una nueva chance.
–¿Cómo tomaste esta nueva oportunidad?
–Después de todo lo que pasó estaba muy deprimido. Me tiraba para estar en la calle todo el día pero cuando ella volvió a quedar embarazada me empecé a rescatar. Ahora casi ni salgo, prefiero estar más tiempo con mi familia.
–¿Cómo recordás a tus amigos?
–Nosotros parábamos juntos, los conocía de chiquitos a los dos. Con El Pela éramos más que amigos, casi hermanos. Cuando vivía con mi mamá, él se quedaba a dormir. Los tres íbamos juntos a la quema. De lunes a viernes. Todavía me acuerdo cuando el Pela pasaba a la tarde en bicicleta y tocaba un silbato para avisarle a los vecinos que estaban por abrir el Ceamse.
"Joaco", como lo llaman en la villa La Cárcova, se crió en el barrio "desde que era todo campo y había algunas montañas de coches abandonados. También había como una laguna, es que estamos al borde del río Reconquista", explica sentado en la improvisada vereda de su casa sobre la calle Costanera, una de las pocas cuadras asfaltadas del lugar, casi en la esquina de 1º de Mayo. La vista desde acá es basura, los restos de algún auto quemado, agua contaminada y del otro lado del río más casas precarias.
Los tres pibes, al igual que muchas familias de La Cárcova, el día de la masacre iban a hacer lo de siempre. En bicicleta y con carritos, recorrían unas 20 cuadras y se agolpaban en las puertas del predio del Ceamse, hasta que las autoridades los dejaban pasar. Después, "rescatábamos lo que podíamos. A veces volvía con salchichas, alfajores, fideos, toda esa gilada. Todo lo que juntaba se lo daba a 'La Toti' –su madre– para que vendiera en el barrio lo que servía", cuenta.
El relato de Romero se interrumpe cuando aparece por la esquina, en brazos de Karen, Tiziano, el bebé de ocho meses de la joven pareja. Peinado a lo punk y con gafas de sol, se compra todas las miradas y atenciones.
–¿Volviste a la quema?
–Sí, porque me costaba encontrar trabajo y tenía que hacer algo. Pero me costaba mucho armar las bolsas, nunca quedé bien después de las operaciones. Me dolía mucho. Una vez, vomité sangre por el esfuerzo. Por suerte, los otros pibes de la quema que saben lo que me pasó me ayudaban a cargar la bolsa.
Poco después de la masacre, el Ministerio de Seguridad de Nación ordenó a Gendarmería patrullar las calles del barrio. Al principio los vecinos estaban conformes, hasta que se registraron una serie de abusos y maltratos con los pibes del lugar. Ahora, los gendarmes prefieren aguardar en las afueras y no intervienen en los tiroteos.
"La Gendarmería asimiló rápidamente las prácticas de La Bonaerense y mientras arregla con los transas y el crimen organizado, estigmatiza a los pibes pobres del barrio", le dice a Tiempo Argentino uno de los militantes que trabaja en el barrio hace una década, aproximadamente.
En el último invierno, Joaco volvió a ser víctima. Esta vez, de Gendarmería. "Hacía mucho frío, iba para mi casa cuando me pararon unos gendarmes. Como andaba sin documentos me llevaron detenido a un galpón de TBA. Me sacaron las medias, las zapatillas, el buzo y la remera. Estaba solo, tenía miedo. Casi me desnudaron. No les podía decir nada porque me cagaban a palos. Así me tuvieron ocho horas, desde las 12 a las 8. Después, me llevaron a la Comisaría 4ª, donde me pidieron plata para dejarme ir", denuncia Romero.
De a poco, su suerte comenzó a cambiar. Gracias a las gestiones de Julián Ríos, un dirigente del Movimiento Evita del barrio, el joven ingresó a trabajar en Tecnópolis, donde "cuidaba los tanques de guerra y le informaba a la gente que pasaba por ahí, como una especie de guía", aclara el sobreviviente.
Con la plata que ganó, pudo "adornar su casa" y comprar algunas cosas para la de su madre.
Ahora, trabaja como administrativo en la municipalidad de San Martín, donde realiza trámites en Tribunales y ayuda con el papeleo. "Estoy esperando cobrar la indemnización para poder irme a vivir afuera del barrio con mi familia", concluye. «
la causa, a juicio oral
El Tribunal Oral Criminal N° 1, que llevará adelante el juicio, no permitió que los abogados del CELS se presentaran como querellantes en representación de las familias de las víctimas. Esta medida había sido aceptada por el juez de instrucción Nicolás Schiavo y la UFI 5, a cargo de Marcelo Sendot.
Antes, el TOC 1 intentó desligarse del caso al considerar que el descarrilamiento había sido intencional y pasó el expediente al fuero federal. Finalmente, el Tribunal Oral Federal y la Corte Suprema confirmaron que el accidente se produjo por el mal estado de las vías y que la causa debería resolverse en el ámbito provincial.
En la instrucción, tanto la fiscalía como la querella solicitaron la apertura de otra causa para que se investiguen las responsabilidades de las jerarquías policiales superiores involucradas en la masacre. Este nuevo expediente avanza y se espera que en los próximos días se presenten a declarar los sospechosos de las comisarías 4º, 2º, 8º y 9º de San Martín, y de la Policía Bonaerense 2.
En su momento, el ministro Ricardo Casal defendió a la fuerza. Luego, ordenó la intervención de la comisaría y dispuso una purga en la Bonaerense.
El momento en que fue baleado
La investigación de la UFI 5 de San Martín estableció que las víctimas pasaban por el lugar del descarrilamiento cuando iban para la quema. Al desatarse la represión, los pibes se escondieron detrás de un montículo de chatarras para refugiarse de los balazos. Con gas lacrimógeno los obligaron a salir. En ese momento, un grupo de policías se separó de sus compañeros que estaban detrás del tren y les disparó con postas de plomo. “Fue una práctica de combate”, según calificaron desde el Centro de Estudios y Legales (CELS). Minutos antes, el comisario de José León Suárez había ido a la seccional a buscar la pistola lanza gases y fue él quien ordenó gatillarla.
Opinión - Juan Alonso
salieron a la caza del pobrerío
Los masacraron por ser pobres. Porque estaban indefensos y vivían de las sobras de la quema. Porque usaban las chapas de La Cárcova para jugar desde chiquitos. Porque con los fideos y las latas de conserva del rebusque sus mamás revolvían los guisos que compartieron antes de que llegara la policía para arrebatarles lo más preciado: la vida. ¿Y todo por qué? ¿Cuál fue el motivo para que Mauricio y Franco fueran asesinados, indefensos y escondidos detrás de la chatarra? La carga de un tren. Sí, parece increíble pero es cierto. La fuerza represiva del Estado intentó "proteger" los bienes y para lograrlo salieron a la caza del pobrerío. Joaco los venció. Está vivo y tiene un futuro.
PD No puedo evitar comentar que el pibe hace dos años nada mas, comía de la basura.
Cuanto nos falta todavía para lograr la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación.
GB
NOS DICE LA PACO URONDO
Masacre de La Cárcova
Necesitamos justicia, esto no puede quedar impune”
Entrevista al diputado nacional Leonardo Grosso, quien denunció desde un
primer momento, como militante del barrio, lo sucedido. “La mejor manera de
homenajear a los pibes es construir el barrio que nosotros soñamos para que
ellos”.
APU: Primero queríamos que nos cuentes del acto de hoy.
Leonardo Groso: Este es el cierre de una jornada de dos días
de trabajo en el barrio, que nos pareció la mejor manera de recordar a Mauricio
y a Franco, y pedir justicia por ellos y por Joaquín, que logró sobrevivir. Para
nosotros la mejor manera de homenajear a los pibes es construir el barrio que
nosotros soñamos para que ellos vivan, el barrio que ellos se
merecen.
Tratando de derribar los estigmas que existen sobre los pibes que enseguida se los ponía como una banda organizada, como ladrones de trenes. Y tratando de cambiarle la cara al barrio, para sacar a Carcova de la sección policiales, y ponerla donde tiene que estar: derechos humanos, justicia, solidaridad.
APU: ¿Cómo ves el barrio a dos años de la masacre?
LG: Bien, acompañó con mucha fuerza la jornada solidaria. Los vecinos salieron a dar una mano, prestaron sus herramientas, acompañaron el trabajo. En el barrio hay una toma de conciencia muy fuerte con lo que pasó, y está claro que la consigna ahora es “ni un pibe menos”.
APU: ¿Cómo ves que está la causa?
LG: La causa es lo que más nos preocupa, porque en términos reales el tribunal al que llegó la causa en un primer momento, se expidió prejuzgando a los pibes, diciendo que había un descarrilamiento y un robo intencionado. Un tribunal federal nos dio la razón, la Corte Suprema nos dio la razón. Estamos preocupados, organizados y movilizados para seguir la causa, porque creemos que esto no termina hasta que no estén presos los asesinos de los pibes. Se demostró que tiraron gases lacrimógenos para que los chicos corran y les disparan por la espalda. Está demostrado en la autopsia y en las pericias, necesitamos justicia, esto no puede quedar impune.
Notas relacionadas: El fusilado que vive
Tratando de derribar los estigmas que existen sobre los pibes que enseguida se los ponía como una banda organizada, como ladrones de trenes. Y tratando de cambiarle la cara al barrio, para sacar a Carcova de la sección policiales, y ponerla donde tiene que estar: derechos humanos, justicia, solidaridad.
APU: ¿Cómo ves el barrio a dos años de la masacre?
LG: Bien, acompañó con mucha fuerza la jornada solidaria. Los vecinos salieron a dar una mano, prestaron sus herramientas, acompañaron el trabajo. En el barrio hay una toma de conciencia muy fuerte con lo que pasó, y está claro que la consigna ahora es “ni un pibe menos”.
APU: ¿Cómo ves que está la causa?
LG: La causa es lo que más nos preocupa, porque en términos reales el tribunal al que llegó la causa en un primer momento, se expidió prejuzgando a los pibes, diciendo que había un descarrilamiento y un robo intencionado. Un tribunal federal nos dio la razón, la Corte Suprema nos dio la razón. Estamos preocupados, organizados y movilizados para seguir la causa, porque creemos que esto no termina hasta que no estén presos los asesinos de los pibes. Se demostró que tiraron gases lacrimógenos para que los chicos corran y les disparan por la espalda. Está demostrado en la autopsia y en las pericias, necesitamos justicia, esto no puede quedar impune.
Notas relacionadas: El fusilado que vive

GB
LEEMOS EN AGENDA DE REFLEXION A ANTONIO DI BENEDETTO
Caballo en el salitral
El aeroplano viene toreando el aire.
