Suplemento Cultura Popular
Sábado 22 de Diciembre de 2012 14:08
Primera parte de la charla con Andrea Prodan, donde repasa las facetas menos conocidas de Luca, y su experiencia en la Argentina de los ´80.
Parte II: “Era muy sensible, aunque no lo demostraba”
APU (Por Juan Ciucci): Sabemos muchas cosas de Luca y te preguntan muchas veces sobre Luca. Nos interesaría saber qué parte de lo que fue o de lo que nos dejó a los argentinos, puntualmente, te parece que no está tan discutido o conocido.
Andrea Prodan: Con el pasar de los años, creo que en el momento en que Luca estaba con nosotros la música era lo más importante, la gente le daba bola a la música. De los estilos que él trajo de Europa, que él hizo suyos allá y luego regaló acá a la gente –y se divirtió, porque lo hizo para divertirse-, el primer impacto era musical. Lo que me fascinó –no me fascinó porque era mi hermano y lo conocía muy bien- lo que me parece muy lindo de Luca son las notas, muchas veces con periodistas que eran muy jóvenes que venían a su casa, particularmente los últimos años, no habla como el clásico rockero que habla siempre de lo orgulloso que está de su último disco o que está grabado en tal sala. Sus notas están llenas de humor pero también de mensajes muy claros y una visión de las cosas muy inteligente, muy activa. Hablan de la persona que él era, una persona que quería estar en contacto con la gente, que era transparente, que no se bancaba la careteada y con el tiempo, son justo estas notas las que hacen que la gente vaya conociendo un poco a Luca a través de las cosas que dijo. Y acá está, en este momento histórico de bombardeo económico, de materialismo asfixiante, una persona que hizo todo al revés.
Luca adoraba a John Lennon y una cosa que creo que era casi un complejo de Luca era el haber estudiado en un colegio muy especial, en Escocia, de la familia real británica. Que venía de una familia que no era aristocrática pero que en un momento tuvo mucha plata porque mi padre era un escritor, experto en arte chino. Y por eso él no podía ser un “working class hero” (héroe de la clase trabajadora) que es lo que le hubiera gustado ser y en Inglaterra no te perdonan. Cuando explota el punk Luca estaba ahí, y allá no te perdonaban haber estado en semejante colegio. Durante la época del rock progresivo sí, todo bien, estaba lleno de gente de ese origen que por eso habían aprendido a tocar la guitarra a los 8 años y eran unos fenómenos. Cuando llega el punk que borra y vuelve a las raíces de la pureza de la música interpretada por cualquiera, especialmente gente que no tenía mucha plata, a él le encanto pero se dio cuenta que cada vez que lo intentaba surgía: “¿Pero dónde fuiste a la escuela?”. Porque los ingleses son como los japoneses, una pirámide de poder tremenda, lo ponen ahí y ahí queda. Y entre eso y su adicción a la heroína y otras cosas, es como que no le pudo poner mucha energía a la música. Cuando llega a Argentina y descubre un país que tiene mucha cultura de rock importado, con mucho rock local, una ciudad como Buenos Aires llena de boliches y drogas, nota que la mayor parte del rock está hecho por chicos “bien”; a veces disfrazados de que no pero gente de Belgrano que pueden viajar a Londres o tienen un tío que les trae todos los discos. Él dice: “Todo bien, a mí me chupa un huevo, voy a ser a mi manera” y fue increíble lo que Sumo hace. Crece como una especie de planta natural, rápidamente…pero tu pregunta era otra.
APU: Pensaba en qué no conocemos, qué se aprecia menos de Luca, a veces pasa mucho con la poesía, como estaba en ingles…
AP: Luca era una persona muy sensible, eso se nota mucho en los discos inéditos que acá salieron por el corte distinto. Ahí está el Luca más creativo, más experimental, un Luca más íntimo, que habla de cosas que son muy profundas para él. Ese es un disco que a los que le gustaba Sumo, que pensaban que era todo tipo
El ojo blindado, esto les gustó. O incluso a la gente que no le gustaba, porque escucharon los hits radiales, que generalmente Petinatto imponía. Cuando escucharon esos discos noté que hubo un cambio, que las personas empezaron a apreciar a Luca. Ese es un Luca que muchos no conocen, que está en la película de Rodrigo Espina.
