Ley de medios, Iglesia y el 7D
Por Política
politica@miradasalsur.com
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Continuidad. El reemplazo de Bergoglio por Arancedo no trajo cambios.
Entrevista. Fortunato Mallimacci. Sociólogo. El investigador y ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires analizó la posición de la cúpula de la Iglesia Católica frente al 7/D. El último documento del Episcopado, la respuesta de los Curas en la Opción por los Pobres y la relación de los obispos con los medios y el poder económico.
La proximidad del 7/D tornó visibles la división que hacia el interior de la Iglesia Católica produce la inminente caída de la medida cautelar que puso al Grupo Clarín al abrigo del artículo 161 que lo obliga a desinvertir. El cisma quedó reflejado en dos documentos. El primero, elaborado por la Conferencia Episcopal que preside el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, lanza una mirada sumamente crítica sobre la situación social y política del país. En el habitual lenguaje de la cúpula eclesiástica se habla de “heridos y agobiados”, de una “profunda crisis moral” y de un “excesivo caudillismo que atenta contra el desarrollo de las instituciones”, planteo este último que relaciona con la “independencia del Poder Judicial”. Su contracara es el documento emitido por el Secretariado de Curas en la Opción por los Pobres, que tiene en el sacerdote Eduardo de la Serna a una de sus figuras más conocidas. En este caso, el texto señala que los obispos “parecen hablar desde el escritorio de los poderosos o de los CEO de algún multimedio” y enfatiza que “los menos que podemos decir es que nosotros, que estamos en los barrios, entre la gente, con los pies en el barro, tenemos una mirada muy diferente de la que presenta el documento episcopal”.
“El documento final, innegablemente, es un documento que toma los temas que están dando vueltas en la sociedad argentina. Sobre todo para aquellos sectores que tienen una postura contraria al proceso que se inició en 2003. A partir de ahí, describe una serie de situaciones. ¿Quién puede no reconocer todo lo que falta? Existe en la sociedad argentina un núcleo duro de pobreza que se sigue reproduciendo, sectores vulnerables a los que las políticas sociales no llegan. Sin embargo, al mismo tiempo, les podría leer la carta que acaba sacar Carlos José Tissera, el obispo de Quilmes donde se dice todo lo contrario Y le recuerdo que Quilmes, en plena dictadura, fue el primer lugar donde varios sacerdotes, entre ellos el padre Orlando Yorio, que había estado detenido en la Esma, comenzaron a reclamar por tierras y terrenos para los pobres. Hoy, ese mismo obispado dice que muchas cosas han mejorado”, subraya Fortunato Mallimacci.
–El documento del Episcopado, más que un llamado de atención, es una descalificación en todos los frentes a la acción pública del Gobierno.
–No me parece una novedad que se publiquen estos temas. La novedad es que los cambios en la cúpula de la Iglesia no trajeron los cambios que, según se suponía, debían traer.
–Cuando decimos cambios nos referimos al reemplazo del cardenal Jorge Bergoglio por Arancedo.
-Exacto. En ese sentido hay una fuerte continuidad. En la Iglesia Católica algunos se sienten perseguidos, otros ignorados y otros se suman a la oposición. Recuerde la Virgen María en la Sociedad Rural y los sacerdotes acompañando los cortes de ruta durante el conflicto por las retenciones. Lo del documento del Episcopado no me parece nuevo. Sin embargo, es necesario reconocer que tenemos una nueva camada de obispos. El único que queda ligado a la dictadura es Bergoglio, cómplice directo y denunciado por sacerdotes que fueron llevados a la Esma.
–¿Qué lectura hace del documento del Episcopado en el marco de la pulseada que mantiene el Gobierno con el Grupo Clarín?
–Es innegable que la mayor parte del Episcopado argentino ha hecho, durante décadas, de la relación con el poder político, mediático y, sobre todo de su relación con sectores económicos, una manera de entender su rol en la sociedad argentina. Que los medios de mayor tirada le dediquen las tapas muestra esa complicidad. Son una evidencia de los hilos ideológicos que atan a los unos con los otros.
–En Argentina no hay, en este momento, ninguna impunidad para los crímenes de lesa humanidad...