Cuando pasa sobre los ranchos que se le arriman a la estación, los chicos se desbandan y los hombres envaran las piernas para aguantar el cimbrón.
Ya está de la otra mano, perdiéndose a ras del monte. Los niños y las madres asoman como después de la lluvia. Vuelven las voces de los hombres:
¿Será Zanni…, el volador?
No puede. Si Zanni le está dando la vuelta al mundo.
¿Y qué, acaso no estamos en el mundo?
Así es; pero eso no lo sabe nadie, aparte de nosotros.
Pedro Pascual oye y se guía por los más enterados: tiene que ser que el aeroplano le sale al paso al “tren del rey”.
Humberto de Saboya, príncipe de Piamonte, no es rey; pero lo será, dicen, cuando se le muera el padre, que es rey de veras.
Esa misma tarde, dicen, el príncipe de Europa estará allí, en esa pobrecita tierra de los medanales.
Pedro Pascual quiere ver para contarle a la mujer. Mejor si estuviera acá. A Pedro Pascual le gusta compartir con ella, aunque sea el mate o la risa. Y no le agrada estar solo, como agregado a la visita, delante del corralón. No es hosco; no está asentado, no más: los mendocinos se ríen de su tonada cordobesa.
Se refugia en el acomodo de los fardos. Tanta tierra, la del patrón que él cuida, y tener que cargar pasto prensado y alambrado para quitarle el hambre a las vacas. Las manos que ajustan y cinchan dan con los yuyos que han segado en el camino: previsión medicinal para la casa. Perlilla, tabaquillo, té de burro, arrayán, atamisque… Mueve y ordena los manojos y la mezcla de fragancias le compone el hogar, resumido en una taza aromática. Pero se adueña del olfato la intensidad del tomillo y Pedro Pascual quiere compararlo con algo y no acierta, hasta que piensa, seguro: “…este es el rey, porque le da olor al campo”.
¿Eso, el tren del rey? ¿Una maquinita y un vagón dándose humo? No puede ser; sin embargo, la gente dice…
Pedro Pascual desatiende. Lo llama esa carga de nubes azuladas, bajonas, que están tapando el cielo. Se siente como traicionado, como si lo hubieran distraído con un juguete zampándole por la espalda la tormenta. No obstante, ¿por qué ese disgusto y esa preocupación? ¿No es agua lo que precisa el campo? Sí, pero… su campo está más allá de la Loma de los Sapos.
La maquinita pita al dejar de lado la estación y a Pedro Pascual le parece que ha asustado las nubes. Se arremolinan, cambian de rumbo, se abren, como rajadas, como pechadas por un soplido formidable. El sol recae en la arena gris y amarronada y Pedro Pascual siente como si lo iluminara por dentro, porque el frente de nubes semeja haber reculado para llevarle el agua adonde él la precisa.
Ahora Pedro Pascual se reintegra al sitio donde está parado. Ahora lo entiende todo: la maquinita era algo así como un rastreador, o como un payaso que encabeza el desfile del circo. El “tren del rey”, el tren que debe ser distinto de todos los trenes que se escapan por los rieles, viene más serio, allá al fondo.
Es distinto, se dice Pedro Pascual. Se da razones; porque en el miriñaque tiene unos escudos, y dos banderas. . . ¿Y por qué más? Porque parece deshabitado, con las ventanillas caídas, y nadie que se asome, nadie que baje o suba. El maquinista, allá, y un guarda, acá, y en las losetas de portland de la estación un milico cuadrado haciendo el saludo, ¿a quién?
La poblada, que no se animaba, se cuela en el andén y nadie la ataja. Los chicos están como chupados por lo que no ocurre. Los hombres caminan, largo a largo, pisan fuerte, y harían ruido si pudieran, pero las alpargatas no suenan. Se hablan alto, por mostrar coraje, mas ni uno solo mira el tren, como si no estuviera.
Después, cuando se va, sí, se quedan mirándole la cola y a los comentarios:
“¡Será! … ”
Antes que el tren sea una memoria, llega de atrás el avioncito obsequioso, dispuesto a no perderle los pasos.
A una hora de marcha de la estación, donde ya no hay puestos de cabras, lo recibe y lo acosa, lo ciega el agua del cielo. Lo achica, lo voltea, como si quisiera tirarlo a un pozo. Lo acobarda, le mete miedo, trenzada con los refusilos que son de una pureza como la de la hoja del más peligroso acero.
Pedro Pascual deja el pescante. No quiere abandonar el caballito; pero el monte es achaparrado y apenas cabe él, en cuclillas. El animal humilde, obediente a una orden no pronunciada, se queda en la huella con el chaparrón en los lomos.
Entonces sucede. El rayo se desgarra como una llamarada blanca y prende en el alpataco de ramas curvas que daban amparo al hombre. Pedro Pascual alcanza a gritar, mientras se achicharra. Ruido hace, de achicharrarse.
El caballo, a unos metros, relincha de pavor, ciego de luz, y se desemboca a la noche con el lastre del carro y el pasto que le hunde las ruedas en la arena y en el agua, pero no lo frena.
Clarea en el bajo, mas no en los ojos del animal.
Ha huido toda la noche. Afloja el paso, somnoliento y vencido, y se detiene. El carro le pesa como un tirón a lo largo de las varas; sin embargo, lo aguanta. Cabecea un sueño. La pititorra picotea la superficie del pasto y a saltitos lleva su osadía por todo el dorso del caballo, hasta la cabeza. El animal despierta y se sacude y el pajarito le vuela en torno y deja a la vista las plumas blancas del pecho, adorno de su masa gris pardusca. Después lo abandona.
El cuadrúpedo obedece al hambre, más que a la fatiga. El pasto mojado de su carga le alerta las narices. Hunde el casco, afirma el remo, para darse impulso, y sale a buscar.
Huele, tras de orientarse, si bien donde está ya no hay ni la huella que ayuda y el silencio es tan imperioso que el animal ni relincha, como si participara de una mudez y una sordera universales.
El sol golpea en la arena, rebota y se le mete en la garganta.
No es difícil todavía beber, porque la lluvia reciente se ha aposentado al pie de los algarrobos y el ramaje la defiende de una rápida evaporación.
El olor de las vainas le remueve el instinto, por la experiencia de otro día de hambre desesperada, pero el algarrobo, con sus espinas, le acuchilla los labios.
El atardecer calma el día y concede un descanso al animal.
La nueva luz revela una huella triple, que viene al carro, se enmaraña y se devuelve. La formaron las patitas, que apenas se levantan, del pichiciego, el Juan Calado, el del vestido trunco de algodón de vidrio. El pasto enfardado pudo ser su golosina de una noche; estacionado, su eterno almacén. Muy elevado, sin embargo, para sus cortas piernas.
Muy feo, además, como indicio del desamparo y la pasividad del caballo de los ojos impedidos. Ahí está, débil, consumiéndose, incapaz de responder a las urgencias de su estómago.
Una perdiz se desanuda del monte y levanta con sus pitidos el miedo que empieza a gobernar, más que el hambre, al animal uncido al carro. Es que vienen volteando los yaguarondíes. La perdiz lo sabe; el caballo no lo sabe, pero se le avisa, por dentro.
Los dos gatazos, moro el uno, canela el otro, se tumban por juego, ruedan empelotados y con las manos afelpadas se amagan y se sacuden aunque sin daño, reservadas las uñas para la presa incauta o lerda que ya vendrá.
El caballo se moja repentinamente los ijares y dispara. El ruido excesivo, ese ruido que no es del desierto, ahuyenta a los yaguarondíes, si bien eso no está en los alcances del carguero y él tira al médano.
La arena es blanda y blandas son las curvas de sus lomadas. Otra, de rectas precisas, es la geometría del carro que se esfuerza por montarlas.
Sin embargo, en esa guerra de arena tiene un resuello el animal. Ofuscado y resoplante, tupidas las fosas nasales, no ha sondeado en largo rato en busca de alimento, pero el pie, como bola loca, ha dado con una mancha áspera de solupe. La cabeza, por fin, puede inclinarse por algo que no sea el cansancio. Los labios rastrean codiciosos hasta que dan con los tallos rígidos. Es como tragarse un palo; no obstante, el estómago los recibe con rumores de bienvenida.
El ramillete de finas hojas del coirón se ampara en la reciedumbre del solupe y, para prolongar las horas mansas del desquite de tanta hambruna, el coirón comestible se enlaza más abajo con los tallos tiernos del telquí de las ramitas decumbentes.
El olor de una planta ha denunciado la otra, mas nada revela el agua, y el animal retorna, con otro día, hacia las “islas” de monte que suelen encofrarla.
Un bañado turbio, que no refleja la luz, un bañado decadente que morirá con tres soles, lo retiene y lo retiene como un querido corral.
Las islas y las isletas se pueblan de sedientos animales en tránsito; disminuye su población cuando unos se dañan a otros, sin llegar a vaciarse.
El caballo se perturba con la vecindad vocinglera y reñidora, aunque nadie, todavía, se ha metido con él. Un día guarda distancia, condenándose al sol del arenal; al otro se arriesga y puede roer la miseria de la corteza del retamo.
De las islas se suelta la liebre. Ahonda su refugio el cuye. El zorro prescinde de su odio a la luz solar y deja ver a campo abierto su cola ampulosa detrás del cuerpo pobrete. Sólo en el ramaje queda vida, la de los pájaros; pero ellos también se silencian: viene el puma, el bandido rapado, el taimado que parece chiquito adelante y crece en su tren trasero para ayudar el salto.
No busca el agua, no comerá conejos. Desde lejos ha oteado en descubierto el caballo sin hombre. Se adelanta en contra del viento.
La inesperada presencia del macho la hace relinchar de gozo y el caballo en las varas vuelca la cabeza como si pudiera ver, armando sólo un revuelo de moscas. En los últimos metros, la yegua presume con un trotecito y al final se exhibe, delante, cejada, con sus largas crines y su cuerpo sano.
En el caballo resucita el ansia carnal. Si ella postergó la sed, él puede superar la declinación física.
Se arrima, se arriman él y su carro. La hembra desconfía de ese desplazamiento monstruoso, no entiende cómo se mueve el carro cuando se mueve el macho. Corcovea, se escurre al acercamiento de las cabezas que él intenta, como un extraño y atávico parlamento previo.
Brinca ella, excitada y recelosa; se aturde por el ímpetu cálido que la recorre. Y aturdida, conmovida, descuidada, depone su guardia montaraz y rueda con un relincho de pánico al primer salto y el primer zarpazo del puma.
Como herido en sus carnes, como perseguido por la fiera que está sangrando a la hembra, el caballo enloquece en una disparada que es traqueteo penoso rumbo adentro del arenal.
