DURA REACCION DE NETANYAHU ANTE EL HISTORICO RECONOCIMIENTO EN NACIONES UNIDAS DEL ESTADO DE PALESTINA
Israel responde construyendo en Cisjordania
Protesta de grupos de la ultraderecha israelí en contra de Netanyahu y Lieberman en Jerusalén por el voto de la ONU.
Imagen: AFP
Según informes de prensa, la decisión de construir nuevas viviendas fue adoptada por el grupo de los nueve ministros más importantes del gobierno, que el jueves analizó la respuesta israelí a la iniciativa palestina en Naciones Unidas.
El gobierno de Israel anunció la construcción de 3000 nuevas viviendas en asentamientos y amenazó ayer con cancelar acuerdos alcanzados con los palestinos durante los períodos de paz, horas después de que la ONU reconociera al Estado palestino como Estado observador. “Israel anunciará qué acuerdos mantiene y cuáles no”, apuntó el viceprimer ministro israelí, Moshe Ya’alon, en declaraciones a Radio Israel, sin dar detalles al respecto y apuntando que la respuesta llegará cuando fuera apropiado.
Por su parte, el diario Haaretz aseguró entretanto que el gobierno israelí permitió la construcción de las nuevas viviendas en asentamientos de Jerusalén Este y Cisjordania, remitiéndose a informaciones de altos cargos del Ejecutivo. También la edición digital del diario Yediot Aharonot aseguró que la decisión de construir nuevas viviendas fue adoptada por el grupo de los nueve ministros más importantes del gobierno, que el jueves analizó la respuesta israelí a la iniciativa palestina en Naciones Unidas.
Esta decisión supondría un desafío por parte del primer ministro, Benjamin Netanyahu, a la comunidad internacional, que con una mayoría de 138 países aprobó el nuevo estatus que reconoce implícitamente un Estado palestino. Tan sólo nueve países votaron en contra, mientras que 41 se abstuvieron, entre ellos aliados tradicionales de Israel como Alemania.
“Nueve países se pusieron del lado de la verdad y la paz. La historia les dará la razón”, afirmó en un comunicado Netanyahu, en referencia a Estados Unidos, Canadá, Panamá, República Checa, Islas Marshall, Micronesia, Nauru y Palau, además de a sí mismo.
Estados Unidos rechazó ayer el anuncio de Israel sobre la construcción de nuevas viviendas en asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este en respuesta al reconocimiento anoche por parte de la ONU de Palestina como Estado observador. “Reiteramos nuestra oposición a la construcción dentro de los asentamientos en Jerusalén Oriental. Creemos que estas acciones son contraproducentes y hacen más difícil que se reanuden las negociaciones directas o lograr una solución para los dos estados”, dijo ayer la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland. La semana pasada, Estados Unidos había instado a Israel a no autorizar la construcción en el área denominada E1, entre el asentamiento de Male Adumin y Jerusalén.
La ONU recordó ayer a Israel que su política de expandir asentamientos “no ayuda” al proceso de paz con los palestinos, después de que el gobierno israelí autorizara construir nuevas viviendas en Cisjordania y Jerusalén Este. “La ONU se ha pronunciado en repetidas ocasiones sobre la cuestión de los nuevos asentamientos y el secretario general Ban Ki-moon cree que no ayudan al proceso de paz”, afirmó uno de los portavoces del organismo, Farhan Haq.
Mientras tanto, países y bloques regionales de todo el mundo felicitaron ayer a los palestinos por su nuevo estatus de Estado observador no miembro de la ONU y pidieron abocarse ahora a lograr un pronto relanzamiento de las estancadas negociaciones de paz con Israel. En un comunicado emitido en Bruselas, la Unión Europea (UE), que no logró consensuar una postura común en la votación de ayer en la Asamblea General de la ONU sobre la cuestión palestina, pidió “mirar al futuro” y centrarse en lograr que israelíes y palestinos vuelvan cuanto antes a la mesa de negociaciones.
La Asamblea General de la ONU aprobó por abrumadora mayoría reconocer a Palestina como Estado observador no miembro, dando una importante victoria diplomática al presidente Mahmud Abbas pese a la férrea oposición de Israel y Estados Unidos. La votación de los 193 miembros de la Asamblea logró 138 votos a favor, 9 en contra y 41 abstenciones. Abbas declaró que el nuevo estatus es un paso “histórico” para el pueblo palestino, pero advirtió que queda un largo trecho por recorrer para lograr un estado propio. “No quiero arruinar la victoria de hoy, pero el camino que queda por delante todavía es difícil”, agregó Abbas.
En el hemiciclo de la Asamblea General, los delegados palestinos estallaron en júbilo tras la votación y enarbolaron brevemente una bandera palestina. Abbas, que fue muy aplaudido a su llegada a la tribuna, solicitó la Asamblea firmar el “certificado de nacimiento” de un Estado palestino. En su opinión, el reconocimiento de la ONU es la última oportunidad para que los palestinos logren la paz con Israel.
El embajador israelí ante Naciones Unidas, Ron Prosor, dijo de su lado que la iniciativa de reconocer a Palestina como Estado observador “no hace avanzar la paz, sino retroceder”. Además, señaló que el nuevo estatus “no cambiará la situación sobre el terreno”, principalmente porque la Autoridad Palestina no controla Gaza.
El hecho de que sólo un país de la Unión Europea, la República Checa, se opusiera a la moción, indica que incluso los aliados de Israel consideran que Netanyahu es el principal responsable del estancamiento del proceso de paz. Y también muestra lo poco que convenció a la mayoría el argumento de Israel de que la votación de la ONU viola los Acuerdos de Oslo, por los cuales todos los asuntos relevantes deben ser resueltos mediante negociaciones.
El argumento de Netanyahu ni siquiera convenció a los propios medios israelíes. “La votación del jueves en la ONU fue la luz de advertencia de la comunidad internacional para Israel, así como una muestra de apoyo para los palestinos”, apuntó el corresponsal diplomático del diario Ha’aretz, Barak Ravid. “Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y otros países amigos enviaron mensajes a Israel con su votos: su paciencia con la ocupación de Cisjordania se agota, ya basta de construcción de asentamientos y no hay fe en la declaración de mano tendida de Israel hacia la paz y el avance hacia un Estado palestino”, aseguró.
01/12/12 Página|12
GB
sábado, 1 de diciembre de 2012
PERIODISMO INREPENDIENTE Y PERIODISMO MILITANTE, OPINION.
Entre el periodismo "independiente" y el periodismo militante
Por Luis Alberto Gramuglia
A partir de la sanción de la ley de medios, el periodismo en general fue puesto en entredicho. Los ciudadanos comenzaron a observar con mayor detenimiento el rol de los medios y de los periodistas que pasaron a ser objeto de cuestionamientos o de aceptaciones en función de lo que expresan cada uno.
Los términos "monopolio", "oligopolio", "medios hegemónicos" comenzaron a ser términos corrientes. Se inició una etapa en la que los medios con posición dominante fueron puestos bajo la lupa.
Los grupos concentrados, aquéllos que dominaron durante décadas la agenda pública, imponiendo los temas a partir de una hegemonía conseguida mediante actos de connivencia con la última dictadura cívico militar o con gobiernos democráticos permeables a sus demandas, están siendo sometidos al escrutinio público.
Nadie duda hoy que el Grupo Clarín, con sus 240 señales, sus múltiples negocios en el sector de la comunicación, su alianza con el diario "La Nación" en Expoagro constituye el mayor conglomerado mediático. Opera como una verdadera oposición al gobierno nacional y popular a partir de la mentira, la manipulación informativa, el ocultamiento de la noticia, las operaciones de prensa y todos aquellos artilugios a los que pueda apelar para entorpecer, menoscabar este proyecto.
Fue este Grupo el que más cautelares presentó para impedir la plena aplicación de aquella ley aunque ahora la Corte Suprema estableció que el próximo 7 de diciembre vence el plazo para que todos aquellos que posean más señales que las permitidas se adecuen a lo establecido por el artículo 161 y que volvió a pronunciarse en tal sentido ante una nueva presentación del grupo que pretendía ampliar la vigencia de la cautelar que lo beneficia.
Por cierto, ese Grupo --acostumbrado a imponer sus condiciones a gobiernos timoratos-- no concibe que deba ajustarse a la legislación vigente, desdeña el respeto a la ley que, como en este caso, fue votada por el Congreso con importantes mayorías.
Fue este gobierno el que puso blanco sobre negro de que modo algunos medios favorecieron el silencio que los militares genocidas impusieron durante aquel período. Fueron funcionales a la estrategia de los represores para ocultar las atrocidades que se cometían. Por cierto, tal silencio tuvo recompensa: la empresa Papel Prensa que fue arrebatada al grupo Graiver en la mesa de torturas. En esta connivencia no sólo estuvo "Clarín" sino también "La Nación" y "La Razón" empresas que siempre creyeron que quienes controlaban el papel controlaban a la prensa. En ese marco fue que impusieron reglas de juego abusivas en cuanto a la producción, distribución y precio de ese insumo crítico.
Ahora la actividad fue declarada por ley de "utilidad pública" por decisión de este gobierno. Se terminó esa concepción del "patrón de estancia", de contar con un insumo que les permitía borrar, cuando se lo propusieran, a cualquier competencia que les pudiera hacer sombra.
Pero los medios, sean electrónicos o gráficos, están hechos por personas que, por cierto, no son neutras en cuanto a lo que dicen o escriben, sea porque se lo impone la línea editorial del medio en que se desempeñan o por propia convicción personal.
Los periodistas --que de ellos se trata-- asumimos durante mucho tiempo que su actividad estaba exenta de cualquier comentario, sea crítico o benévolo. Cuando su trabajo comenzó a ser evaluado, a ser puesto en tela de juicio, muchos de ellos, autoproclamados "independientes" pusieron el grito en el cielo. Reclamaron que no se los hostigara, que no se les impìdiera decir lo que quisieran y llegaron al colmo de afirmar que estaba en riesgo la libertad de expresión. Esta forma de victimizarse se correspondió con un feroz ataque al gobierno a través de tapas, notas, editoriales y comentarios en TV y radio que apuntaron a generar un clima destituyente que tuvo su punto más alto durante el conflicto por la resolución 125 en 2008 y se reprodujo luego de la derrota electoral del FpV en la provincia de Buenos Aires al año siguiente.
Ese clima intentó ser reproducido en la marcha de los caceroleros, en el intento sedicioso de prefectos y gendarmes y en el "paro piquetero" convocados por gremios opositores al gobierno.