APU: Esos discos son como muy actuales.
AP: Sí, grabados en cuatro pistas, entre amigos o Luca solo y te recuerda que podés hacer cosas maravillosas con nada. Ahora con este bombardeo tecnológico también tengo la sensación, aunque tengas la maquinita más grande no garantiza nada a nivel creativo.
APU: En los ´80, en su explosión como músico ¿Pudiste venir a la Argentina?
AP: Vine en el ´82 para ver qué hacía Luca y cómo estaba y además estaba muy curioso de conocer su banda porque él me hablaba, me mandaba cassettes. Me pasaba discos muy buenos cuando yo era chico, así que crecí con la crema de la buena música. Los dos siempre fuimos muy obsesivos con la música. Por decirte, tengo los dientes de atrás limados porque hago el sonido de la batería con los dientes.
Mi curiosidad era como un estado explosivo para ver qué hacía. Cuando vi a Sumo en Café Einstein y después en una pequeña gira por el interior, en Entre Ríos, notaba como que el público estaba como fascinado. Durante una dictadura muy dura había un lugarcito donde había una variedad de freaks importante y eso fue lo que me sorprendió de Argentina. Llegar a un país donde parecía que estaba todo muy prolijo, donde había una capa de plomo, donde las mujeres estaban vestidas como nenas sexy pero estaban histéricas y los chabones bigotudos, con mocasines. Era raro, parecía un país que no era para nada alegre pero parecía como respetable y de noche estaba el Café Einstein que francamente era un antro de la onda de New York y hasta más fresco, porque afuera estaban los milicos y ahí estaba pasando esto, una paradoja muy extraña.
Y Luca flotando en este orgasmo de estar en el lugar donde podía ser lo que fue su papel en la vida, su destino: el rebelde. Tuvo que serlo en el colegio, era demasiado inteligente como para quedarse en el marquito que le ponían. Había pasado de esto a dos cárceles de Italia –injusticia total-, al servicio militar italiano –una mierda-, siempre estos marquitos y llega a Argentina que es el país del mega-marco, porque era famoso mundialmente como el país de las dictaduras. Ya le chupaba altamente un huevo, el pensaba que iba a morirse, era un milagro que estaba vivo y pudo realmente plasmar su arte y su vida. Creo que saber que no tenés mucho tiempo –tocaba siempre “Five years” de David Bowie, no sabía por qué, “me da un poco de miedo” me decía, y vivió 5 años en Argentina- es extraña la cosa.
Esta fricción con la imposición de poder que, en un punto, era un país “padre”, le daba su lugar de rebeldía inteligente y su ideal. Él nunca habló de política, sus ideas políticas estaban como enmascaradas en aparentes delirios, pero provocó una especie de liberación mayor que si hubiera usado el léxico político. En este sentido es una banda distinta y tiene un poco otro público que Los Redondos, aunque van un poco de la mano. Pero Los Redondos tomaron una crítica más ampliamente política, claramente política y más negativista diría. Mientras que Sumo es una banda que trabajaba más en un plano librepensador, que te lleva una bocanada de aire fresco, no una imposición de pensamiento.
APU: ¿Volviste después del ´82?
AP: Después quería volver pero yo ya tenía mi, no digo carrera porque nunca me sentí como alguien en carrera y aparte actuar no es una carrera. Es como una serie de experiencias donde vos podés vivir la vida que nunca habías podido vivir, o sea, ¿hice 40 películas? Viví, en miniatura, 40 vidas de un físico, un doctor, un asesino de la mafia milanesa. Eso era lo que me parecía divertido y lo que quise hacer y tuve mucha suerte porque empecé con directores importantes.