Corta fue la arena para el terror. La uña pisa ya la ciénaga salitrosa. Es una adherencia, un arrastre que pareciera chuparlo hacia el fondo del suelo. Tiene que salir, pero sale a la planicie blanca, apenas de cuando en cuando moteada por la arenilla.
Gana fuerzas para otro empujoncito mascando vidriera, la hija solitaria del salitral, una hoja como de papel que envuelve el tallo alto de dos metros igual que si apañara un bastón
Más adelante persigue los olores. Huele con avidez. Capta algo en el aire y se empeña tras de eso, con su paso de enfermo, hasta que lo pierde y se pierde.
Ahora percibe el olor de pasto, de pasto pastoso, jugoso, de corral. Lo ventea y mastica el freno como si mascara pasto. Masca, huele y gira para alcanzar lo que imagina que masca. Está oliendo el pasto de su carro, persiguiendo enfebrecido lo que carga detrás. Ronda una ronda mortal. El carro hace huella, se atasca y ya no puede, el caballejo, salir adelante. Tira, saca pecho y patina. Su última vida se gasta.
Tan sequito está, tan flaco, que luego, al otro o al otro día, como ya no gravita nada, el peso de los fardos echa el carro hacia atrás, las varas apuntan al firmamento y el cuerpo vencido queda colgado en el aire.
Por allá, entretanto, acude con su oscura vestimenta el jote, el que no come solo.
Un setiembre
Lavado está el carro, lavados los huesos, más que de lluvia, por las emanaciones corrosivas y purificadoras del salitre.
Ruina son los huesos, caídos y dispersos, perdida la jaula del pellejo. Pero en una punta de vara enredó sus cueros el cabezal del arreo y se ha hecho bolsa que contiene, boca arriba, el largo cráneo medio pelado.
Sobre la ruina transcurre la vida, a la búsqueda de la seguridad de subsistencia: una bandada de catitas celestes, casi azules los machos, de un blanco apenas bañado de cielo las hembras.
Con ellas, una pareja de palomas torcazas emigra de la sequía puntana. Ya descubren, desde el vuelo, la excitante floración del chañar brea, que anchamente pinta de amarillo los montes del oeste.
Sin embargo, la palomita del fresco plumaje pardo comprende que no podrá llegar con su carga de madre. Se le revela, abajo, en medio de la tensa aridez del salitral, el carro que puede ser apoyo y refugio. Hace dos círculos en el aire, para descender. Zurea, para advertir al palomo que no lo sigue. Pero el macho no se detiene y la familia se deshace.
No importa, porque la madre ha encontrado nido hecho donde alumbrar sus huevos. Como una mano combada, para recibir el agua o la semilla, la cabeza invertida del caballito ciego acoge en el fondo a la dulcísima ave. Después, cuando se abran los huevos, será una caja de trinos.
Antonio Di Benedetto (Mendoza, 1922 - Buenos Aires, 1986).
[Fuentes: Graciela de Sola en el Diccionario de la literatura argentina, de Pedro Orgambide y Roberto Yahni, publicado por Sudamericana. Texto gentileza de El arca digital, imágenes de Daniela Kantor]
GB
EL INSULTO
Por Mario Goloboff *
El insulto muestra, de la manera más despiadada con su propio emisor, de la manera acaso más patética, la escasez de lenguaje, es decir, de pensamiento. Es una de las formas más primitivas, menos elaboradas (más apasionadas, es cierto, pero también más elementales), en la escala biológica, de expresión de un sentimiento. Quizás solo le sea semejante el grito.
Y, hay que admitirlo, emana de la parte menos alta, menos inteligente de nosotros como seres humanos. Puesto que está hecho con lenguaje casi onomatopéyico, casi visceral, cercano a la interjección, vecino de la exclamación, confesadamente impotente, reconocidamente pobre. Por eso, viviendo o circulando en el extranjero, solo puede pronunciarse, para sentirse que se pronuncia, en lengua materna, porque va unido a lo más primigenio. A lo que viene de la cuna, de la sangre.
El insulto a una mujer, cualquiera sea, a las mujeres, en el que además se vincula permanentemente con atributos o cuestiones sexuales, pone de relieve el carácter profundamente atrasado de una formulación que se utiliza desde los tiempos bíblicos. (¿No es acaso “hijo de puta” la vuelta de tuerca de “hijo de la Virgen”, derivado, como los demás, casi todos de la necesidad de transgredir la interdicción bíblica de pronunciar el nombre de Dios?) Como enseña el sabio lingüista Emile Benveniste sobre la blasfemia, “es un proceso de lenguaje; ella consiste, en cierto modo, en reemplazar el nombre de Dios por su ultraje”.
Aquella débil constitución lingüística permite al emitente o a sus cómplices decir por ello que el insulto es algo “que salió, que se dejó escapar” y de lo cual “uno puede arrepentirse, pedir perdón, reconocer que se le fue la mano...”. (O, más bien, que se le fue la lengua...)
Pero, precisamente ¿en qué se le fue “la mano”? ¿En pensarlo, en decirlo, en ambas cosas...? No deja de ser enigmático, aunque me inclino por la primera hipótesis. Debe ser más bien en pensarlo. Porque el insulto no comunica nada, ninguna circunstancia precisa, ningún hecho, ninguna consideración. Es la expresión de un pensamiento (si puede llamársele graciosamente así), de un sentimiento; es la expresión misma; el insulto es, puramente, expresivo. Por eso también la desconfianza que infunden los “arrepentimientos”, puesto que ¿cómo puede arrepentirse uno de pensar?
Comprendo, sí, que estas son cuestiones que solo pueden plantearse los intelectuales, los “cabezas de huevo” (como llamaban los macarthistas a sus sospechosos), vamos, pero no los seres de carne y hueso, la gente del común, los correctos ciudadanos, los hombres de la calle, hasta los humoristas, claro, que saben muy bien y siempre dónde están parados.
Aunque, vacilo, y hasta me cuestiono y me desdigo: ¿dónde están parados? ¿Allí donde están hablados...?
* Escritor, docente universitario.
04/02/13 Página|12
Prof GB
FERRICO LUPPI OPINA
Entrevistas / (Por Eduardo Anguita y Francisco Balázs) El actor recibió en su casa a Miradas al Sur y, con su habitual pasión, confesó su plena identificación con el proceso iniciado por Néstor Kirchner en 2003. Tras repasar los años de la recuperación de la democracia, es la primera vez que se siente involucrado en un proyecto político. Se despachó contra la derecha española y se mostró decepcionado de la socialdemocracia. Sobre sus entredichos con Ricardo Darín, graficó: “¿Qué querían que dijera... ‘¡recórcholis!?’”.
En un extenso diálogo, reflexiona sobre la crisis en España y su impacto en la oposición local que se quedó sin modelos a imitar. Destaca la ruptura que se produjo en el país desde el 2003. Afirma que el argentino tiene una relación casi sacramental respecto de las finanzas. El entredicho con Ricardo Darín. Recientemente estrenó la obra de teatro La noche del ángel, como director y protagonista, junto a su compañera Susana Hornos.
El mate en la mesa. Una computadora portátil moderna en la que ya había leído los diarios del día de varias latitudes. Su mujer, la española Susana Hornos, con la que comparte vida cotidiana, teatro y pasión por la política. Federico Luppi vive en un departamento cálido y austero. Es tan sanguíneo que, tras los saludos, seguía el hilo de los pensamientos que lo asaltaban tras leer los diarios españoles. Luppi debe haberse tomado tan en serio interpretar a Facón Grande en la Patagonia Rebelde, como las noticias que llegan desde la Península Ibérica. Si no fuera porque su cara es tan familiar en la pantalla desde que hizo de Aniceto dirigido por Leonardo Fabio, uno pensaría que está frente a un politólogo o un filósofo. Quizá, sin diploma, lo sea. Al cabo de charlar un rato, queda claro que está jugado, comprometido desde las tripas, con esta etapa de cambio de la Argentina, pero que eso no le hace perder profundidad en sus análisis y que combina sus reflexiones con un manejo notable del idioma, mete neologismos, adjetivos y adverbios como un maestro de esgrima. Luppi no salía de su asombro porque algún artículo decía que “la República fue una desgracia”. España parece un laboratorio, con ajuste social y corrupción política, ejecutado por la derecha que hereda las tradiciones del franquismo.
Federico Luppi: –Yo creo, me parece, que esto es una guitarreada psico-sociológica; pero creo que la pérdida de los límites –en el sentido operativo de la palabra política– los hace caer en esta grosería tan desmedida y tan desbocada, inconsciente e imprudente. Porque de ese fascismo desenfrenado, loco, sin límites, no se vuelve. ¿Por qué? Porque hay una suerte de recurso de la memoria afectiva emocional que se incrusta profundamente en la gente, eso lo dicen los psicólogos más fundamentales. Entonces ya no tienen la careta y se les va ya al hueso. Están en un momento de corruptela indetenible…
Eduardo Anguita: –España es un banco de pruebas para las derechas. Si logran llevar a cabo estas medidas, otros países van a envalentonarse…
F. L.: –Porque es uno de los países más fascistas de Europa. Europa ha sido un continente imperial, conquistador. Todos han vivido directa o indirectamente del colonialismo. Inglaterra, Francia, Alemania y España que fue dueña del mundo, ¿no? Del mundo de verdad, donde no se ponía el sol. Y eso es una memoria… Yo, un día iba por el barrio de Valle Hermoso, ahí cerca de donde vivía, en Madrid, barrio común, modesto, y había un bolichito miserable… “El Imperio”… Un familiar mío que trabajaba en la industria petrolera española, un día llegó a Repsol, porque habían comprado esa compañía. Entonces, terminó en Mendoza, cuando Repsol se quedó con YPF. Y estando en Luján de Cuyo, escuchó el diálogo entre dos directivos españoles. Y uno le dice al otro: “Pues esto era todo nuestro…”. Otro ejemplo: siguen utilizando un latiguillo de nostalgia que es: “Bueno, no es tan grave, más se perdió con Cuba” (en referencia a que Cuba fue colonia española hasta 1898).
E. A.: –¿Vos viste el nombre que le pusieron a la finca esta que tienen en Salta los tipos que desviaron la planta del Partido Popular?: La Moraleja, que es el barrio emblemático de todos estos bandidos… (Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, tiene una inmensa finca de cítricos en Salta que es proveedora de Coca Cola. Manuel Fraga Iribarne, muerto hace un año, era accionista mayoritario de esa finca).