Ante este grupo de empeñosos muchachos de la comunicación, fieles en representar los intereses de sus patrones, están quienes asumen ser periodistas militantes, comprometidos muchos de ellos, con esta causa nacional y popular.
Fueron tratados de "mercenarios", "pagados por los K", "corruptos", incapaces de un pensamiento crítico, como si los otros lo tuvieran.
Fueron escarnecidos, injuriados sencillamente por pensar distinto, por acordar con este modelo y expresarlo con total libertad del mismo modo que aquéllos desacreditan la obra del gobierno o agreden con comentarios incalificables a la presidenta.
El grupo Clarín hasta llegó a pedir prisión para periodistas y funcionarios que solo dijeron lo que pensaban que, evidentemente, no era lo que esa corporación deseaba que dijeran.
Quien esto escribe no es neutro; defiende este modelo transformador. Por eso me parece interesante considerar de que modo los periodistas --en una enorme mayoría-- expresan su ideología, sus adhesiones políticas según el medio en el que se desempeñen.
Un poco de historia
Hagamos un poco de historia. En la década del `40 los matutinos "La Prensa", "La Nación" y "El Mundo" y los vespertinos "La Razón", "Crítica" y "Noticias Gráficas" eran hostiles al gobierno del general Farrell y del entonces coronel Juan Perón.
Ninguno de esos diarios pudo advertir el cambio que se avecinaba e incluso trataron con desdén, con desprecio oligárquico la jornada del 17 de octubre de 1945.
En cambio "La Epoca" llamó al pueblo a ir a la plaza de Mayo a pedir por la inmediata liberación de Perón.
A su vez, "Democracia" o "Tribuna" eran de los pocos medios que se oponían a la Unión Democrática ese contubernio de radicales, socialistas y comunistas prohijados por el embajador de EE.UU. de entonces, Spruille Braden.
Perón, en el `46 cuando asumió la presidencia contaba con "La Epoca" como uníco diario claramente oficialista. Cuando fue derrocado el gobierno justicialista manejaba una cadena que integraban "La Razón", "Democracia", "El Laborista", "La Epoca" y "Noticias Gráficas", además de cinco diarios del interior.
Otros medios adeptos que no integraban esa cadena eran los de la Editorial Haynes ("El Mundo" y numerosas revistas), "Crítica" y "El Líder".
Perón dijo que "la prensa al servicio de intereses mezquinos es socialmente injusta, vulnera la independencia económica y coarta la soberanía política. En 1955 cuando teníamos todos los medios a nuestros favor los militares nos sacaron a puntapiés. Y en 1973, con todos los medios en contra, volvimos y ganamos las elecciones". Confesión del líder justicialista sobre que no es bueno que un gobierno tenga una prensa absolutamente adicta?
Un párrafo aparte merece el caso del diario "La Prensa" que calificaba a Perón, durante la campaña electoral, como "el candidato no democrático". Por cierto, dio su entusiasta apoyo a la Unión Democrática. Este diario y "La Nación", antes de las elecciones de febrero del ´46, le dieron un 90% a la información de la UD y el resto a la del peronismo.
Ya había aparecido "Clarín" fundado por Roberto Noble.
La expropiación de "La Prensa"
El 12 de octubre de 1951, durante el primer gobierno peronista, el Congreso que tenía mayoría del oficialismo, aprobó la expropiación de "La Prensa" que pasó a ser manejada por la CGT luego de un conflicto gremial.
Sobre este matutino hay un libro editado por el Sindicato de Luz y Fuerza de la Capital Federal que se titula "Cien años contra el país" y que define la posición ideológica del diario de los Paz.
Estuvo en contra de Hipólito Yrigoyen y a favor de Alvear, promovió la restauración oligárquica y se solazó con la década infame en la cual fue protagonista esencial. Se congratuló que la Argentina se convirtiera en una colonia británica, ignoró el 17 de octubre, ayudó a articular la UD y acompañó todos los golpes militares.
Decíamos que en 1951 el diario pasó a manos de la CGT. Quien fue el miembro informante en la sesión en que se dispuso expropiar el matutino? El diputado John William Cooke. Conviene repasar algunos tramos de su memorable discurso. Decía Cooke que "nosotros estamos contra "La Prensa" porque creemos que diarios de esa clase son los que han minado las bases de la nacionalidad; creemos que "La Prensa" es uno de los obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que han impedido o demorado todas las posibilidades de reivindicaciones proletarias en Latinoamérica".
"Nosotros --continuaba Cooke-- estamos con los obreros y estamos contra "La Prensa" porque "La Prensa", por supuesto, siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros".
Denunciaba que en países del continente y en Europa se hubieran levantado voces "de protesta contra el llamado "atropello contra "La Prensa".
"No se puede confundir prensa libre con la empresa periodística que persigue un negocio (...) Es evidente que estas empresas comerciales podrán, inclusive, tener una orientación determinada pero que su fin primordial es el fin de todas las empresas capitalistas: el beneficio que obtengan sus capitales, impidiendo en lo posible la actividad gremial" y citaba a Yrigoyen que esto decía sobre ese tipo de periodismo: "Los pueblos siguen afrontando la lucha contra el vicio y la impudicia triunfantes, sin contar ni siquiera con una prensa nacional que levante su mente y juzgue los sucesos en su verdadero significado".
Cualquier semejanza con medios de la actualidad es pura coincidencia.
Por supuesto, la llamada revolución libertadora restituyó el diario a sus antiguos propietarios como no podía ser de otro modo.
De la década del '60 para acá
A mediados de 1966 fue derrocado el gobierno del ex presidente radical Arturo Illia que había triunfado en las elecciones del ´63 de las que el peronismo no pudo participar por estar proscripto.
Entre el 9 y el 20 de junio de aquel año, "Le Monde", "The Times", "La Prensa", "El Correo de Lima" y "Newsweek" coincidían en que la crisis del gobierno "era terminal".
"El gral. Onganía será presidente de la Nación" titulaba a todo el ancho de su portada el diario "La Razón".
En 1968 sale a la calle el diario de la CGT de los Argentinos en donde escribían, entre otros, Rodolfo Walsh y Horacio Verbitzky cuya impronta era la defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores.
Dos años despues, aparece "Correo de la Tarde" que dirigía el ex ministro de Bienestar Social de la dictadura, Francisco Manrique.
En 1971, "El Cronista Comercial" se transforma en un diario general y pasa a llamarse "El Cronista" que dirige Rafael Perrotta desaparecido en 1977.
En el ´71 se comienza a editar "La Opinión" de Jacobo Timerman que produjo un fuerte sacudón en el mercado editorial argentino por la consistencia de sus artículos y la prolijidad con que eran encarados los temas en debate.
En "Clarín", mientras tanto, moría su fundador en el ´69 haciéndose cargo de la dirección del matutino su esposa, Ernestina Herrera acentuándose sus vínculos con el desarrollismo. Asume Oscar Camilión como jefe de Redacción y se suman otros dirigentes partidarios como Octavio Frigerio y Carlos Zaffore. También se suman en funciones aún no expectables tres personas que hoy tienen cargos de relevancia: Héctor Magnetto, José Aranda y Pagliarlo.
Por entonces, el diario "Mayoría", claramente alineado con el peronismo, era uno de los pocos medios que comulgaba con ese ideario.
En el ´73, el Partido Revolucionario de los Trabajadores compra la marca "El Mundo" y edita un diario que reflejó el pensamiento político de esa agrupación aunque su presencia fue efímera ya que debió cerrar al año siguiente.
En ese año, Montoneros saca "Noticias" que tenía la particularidad de ilustrar su tapa con fotos que eran verdaderos editoriales. Apareció en noviembre del ´73 pero fue clausurado en agosto del año siguiente.
También hay que recordar la existencia de las revistas "El Descamisado" de la organización Montoneros y "El Caudillo" que editaba Felipe Romeo y que expresaba a la derecha más recalcitrante del peronismo. Una de sus tapas más emblemáticas fue aquella que decía que "El mejor enemigo es el enemigo muerto". Fue un pasquín que marcó a muchos compañeros que luego fueron masacrados por la Triple A.
En plena dictadura cívico militar, el genocida Emilio Massera publica el diario "Convicción" que intentó constituirse en plataforma de sus sueños de ser presidente con el apoyo de un sector del peronismo.
En 1982 se publica "La Voz" que edita Intransigencia Peronista de Vicente Saadi y ese mismo año sale "Tiempo Argentino" dirigido por Raúl Burzaco este ligado a la Junta Coordinadora de la UCR. El primero cerró en el ´84 y el segundo en setiembre del ´86.
Una digresión: recordemos de que modo la prensa en general manipuló la información vinculada con la guerra de Malvinas del mismo modo en que fue abonando el terreno para convencernos en el ´76 que el derrocamiento del gobierno peronista era un hecho irreversible.
Acaso suponemos que quienes dirigían o trabajaban en esos medios tenían posiciones neutras, eran asépticos respecto de la realidad que los circundaba? Trabajar en "Mayoría" o en "Convicción" no suponía cierta adhesión a una determinada línea editorial emparentada, en el primer caso con el peronismo y en el segundo con un genocida?
Podemos ser tan ingenuos como para suponer que los medios son simplemente instrumentos de la comunicación sin ninguna ligazón con intereses que, incluso, están por fuera de los estrictamente editoriales?
Hoy confrontan esas posiciones antagónicas: quienes presumen de "independientes" (habría que preguntar respecto de qué o de quiénes son independientes) y quienes creen en un periodismo militante, comprometido, que asume riesgos.
Más de un centenar de trabajadores de prensa están muertos o desaparecidos precisamente por su militancia en los medios en los que se desempeñaban. No fueron simples espectadores en una determinada coyuntura sino que fueron protagonistas insoslayables de una época terrible.
Walsh es el más vívido ejemplo de la militancia en periodismo. Su Carta Abierta a la Junta Militar que publicó en el ´77 año en que fue asesinado en una emboscada de la Marina, constituye una pieza genial, imperecedera de quien asumió la profesión como un acto de servicio a la verdad y la ética sin las cuales el ejercicio del periodismo pierde su esencia.
GB
Por Luis Alberto Gramuglia
A partir de la sanción de la ley de medios, el periodismo en general fue puesto en entredicho. Los ciudadanos comenzaron a observar con mayor detenimiento el rol de los medios y de los periodistas que pasaron a ser objeto de cuestionamientos o de aceptaciones en función de lo que expresan cada uno.
Los términos "monopolio", "oligopolio", "medios hegemónicos" comenzaron a ser términos corrientes. Se inició una etapa en la que los medios con posición dominante fueron puestos bajo la lupa.