–El tema de la dictadura y la complicidad de vastos sectores de la Iglesia Católica es el principal tema de discusión hacia el interior de la catolicidad. La complicidad directa queda en evidencia en cada juicio por crímenes de lesa humanidad con la aparición de obispos y sacerdotes implicados. No es casual que en casi todos los casos de niños recuperados aparezcan una orden religiosa, un movimiento familiar cristiano o una monja. Esta es la gran preocupación que existe. Lo que exigen las bases a sus obispos es que denuncien esa complicidad y den la información que tienen para que se puedan seguir avanzando en la recuperación de nietos.
–¿Qué fuerza real tiene la Iglesia en la sociedad argentina?
–Hay un fuerte proceso de toma de distancia de las instituciones que convive con una fuerte cultura católica. La toma de distancia hace que la mayoría crea por su propia cuenta y encuentre, a la vez, en las expresiones colectivas de la cultura cristiana y católica, como son las marchas y las peregrinaciones, un sentido a sus vidas. Hay unos enormes hiatos que a veces ni los partidos políticos, ni el Estado, ni el Poder Judicial son capaces de reconocer. La enorme mayoría de feligreses de la Iglesia Católica hace oídos sordos a las declaraciones de los obispos ni lee los documentos del Episcopado.
–¿Existe en la trayectoria del Episcopado un alineamiento con el Grupo Clarín?
–Hay afinidades históricas. Puntualmente, el Episcopado argentino aprobó la nueva ley de medios.
–En su momento la Iglesia hizo una fuerte tarea de lobby porque a muchos de sus integrantes les molestaban los programas de radio que emitían congregaciones de credos protestantes que llegaron con mucho dinero...
–La sociedad argentina es pluralista. Tiene que aceptar que existan pentecostales, budistas, protestantes, judíos... La pregunta es: ¿debe el Estado seguir privilegiando a la Iglesia Católica con los mismos decretos de la época de Videla? ¿Es posible que en 2012 la sociedad política no haya eliminado esos decretos que le otorgan privilegios? A veces creemos que la Iglesia Católica tiene poder, y no lo tiene. Lo vimos con el matrimonio igualitario. La enorme mayoría de los católicos estaba por el matrimonio igualitario, como está por avanzar en la despenalización del aborto. Ahora, si se quiere decir que la Iglesia Católica es la que me impide tomar tal o cual decisión que debo adoptar como político o juez, me parece que es otra la discusión.
Entrevista. Fortunato Mallimacci. Sociólogo. El investigador y ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires analizó la posición de la cúpula de la Iglesia Católica frente al 7/D. El último documento del Episcopado, la respuesta de los Curas en la Opción por los Pobres y la relación de los obispos con los medios y el poder económico.
La proximidad del 7/D tornó visibles la división que hacia el interior de la Iglesia Católica produce la inminente caída de la medida cautelar que puso al Grupo Clarín al abrigo del artículo 161 que lo obliga a desinvertir. El cisma quedó reflejado en dos documentos. El primero, elaborado por la Conferencia Episcopal que preside el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, lanza una mirada sumamente crítica sobre la situación social y política del país. En el habitual lenguaje de la cúpula eclesiástica se habla de “heridos y agobiados”, de una “profunda crisis moral” y de un “excesivo caudillismo que atenta contra el desarrollo de las instituciones”, planteo este último que relaciona con la “independencia del Poder Judicial”. Su contracara es el documento emitido por el Secretariado de Curas en la Opción por los Pobres, que tiene en el sacerdote Eduardo de la Serna a una de sus figuras más conocidas. En este caso, el texto señala que los obispos “parecen hablar desde el escritorio de los poderosos o de los CEO de algún multimedio” y enfatiza que “los menos que podemos decir es que nosotros, que estamos en los barrios, entre la gente, con los pies en el barro, tenemos una mirada muy diferente de la que presenta el documento episcopal”.
“El documento final, innegablemente, es un documento que toma los temas que están dando vueltas en la sociedad argentina. Sobre todo para aquellos sectores que tienen una postura contraria al proceso que se inició en 2003. A partir de ahí, describe una serie de situaciones. ¿Quién puede no reconocer todo lo que falta? Existe en la sociedad argentina un núcleo duro de pobreza que se sigue reproduciendo, sectores vulnerables a los que las políticas sociales no llegan. Sin embargo, al mismo tiempo, les podría leer la carta que acaba sacar Carlos José Tissera, el obispo de Quilmes donde se dice todo lo contrario Y le recuerdo que Quilmes, en plena dictadura, fue el primer lugar donde varios sacerdotes, entre ellos el padre Orlando Yorio, que había estado detenido en la Esma, comenzaron a reclamar por tierras y terrenos para los pobres. Hoy, ese mismo obispado dice que muchas cosas han mejorado”, subraya Fortunato Mallimacci.