F. L.: –La burguesía española.
E. A.: –Esta nueva burguesía…
F. L.: –Nueva y vieja…
E. A.: –Nueva y vieja. Vos sabés que el título de un libro muy interesante que salió en los años noventa en España, Ricos por la Guerra Española (N.de R.: de Mariano Sánchez Soler), que cuenta cómo la fortuna del entorno político y empresarial de la época de José María Aznar son de las mismas familias de los franquistas que pasaban por próceres y ascetas…
F. L.: –La transición, así llamada, encierra muchas cosas. Un caso para reparar es la historia de Jesús Polanco, dueño del diario El País. Hubo un alto dignatario del Opus Dei que se dio cuenta de que para que España pudiera hacer negocios, no libertad ni democracia, negocios en el sentido más expansivo del término, había que empezar a desatar lentamente y con inteligencia la atadura medievalista de Franco, esa España cerrada. Entonces empezó a darse cuenta que esa España cerrada debía comenzar a negociar con Estados Unidos. Empezaba esa España de “Noventa días de sol” del turismo nórdico; especialmente los belgas, suecos, finlandeses, que iban a España a enloquecerse y llevaban con ellos el hedonismo que España desconocía: mujeres en pelotas, tipos haciendo bíceps… Y eso despertó en la gente una apetencia que se desconocía en España y eso implicaba negocios futuros que no se podían dejar escapar. Venta de todo, no sólo alimentación u hotelería sino empezar a abrir elementos para la burguesía española, que quería hacer negocios grandes. En ese momento aparece Felipe González haciendo su gran campaña, la gente ve que hay una onda progresista, expansiva, que no hay que detener, hay que edulcorar y promover. Entonces empieza la campaña esa para que el socialismo haga su gran agosto y por eso promueven tanto el tema del Pacto de la Moncloa, que fue la gran trampa española. Un pacto sin resolución: en ese acuerdo no había ningún corrupto, ningún torturador…
(Luppi gesticula y logra retratar un personaje desmemoriado, entre ingenuo y canalla)
… Entonces el grupo Prisa de Polanco apuesta a eso y así surge el diario El País, que alienta ese tipo de progresismo y lo fecunda cotidianamente, a tal punto que Felipe gana las elecciones por dos períodos seguidos. Cuando empieza el tema de la implantación de la industria española en el mundo (N.deR.: en los noventa), especialmente en América latina, ya se empieza a ver la preeminencia de la derecha, que son los que están haciendo el gran negocio, porque son los más impunes, los de menos pudor. Las visitas de (Felipe) González a la Argentina, con (Raúl) Alfonsín primero, con (Carlos) Menem después y luego con (Fernando) De la Rúa, no eran visitas de buena voluntad, venía a monitorear el estado de las empresas españolas…
En la creación de El País, como una parte de los negocios del grupo Prisa, ya estaba previsto que en el futuro inmediato hubiera cambios de ideología con tal de que el negocio siguiera. Por eso, de pronto, en cuanto las empresas españolas comienzan a difundirse en toda América latina, El País empieza a disparar contra Argentina, contra Venezuela, contra Ecuador, contra los países que de alguna forma intentaban democratizar la vieja historia. A mí me llama la atención, lo digo con cierto entusiasmo un poco presuntuoso, que algunos digan que Prisa es una empresa que se desvió del camino inicial por algún tipo de ruptura ideológica. Mentira. Estaba contemplado de antes.
F. B.: –Es muy común escuchar “¿Qué le pasó a El País que antes era progresista…?”
F. L.: –Y no le pasó nada, querido. Cuando el negocio iba para acá hicieron esto; cuando iba para allá, hicieron lo otro…
F. B.: –Línea editorial “progresista” con el gobierno del Partido Popular y línea conservadora con los gobiernos socialistas.
F. L.: –Y cuando el PP empieza a tener una visión mucho más sometida a los dictados de la banca internacional, de la especulación financiera,… ¡ahí van todos, viejo!
E. A.: –Te agrego un dato de los noventa, que fue cuando empezó a destaparse el accionar de los GAL (N.de R.: represión parapolicial a ETA protegida por el gobierno de Felipe González), el diario El País fue vergonzoso. Tapó crímenes: a Baltasar Garzón, El País lo maltrataba por eso, porque metió las narices en la trama de los GAL.
F. L.: –…A mí me da mucho dolor esto porque, cuando estuve en España, trabajé mucho con el PSOE, con toda la gente del medio artístico; inclusive un día tuve la idea de decir, en una asamblea, que había que establecer un cordón sanitario, no para aislar al socialismo sino para aislar al PP… Fijate, el otro día me decía uno que (Rafael) Correa es fascista… Me da pena porque, a vos te parece normal desde el punto de vista de cierta adultez política… ¡Gente grande… con las pelotas arrugadas!
E. A.: –En cuanto a la Argentina, hay que recordar que cuando llegaron en los noventas las empresas españolas, llegaban de la mano del Citi o del Barclays… Los capitales norteamericanos e ingleses le dieron aire a España para “recomponer” ese viejo imperio. Incluso con aquella defensa de la “Eñe”, con el que querían dominar la industria cultural latinoamericana y también saltar al llamado mercado hispano norteamericano. Esto tuvo un primer momento con todo lo que ocultó el Pacto de la Moncloa respecto de los crímenes y negocios del franquismo; y tuvo un segundo momento con esa expansión de España por Latinoamérica.
F. L.: –España es un país que no tiene industria, no tiene buenas tierras. La inclusión a la Unión Europea le permitió recibir, durante muchísimos años, miles de millones de euros. El diseño de esa unión parece lógico: que las naciones ecualicen sus finanzas y su producción para evitar confrontaciones inútiles.
E. A.: –Pero fracasó en España, fracasó en Portugal, fracasó en Grecia.
F. L.: –Fracasa porque los países grandes, lo que quieren no es ecualizar nada. Es morfar. A comer lo que sea. Y el chico se va a tener que joder. Y España es, en esos términos, un país chico, que ¡cómo va a competir con Francia!
F. B.: –Volviendo un poquito acá, el día del cierre de la cumbre Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) Unión Europea, Cristina (Fernández de Kirchner) dijo muy claramente: si no hay una posibilidad de un piso de igualdad en el intercambio comercial, perdemos como en la guerra, nos devoran en 15 segundos. Por supuesto, de inmediato en un editorial de La Nación la matan, diciendo que bueno… que salimos del tren del desarrollo y todo eso. Pero creo que es basado en la experiencia que usted menciona, de cómo esos subsidios de aliento para los países más pobres de Europa estuvieran integrados, terminen siendo, en última instancia, devorados por esa asimetría tan brutal.
F.L.: –Sí, además por el hecho de que, comúnmente, si tu agenda cotidiana está determinada por el mercado, estás jodido.
La Argentina
E. A.: –¿Cómo ves lo que está pasando en Latinoamérica y en la Argentina?
F. L.: –Lo veo con una enorme esperanza, pero también tengo prevenciones y temores. No tanto porque las políticas puedan fracasar en el sentido de su implementación cotidiana o práctica, sino porque es un frente mortal el que estamos enfrentando. Yo nunca tuve tan claro como ahora, de jovato, esto de que “están dispuestos a todo”. De pronto digo, claro, cuando yo era un adolescente bombardean Plaza de Mayo. Mataron cerca de 400 personas, no es joda. Y después fusilan, y matan; y vienen y matan, y agarran a 30 mil y los hacen bolsa. No es joda, están dispuestos a todo de verdad; si no, no podés entender.
F. B.: –Es muy común escuchar “¿Qué le pasó a El País que antes era progresista…?”
F. L.: –Y no le pasó nada, querido. Cuando el negocio iba para acá hicieron esto; cuando iba para allá, hicieron lo otro…
F. B.: –Línea editorial “progresista” con el gobierno del Partido Popular y línea conservadora con los gobiernos socialistas.
F. L.: –Y cuando el PP empieza a tener una visión mucho más sometida a los dictados de la banca internacional, de la especulación financiera,… ¡ahí van todos, viejo!
E. A.: –Te agrego un dato de los noventa, que fue cuando empezó a destaparse el accionar de los GAL (N.de R.: represión parapolicial a ETA protegida por el gobierno de Felipe González), el diario El País fue vergonzoso. Tapó crímenes: a Baltasar Garzón, El País lo maltrataba por eso, porque metió las narices en la trama de los GAL.
F. L.: –…A mí me da mucho dolor esto porque, cuando estuve en España, trabajé mucho con el PSOE, con toda la gente del medio artístico; inclusive un día tuve la idea de decir, en una asamblea, que había que establecer un cordón sanitario, no para aislar al socialismo sino para aislar al PP… Fijate, el otro día me decía uno que (Rafael) Correa es fascista… Me da pena porque, a vos te parece normal desde el punto de vista de cierta adultez política… ¡Gente grande… con las pelotas arrugadas!
E. A.: –En cuanto a la Argentina, hay que recordar que cuando llegaron en los noventas las empresas españolas, llegaban de la mano del Citi o del Barclays… Los capitales norteamericanos e ingleses le dieron aire a España para “recomponer” ese viejo imperio. Incluso con aquella defensa de la “Eñe”, con el que querían dominar la industria cultural latinoamericana y también saltar al llamado mercado hispano norteamericano. Esto tuvo un primer momento con todo lo que ocultó el Pacto de la Moncloa respecto de los crímenes y negocios del franquismo; y tuvo un segundo momento con esa expansión de España por Latinoamérica.
F. L.: –España es un país que no tiene industria, no tiene buenas tierras. La inclusión a la Unión Europea le permitió recibir, durante muchísimos años, miles de millones de euros. El diseño de esa unión parece lógico: que las naciones ecualicen sus finanzas y su producción para evitar confrontaciones inútiles.
E. A.: –Pero fracasó en España, fracasó en Portugal, fracasó en Grecia.
F. L.: –Fracasa porque los países grandes, lo que quieren no es ecualizar nada. Es morfar. A comer lo que sea. Y el chico se va a tener que joder. Y España es, en esos términos, un país chico, que ¡cómo va a competir con Francia!
F. B.: –Volviendo un poquito acá, el día del cierre de la cumbre Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) Unión Europea, Cristina (Fernández de Kirchner) dijo muy claramente: si no hay una posibilidad de un piso de igualdad en el intercambio comercial, perdemos como en la guerra, nos devoran en 15 segundos. Por supuesto, de inmediato en un editorial de La Nación la matan, diciendo que bueno… que salimos del tren del desarrollo y todo eso. Pero creo que es basado en la experiencia que usted menciona, de cómo esos subsidios de aliento para los países más pobres de Europa estuvieran integrados, terminen siendo, en última instancia, devorados por esa asimetría tan brutal.
F.L.: –Sí, además por el hecho de que, comúnmente, si tu agenda cotidiana está determinada por el mercado, estás jodido.