Los grupos concentrados, aquéllos que dominaron durante décadas la agenda pública, imponiendo los temas a partir de una hegemonía conseguida mediante actos de connivencia con la última dictadura cívico militar o con gobiernos democráticos permeables a sus demandas, están siendo sometidos al escrutinio público.
Nadie duda hoy que el Grupo Clarín, con sus 240 señales, sus múltiples negocios en el sector de la comunicación, su alianza con el diario "La Nación" en Expoagro constituye el mayor conglomerado mediático. Opera como una verdadera oposición al gobierno nacional y popular a partir de la mentira, la manipulación informativa, el ocultamiento de la noticia, las operaciones de prensa y todos aquellos artilugios a los que pueda apelar para entorpecer, menoscabar este proyecto.
Fue este Grupo el que más cautelares presentó para impedir la plena aplicación de aquella ley aunque ahora la Corte Suprema estableció que el próximo 7 de diciembre vence el plazo para que todos aquellos que posean más señales que las permitidas se adecuen a lo establecido por el artículo 161 y que volvió a pronunciarse en tal sentido ante una nueva presentación del grupo que pretendía ampliar la vigencia de la cautelar que lo beneficia.
Por cierto, ese Grupo --acostumbrado a imponer sus condiciones a gobiernos timoratos-- no concibe que deba ajustarse a la legislación vigente, desdeña el respeto a la ley que, como en este caso, fue votada por el Congreso con importantes mayorías.
Fue este gobierno el que puso blanco sobre negro de que modo algunos medios favorecieron el silencio que los militares genocidas impusieron durante aquel período. Fueron funcionales a la estrategia de los represores para ocultar las atrocidades que se cometían. Por cierto, tal silencio tuvo recompensa: la empresa Papel Prensa que fue arrebatada al grupo Graiver en la mesa de torturas. En esta connivencia no sólo estuvo "Clarín" sino también "La Nación" y "La Razón" empresas que siempre creyeron que quienes controlaban el papel controlaban a la prensa. En ese marco fue que impusieron reglas de juego abusivas en cuanto a la producción, distribución y precio de ese insumo crítico.
Ahora la actividad fue declarada por ley de "utilidad pública" por decisión de este gobierno. Se terminó esa concepción del "patrón de estancia", de contar con un insumo que les permitía borrar, cuando se lo propusieran, a cualquier competencia que les pudiera hacer sombra.
Pero los medios, sean electrónicos o gráficos, están hechos por personas que, por cierto, no son neutras en cuanto a lo que dicen o escriben, sea porque se lo impone la línea editorial del medio en que se desempeñan o por propia convicción personal.
Los periodistas --que de ellos se trata-- asumimos durante mucho tiempo que su actividad estaba exenta de cualquier comentario, sea crítico o benévolo. Cuando su trabajo comenzó a ser evaluado, a ser puesto en tela de juicio, muchos de ellos, autoproclamados "independientes" pusieron el grito en el cielo. Reclamaron que no se los hostigara, que no se les impìdiera decir lo que quisieran y llegaron al colmo de afirmar que estaba en riesgo la libertad de expresión. Esta forma de victimizarse se correspondió con un feroz ataque al gobierno a través de tapas, notas, editoriales y comentarios en TV y radio que apuntaron a generar un clima destituyente que tuvo su punto más alto durante el conflicto por la resolución 125 en 2008 y se reprodujo luego de la derrota electoral del FpV en la provincia de Buenos Aires al año siguiente.
Ese clima intentó ser reproducido en la marcha de los caceroleros, en el intento sedicioso de prefectos y gendarmes y en el "paro piquetero" convocados por gremios opositores al gobierno.
Ante este grupo de empeñosos muchachos de la comunicación, fieles en representar los intereses de sus patrones, están quienes asumen ser periodistas militantes, comprometidos muchos de ellos, con esta causa nacional y popular.
Fueron tratados de "mercenarios", "pagados por los K", "corruptos", incapaces de un pensamiento crítico, como si los otros lo tuvieran.
Fueron escarnecidos, injuriados sencillamente por pensar distinto, por acordar con este modelo y expresarlo con total libertad del mismo modo que aquéllos desacreditan la obra del gobierno o agreden con comentarios incalificables a la presidenta.
El grupo Clarín hasta llegó a pedir prisión para periodistas y funcionarios que solo dijeron lo que pensaban que, evidentemente, no era lo que esa corporación deseaba que dijeran.
Quien esto escribe no es neutro; defiende este modelo transformador. Por eso me parece interesante considerar de que modo los periodistas --en una enorme mayoría-- expresan su ideología, sus adhesiones políticas según el medio en el que se desempeñen.
Un poco de historia
Hagamos un poco de historia. En la década del `40 los matutinos "La Prensa", "La Nación" y "El Mundo" y los vespertinos "La Razón", "Crítica" y "Noticias Gráficas" eran hostiles al gobierno del general Farrell y del entonces coronel Juan Perón.
Ninguno de esos diarios pudo advertir el cambio que se avecinaba e incluso trataron con desdén, con desprecio oligárquico la jornada del 17 de octubre de 1945.
En cambio "La Epoca" llamó al pueblo a ir a la plaza de Mayo a pedir por la inmediata liberación de Perón.
A su vez, "Democracia" o "Tribuna" eran de los pocos medios que se oponían a la Unión Democrática ese contubernio de radicales, socialistas y comunistas prohijados por el embajador de EE.UU. de entonces, Spruille Braden.
Perón, en el `46 cuando asumió la presidencia contaba con "La Epoca" como uníco diario claramente oficialista. Cuando fue derrocado el gobierno justicialista manejaba una cadena que integraban "La Razón", "Democracia", "El Laborista", "La Epoca" y "Noticias Gráficas", además de cinco diarios del interior.
Otros medios adeptos que no integraban esa cadena eran los de la Editorial Haynes ("El Mundo" y numerosas revistas), "Crítica" y "El Líder".
Perón dijo que "la prensa al servicio de intereses mezquinos es socialmente injusta, vulnera la independencia económica y coarta la soberanía política. En 1955 cuando teníamos todos los medios a nuestros favor los militares nos sacaron a puntapiés. Y en 1973, con todos los medios en contra, volvimos y ganamos las elecciones". Confesión del líder justicialista sobre que no es bueno que un gobierno tenga una prensa absolutamente adicta?
Un párrafo aparte merece el caso del diario "La Prensa" que calificaba a Perón, durante la campaña electoral, como "el candidato no democrático". Por cierto, dio su entusiasta apoyo a la Unión Democrática. Este diario y "La Nación", antes de las elecciones de febrero del ´46, le dieron un 90% a la información de la UD y el resto a la del peronismo.
Ya había aparecido "Clarín" fundado por Roberto Noble.
La expropiación de "La Prensa"
El 12 de octubre de 1951, durante el primer gobierno peronista, el Congreso que tenía mayoría del oficialismo, aprobó la expropiación de "La Prensa" que pasó a ser manejada por la CGT luego de un conflicto gremial.
Sobre este matutino hay un libro editado por el Sindicato de Luz y Fuerza de la Capital Federal que se titula "Cien años contra el país" y que define la posición ideológica del diario de los Paz.
Estuvo en contra de Hipólito Yrigoyen y a favor de Alvear, promovió la restauración oligárquica y se solazó con la década infame en la cual fue protagonista esencial. Se congratuló que la Argentina se convirtiera en una colonia británica, ignoró el 17 de octubre, ayudó a articular la UD y acompañó todos los golpes militares.
Decíamos que en 1951 el diario pasó a manos de la CGT. Quien fue el miembro informante en la sesión en que se dispuso expropiar el matutino? El diputado John William Cooke. Conviene repasar algunos tramos de su memorable discurso. Decía Cooke que "nosotros estamos contra "La Prensa" porque creemos que diarios de esa clase son los que han minado las bases de la nacionalidad; creemos que "La Prensa" es uno de los obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que han impedido o demorado todas las posibilidades de reivindicaciones proletarias en Latinoamérica".
"Nosotros --continuaba Cooke-- estamos con los obreros y estamos contra "La Prensa" porque "La Prensa", por supuesto, siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros".
Denunciaba que en países del continente y en Europa se hubieran levantado voces "de protesta contra el llamado "atropello contra "La Prensa".
"No se puede confundir prensa libre con la empresa periodística que persigue un negocio (...) Es evidente que estas empresas comerciales podrán, inclusive, tener una orientación determinada pero que su fin primordial es el fin de todas las empresas capitalistas: el beneficio que obtengan sus capitales, impidiendo en lo posible la actividad gremial" y citaba a Yrigoyen que esto decía sobre ese tipo de periodismo: "Los pueblos siguen afrontando la lucha contra el vicio y la impudicia triunfantes, sin contar ni siquiera con una prensa nacional que levante su mente y juzgue los sucesos en su verdadero significado".
Cualquier semejanza con medios de la actualidad es pura coincidencia.
Por supuesto, la llamada revolución libertadora restituyó el diario a sus antiguos propietarios como no podía ser de otro modo.
De la década del '60 para acá
A mediados de 1966 fue derrocado el gobierno del ex presidente radical Arturo Illia que había triunfado en las elecciones del ´63 de las que el peronismo no pudo participar por estar proscripto.
Entre el 9 y el 20 de junio de aquel año, "Le Monde", "The Times", "La Prensa", "El Correo de Lima" y "Newsweek" coincidían en que la crisis del gobierno "era terminal".
"El gral. Onganía será presidente de la Nación" titulaba a todo el ancho de su portada el diario "La Razón".
En 1968 sale a la calle el diario de la CGT de los Argentinos en donde escribían, entre otros, Rodolfo Walsh y Horacio Verbitzky cuya impronta era la defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores.
Dos años despues, aparece "Correo de la Tarde" que dirigía el ex ministro de Bienestar Social de la dictadura, Francisco Manrique.
En 1971, "El Cronista Comercial" se transforma en un diario general y pasa a llamarse "El Cronista" que dirige Rafael Perrotta desaparecido en 1977.
En el ´71 se comienza a editar "La Opinión" de Jacobo Timerman que produjo un fuerte sacudón en el mercado editorial argentino por la consistencia de sus artículos y la prolijidad con que eran encarados los temas en debate.
En "Clarín", mientras tanto, moría su fundador en el ´69 haciéndose cargo de la dirección del matutino su esposa, Ernestina Herrera acentuándose sus vínculos con el desarrollismo. Asume Oscar Camilión como jefe de Redacción y se suman otros dirigentes partidarios como Octavio Frigerio y Carlos Zaffore. También se suman en funciones aún no expectables tres personas que hoy tienen cargos de relevancia: Héctor Magnetto, José Aranda y Pagliarlo.