–El documento del Episcopado, más que un llamado de atención, es una descalificación en todos los frentes a la acción pública del Gobierno.
–No me parece una novedad que se publiquen estos temas. La novedad es que los cambios en la cúpula de la Iglesia no trajeron los cambios que, según se suponía, debían traer.
–Cuando decimos cambios nos referimos al reemplazo del cardenal Jorge Bergoglio por Arancedo.
-Exacto. En ese sentido hay una fuerte continuidad. En la Iglesia Católica algunos se sienten perseguidos, otros ignorados y otros se suman a la oposición. Recuerde la Virgen María en la Sociedad Rural y los sacerdotes acompañando los cortes de ruta durante el conflicto por las retenciones. Lo del documento del Episcopado no me parece nuevo. Sin embargo, es necesario reconocer que tenemos una nueva camada de obispos. El único que queda ligado a la dictadura es Bergoglio, cómplice directo y denunciado por sacerdotes que fueron llevados a la Esma.
–¿Qué lectura hace del documento del Episcopado en el marco de la pulseada que mantiene el Gobierno con el Grupo Clarín?
–Es innegable que la mayor parte del Episcopado argentino ha hecho, durante décadas, de la relación con el poder político, mediático y, sobre todo de su relación con sectores económicos, una manera de entender su rol en la sociedad argentina. Que los medios de mayor tirada le dediquen las tapas muestra esa complicidad. Son una evidencia de los hilos ideológicos que atan a los unos con los otros.
–En Argentina no hay, en este momento, ninguna impunidad para los crímenes de lesa humanidad...
–El tema de la dictadura y la complicidad de vastos sectores de la Iglesia Católica es el principal tema de discusión hacia el interior de la catolicidad. La complicidad directa queda en evidencia en cada juicio por crímenes de lesa humanidad con la aparición de obispos y sacerdotes implicados. No es casual que en casi todos los casos de niños recuperados aparezcan una orden religiosa, un movimiento familiar cristiano o una monja. Esta es la gran preocupación que existe. Lo que exigen las bases a sus obispos es que denuncien esa complicidad y den la información que tienen para que se puedan seguir avanzando en la recuperación de nietos.
–¿Qué fuerza real tiene la Iglesia en la sociedad argentina?
–Hay un fuerte proceso de toma de distancia de las instituciones que convive con una fuerte cultura católica. La toma de distancia hace que la mayoría crea por su propia cuenta y encuentre, a la vez, en las expresiones colectivas de la cultura cristiana y católica, como son las marchas y las peregrinaciones, un sentido a sus vidas. Hay unos enormes hiatos que a veces ni los partidos políticos, ni el Estado, ni el Poder Judicial son capaces de reconocer. La enorme mayoría de feligreses de la Iglesia Católica hace oídos sordos a las declaraciones de los obispos ni lee los documentos del Episcopado.
–¿Existe en la trayectoria del Episcopado un alineamiento con el Grupo Clarín?
–Hay afinidades históricas. Puntualmente, el Episcopado argentino aprobó la nueva ley de medios.
–En su momento la Iglesia hizo una fuerte tarea de lobby porque a muchos de sus integrantes les molestaban los programas de radio que emitían congregaciones de credos protestantes que llegaron con mucho dinero...
–La sociedad argentina es pluralista. Tiene que aceptar que existan pentecostales, budistas, protestantes, judíos... La pregunta es: ¿debe el Estado seguir privilegiando a la Iglesia Católica con los mismos decretos de la época de Videla? ¿Es posible que en 2012 la sociedad política no haya eliminado esos decretos que le otorgan privilegios? A veces creemos que la Iglesia Católica tiene poder, y no lo tiene. Lo vimos con el matrimonio igualitario. La enorme mayoría de los católicos estaba por el matrimonio igualitario, como está por avanzar en la despenalización del aborto. Ahora, si se quiere decir que la Iglesia Católica es la que me impide tomar tal o cual decisión que debo adoptar como político o juez, me parece que es otra la discusión.
GB