La Argentina
E. A.: –¿Cómo ves lo que está pasando en Latinoamérica y en la Argentina?
F. L.: –Lo veo con una enorme esperanza, pero también tengo prevenciones y temores. No tanto porque las políticas puedan fracasar en el sentido de su implementación cotidiana o práctica, sino porque es un frente mortal el que estamos enfrentando. Yo nunca tuve tan claro como ahora, de jovato, esto de que “están dispuestos a todo”. De pronto digo, claro, cuando yo era un adolescente bombardean Plaza de Mayo. Mataron cerca de 400 personas, no es joda. Y después fusilan, y matan; y vienen y matan, y agarran a 30 mil y los hacen bolsa. No es joda, están dispuestos a todo de verdad; si no, no podés entender.
Yo no puedo entender, o me cuesta trabajo entender, cómo tipos como (el senador radical Ernesto) Sanz, (el diputado radical Oscar) Aguad o Ricardo Alfonsín dicen las cosas que dicen. Es como si, de pronto, lo cotidiano naturalizara el disparate esperando que el otro diga “tenés razón, mirá qué linda quedó esta pared negra”. ¡Es blanca, viejo! Dicen cosas cuyas evidencias se van a notar en pocos segundos más tarde. No tienen problema. Después dicen: “No, me lo sacaron de contexto”. Hay algo que tiene que ver, me parece, con una locura desesperada por enganchar, aunque sea, un kiosquito en la esquina de un barrio. Si no, no se entienden estos disparates que escucho a tipos como (el ex candidato socialista Hermes) Binner, que parecía un tipo sensato, tranquilo, y de pronto miente con la misma serenidad con la que puede llegar a mentir un adivino. ¿Por qué hacen eso?
F. B.: –¿No lo han hecho siempre?
F. L.: –En la época de (Lisandro) de La Torre, para volver a épocas del liberalismo que intentaba ser adulto y jodido, había ciertos esquemas… Se batían a duelo. Aunque sea una figura un poco envejecida y algo tonta, desde el punto de vista romántico. Tenía por lo menos un lejano trazo de lo que llamaríamos la época de la hombría: Me insultaste, te reto a duelo. No puede ser que digan las cosas que dicen, ya no sólo porque puedan hacer política mentirosa, sino porque –y vuelvo a insistir– la realidad lo desmiente a los dos segundos.
E. A.: –Tratando de buscar explicaciones a lo que decís, trataría de buscar dos hipótesis opuestas. Una, porque han fracasado sus interlocutores en el juego del poder del neoliberalismo. Yo el otro día resaltaba una frase que le dice (el presidente chileno) Sebastián Piñera al presidente de España (Mariano Rajoy) cuando llega a Santiago de Chile a la cumbre Celac-UE: “Bienvenido a un mundo mejor”. Que un tipo, que se supone que es un discípulo de la Europa, del Primer Mundo, le diga eso, es de una petulancia absoluta. O bien Piñera está tan confundido que cree que él, como empresario que es, ahora es su turno de ir a conquistar España.
F. L.: –A mí me parece que España está como el culo. Piñera lo sabe, será hijo de puta pero no boludo. Habrá querido decir: por unos minutos, descanse de aquel desastre, sumérjase aquí en cierta bondad de los países del sur… Creo que le salió eso porque le podría haber salido: venga a un lugar, pase unos días de tranquilidad acá en los buenos barrios de Chile.
E. A.: –Pero Piñera, o Mauricio Macri, hoy no tienen un espejo en el cual mirarse dentro de Europa para vender aquello como bueno, ni siquiera con (Angela) Merkel.
F. B.: –Los modelos de los que presumían, que decían que había que imitar, han fracasado; hoy se quedaron sin referentes de imitación, de guías, eso también es cierto.
F. L.: –Es que, todavía hoy, yo escucho a veces por televisión a los clásicos economistas gurúes de aquí, que siguen insistiendo con: mirá lo que es Uruguay, mirá lo que es Chile… Todo eso se cae porque no tiene sustento real, es un discurso ideológico, eso es lo que me da miedo. Yo creo que la Argentina está en condiciones colectivas e individuales de hacer un zafarrancho, en el sentido de innovación, tanto en América latina como en el mundo. En este momento, Argentina, geopolíticamente, es un ejemplo malo para “el mundo”. Un país que se le planta al Fondo Monetario, que le torea al Banco Mundial, a todos los organismos financieros que postulan al mercado como el alma mater de la vida.
E. A.: –Te agrego un dato reciente, esto de haber hecho un acuerdo con Irán, para Washington, es una cosa que no le puede cerrar nunca.
F. L.: –Pero vos fijate, ¿por qué “el mundo” dice que no sos bueno? Porque rompés prejuicios, rompés barreras ideológicas, creás canales de comunicación que no te tienen que atar necesariamente a la vida cotidiana de Irán; vos hacés un acuerdo como hacen en todo el mundo… Yo, en mi gremio, lo vivo todos los días, es un gremio en el que tenemos mucha gente indecisa, timorata, con cierto grado de patético panquequismo, tipos que no saben hablar en público, que dicen: “Y bueno, vos sabés cómo es…” “¿Qué? ¿Quién te discriminó? Si laburaste en todos los canales, no solamente en el canal público, sino en todos los canales. ¿Por qué decís eso? ¿Dónde está el temor? Esta gente no va a hacer nada, pero los grandes dadores de laburo son, curiosamente, mirá que paradójico, los mismos medios que me contratan.
F. B.: –¿No lo han hecho siempre?
F. L.: –En la época de (Lisandro) de La Torre, para volver a épocas del liberalismo que intentaba ser adulto y jodido, había ciertos esquemas… Se batían a duelo. Aunque sea una figura un poco envejecida y algo tonta, desde el punto de vista romántico. Tenía por lo menos un lejano trazo de lo que llamaríamos la época de la hombría: Me insultaste, te reto a duelo. No puede ser que digan las cosas que dicen, ya no sólo porque puedan hacer política mentirosa, sino porque –y vuelvo a insistir– la realidad lo desmiente a los dos segundos.
E. A.: –Tratando de buscar explicaciones a lo que decís, trataría de buscar dos hipótesis opuestas. Una, porque han fracasado sus interlocutores en el juego del poder del neoliberalismo. Yo el otro día resaltaba una frase que le dice (el presidente chileno) Sebastián Piñera al presidente de España (Mariano Rajoy) cuando llega a Santiago de Chile a la cumbre Celac-UE: “Bienvenido a un mundo mejor”. Que un tipo, que se supone que es un discípulo de la Europa, del Primer Mundo, le diga eso, es de una petulancia absoluta. O bien Piñera está tan confundido que cree que él, como empresario que es, ahora es su turno de ir a conquistar España.
F. L.: –A mí me parece que España está como el culo. Piñera lo sabe, será hijo de puta pero no boludo. Habrá querido decir: por unos minutos, descanse de aquel desastre, sumérjase aquí en cierta bondad de los países del sur… Creo que le salió eso porque le podría haber salido: venga a un lugar, pase unos días de tranquilidad acá en los buenos barrios de Chile.
E. A.: –Pero Piñera, o Mauricio Macri, hoy no tienen un espejo en el cual mirarse dentro de Europa para vender aquello como bueno, ni siquiera con (Angela) Merkel.
F. B.: –Los modelos de los que presumían, que decían que había que imitar, han fracasado; hoy se quedaron sin referentes de imitación, de guías, eso también es cierto.
F. L.: –Es que, todavía hoy, yo escucho a veces por televisión a los clásicos economistas gurúes de aquí, que siguen insistiendo con: mirá lo que es Uruguay, mirá lo que es Chile… Todo eso se cae porque no tiene sustento real, es un discurso ideológico, eso es lo que me da miedo. Yo creo que la Argentina está en condiciones colectivas e individuales de hacer un zafarrancho, en el sentido de innovación, tanto en América latina como en el mundo. En este momento, Argentina, geopolíticamente, es un ejemplo malo para “el mundo”. Un país que se le planta al Fondo Monetario, que le torea al Banco Mundial, a todos los organismos financieros que postulan al mercado como el alma mater de la vida.
E. A.: –Te agrego un dato reciente, esto de haber hecho un acuerdo con Irán, para Washington, es una cosa que no le puede cerrar nunca.
F. L.: –Pero vos fijate, ¿por qué “el mundo” dice que no sos bueno? Porque rompés prejuicios, rompés barreras ideológicas, creás canales de comunicación que no te tienen que atar necesariamente a la vida cotidiana de Irán; vos hacés un acuerdo como hacen en todo el mundo… Yo, en mi gremio, lo vivo todos los días, es un gremio en el que tenemos mucha gente indecisa, timorata, con cierto grado de patético panquequismo, tipos que no saben hablar en público, que dicen: “Y bueno, vos sabés cómo es…” “¿Qué? ¿Quién te discriminó? Si laburaste en todos los canales, no solamente en el canal público, sino en todos los canales. ¿Por qué decís eso? ¿Dónde está el temor? Esta gente no va a hacer nada, pero los grandes dadores de laburo son, curiosamente, mirá que paradójico, los mismos medios que me contratan.
El 13, Telefe, América, que están en manos de los tipos que justamente te verduguean. Entonces, el razonamiento es: mejor estar con ellos, porque aquí no me van a discriminar, pero ellos, los de enfrente, sí. Entonces, mejor no hablar. Ya pasó varias veces, con el tema de El pacto, con Mike Amigorena.
Darín
F. L.: –Lo que ha dicho (Ricardo) Darín… que, bueno, la verdad es que a mí no me gustó, pero tampoco podría haberle dicho ¡Recórcholis! ni ese tipo de lenguaje del siglo diecisiete. Yo hubiera querido explicar más pero, bueno, el cine argentino hace muchos años que anda muy bien, en todas partes hay un premio o una revisión crítica importante, una gratificación constante y permanente hacia el cine argentino. Y a eso ayudan las películas que ha hecho Ricardo. Entonces, independientemente de dónde esté Darín, nos representa a todos. Él tiene que saber, no tiene 14 años, que lo que diga lo van a reproducir en El País, y en los diarios de Holanda, de Estados Unidos o en los medios colombianos. Lo recibe la Presidenta cordialmente, lo gratifica, lo recibe en la Casa Rosada… ¿Por qué no le dijiste ahí?
(Luppi pone cara de Darín hablando con Cristina): “Mirá, Cristina, perdoname, tengo una inquietud, como vi que el tema del patrimonio tuyo y afuera se dice…” Pero no, va y lo dice en un diario de ultra derecha (Revista Brando, de La Nación). ¡Hay que ser pelotudo…! De verdad, honestamente. Y estaba bien si después se indignaba conmigo y me mandaba a la puta que me parió.