Por entonces, el diario "Mayoría", claramente alineado con el peronismo, era uno de los pocos medios que comulgaba con ese ideario.
En el ´73, el Partido Revolucionario de los Trabajadores compra la marca "El Mundo" y edita un diario que reflejó el pensamiento político de esa agrupación aunque su presencia fue efímera ya que debió cerrar al año siguiente.
En ese año, Montoneros saca "Noticias" que tenía la particularidad de ilustrar su tapa con fotos que eran verdaderos editoriales. Apareció en noviembre del ´73 pero fue clausurado en agosto del año siguiente.
También hay que recordar la existencia de las revistas "El Descamisado" de la organización Montoneros y "El Caudillo" que editaba Felipe Romeo y que expresaba a la derecha más recalcitrante del peronismo. Una de sus tapas más emblemáticas fue aquella que decía que "El mejor enemigo es el enemigo muerto". Fue un pasquín que marcó a muchos compañeros que luego fueron masacrados por la Triple A.
En plena dictadura cívico militar, el genocida Emilio Massera publica el diario "Convicción" que intentó constituirse en plataforma de sus sueños de ser presidente con el apoyo de un sector del peronismo.
En 1982 se publica "La Voz" que edita Intransigencia Peronista de Vicente Saadi y ese mismo año sale "Tiempo Argentino" dirigido por Raúl Burzaco este ligado a la Junta Coordinadora de la UCR. El primero cerró en el ´84 y el segundo en setiembre del ´86.
Una digresión: recordemos de que modo la prensa en general manipuló la información vinculada con la guerra de Malvinas del mismo modo en que fue abonando el terreno para convencernos en el ´76 que el derrocamiento del gobierno peronista era un hecho irreversible.
Acaso suponemos que quienes dirigían o trabajaban en esos medios tenían posiciones neutras, eran asépticos respecto de la realidad que los circundaba? Trabajar en "Mayoría" o en "Convicción" no suponía cierta adhesión a una determinada línea editorial emparentada, en el primer caso con el peronismo y en el segundo con un genocida?
Podemos ser tan ingenuos como para suponer que los medios son simplemente instrumentos de la comunicación sin ninguna ligazón con intereses que, incluso, están por fuera de los estrictamente editoriales?
Hoy confrontan esas posiciones antagónicas: quienes presumen de "independientes" (habría que preguntar respecto de qué o de quiénes son independientes) y quienes creen en un periodismo militante, comprometido, que asume riesgos.
Más de un centenar de trabajadores de prensa están muertos o desaparecidos precisamente por su militancia en los medios en los que se desempeñaban. No fueron simples espectadores en una determinada coyuntura sino que fueron protagonistas insoslayables de una época terrible.
Walsh es el más vívido ejemplo de la militancia en periodismo. Su Carta Abierta a la Junta Militar que publicó en el ´77 año en que fue asesinado en una emboscada de la Marina, constituye una pieza genial, imperecedera de quien asumió la profesión como un acto de servicio a la verdad y la ética sin las cuales el ejercicio del periodismo pierde su esencia.
GB
LA NACION, CLARIN, SOCIOS, POR RICARDO FORSTER.
Los socios: medios y política
Por Ricardo Forster
Historia. Un pasado en común. Los dueños de La Nación, Bartolomé Mitre, y Clarín, Ernestina Herrera de Noble, con el dictador Jorge Videla.
Los editoriales de La Nación suelen ser piezas antológicas, retratos fieles de una manera de ver el mundo y de constituirse en articuladores de un
pensamiento de derecha. Sus intervenciones cotidianas recorren casi todos los puntos principales de la vida nacional y lo hacen sin eludir posicionamientos directos y sin utilizar la práctica del eufemismo o del ocultamiento travistiéndose, como suele hacer su socio y alter ego –Clarín– en el interior de retóricas y de ropajes que apelan a su condición de “nacional y popular” cuando no expresan otra cosa que sus propios intereses asociados, en general, con el de las grandes corporaciones y el capital transnacional.
Nada de eso. La Nación no necesita sobreactuar ni maquillarse a la hora de hacerse cargo de su historia. Ella está ahí asumiendo, desde su origen decimonónico, la esencia de su identidad político-ideológica que lo ha llevado desde la exaltación de la “república oligárquica” al apoyo franco y decidido de cuanto golpe de Estado asoló estas geografías siempre en nombre de la defensa “de las libertades públicas y de la virtud republicana amenazada por las diversas expresiones del populismo y la subversión”.
La Nación nunca ocultó su pertenencia, sus lealtades y sus odios viscerales. Sus editoriales (acompañados casi siempre por las plumas de sus principales escribas caracterizados con la incondicional e impúdica definición de “periodistas independientes”) se han detenido con énfasis a reivindicar esa larga línea que viene de lejos y que siempre lo ha colocado en el bando de los poderosos, un bando que ha sabido nutrirse de sus reflexiones y de sus exigencias sabiendo, como siempre lo supo el poder económico, que para desplegarse en el tiempo es absolutamente indispensable tener un amplio dominio de los medios de comunicación y, sobre todo, de la “opinión pública”.
Como sostiene Marilena Chauí, filósofa brasileña y aguda analista de la actualidad política latinoamericana, lo que nunca dicen los grandes grupos mediáticos es que “ellos son la opinión pública”. La difuminación de la frontera entre La Nación y sus lectores, el proceso de identificación imprescindible, constituye un logro, no menor ni subestimable, en la configuración de una empresa comunicacional cuya razón de existir conlleva la combinación de negocio e ideología.
Clarín se ha movido, ya lo veremos, por otros andariveles; ha buscado nutrirse más que de sofisticadas tradiciones políticas o culturales, de esas que el diario mitrista siempre ha encontrado en los padres fundadores de la república conservadora, de la construcción de una suerte de empatía entre el diario y sus lectores. No es poca cosa erigirse en el representante del “sentido común” argentino. De ahí, también, las dificultades de enfrentarse con una máquina periodística tan enlazada con nuestra cotidianidad. Romper las inercias de larga duración, quebrarle el espinazo a lo archiconocido y a los rituales de todos los días es, tal vez, lo más difícil en los tiempos atravesados por la necesidad de cambios radicales.
La Nación atrae a una cierta clase media con aspiraciones miméticas que la llevan al deseo de parecerse a las clases altas que le han dado, a la más que centenaria tribuna de opinión, su alcurnia y su genealogía aristocrática dominada por el imaginario petulante de las “buenas familias patricias”.
Leer La Nación sentado a una mesa de café en Barrio Norte es lo más parecido a esa pertenencia tan deseada y añorada que nos remite a la verdadera patria. Clarín, en cambio, le recuerda a su lector que él es fiel al mundo plebeyo de los recién llegados, los más viejos, los comerciantes, los empleados y los afincados en barrios de antigua prosapia clasemediera como Caballito, Flores o Almagro. En nuestra historia algunas veces los lectores de ambos diarios se encuentran en la misma vereda. Lo que no saben los lectores de Clarín es que cuando eso ocurre bajo el imperio de la hegemonía de los cultores de la ideología liberal-conservadora, quienes acaban pagando el precio son los sectores populares y, muchas veces, las propias clases medias.
La Nación ha sido, y lo sigue siendo sin desmayos, el ámbito más refinado, cuando de medios se trata, que la derecha argentina ha encontrado para reproducir “opinión pública” en la perspectiva de la matriz ideológica indispensable que necesita el poder para sostener su dominación. Clarín, menos “ideologizado”, se ha ocupado de otro núcleo fundamental de la vida social: “el sentido común”, ese ámbito en el que se reproducen las formas de la conciencia y se definen los prejuicios que le dan forma a una sociedad. La Nación es “tribuna de doctrina”, maquina-ideológica que nunca ha eludido poner en evidencia su genealogía liberal-conservadora (a veces más liberal, bajo la forma del laicismo positivista de una parte de la generación del 80 y de la impronta de su fundador –Bartolomé Mitre– y, últimamente, más conservadora católica bajo la influencia del Opus Dei, sin que entre ambas haya habido jamás contradicción ni diferencia a la hora de posicionarse contra los intentos de ampliar la democracia y la distribución de la riqueza. Ante la defensa cerrada del golpismo y de sus metamorfosis ambas tendencias se han correspondido sin solución de continuidad siempre bajo la lógica de la defensa de los “intereses de la república”.
La Nación ha sabido expresar, sin fisuras, la trágica asociación que se dio, a lo largo de nuestra historia, entre liberalismo, república oligárquica –hasta 1916– y complicidad golpista –con sus matices– desde el ’30 en adelante. Nunca dejó de ahorrar diatribas contra los intentos democráticos populares por revertir el sesgo de la dominación). Lo que también puso de manifiesto la historia del liberalismo en nuestro país ha sido la reducción del concepto de “libertad” a su dimensión patrimonialista, siendo La Nación su defensor a ultranza.
En las manifestaciones de septiembre y noviembre, cuando amplios sectores de clase media salieron a cacerolear contra el Gobierno, lo que también se puso en juego fue, precisamente, los alcances y los límites de ese concepto que guarda en su interior significaciones muy distintas y con alcances bien diferenciados. Pero lo cierto es que les cupo un más que significativo papel a ambos periódicos opositores en la captura del imaginario que proyectado desde la mirada de una franja muy grande de la clase media la condujo a reivindicar la falta de libertad y el autoritarismo del Gobierno. Con prolijidad, los ideólogos de la derecha se han dedicado a establecer un vínculo indisoluble entre liberalismo y democracia contraponiéndolo al establecido entre demagogia populista y autoritarismo. La tarea de un pensamiento crítico y emancipador es la de romper ese ilusionismo y esa falsa genealogía sin dejar en el costado una categoría tan cara a la vida social como lo es la libertad. Dejársela a la derecha y a sus órganos mediáticos constituye un grave error.
Clarín, más autorreferencial a la hora de defender sus intereses, ha funcionado de una manera más cruda y elemental moviéndose en una zona de ambigüedades y penumbras que le ha permitido, a lo largo del tiempo, ofrecerse como el más genuino exponente de ese “sentido común” argentino siempre capaz de borrar las huellas de sus complicidades y de sus responsabilidades mostrándose, bajo la máscara de la pureza y la ingenuidad, como el reservorio de un cierto “ser nacional” que ha sabido perdurar en el tiempo eludiendo las calificaciones ideológicas (la única que le cupo durante sus primeras décadas era aquella de “desarrollista” mientras estuvo bajo la influencia de Rogelio Frigerio).