Argentina para nosotros, en esa época, no era como ahora que hay miles de vuelos y estamos más comunicados; y el hecho que mi hermano se había retirado a Nono, en las sierras y que estaba intentando sobrevivir otra vez. Para la familia era como que ya lo habíamos perdido, por eso cuando empezaron las señales de que estaba bien y estaba haciendo música fue una gran sorpresa. Para mí fue una alegría porque noté que estaba haciendo lo que le gustaba y haciéndolo con gente, porque en Argentina, si vos tenés una idea mínimamente buena, todos se suman, esa es una gran fuerza de Argentina. No es que te preguntan primero por la plata, o si vamos a ser famosos, se suman y si después hay plata mejor pero normalmente no es muy importante y eso en Europa -y en medio occidente o en occidente- se perdió completamente.
Argentina es privilegiada porque no es un país extremadamente distinto al occidente primermundista, no estamos hablando de Bolivia pero tiene la lejanía y tiene la tierra y tiene su lugar en Sudamérica que le permite estar en contacto con algo muy poderoso energético y humano. Es el segundo mundo, del que nunca se habla, pero es el segundo mundo. Luca termina en ese segundo mundo y empieza a absorber las cosas que le gustan y a devolver a este lugar que tanto interés tiene en Inglaterra, en Italia, en su pasado, le devuelve la actualidad de su pasado con su música. El resto es una serie de coincidencias históricas y su gran personalidad. Era un planeta muy poderoso y era muy difícil ser un satélite del planeta Prodan.
Por eso, en un punto, no lo seguí. Él me dijo: “Vení, hay lugar para ti en la banda”, yo tocaba el bajo en ese momento –relativamente mal- “venite a tocar el bajo”. Y yo llego y estaba Diego Arnedo que es un genio y aparte estéticamente y por energía lo que tenía la banda, ¿qué iba a hacer yo acá? Toqué pandereta, hice un par de coros y me volví a Italia. Nunca pensé que Luca iba a morir joven, bah, en mi subconsciente siempre pensé que Luca iba a morir joven pero de eso me di cuenta después que se murió. Realmente vino como una gran sorpresa hasta para los de la banda, todos me decían que se veía que no estaba bien y les pregunté por qué no me avisaron pero, por otro lado, así fue, no sé como explicártelo.
APU: Te escuché decir que en ese último momento ya estaba bastante cansado del circuito rockero y en lo que se había convertido SUMO.
AP: En la última llamada, después de mucho tiempo sin vernos, fue una llamada muy especial porque yo no esta bien tampoco, pero no me puedo acordar exactamente de qué hablamos. Una de las cosas que recuerdo es que sí, estaba cansado, Sumo tocaba muchísimo, es una banda que los primeros años tocaba 4 ó 5 días por semana. Y Luca era una persona demasiada amplia para limitarse a ser el cantante de una banda de rock.
Pienso que es como cuando encontrás una mujer, en un momento se cruzan dos vidas que tienen muchas cosas en común y a lo largo de la vida empezás a notar que no, en ese momento sí pero después la gente cambia. Probablemente, no quiero ser superficial pero, en el momento en que Luca empezó a trabajar para hacer Sumo y llegó a ese lugar, querían seguir, querían crecer, ser famosos, a Luca eso no le importaba. Luca estaba en descenso, estaba descartando, estaba alivianándose. Él quería tocar en lugares chicos con gente a la que le podía transmitir.
Hubo un mal entendido en ese punto, estaba cansado, además, él no tenía hijos los otros sí y una familia ya cambia las necesidades. A veces lo notaba casi perdido, entonces quería verme porque nosotros teníamos mucha afinidad y pudimos haber hecho cosas muy buenas juntos. En mi familia, los cuatro hijos tenían fuertes personalidades, nos queremos mucho pero cada uno hizo su historia.