E. A.: –Pero no lo hizo, sino todo lo contrario…
F. L.: –No, pero digo, si él va a hablar de política, no te digo que seas Marx ni que seas Noam Chomsky, pero andá consciente de manejar información creíble y veraz, y un poco de buena fe, querido. No podés hablar al pedo todo el tiempo…
Luppi sonríe con gestos de afecto a Darín.
F. L.: –Y después, encima, tenés personalidades como (Enrique) Pinti, y otros que son lo que son, viste… ¡qué querés que te diga, a mí me hincha las pelotas! Pinti hace un monólogo y está el 33% haciendo caquita a los radicales, otro 33 a los peronistas y después a los comunistas. Y están todos contentos y ¡a la media hora te olvidaste lo que dijo! Un poco de adultez, no son tipos de 15 años. A mí me lastima y me duele esta especie de cagonismo tradicional, típico de un argentino, sabés.
E. A.: –Ahora, yo te veo a vos y, perdoname mi amateurismo freudiano, te veo como un tano calentón y, enseguida, te veo como un tipo sumamente reflexivo. Dejame hacerte la siguiente pregunta, porque yo creo que por tu temperamento reaccionás primero frente a lo que te molesta, pero después en tu análisis sos un tipo que ve el conjunto; la pregunta que yo te quiero hacer es: si particularmente en los sectores medios, en los sectores de la cultura, en los sectores que trabajan en la industria del cine y la televisión, si viste un entusiasmo visible en los primeros años del kirchnerismo, de acompañar los derechos humanos, la democratización, la no represión a la protesta social, y si ves ahora, en cambio, este refugio del miedo en sectores con cierto protagonismo como son los actores.
F. L.: –Hay una constante fluctuación porque nunca ocurrió esto en la Argentina. Yo, cuando estoy hablando de este tipo de cosas no puedo decir que tengo que ir a bibliotecas ocultas, siete pisos abajo en alguna montaña del saber. En mi vida. Yo, desde que tengo 14 años en adelante, nadie me la puede contar. Yo te puedo hablar de los ministros de Economía, de los parientes, los chantas, los cagones, los que entregaron el país; todos, no hay ninguno que se salve. Ninguno que se salve, a ver si está claro esto, ninguno que se salve. Yo lo dije veinte mil veces: a mí, como argentino, me han estafado, me han mentido, engañado, decepcionado, robado y expulsado.
Darín
F. L.: –Lo que ha dicho (Ricardo) Darín… que, bueno, la verdad es que a mí no me gustó, pero tampoco podría haberle dicho ¡Recórcholis! ni ese tipo de lenguaje del siglo diecisiete. Yo hubiera querido explicar más pero, bueno, el cine argentino hace muchos años que anda muy bien, en todas partes hay un premio o una revisión crítica importante, una gratificación constante y permanente hacia el cine argentino. Y a eso ayudan las películas que ha hecho Ricardo. Entonces, independientemente de dónde esté Darín, nos representa a todos. Él tiene que saber, no tiene 14 años, que lo que diga lo van a reproducir en El País, y en los diarios de Holanda, de Estados Unidos o en los medios colombianos. Lo recibe la Presidenta cordialmente, lo gratifica, lo recibe en la Casa Rosada… ¿Por qué no le dijiste ahí?
(Luppi pone cara de Darín hablando con Cristina): “Mirá, Cristina, perdoname, tengo una inquietud, como vi que el tema del patrimonio tuyo y afuera se dice…” Pero no, va y lo dice en un diario de ultra derecha (Revista Brando, de La Nación). ¡Hay que ser pelotudo…! De verdad, honestamente. Y estaba bien si después se indignaba conmigo y me mandaba a la puta que me parió.
E. A.: –Pero no lo hizo, sino todo lo contrario…
F. L.: –No, pero digo, si él va a hablar de política, no te digo que seas Marx ni que seas Noam Chomsky, pero andá consciente de manejar información creíble y veraz, y un poco de buena fe, querido. No podés hablar al pedo todo el tiempo…
Luppi sonríe con gestos de afecto a Darín.
F. L.: –Y después, encima, tenés personalidades como (Enrique) Pinti, y otros que son lo que son, viste… ¡qué querés que te diga, a mí me hincha las pelotas! Pinti hace un monólogo y está el 33% haciendo caquita a los radicales, otro 33 a los peronistas y después a los comunistas. Y están todos contentos y ¡a la media hora te olvidaste lo que dijo! Un poco de adultez, no son tipos de 15 años. A mí me lastima y me duele esta especie de cagonismo tradicional, típico de un argentino, sabés.
E. A.: –Ahora, yo te veo a vos y, perdoname mi amateurismo freudiano, te veo como un tano calentón y, enseguida, te veo como un tipo sumamente reflexivo. Dejame hacerte la siguiente pregunta, porque yo creo que por tu temperamento reaccionás primero frente a lo que te molesta, pero después en tu análisis sos un tipo que ve el conjunto; la pregunta que yo te quiero hacer es: si particularmente en los sectores medios, en los sectores de la cultura, en los sectores que trabajan en la industria del cine y la televisión, si viste un entusiasmo visible en los primeros años del kirchnerismo, de acompañar los derechos humanos, la democratización, la no represión a la protesta social, y si ves ahora, en cambio, este refugio del miedo en sectores con cierto protagonismo como son los actores.
F. L.: –Hay una constante fluctuación porque nunca ocurrió esto en la Argentina. Yo, cuando estoy hablando de este tipo de cosas no puedo decir que tengo que ir a bibliotecas ocultas, siete pisos abajo en alguna montaña del saber. En mi vida. Yo, desde que tengo 14 años en adelante, nadie me la puede contar. Yo te puedo hablar de los ministros de Economía, de los parientes, los chantas, los cagones, los que entregaron el país; todos, no hay ninguno que se salve. Ninguno que se salve, a ver si está claro esto, ninguno que se salve. Yo lo dije veinte mil veces: a mí, como argentino, me han estafado, me han mentido, engañado, decepcionado, robado y expulsado.
Y le agrego a eso mi culpa de haber sido, en muchos aspectos, absolutamente ingenuo. Y pagué un precio por mi ingenuidad. Cuando estaban faltando días para la elección de Alfonsín, yo vivía con Arturo Mali que era muy peronista. Y él me dijo, esa misma tarde: no nos peleemos, te vas a decepcionar”. Meses más tarde, un día yo estaba tomando mate y me caí del catre. Boludo y grandote, se cae del catre ahora ¿Por qué? Porque aparecía algo de lo que decíamos hoy.
El gatopardismo es una enfermedad brutal de la sociedad democrática. Brutal. Es peor que el cáncer. Es: ¡Animémonos y vayan! o ¡Dale que te tengo el saco! Eso fue en España, fue acá, fue siempre así. No tienen posibilidad de trasponer esa valla emocional que es el riesgo, y lo dije mil veces porque fue una de las pocas cosas que me quedó en mi vida de lectura política. Max Weber dijo una vez: “Un dirigente político de masas, cuando asume tareas de conducción, debe prever en su futuro la existencia de la muerte como una posibilidad”. ¡(Salvador) Allende, viejo! Hay momentos que tenés que jugarte las pelotas de verdad, no decir: “No, mire, me equivoqué” o “No, me han encajado otra estafa” ¡Mentira, esas son las viejas excusas del cagón! No porque necesariamente sean cobardes sino porque hasta ahí llegan. Es su límite.
F. B.: –Sin embargo, hay una gran recuperación de la figura de Raúl Alfonsín en estos dos últimos años, y en gran parte por el kirchnerismo.
F. L.: –No estoy de acuerdo.
F. B.: –Se recupera del pasado la pelea de Alfonsín con Clarín…
F. L: -–No estoy de acuerdo. Alfonsín hizo el doble juego. El juicio a las juntas es el gran escenario del golpe mediático. “Y, de ahí para abajo, disculpo a todo el mundo”. Ya estaba escrito eso. Nada de lo que pasó él lo desconocía. Cuando mandaba a la gente de la Conadep a poner la cara, por otro lado mandaba órdenes a sus correligionarios de “hasta aquí muchachos”.
F. B.: –¿Había consenso social suficiente?
F. L.: –Absolutamente. Hasta el momento que, por supuesto, la gente, en la Plaza, se enteró de que Alfonsín iba a discursear con Rico. Te lo digo desde la fantasía actoral: “Yo no voy a conversar con Rico, que venga Rico acá”. Y recuerdo cuando la gente esa tarde se fue de la Plaza. Tengo una imagen que parecía de (el pintor David) Sequeiros: recuperación que nos va a traer más conflictos que beneficios ideológicos.
E. A.: –Ahora, en el kirchnerismo hay una búsqueda permanente de un socio radical, ¿no? La hubo con (Julio) Cobos y hoy la hay por ejemplo con (Leopoldo) Moreau, que es un personaje menor en el sentido de que no tiene un gran protagonismo, pero que ahora empieza a tener más visibilidad que en años anteriores.
F. B.: –El radicalismo tuvo siempre un amplio sector de derecha, más amplio de derecha que progresista o de izquierda.
F. L.: –El peronismo también convivió con eso, el comunismo también. En los partidos de grandes movimientos de masas, o los que intentan serlo, siempre conviven un ala derecha con un ala izquierda. Siempre conviven con encontronazos ideológicos tremendos, terribles. Y de gente que pasa de un bando a otro, eso estamos de acuerdo. Pero, a ver, para la historiografía emocional del argentino, ¿por qué el entusiasmo por Alfonsín cuando sube?
E. A.: –Hay un libro, de la comisión Bicameral que hizo el seguimiento de lo que fue el robo, la gran estafa de los bancos en 2001-2002. La Justicia argentina a eso le ha echado un manto de olvido. Quizá sea muy temprano, quizá todavía tengan mucho poder los banqueros, pero creo que el gran problema de la Argentina no son ya los terratenientes que tenían las vacas… El gran problema es financiero, y me parece que hay una deuda en investigar a fondo a quiénes fueron y son esos banqueros…
F. L.: –Te digo audazmente, y si alguien me dice que me extralimito en lo racional, tal vez tenga razón. Eso pasó porque hay un caldo de cultivo, que se lo ve ahora además con bastante claridad, donde cada argentino tiene una relación profunda, casi sacramental respecto de las finanzas. Si no no se explica por qué cualquier pelagato dice: “¡No, los dólares me hacen falta porque…!”. ¿Por qué decís semejante disparate? Si vos lo más que podés llegar de lejos es a La Salada. Y en el mejor de los casos Punta del Este. Hay una reverencia por el banquero, por el hombre de números, de finanzas, de economía, que es inconscientemente un gurú que funciona dentro de uno con una especie de mandato renunciable.