Hace tiempo que Magnetto y sus socios se han desprendido de esas extravagancias anacrónicas para elegir el camino del más absoluto pragmatismo a la hora de sostener y defender sus intereses corporativos. De todos modos, la estrategia del diario fundado por Roberto Noble ha sido confundir su historia y sus objetivos con los del sentir arquetípico del argentino medio. Por eso resulta más fácil describir la matriz ideológica que subyace a la empresa de los Mitre, arraigada profunda y decisivamente en los sectores tradicionalistas y reaccionarios y fiel reflejo de las clases altas, que las laberínticas piruetas de Clarín capaces de camuflarse y de utilizar los recursos simbólicos del campo popular.
La Nación hace las veces de “viejo rico” o de aristócrata en decadencia, de aquel que mira con cierto desgano y rechazo a su socio advenedizo, a ese “nuevo rico” –Clarín– que no puede ocultar su inclinación lujuriosa por la riqueza y el poder. La Nación, mientras pudo, intentó ser más elegante y menos economicista. Su sofisticación se acabó, sin embargo, a la hora de lanzar toda su artillería contra quienes, a lo largo de la historia nacional, intentaron cuestionar el poder de la oligarquía (y de sus metamorfosis –cuando la antigua denominación perdió refinamiento académico y obligó a buscar nuevos nombres– que siguieron sosteniendo su derecho “divino” a ejercer su hegemonía sobre las multitudes advenedizas).
Clarín simplemente se dedicó a mostrar, cuando ya no le quedó otra alternativa, su rostro verdadero: esa indeclinable búsqueda del poder y de los privilegios que emanan de él bajo la forma de un capitalismo salvaje capaz de depredar hasta sus normas más elementales a la hora de defender el bruto interés económico (su astucia fue, en los noventa, aprovechar la discrecionalidad neoliberal, esa que le permitió concentrar medios y privilegios, al mismo tiempo que “criticaba” el lado frívolo del menemismo y condicionaba la vida democrática desde el poder de fuego de sus tapas incendiarias). La Nación, bajo la forma de la falsedad de un seudo virtuosismo republicano, quiso seguir funcionando como el custodio ideológico-cultural de una clase social cada vez menos refinada y cada vez más salvaje en sus aspiraciones rentabilísticas.
Una nostalgia apolillada por aquella generación del 80, todavía preocupada por echar las bases de un país endeble e inestable y por destacar sus merecimientos civilizatorios, que lo lleva, al diario del viejo Mitre, a propinarnos editoriales inundados de un republicanismo lacrimógeno y, claro, profundamente viciado y mentiroso. Un republicanismo que no va más allá de la defensa de los intereses de las corporaciones económicas y que desearía también extenderse a la reivindicación y el salvataje de los golpistas de antaño. Cada vez que se le presenta la ocasión regresa sobre la “injusticia” que pesa sobre Videla y sus secuaces (claro que lo hace bajo el “desvío” de la historia completa y de la reconciliación de la que tanto suele hablar la Iglesia Católica). Pero también un seudo republicanismo que no duda en ponerse del lado de los fondos buitre y de un ignominioso fallo de un juez neoyorquino a la hora de mostrar qué intereses defiende.
Para sus editorialistas lo que siempre debe prevalecer es, incluso contra los intereses nacionales, el sacrosanto derecho de propiedad. Ciego de ira ante las decisiones de un gobierno antagónico a sus ideologemas no duda en ponerse del lado de quienes, si lograsen imponer sus condiciones, llevarían al país a la quiebra. Antes que el derecho de las mayorías a vivir una vida digna y a escapar de la trampa del endeudamiento, lo que le importa es el sostenimiento del privilegio de unos pocos especuladores (sean esos pocos argentinos o extranjeros). Sin fisuras y sin equívocos, el diario de los Mitre ha defendido siempre a los poderosos. Su ideario se confunde con el largo camino que va de la república oligárquica a la patria financiera pasando, cuando fue necesario, por el apoyo a las distintas dictaduras.
Clarín intentó, durante décadas, sustraerse a esa identificación inmediata y elocuente allí, incluso, cuando en sociedad con La Nación se quedó con “la libertad de expresión” al recibir, con inmenso beneplácito, el “regalo” que la dictadura videlista les hizo cuando le arrancó Papel Prensa a la familia Graiver y se la entregó graciosamente a Bartolomé Mitre y a Ernestina Herrera de Noble.
Hoy, cuando tantas cosas están en disputa y tantas otras han quedado expuestas a la luz pública, las dos máquinas-mediáticas funcionan entrelazadamente, como también lo hicieron en esos años de horror y muerte que cayeron bajo el eufemismo de “los años de plomo” como los bautizó metafóricamente Joaquín Morales Sola –columnista editorialista de Clarín durante la dictadura– y, ahora, columnista estrella de La Nación y, como para no perder las viejas lealtades, periodista con programa propio en TN –y auspiciado por anunciadores de aquellos a los que, como nos enseñó Bernardo Neustadt, decano del periodismo independiente, “les interesa el país”–.
Su nombre representa, sin dudas, la profunda alquimia de estos dos medios que han sabido disciplinar la vida política argentina hasta el día que se encontraron con un extraño matrimonio venido del sur patagónico que, para sorpresa de los dueños del poder, comenzaron a cuestionar las hegemonías tradicionales y a romper el abrazo de oso de la corporación mediática.
Revista Veintitrés
GB
Por Ricardo Forster
Historia. Un pasado en común. Los dueños de La Nación, Bartolomé Mitre, y Clarín, Ernestina Herrera de Noble, con el dictador Jorge Videla.
Los editoriales de La Nación suelen ser piezas antológicas, retratos fieles de una manera de ver el mundo y de constituirse en articuladores de un
pensamiento de derecha. Sus intervenciones cotidianas recorren casi todos los puntos principales de la vida nacional y lo hacen sin eludir posicionamientos directos y sin utilizar la práctica del eufemismo o del ocultamiento travistiéndose, como suele hacer su socio y alter ego –Clarín– en el interior de retóricas y de ropajes que apelan a su condición de “nacional y popular” cuando no expresan otra cosa que sus propios intereses asociados, en general, con el de las grandes corporaciones y el capital transnacional.
Nada de eso. La Nación no necesita sobreactuar ni maquillarse a la hora de hacerse cargo de su historia. Ella está ahí asumiendo, desde su origen decimonónico, la esencia de su identidad político-ideológica que lo ha llevado desde la exaltación de la “república oligárquica” al apoyo franco y decidido de cuanto golpe de Estado asoló estas geografías siempre en nombre de la defensa “de las libertades públicas y de la virtud republicana amenazada por las diversas expresiones del populismo y la subversión”.
La Nación nunca ocultó su pertenencia, sus lealtades y sus odios viscerales. Sus editoriales (acompañados casi siempre por las plumas de sus principales escribas caracterizados con la incondicional e impúdica definición de “periodistas independientes”) se han detenido con énfasis a reivindicar esa larga línea que viene de lejos y que siempre lo ha colocado en el bando de los poderosos, un bando que ha sabido nutrirse de sus reflexiones y de sus exigencias sabiendo, como siempre lo supo el poder económico, que para desplegarse en el tiempo es absolutamente indispensable tener un amplio dominio de los medios de comunicación y, sobre todo, de la “opinión pública”.
Como sostiene Marilena Chauí, filósofa brasileña y aguda analista de la actualidad política latinoamericana, lo que nunca dicen los grandes grupos mediáticos es que “ellos son la opinión pública”. La difuminación de la frontera entre La Nación y sus lectores, el proceso de identificación imprescindible, constituye un logro, no menor ni subestimable, en la configuración de una empresa comunicacional cuya razón de existir conlleva la combinación de negocio e ideología.
Clarín se ha movido, ya lo veremos, por otros andariveles; ha buscado nutrirse más que de sofisticadas tradiciones políticas o culturales, de esas que el diario mitrista siempre ha encontrado en los padres fundadores de la república conservadora, de la construcción de una suerte de empatía entre el diario y sus lectores. No es poca cosa erigirse en el representante del “sentido común” argentino. De ahí, también, las dificultades de enfrentarse con una máquina periodística tan enlazada con nuestra cotidianidad. Romper las inercias de larga duración, quebrarle el espinazo a lo archiconocido y a los rituales de todos los días es, tal vez, lo más difícil en los tiempos atravesados por la necesidad de cambios radicales.
La Nación atrae a una cierta clase media con aspiraciones miméticas que la llevan al deseo de parecerse a las clases altas que le han dado, a la más que centenaria tribuna de opinión, su alcurnia y su genealogía aristocrática dominada por el imaginario petulante de las “buenas familias patricias”.
Leer La Nación sentado a una mesa de café en Barrio Norte es lo más parecido a esa pertenencia tan deseada y añorada que nos remite a la verdadera patria. Clarín, en cambio, le recuerda a su lector que él es fiel al mundo plebeyo de los recién llegados, los más viejos, los comerciantes, los empleados y los afincados en barrios de antigua prosapia clasemediera como Caballito, Flores o Almagro. En nuestra historia algunas veces los lectores de ambos diarios se encuentran en la misma vereda. Lo que no saben los lectores de Clarín es que cuando eso ocurre bajo el imperio de la hegemonía de los cultores de la ideología liberal-conservadora, quienes acaban pagando el precio son los sectores populares y, muchas veces, las propias clases medias.
La Nación ha sido, y lo sigue siendo sin desmayos, el ámbito más refinado, cuando de medios se trata, que la derecha argentina ha encontrado para reproducir “opinión pública” en la perspectiva de la matriz ideológica indispensable que necesita el poder para sostener su dominación. Clarín, menos “ideologizado”, se ha ocupado de otro núcleo fundamental de la vida social: “el sentido común”, ese ámbito en el que se reproducen las formas de la conciencia y se definen los prejuicios que le dan forma a una sociedad. La Nación es “tribuna de doctrina”, maquina-ideológica que nunca ha eludido poner en evidencia su genealogía liberal-conservadora (a veces más liberal, bajo la forma del laicismo positivista de una parte de la generación del 80 y de la impronta de su fundador –Bartolomé Mitre– y, últimamente, más conservadora católica bajo la influencia del Opus Dei, sin que entre ambas haya habido jamás contradicción ni diferencia a la hora de posicionarse contra los intentos de ampliar la democracia y la distribución de la riqueza. Ante la defensa cerrada del golpismo y de sus metamorfosis ambas tendencias se han correspondido sin solución de continuidad siempre bajo la lógica de la defensa de los “intereses de la república”.
La Nación ha sabido expresar, sin fisuras, la trágica asociación que se dio, a lo largo de nuestra historia, entre liberalismo, república oligárquica –hasta 1916– y complicidad golpista –con sus matices– desde el ’30 en adelante. Nunca dejó de ahorrar diatribas contra los intentos democráticos populares por revertir el sesgo de la dominación). Lo que también puso de manifiesto la historia del liberalismo en nuestro país ha sido la reducción del concepto de “libertad” a su dimensión patrimonialista, siendo La Nación su defensor a ultranza.
En las manifestaciones de septiembre y noviembre, cuando amplios sectores de clase media salieron a cacerolear contra el Gobierno, lo que también se puso en juego fue, precisamente, los alcances y los límites de ese concepto que guarda en su interior significaciones muy distintas y con alcances bien diferenciados. Pero lo cierto es que les cupo un más que significativo papel a ambos periódicos opositores en la captura del imaginario que proyectado desde la mirada de una franja muy grande de la clase media la condujo a reivindicar la falta de libertad y el autoritarismo del Gobierno. Con prolijidad, los ideólogos de la derecha se han dedicado a establecer un vínculo indisoluble entre liberalismo y democracia contraponiéndolo al establecido entre demagogia populista y autoritarismo. La tarea de un pensamiento crítico y emancipador es la de romper ese ilusionismo y esa falsa genealogía sin dejar en el costado una categoría tan cara a la vida social como lo es la libertad. Dejársela a la derecha y a sus órganos mediáticos constituye un grave error.
Clarín, más autorreferencial a la hora de defender sus intereses, ha funcionado de una manera más cruda y elemental moviéndose en una zona de ambigüedades y penumbras que le ha permitido, a lo largo del tiempo, ofrecerse como el más genuino exponente de ese “sentido común” argentino siempre capaz de borrar las huellas de sus complicidades y de sus responsabilidades mostrándose, bajo la máscara de la pureza y la ingenuidad, como el reservorio de un cierto “ser nacional” que ha sabido perdurar en el tiempo eludiendo las calificaciones ideológicas (la única que le cupo durante sus primeras décadas era aquella de “desarrollista” mientras estuvo bajo la influencia de Rogelio Frigerio).
Hace tiempo que Magnetto y sus socios se han desprendido de esas extravagancias anacrónicas para elegir el camino del más absoluto pragmatismo a la hora de sostener y defender sus intereses corporativos. De todos modos, la estrategia del diario fundado por Roberto Noble ha sido confundir su historia y sus objetivos con los del sentir arquetípico del argentino medio. Por eso resulta más fácil describir la matriz ideológica que subyace a la empresa de los Mitre, arraigada profunda y decisivamente en los sectores tradicionalistas y reaccionarios y fiel reflejo de las clases altas, que las laberínticas piruetas de Clarín capaces de camuflarse y de utilizar los recursos simbólicos del campo popular.
La Nación hace las veces de “viejo rico” o de aristócrata en decadencia, de aquel que mira con cierto desgano y rechazo a su socio advenedizo, a ese “nuevo rico” –Clarín– que no puede ocultar su inclinación lujuriosa por la riqueza y el poder. La Nación, mientras pudo, intentó ser más elegante y menos economicista. Su sofisticación se acabó, sin embargo, a la hora de lanzar toda su artillería contra quienes, a lo largo de la historia nacional, intentaron cuestionar el poder de la oligarquía (y de sus metamorfosis –cuando la antigua denominación perdió refinamiento académico y obligó a buscar nuevos nombres– que siguieron sosteniendo su derecho “divino” a ejercer su hegemonía sobre las multitudes advenedizas).
Clarín simplemente se dedicó a mostrar, cuando ya no le quedó otra alternativa, su rostro verdadero: esa indeclinable búsqueda del poder y de los privilegios que emanan de él bajo la forma de un capitalismo salvaje capaz de depredar hasta sus normas más elementales a la hora de defender el bruto interés económico (su astucia fue, en los noventa, aprovechar la discrecionalidad neoliberal, esa que le permitió concentrar medios y privilegios, al mismo tiempo que “criticaba” el lado frívolo del menemismo y condicionaba la vida democrática desde el poder de fuego de sus tapas incendiarias). La Nación, bajo la forma de la falsedad de un seudo virtuosismo republicano, quiso seguir funcionando como el custodio ideológico-cultural de una clase social cada vez menos refinada y cada vez más salvaje en sus aspiraciones rentabilísticas.
Una nostalgia apolillada por aquella generación del 80, todavía preocupada por echar las bases de un país endeble e inestable y por destacar sus merecimientos civilizatorios, que lo lleva, al diario del viejo Mitre, a propinarnos editoriales inundados de un republicanismo lacrimógeno y, claro, profundamente viciado y mentiroso. Un republicanismo que no va más allá de la defensa de los intereses de las corporaciones económicas y que desearía también extenderse a la reivindicación y el salvataje de los golpistas de antaño. Cada vez que se le presenta la ocasión regresa sobre la “injusticia” que pesa sobre Videla y sus secuaces (claro que lo hace bajo el “desvío” de la historia completa y de la reconciliación de la que tanto suele hablar la Iglesia Católica). Pero también un seudo republicanismo que no duda en ponerse del lado de los fondos buitre y de un ignominioso fallo de un juez neoyorquino a la hora de mostrar qué intereses defiende.
Para sus editorialistas lo que siempre debe prevalecer es, incluso contra los intereses nacionales, el sacrosanto derecho de propiedad. Ciego de ira ante las decisiones de un gobierno antagónico a sus ideologemas no duda en ponerse del lado de quienes, si lograsen imponer sus condiciones, llevarían al país a la quiebra. Antes que el derecho de las mayorías a vivir una vida digna y a escapar de la trampa del endeudamiento, lo que le importa es el sostenimiento del privilegio de unos pocos especuladores (sean esos pocos argentinos o extranjeros). Sin fisuras y sin equívocos, el diario de los Mitre ha defendido siempre a los poderosos. Su ideario se confunde con el largo camino que va de la república oligárquica a la patria financiera pasando, cuando fue necesario, por el apoyo a las distintas dictaduras.
Clarín intentó, durante décadas, sustraerse a esa identificación inmediata y elocuente allí, incluso, cuando en sociedad con La Nación se quedó con “la libertad de expresión” al recibir, con inmenso beneplácito, el “regalo” que la dictadura videlista les hizo cuando le arrancó Papel Prensa a la familia Graiver y se la entregó graciosamente a Bartolomé Mitre y a Ernestina Herrera de Noble.
Hoy, cuando tantas cosas están en disputa y tantas otras han quedado expuestas a la luz pública, las dos máquinas-mediáticas funcionan entrelazadamente, como también lo hicieron en esos años de horror y muerte que cayeron bajo el eufemismo de “los años de plomo” como los bautizó metafóricamente Joaquín Morales Sola –columnista editorialista de Clarín durante la dictadura– y, ahora, columnista estrella de La Nación y, como para no perder las viejas lealtades, periodista con programa propio en TN –y auspiciado por anunciadores de aquellos a los que, como nos enseñó Bernardo Neustadt, decano del periodismo independiente, “les interesa el país”–.
Su nombre representa, sin dudas, la profunda alquimia de estos dos medios que han sabido disciplinar la vida política argentina hasta el día que se encontraron con un extraño matrimonio venido del sur patagónico que, para sorpresa de los dueños del poder, comenzaron a cuestionar las hegemonías tradicionales y a romper el abrazo de oso de la corporación mediática.
Revista Veintitrés
GB
LA DICTADURA Y LOS CAZAPERIODISTAS.
Los cazaperiodistas
Por Andrea Recúpero y Franco Mizrahi
Los abogados de Clarín pretendieron encarcelar y silenciar periodistas. Pero su foja de servicios es más frondosa: operaciones mediáticas, cámaras ocultas y presiones judiciales. Cómo opera el grupo de tareas legal del multimedios.
Non-fiction. Al igual que los Cazafantasmas, el equipo conducido por el estudio Sáenz Valiente & Abogados Asociados, que asesora legalmente al Grupo Clarín, salió a la caza de los periodistas que no comparten las visiones apocalípticas del multimedios. Debieron dar marcha atrás con la medida.
Mientras se acortan los plazos para la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el Grupo Clarín S.A. dejó en claro que lejos está de interesarse por la libertad de expresión y la pluralidad de voces, valores que se jacta representar: en una presentación inédita en la Argentina, los abogados que representan al multimedios denunciaron penalmente al director-fundador de Tiempo Argentino, Roberto Caballero; a la periodista de Página 12 y panelista de 6, 7, 8 Sandra Russo y al relator de Fútbol para Todos Javier Vicente por el simple hecho de pensar distinto. De acuerdo a la presentación judicial, se acusó a los periodistas de ser “instigadores y determinadores del delito de incitación a la violencia colectiva en perjuicio tanto del Grupo Clarín como de sus directivos en particular”. Un delito que tiene una pena de 3 a 6 años de prisión. No conformes, los letrados de la empresa de medios más poderosa de la Argentina consideraron que “los hechos denunciados podrían encuadrar en la figura de coacción agravada”, delito cuya pena oscila entre los 2 y los 4 años de cárcel. La noticia fue publicada el domingo por el diario Tiempo Argentino. Ningún medio de la empresa de Ernestina Herrera de Noble lo había difundido a pesar de que la denuncia penal (causa 12383/2012) había sido radicada el jueves 22 de noviembre en el Juzgado Federal 9, a cargo del magistrado Luis Rodríguez. Apenas 35 páginas bastaron para que el grupo dirigido por Héctor Magnetto expusiera sus verdaderos valores.
¿Pero quiénes fueron los letrados que pergeñaron y presentaron la demanda que atenta contra la libertad de pensamiento y la libertad de expresión? Se trata de las espadas judiciales que suele utilizar el grupo para realizar el trabajo más engorroso: José María Sáenz Valiente, abogado del Grupo Clarín S.A., y “sus letrados patrocinantes Hugo Wortman Jofré y Alejandro Pérez Chada” –según consta en la denuncia–.
Hugo Wortman Jofré compartía la entidad Poder Ciudadano con Luis Moreno Ocampo, a quien conocía del Juicio a las Juntas –donde colaboró con los fiscales cuando tenía apenas 19 años-. Muy lejos quedaron aquellos tiempos. Actualmente es el defensor de Mario Pontaquarto en el juicio por los sobornos en el Senado y es el letrado patrocinante de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto en la causa por la apropiación ilegal de Papel Prensa. Conocido como el operador de Clarín en Tribunales, una fuente judicial consultada por esta revista lo definió como “una persona que anda sinuosamente por todos lados. Por ejemplo, es quien aportó el know how de muchas de las cámaras ocultas que realizó el Grupo Clarín: en el programa Telenoche Investiga, él era quien asesoraba y manejaba todo. Antes de que saliera al aire, Wortman ya había hablado con el fiscal y con el juez, en forma ‘secreta’. Consolidado el frente jurídico, la cámara se difundía por la tevé”. La misma fuente recordó que Wortman Jofré solía ir a las reuniones con miembros del Poder Judicial acompañado por el sobrino de Magnetto, Pablo Casey.