F. B.: –¿No es la demostración acabada del triunfo ideológico del neoliberalismo, de la derecha, que impuso que esas personas sean respetables, que podían sustituir a la política…?
F. L.: –Sí, es el triunfo de la derecha. Yo un día estaba viendo televisión aquí, no digo que me asombra pero, joder, estos límites de que hablamos, tienen que ver con, dirían las Abuelas, con los “buenos modos”, ¿no? Estaba González Fraga hablando no me acuerdo con quién. Y dijo suelto de cuerpo como quién anuncia el advenimiento de la Virgen María: “Aquí hace falta otro plan Runciman, otro acuerdo Runciman-Roca”. Economista, argentino, y dice eso.
F. B.: –González Fraga supo reconocerse peronista…
F. L.: –Ese no es el problema. Que se admita que ese tipo diga que es peronista, que De Narváez diga que es peronista. Volviendo a la pregunta anterior, hay un altar que tiene que ver con esto de la economía. De chiquitos, que la economía es complicada, bla, bla, bla. Si vos querés entender la economía, no escuchás a un economista. Como se lucha contra una idea de que tu vida exhibe como logro las determinaciones que te plantea la economía. Eso tiene que ver con el carácter burgués en el sentido más tradicional y viejo del término, que es que tu vida es lo que producís. Y te lo dicen de chiquito, “ojo que el tiempo es oro, eh”. El tiempo no es para tirarte, pasarla bien, y llevarte una mina al bosque y chapotear en el agua.
F. B.: –Sin embargo, hay una gran recuperación de la figura de Raúl Alfonsín en estos dos últimos años, y en gran parte por el kirchnerismo.
F. L.: –No estoy de acuerdo.
F. B.: –Se recupera del pasado la pelea de Alfonsín con Clarín…
F. L: -–No estoy de acuerdo. Alfonsín hizo el doble juego. El juicio a las juntas es el gran escenario del golpe mediático. “Y, de ahí para abajo, disculpo a todo el mundo”. Ya estaba escrito eso. Nada de lo que pasó él lo desconocía. Cuando mandaba a la gente de la Conadep a poner la cara, por otro lado mandaba órdenes a sus correligionarios de “hasta aquí muchachos”.
F. B.: –¿Había consenso social suficiente?
F. L.: –Absolutamente. Hasta el momento que, por supuesto, la gente, en la Plaza, se enteró de que Alfonsín iba a discursear con Rico. Te lo digo desde la fantasía actoral: “Yo no voy a conversar con Rico, que venga Rico acá”. Y recuerdo cuando la gente esa tarde se fue de la Plaza. Tengo una imagen que parecía de (el pintor David) Sequeiros: recuperación que nos va a traer más conflictos que beneficios ideológicos.
E. A.: –Ahora, en el kirchnerismo hay una búsqueda permanente de un socio radical, ¿no? La hubo con (Julio) Cobos y hoy la hay por ejemplo con (Leopoldo) Moreau, que es un personaje menor en el sentido de que no tiene un gran protagonismo, pero que ahora empieza a tener más visibilidad que en años anteriores.
F. B.: –El radicalismo tuvo siempre un amplio sector de derecha, más amplio de derecha que progresista o de izquierda.
F. L.: –El peronismo también convivió con eso, el comunismo también. En los partidos de grandes movimientos de masas, o los que intentan serlo, siempre conviven un ala derecha con un ala izquierda. Siempre conviven con encontronazos ideológicos tremendos, terribles. Y de gente que pasa de un bando a otro, eso estamos de acuerdo. Pero, a ver, para la historiografía emocional del argentino, ¿por qué el entusiasmo por Alfonsín cuando sube?
E. A.: –Hay un libro, de la comisión Bicameral que hizo el seguimiento de lo que fue el robo, la gran estafa de los bancos en 2001-2002. La Justicia argentina a eso le ha echado un manto de olvido. Quizá sea muy temprano, quizá todavía tengan mucho poder los banqueros, pero creo que el gran problema de la Argentina no son ya los terratenientes que tenían las vacas… El gran problema es financiero, y me parece que hay una deuda en investigar a fondo a quiénes fueron y son esos banqueros…
F. L.: –Te digo audazmente, y si alguien me dice que me extralimito en lo racional, tal vez tenga razón. Eso pasó porque hay un caldo de cultivo, que se lo ve ahora además con bastante claridad, donde cada argentino tiene una relación profunda, casi sacramental respecto de las finanzas. Si no no se explica por qué cualquier pelagato dice: “¡No, los dólares me hacen falta porque…!”. ¿Por qué decís semejante disparate? Si vos lo más que podés llegar de lejos es a La Salada. Y en el mejor de los casos Punta del Este. Hay una reverencia por el banquero, por el hombre de números, de finanzas, de economía, que es inconscientemente un gurú que funciona dentro de uno con una especie de mandato renunciable.
F. B.: –¿No es la demostración acabada del triunfo ideológico del neoliberalismo, de la derecha, que impuso que esas personas sean respetables, que podían sustituir a la política…?
F. L.: –Sí, es el triunfo de la derecha. Yo un día estaba viendo televisión aquí, no digo que me asombra pero, joder, estos límites de que hablamos, tienen que ver con, dirían las Abuelas, con los “buenos modos”, ¿no? Estaba González Fraga hablando no me acuerdo con quién. Y dijo suelto de cuerpo como quién anuncia el advenimiento de la Virgen María: “Aquí hace falta otro plan Runciman, otro acuerdo Runciman-Roca”. Economista, argentino, y dice eso.
F. B.: –González Fraga supo reconocerse peronista…
F. L.: –Ese no es el problema. Que se admita que ese tipo diga que es peronista, que De Narváez diga que es peronista. Volviendo a la pregunta anterior, hay un altar que tiene que ver con esto de la economía. De chiquitos, que la economía es complicada, bla, bla, bla. Si vos querés entender la economía, no escuchás a un economista. Como se lucha contra una idea de que tu vida exhibe como logro las determinaciones que te plantea la economía. Eso tiene que ver con el carácter burgués en el sentido más tradicional y viejo del término, que es que tu vida es lo que producís. Y te lo dicen de chiquito, “ojo que el tiempo es oro, eh”. El tiempo no es para tirarte, pasarla bien, y llevarte una mina al bosque y chapotear en el agua.
El tiempo es que tenés que estar al pie del cañón. El ahorro es la base de la fortuna. Esas frases que han abundado en el camino de todo tipo que creció en el mundo moderno. Como volver ahora a discutir sin precedentes. Yo estaba en España cuando fue Kirchner a hablar con los empresarios españoles. Se lo iban a comer vivo, se decía eso. Y Kirchner dijo, lo hago sintético porque fue un discurso muy largo e interesante. Dijo: “Ustedes no se van a ir de Argentina por dos motivos: primero, porque compraron todo a precios viles. Y segundo, porque aun así están haciendo muy buenos negocios. Ni cumplen las premisas que hemos pactado juntos y encima quieren aumentar las tarifas. No van a hacer eso, no los voy a dejar. Primero va a comer mi pueblo, y después van a cobrar ustedes. Y de ahí no se van a ir, ¿saben por qué? Porque ustedes no son tontos”. Lo aplaudieron de pie.
F. B.: –Una fuerte ruptura ideológica y de práctica política…
F. L.: –Claro, nadie había hecho eso nunca. Anecdóticamente se dice, “El Comandante en Jefe”, “Las Fuerzas Armadas del Presidente…” Hasta que un día lo dijo El Flaco: “Ese cuadrito bájelo”. ¿Cómo? Bájelo. ¿Cómo? Bájelo o lo bajo yo. Un gaucho gringo. Eso es la novedad absoluta. Nunca escuché eso de boca de nadie. ¿De qué lado voy a estar? Creo que sí hay que discutir el tema de las finanzas argentinas. Lo digo con todo el corazón: yo creo que estamos exigiendo a Cristina un esfuerzo de la maquina totalmente exagerado. Labura setenta horas por día, setenta viajes por día, va, viene, se mete en cosas, habla, hasta contesta cartas…
F. B.: –Una fuerte ruptura ideológica y de práctica política…
F. L.: –Claro, nadie había hecho eso nunca. Anecdóticamente se dice, “El Comandante en Jefe”, “Las Fuerzas Armadas del Presidente…” Hasta que un día lo dijo El Flaco: “Ese cuadrito bájelo”. ¿Cómo? Bájelo. ¿Cómo? Bájelo o lo bajo yo. Un gaucho gringo. Eso es la novedad absoluta. Nunca escuché eso de boca de nadie. ¿De qué lado voy a estar? Creo que sí hay que discutir el tema de las finanzas argentinas. Lo digo con todo el corazón: yo creo que estamos exigiendo a Cristina un esfuerzo de la maquina totalmente exagerado. Labura setenta horas por día, setenta viajes por día, va, viene, se mete en cosas, habla, hasta contesta cartas…
Y le pide a la gente, con justa razón, hagamos un poco de balance, paso a paso, no comamos la torta de un bocado porque no se puede. ¿Cuánta pelota le dan? ¿Cuánto calibra un dirigente gremial que ayer era sí y hoy no? ¿Cuánto calibra ese esfuerzo? ¿Cuál es su impronta personal desde el punto de vista del país? ¿A quién sirve el Momo Venegas, Barrionuevo, cuando dicen y hacen lo que hacen? Parece una pregunta un poco tonta y retórica, pero la pregunta es ésa. ¿A quién sirven? ¿Qué país querés, con quién querés compartir el café, el asado, el vino, los hijos, la educación, la salud, con quién querés compartirla? Yo nunca vi, de verdad, he visto cosas tremendas en mi vida como todo el mundo, pero nunca vi intelectuales argentinos apoyando a los ingleses en Malvinas, nunca escuché eso. Escuchaba de argentinos hijos de puta pero, ¡firmar un manifiesto!
F. B.: –Les cabe la frase –que creo es de Eduardo Aliverti– que con el liberalismo, con gobiernos de derecha, cualquiera era progresista, y cuando viene un gobierno que pretende cambios queda claro quién es quién.
F. L.: –Sí, eso es muy cierto...
F. B.: Ahora, ¿el kirchnerismo no debería buscar más alianzas políticas, seducir más sectores, atraer más gente para disponer de un mayor consenso para profundizar este proyecto?