Alejandro Pérez Chada, además de ser letrado de Clarín, es el abogado del procesado jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. “Hace penal hace muchísimos años –aseguró a Veintitrés una fuente que recorre Tribunales–. Tiene muchas vinculaciones con el poder. Tiene un perfil más independiente que el resto”.
José María Sáenz Valiente padre fue el apoderado del Grupo Clarín S.A. y junto a su hijo está vinculado a varias empresas relacionadas al multimedio. Por ejemplo, Sáenz Valiente hijo aparece como director suplente del grupo madre y comparte las firmas GC Domingo S.A. e Inversora HHM S.A. con nada más y nada menos que Héctor Magnetto. Además conforma el directorio de Carburando SAPICAFI; Mundo Show TV S.A.; Auto Sports S.A.; La Capital Cable S.A. y GC Minor S.A., entre otras tantas firmas. Los Sáenz Valiente –hasta el nieto, Ignacio José María, figura como directivo de Multicanal– aparecen a lo largo de los años en los negocios determinantes de Magnetto. Por caso, Sáenz Valiente hijo estuvo vinculado a Papel Prensa SAICF entre 1979 y 1982. Semejante confianza no es producto del azar.
Según se desprende de las afirmaciones del abogado Pablo Argibay Molina, el vínculo entre Magnetto y el estudio Sáenz Valiente proviene, como mínimo, desde la última dictadura militar. Argibay Molina afirmó ante Página 12, en julio de este año, que “Miguel Tobías Padilla (subsecretario de José Alfredo Martínez de Hoz durante la última dictadura militar) manejaba la información de todo lo que iba ocurriendo en la parte económica que bajaba de las Juntas (militares). Y fue el que manejó los tiempos del negocio (de Papel Prensa)”. Según este letrado, Tobías Padilla “estaba en el estudio Sáenz Valiente. (…) Era el abogado personal de Magnetto”. Es más, para Argibay Molina, fue Tobías Padilla quien relacionó al CEO de Clarín con el tema Papel Prensa y quien “manejó los tiempos del negocio”.
Se sabe, la confianza no tiene precio. Ante este escenario, no sorprende que los tres denunciantes de los periodistas aparezcan vinculados a otro caso paradigmático: la cámara oculta que le realizaron el 17 de febrero del 2011, en las oficinas del estudio Sáenz Valiente ubicadas en Puerto Madero, al delegado gremial de AGR Luis Siri, quien estaba negociando una indemnización con la patronal y continúa procesado por este hecho. Los protagonistas de aquella puesta en escena fueron el espía Gustavo Gabriel Slevin y los abogados Matías Fredriks –parte del bufete de abogado Sáenz Valiente y directivo de algunas firmas del grupo–, Wortman Jofré –especialista en cámaras ocultas– y Pérez Chada. Los dos últimos fueron quienes se presentaron como querellantes en representación de AGR-Clarín.
De acuerdo a estos tres abogados, Roberto Caballero –ex director de esta revista– merece ser detenido y privado de su libertad por la siguiente declaración que emitió en programa 6, 7, 8 el 4 de octubre pasado, en el marco del amotinamiento que realizaron gendarmes y prefectos: “¿Qué creo yo, digamos, de lo que está sucediendo? Obviamente esto es un intento de desestabilización. Cuando vos a la gente le mostrás por televisión que las fuerzas que están para ocuparse de la seguridad, de la tranquilidad y de la paz de los ciudadanos de un país, en realidad toman posturas o deciden situaciones que alteran esa paz, la gente se agarra la cabeza y dice: ‘¿En qué país estamos?’. Y, la verdad, me parece que esto forma parte de una estrategia de incendio en la calle, que tienen ciertos grupos concentrados, básicamente el Grupo Clarín, de aquí al 7 de diciembre, que obviamente conecta muy bien con la antipolítica, conecta muy bien con los sectores de derecha que hay en la sociedad argentina, un núcleo reaccionario muy duro de la sociedad argentina, pero también provoca, quizás, que vuelvan los peores fantasmas, ¿no? Cuando uno ve un uniforme haciendo lo que no es su función específica, a cualquier argentino se le eriza la piel…”.
Mientras que a Sandra Russo se la acusó porque “luego de los conocidos ‘cacerolazos’ del día 13 de septiembre de 2012, expuso en el programa televisivo 6, 7, 8 emitido por TV Pública, Canal 7, las siguientes expresiones: ‘Son las cacerolas de Clarín’ y agregó ‘en este núcleo de veneno, es difícil que pueda salir algo bueno’. Luego continuó diciendo ‘en los noventa hemos salido innumerables veces, pero en estas marchas hay veneno, y además si logran la destitución, ¿qué pasaría el día después?’”.
La afirmación de Javier Vicente que llevó a los letrados de Clarín a pedir encerrarlo en un calabozo fue: “Esto es Fútbol para Todos, para el parcial Estudiantes 0-Quilmes 0. Fútbol para Todos, el mejor antídoto a la cadena del miedo y del desánimo. Cadena con fecha de vencimiento, 7 de diciembre”.
La presentación judicial contra los periodistas –en la que también se apuntó contra funcionarios del Gobierno– fue un error de tal magnitud que obligó a los directores periodísticos del multimedios a disculparse públicamente. En su edición del 28 de noviembre, en la sección “Del editor al lector”, Ricardo Kirschbaum firma un editorial titulado “Una rectificación imprescindible”, en el que reconoce que “el Grupo Clarín nunca debió haber mencionado a periodistas en una denuncia penal” e informa que “se desistirá de que los seis periodistas (mencionados en la presentación judicial) siquiera sean citados como testigos”. Hasta la SIP y ADEPA se manifestaron en contra de la presentación judicial de su aliado estratégico, el Grupo Clarín. Y los abogados dijeron que sólo pidieron que se los citara como testigos. Es que hay fronteras infranqueables que 29 años de democracia demarcaron profundamente. Ejemplo de ello fue la manifestación de apoyo que recibieron los periodistas el lunes 26 de noviembre durante la conferencia de prensa que se realizó en las oficinas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), entidad que asumió su defensa legal.
Desde que comenzó su disputa con el gobierno nacional, el Grupo Clarín puso en juego su credibilidad y su elevado nivel de aceptación en diversas capas sociales en un intento por preservar sus intereses comerciales. De hecho, la denuncia penal del 22 de noviembre pasado no fue la primera iniciativa del multimedios que amenazó la libertad de expresión. El diario creado por Roberto Noble prohibió durante los últimos doce años la libertad sindical, derechos que los trabajadores del matutino reconquistaron el pasado 15 de noviembre, en una elección gremial histórica. A esto se suma su puja por impedir que los canales Paka Paka, CN23 e Incaa TV ingresen en la grilla de Cablevisión, a pesar de que el ex Comfer había ordenado su inclusión. La lista es más extensa e incluye la competencia desleal en la venta y distribución de papel para diarios a través del control de Papel Prensa y las denuncias de boicot contra señales de cable del interior del país, entre otros hechos de relevancia.
Es evidente que aunque el Grupo Clarín hace esfuerzos desmedidos por presentar su enfrentamiento con el Ejecutivo nacional sólo como una batalla cultural, apenas se corre el velo que cubre aquella premisa aparecen los intereses económicos de un monopolio dispuesto a todo con tal de no perder su posición hegemónica en el mercado de los medios de comunicación masiva. El 22 de noviembre pasado, la desmesura alcanzó su punto más álgido.
Revista Veintitrés
GB
Por Andrea Recúpero y Franco Mizrahi
Los abogados de Clarín pretendieron encarcelar y silenciar periodistas. Pero su foja de servicios es más frondosa: operaciones mediáticas, cámaras ocultas y presiones judiciales. Cómo opera el grupo de tareas legal del multimedios.
Non-fiction. Al igual que los Cazafantasmas, el equipo conducido por el estudio Sáenz Valiente & Abogados Asociados, que asesora legalmente al Grupo Clarín, salió a la caza de los periodistas que no comparten las visiones apocalípticas del multimedios. Debieron dar marcha atrás con la medida.
Mientras se acortan los plazos para la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el Grupo Clarín S.A. dejó en claro que lejos está de interesarse por la libertad de expresión y la pluralidad de voces, valores que se jacta representar: en una presentación inédita en la Argentina, los abogados que representan al multimedios denunciaron penalmente al director-fundador de Tiempo Argentino, Roberto Caballero; a la periodista de Página 12 y panelista de 6, 7, 8 Sandra Russo y al relator de Fútbol para Todos Javier Vicente por el simple hecho de pensar distinto. De acuerdo a la presentación judicial, se acusó a los periodistas de ser “instigadores y determinadores del delito de incitación a la violencia colectiva en perjuicio tanto del Grupo Clarín como de sus directivos en particular”. Un delito que tiene una pena de 3 a 6 años de prisión. No conformes, los letrados de la empresa de medios más poderosa de la Argentina consideraron que “los hechos denunciados podrían encuadrar en la figura de coacción agravada”, delito cuya pena oscila entre los 2 y los 4 años de cárcel. La noticia fue publicada el domingo por el diario Tiempo Argentino. Ningún medio de la empresa de Ernestina Herrera de Noble lo había difundido a pesar de que la denuncia penal (causa 12383/2012) había sido radicada el jueves 22 de noviembre en el Juzgado Federal 9, a cargo del magistrado Luis Rodríguez. Apenas 35 páginas bastaron para que el grupo dirigido por Héctor Magnetto expusiera sus verdaderos valores.
¿Pero quiénes fueron los letrados que pergeñaron y presentaron la demanda que atenta contra la libertad de pensamiento y la libertad de expresión? Se trata de las espadas judiciales que suele utilizar el grupo para realizar el trabajo más engorroso: José María Sáenz Valiente, abogado del Grupo Clarín S.A., y “sus letrados patrocinantes Hugo Wortman Jofré y Alejandro Pérez Chada” –según consta en la denuncia–.