F. L.: –Me estás haciendo preguntas como si fuese un dirigente político: no lo soy. Pero te digo, siempre se dijo, primera regla casi de oro de un país en vías de desarrollo es intentar bastarse por sí mismo. Es decir, las alianzas repticias con organismos internacionales suelen ser a la postre la boca del lobo. Y cuando vos tenés un pie firme, más o menos sobre izquierda de ciertas consistencias, empezás a abrir el juego… Y se dice ahora en la Argentina. Se está diciendo en toda América latina. Bastarnos con lo que tenemos, que se puede. Para eso hay que decir, escuchame, no te hace falta un Lexus, comprate un Fiat…
F. B.: –Vivir con lo nuestro…
F. L.: –Claro. Yo que soy un gringo amarrete. Paso por una tienda y veo un saco a mil doscientos pesos, y digo “¡hijo de mil puta, qué mierda estás haciendo, por qué tenes que afanar así a la gente!”. Estuve cuatro días en Mar de las Pampas, con mi hijo Gustavo. Vamos a Gessell, decíamos, yo tenía la imagen de aquel Gesell mítico, y no, es una ciudad… Un chorizo, veintiocho pesos. Y lo comemos al precio del chorizo!. Yo tengo un sentido de la economía, tiene que ver con mi vieja gringa, que nada se tira aquí. Yo crecí en mi casa vistiendo ropa de mi primo…y de la buena, estaba contentísimo, la ropa es buena. Tenía ropa para tirar para arriba
E. A.: –¿Te dio alguna virtud?
F. L.: –En distintas circunstancias de la vida me vino muy bien. Si podemos vivir con lo nuestro, a cuidarnos de ciertas cosas... eh. ¿Por qué no vivimos con nuestra reserva ideológica interna de partido, de movimiento?
F. B.: –Volvamos a lo de sumar más apoyos, a incorporar a más...
F. L.: –Hace poco, en una reunión importante que hubo con el tema de la militancia, lo dijo Agustin Rossi que es un tipo que yo quiero mucho y le tengo enorme afecto, dijo “hagamos política más con la gente que con nosotros mismos”. Está claro, estamos de acuerdo, pero evidentemente si yo me analizo desde el punto de vista de mi intimidad práctica como individuo no tengo ninguna. No soy sutil, no tengo necesidad de alagar a nadie porque no tengo edad para eso.
E. A: –Mencionaste a Agustín Rossi y hay una cantidad de gente que lo apoya, y quizás no tiene la visibilidad como de calibre electoral pero tiene una trayectoria política que en estos años ha sido clave. Vos mencionaste a uno, podríamos mencionar a varios otros que…
F. L.: –Yo te hablo de la gente con la que yo he trabajado caminando por la ciudad, y que yo he hablado con ellos, son laburantes.
E. A.: –Bueno, Daniel Filmus, por ejemplo, es un tipo que no para…
F. L.: –No para de hacer, todo el día laburando, laburando de verdad. Un tipo que se mete en un escritorio y labura todo el día e intenta buscar soluciones, todavía mantiene un semblante que es admirable
E. A.: –Ahora vos fijate, hace poco hicieron un congreso en la sede de la ex ESMA, muy interesante, con esa cosa tradicional de la militancia. Sin embargo, eso tiene poca visibilidad.
F. L.: –Ahí se nos va a hacer una galleta con el tema de la publicidad, el emblema publicitario, con perforar esa indiferencia que suele estar armada por una figura tan grande como es Cristina. Después de Cristina, ¿cómo va a venir alguien si con 20 empresarios, con 20 buitres, Cristina habla 40 minutos de cifras hechas con un papel de ayuda memoria, le da proyecciones a futuro, plantea las dificultades reales, las conquistas, las inventadas, las que ideológicamente son libres, las que tienen que ver con una política de estado. ¿Cómo hace un tipo como Reutemann que te dice buen día y se tropieza?
E. A.: –Una de las cosas que decía Néstor Kirchner es que en los actos lo aplaudían a Reutemann tanto o más que a él. …
F. L.: –Lo digo con dolor, con mucho respeto. En Santa Fe casi gana Miguel Del Sel. Yo pregunto a qué se debe eso. No tengo ninguna explicación sociológica ni económica ni psicológica, no sé qué es. Y ahora van a votar de nuevo. La Ciudad de Rosario, que yo lo recuerde, nunca estuvo tan desprotegida como ahora, jamás.
F. B.: –Hay todavía un resabio de los ’90 al elegir figuras de este tipo, actores, figuras famosas, triunfadoras en lo suyo, con eso de que el que hizo plata no va a robar, a lo que todavía se le otorga un nivel de valoración muy grande, ejemplo de la antipolítica muy vigente.
F. L.: –Pero ahí está la trampa. Esto se viene construyendo hace 60 años. Quiero decir que hay una encrucijada ahí que habría que buscarle un sociólogo más allá de Jauretche que te explique por qué un individuo castigado, golpeado, anecdóticamente, yo estaba en La Plata, recién había llegado de Ramallo, a los 21, 20 años.
E. A.: –¿Vos llegaste de Ramallo a La Plata a los 20?
F. L.: –Mi primo me había conseguido un empleo que era hacer dibujo y escultura, que era mi gran pasión. Y sucede al día siguiente la caída de Perón. En la calle 7 está la oficina de la Nación. Una mañana me paro ahí, en ese momento.
F. B.: –Les cabe la frase –que creo es de Eduardo Aliverti– que con el liberalismo, con gobiernos de derecha, cualquiera era progresista, y cuando viene un gobierno que pretende cambios queda claro quién es quién.
F. L.: –Sí, eso es muy cierto...
F. B.: Ahora, ¿el kirchnerismo no debería buscar más alianzas políticas, seducir más sectores, atraer más gente para disponer de un mayor consenso para profundizar este proyecto?
F. L.: –Me estás haciendo preguntas como si fuese un dirigente político: no lo soy. Pero te digo, siempre se dijo, primera regla casi de oro de un país en vías de desarrollo es intentar bastarse por sí mismo. Es decir, las alianzas repticias con organismos internacionales suelen ser a la postre la boca del lobo. Y cuando vos tenés un pie firme, más o menos sobre izquierda de ciertas consistencias, empezás a abrir el juego… Y se dice ahora en la Argentina. Se está diciendo en toda América latina. Bastarnos con lo que tenemos, que se puede. Para eso hay que decir, escuchame, no te hace falta un Lexus, comprate un Fiat…
F. B.: –Vivir con lo nuestro…
F. L.: –Claro. Yo que soy un gringo amarrete. Paso por una tienda y veo un saco a mil doscientos pesos, y digo “¡hijo de mil puta, qué mierda estás haciendo, por qué tenes que afanar así a la gente!”. Estuve cuatro días en Mar de las Pampas, con mi hijo Gustavo. Vamos a Gessell, decíamos, yo tenía la imagen de aquel Gesell mítico, y no, es una ciudad… Un chorizo, veintiocho pesos. Y lo comemos al precio del chorizo!. Yo tengo un sentido de la economía, tiene que ver con mi vieja gringa, que nada se tira aquí. Yo crecí en mi casa vistiendo ropa de mi primo…y de la buena, estaba contentísimo, la ropa es buena. Tenía ropa para tirar para arriba
E. A.: –¿Te dio alguna virtud?
F. L.: –En distintas circunstancias de la vida me vino muy bien. Si podemos vivir con lo nuestro, a cuidarnos de ciertas cosas... eh. ¿Por qué no vivimos con nuestra reserva ideológica interna de partido, de movimiento?
F. B.: –Volvamos a lo de sumar más apoyos, a incorporar a más...
F. L.: –Hace poco, en una reunión importante que hubo con el tema de la militancia, lo dijo Agustin Rossi que es un tipo que yo quiero mucho y le tengo enorme afecto, dijo “hagamos política más con la gente que con nosotros mismos”. Está claro, estamos de acuerdo, pero evidentemente si yo me analizo desde el punto de vista de mi intimidad práctica como individuo no tengo ninguna. No soy sutil, no tengo necesidad de alagar a nadie porque no tengo edad para eso.
E. A: –Mencionaste a Agustín Rossi y hay una cantidad de gente que lo apoya, y quizás no tiene la visibilidad como de calibre electoral pero tiene una trayectoria política que en estos años ha sido clave. Vos mencionaste a uno, podríamos mencionar a varios otros que…
F. L.: –Yo te hablo de la gente con la que yo he trabajado caminando por la ciudad, y que yo he hablado con ellos, son laburantes.
E. A.: –Bueno, Daniel Filmus, por ejemplo, es un tipo que no para…
F. L.: –No para de hacer, todo el día laburando, laburando de verdad. Un tipo que se mete en un escritorio y labura todo el día e intenta buscar soluciones, todavía mantiene un semblante que es admirable
E. A.: –Ahora vos fijate, hace poco hicieron un congreso en la sede de la ex ESMA, muy interesante, con esa cosa tradicional de la militancia. Sin embargo, eso tiene poca visibilidad.
F. L.: –Ahí se nos va a hacer una galleta con el tema de la publicidad, el emblema publicitario, con perforar esa indiferencia que suele estar armada por una figura tan grande como es Cristina. Después de Cristina, ¿cómo va a venir alguien si con 20 empresarios, con 20 buitres, Cristina habla 40 minutos de cifras hechas con un papel de ayuda memoria, le da proyecciones a futuro, plantea las dificultades reales, las conquistas, las inventadas, las que ideológicamente son libres, las que tienen que ver con una política de estado. ¿Cómo hace un tipo como Reutemann que te dice buen día y se tropieza?
E. A.: –Una de las cosas que decía Néstor Kirchner es que en los actos lo aplaudían a Reutemann tanto o más que a él. …
F. L.: –Lo digo con dolor, con mucho respeto. En Santa Fe casi gana Miguel Del Sel. Yo pregunto a qué se debe eso. No tengo ninguna explicación sociológica ni económica ni psicológica, no sé qué es. Y ahora van a votar de nuevo. La Ciudad de Rosario, que yo lo recuerde, nunca estuvo tan desprotegida como ahora, jamás.
F. B.: –Hay todavía un resabio de los ’90 al elegir figuras de este tipo, actores, figuras famosas, triunfadoras en lo suyo, con eso de que el que hizo plata no va a robar, a lo que todavía se le otorga un nivel de valoración muy grande, ejemplo de la antipolítica muy vigente.
F. L.: –Pero ahí está la trampa. Esto se viene construyendo hace 60 años. Quiero decir que hay una encrucijada ahí que habría que buscarle un sociólogo más allá de Jauretche que te explique por qué un individuo castigado, golpeado, anecdóticamente, yo estaba en La Plata, recién había llegado de Ramallo, a los 21, 20 años.
E. A.: –¿Vos llegaste de Ramallo a La Plata a los 20?
F. L.: –Mi primo me había conseguido un empleo que era hacer dibujo y escultura, que era mi gran pasión. Y sucede al día siguiente la caída de Perón. En la calle 7 está la oficina de la Nación. Una mañana me paro ahí, en ese momento.
03/02/13 Miradas al Sur
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