Hugo Wortman Jofré compartía la entidad Poder Ciudadano con Luis Moreno Ocampo, a quien conocía del Juicio a las Juntas –donde colaboró con los fiscales cuando tenía apenas 19 años-. Muy lejos quedaron aquellos tiempos. Actualmente es el defensor de Mario Pontaquarto en el juicio por los sobornos en el Senado y es el letrado patrocinante de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto en la causa por la apropiación ilegal de Papel Prensa. Conocido como el operador de Clarín en Tribunales, una fuente judicial consultada por esta revista lo definió como “una persona que anda sinuosamente por todos lados. Por ejemplo, es quien aportó el know how de muchas de las cámaras ocultas que realizó el Grupo Clarín: en el programa Telenoche Investiga, él era quien asesoraba y manejaba todo. Antes de que saliera al aire, Wortman ya había hablado con el fiscal y con el juez, en forma ‘secreta’. Consolidado el frente jurídico, la cámara se difundía por la tevé”. La misma fuente recordó que Wortman Jofré solía ir a las reuniones con miembros del Poder Judicial acompañado por el sobrino de Magnetto, Pablo Casey.
Alejandro Pérez Chada, además de ser letrado de Clarín, es el abogado del procesado jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. “Hace penal hace muchísimos años –aseguró a Veintitrés una fuente que recorre Tribunales–. Tiene muchas vinculaciones con el poder. Tiene un perfil más independiente que el resto”.
José María Sáenz Valiente padre fue el apoderado del Grupo Clarín S.A. y junto a su hijo está vinculado a varias empresas relacionadas al multimedio. Por ejemplo, Sáenz Valiente hijo aparece como director suplente del grupo madre y comparte las firmas GC Domingo S.A. e Inversora HHM S.A. con nada más y nada menos que Héctor Magnetto. Además conforma el directorio de Carburando SAPICAFI; Mundo Show TV S.A.; Auto Sports S.A.; La Capital Cable S.A. y GC Minor S.A., entre otras tantas firmas. Los Sáenz Valiente –hasta el nieto, Ignacio José María, figura como directivo de Multicanal– aparecen a lo largo de los años en los negocios determinantes de Magnetto. Por caso, Sáenz Valiente hijo estuvo vinculado a Papel Prensa SAICF entre 1979 y 1982. Semejante confianza no es producto del azar.
Según se desprende de las afirmaciones del abogado Pablo Argibay Molina, el vínculo entre Magnetto y el estudio Sáenz Valiente proviene, como mínimo, desde la última dictadura militar. Argibay Molina afirmó ante Página 12, en julio de este año, que “Miguel Tobías Padilla (subsecretario de José Alfredo Martínez de Hoz durante la última dictadura militar) manejaba la información de todo lo que iba ocurriendo en la parte económica que bajaba de las Juntas (militares). Y fue el que manejó los tiempos del negocio (de Papel Prensa)”. Según este letrado, Tobías Padilla “estaba en el estudio Sáenz Valiente. (…) Era el abogado personal de Magnetto”. Es más, para Argibay Molina, fue Tobías Padilla quien relacionó al CEO de Clarín con el tema Papel Prensa y quien “manejó los tiempos del negocio”.
Se sabe, la confianza no tiene precio. Ante este escenario, no sorprende que los tres denunciantes de los periodistas aparezcan vinculados a otro caso paradigmático: la cámara oculta que le realizaron el 17 de febrero del 2011, en las oficinas del estudio Sáenz Valiente ubicadas en Puerto Madero, al delegado gremial de AGR Luis Siri, quien estaba negociando una indemnización con la patronal y continúa procesado por este hecho. Los protagonistas de aquella puesta en escena fueron el espía Gustavo Gabriel Slevin y los abogados Matías Fredriks –parte del bufete de abogado Sáenz Valiente y directivo de algunas firmas del grupo–, Wortman Jofré –especialista en cámaras ocultas– y Pérez Chada. Los dos últimos fueron quienes se presentaron como querellantes en representación de AGR-Clarín.
De acuerdo a estos tres abogados, Roberto Caballero –ex director de esta revista– merece ser detenido y privado de su libertad por la siguiente declaración que emitió en programa 6, 7, 8 el 4 de octubre pasado, en el marco del amotinamiento que realizaron gendarmes y prefectos: “¿Qué creo yo, digamos, de lo que está sucediendo? Obviamente esto es un intento de desestabilización. Cuando vos a la gente le mostrás por televisión que las fuerzas que están para ocuparse de la seguridad, de la tranquilidad y de la paz de los ciudadanos de un país, en realidad toman posturas o deciden situaciones que alteran esa paz, la gente se agarra la cabeza y dice: ‘¿En qué país estamos?’. Y, la verdad, me parece que esto forma parte de una estrategia de incendio en la calle, que tienen ciertos grupos concentrados, básicamente el Grupo Clarín, de aquí al 7 de diciembre, que obviamente conecta muy bien con la antipolítica, conecta muy bien con los sectores de derecha que hay en la sociedad argentina, un núcleo reaccionario muy duro de la sociedad argentina, pero también provoca, quizás, que vuelvan los peores fantasmas, ¿no? Cuando uno ve un uniforme haciendo lo que no es su función específica, a cualquier argentino se le eriza la piel…”.
Mientras que a Sandra Russo se la acusó porque “luego de los conocidos ‘cacerolazos’ del día 13 de septiembre de 2012, expuso en el programa televisivo 6, 7, 8 emitido por TV Pública, Canal 7, las siguientes expresiones: ‘Son las cacerolas de Clarín’ y agregó ‘en este núcleo de veneno, es difícil que pueda salir algo bueno’. Luego continuó diciendo ‘en los noventa hemos salido innumerables veces, pero en estas marchas hay veneno, y además si logran la destitución, ¿qué pasaría el día después?’”.
La afirmación de Javier Vicente que llevó a los letrados de Clarín a pedir encerrarlo en un calabozo fue: “Esto es Fútbol para Todos, para el parcial Estudiantes 0-Quilmes 0. Fútbol para Todos, el mejor antídoto a la cadena del miedo y del desánimo. Cadena con fecha de vencimiento, 7 de diciembre”.
La presentación judicial contra los periodistas –en la que también se apuntó contra funcionarios del Gobierno– fue un error de tal magnitud que obligó a los directores periodísticos del multimedios a disculparse públicamente. En su edición del 28 de noviembre, en la sección “Del editor al lector”, Ricardo Kirschbaum firma un editorial titulado “Una rectificación imprescindible”, en el que reconoce que “el Grupo Clarín nunca debió haber mencionado a periodistas en una denuncia penal” e informa que “se desistirá de que los seis periodistas (mencionados en la presentación judicial) siquiera sean citados como testigos”. Hasta la SIP y ADEPA se manifestaron en contra de la presentación judicial de su aliado estratégico, el Grupo Clarín. Y los abogados dijeron que sólo pidieron que se los citara como testigos. Es que hay fronteras infranqueables que 29 años de democracia demarcaron profundamente. Ejemplo de ello fue la manifestación de apoyo que recibieron los periodistas el lunes 26 de noviembre durante la conferencia de prensa que se realizó en las oficinas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), entidad que asumió su defensa legal.
Desde que comenzó su disputa con el gobierno nacional, el Grupo Clarín puso en juego su credibilidad y su elevado nivel de aceptación en diversas capas sociales en un intento por preservar sus intereses comerciales. De hecho, la denuncia penal del 22 de noviembre pasado no fue la primera iniciativa del multimedios que amenazó la libertad de expresión. El diario creado por Roberto Noble prohibió durante los últimos doce años la libertad sindical, derechos que los trabajadores del matutino reconquistaron el pasado 15 de noviembre, en una elección gremial histórica. A esto se suma su puja por impedir que los canales Paka Paka, CN23 e Incaa TV ingresen en la grilla de Cablevisión, a pesar de que el ex Comfer había ordenado su inclusión. La lista es más extensa e incluye la competencia desleal en la venta y distribución de papel para diarios a través del control de Papel Prensa y las denuncias de boicot contra señales de cable del interior del país, entre otros hechos de relevancia.
Es evidente que aunque el Grupo Clarín hace esfuerzos desmedidos por presentar su enfrentamiento con el Ejecutivo nacional sólo como una batalla cultural, apenas se corre el velo que cubre aquella premisa aparecen los intereses económicos de un monopolio dispuesto a todo con tal de no perder su posición hegemónica en el mercado de los medios de comunicación masiva. El 22 de noviembre pasado, la desmesura alcanzó su punto más álgido.
Revista Veintitrés
GB
UNASUR CONTRA LOS BUITRES.
UNASUR RESPALDO EL RECLAMO ARGENTINO PARA LIMITAR EL ACCIONAR DE LOS FONDOS QUE LITIGAN CONTRA EL PAIS
Acompañamiento contra los buitres
Ante la ausencia de Cristina Kirchner, la reemplazó Amado Boudou. Argentina pidió que se convoque en febrero una reunión extraordinaria del bloque para discutir una nueva arquitectura financiera. Respaldo por Malvinas.
Por Nora Veiras
Desde Lima
Pepe Mujica, el presidente de Guyana, Amado Boudou y Nicolás Maduro, buscando sus lugares para la foto.
Imagen: EFE.
En una mañana soleada y conjurados los rumores de tsunami, en el jardín del Swissotel, presidentes, vices y cancilleres pudieron posar para la foto de la VI Reunión de la Unasur. “El pueblo peruano les da la bienvenida y se identifica con el proceso de integración que estamos construyendo. La unidad es la única respuesta a los desafíos externos”, dijo Ollanta Humala al abrir la cumbre y reiteró su consigna sobre la necesidad de “igualar para crecer y crecer para igualar”. El vicepresidente Amado Boudou, quien viajó en representación de Cristina Kirchner, anunció que la cumbre tuvo para la Argentina dos resultados trascendentes: el rechazo unánime del bloque al referéndum para legitimar la autodeterminación de los habitantes de las islas Malvinas y el acompañamiento regional para limitar el accionar de los fondos buitre, que apuntan a impedir que se llegue a acuerdos voluntarios entre deudores y acreedores. Boudou explicó que se le pidió a Humala como presidente pro témpore de la Unasur que convoque a una cumbre extraordinaria en febrero próximo para discutir “una nueva arquitectura financiera internacional”.
El martes pasado, al recibir a Humala en la Casa Rosada, Cristina Kirchner había anticipado su intención de llevar a la Unasur la cuestión de los fondos buitre y el “colonialismo judicial” que les da vuelo con fallos a su favor. Pero la Presidenta a último momento no pudo viajar por un cuadro de lumbalgia, así que Boudou fue quien tomó el encargo. “Esos fondos buitre son factores de desestabilización pero también de ruina para los países centrales, porque no pagan impuestos en ningún lado. E intentan no permitir que los países y sus acreedores lleguen a acuerdos voluntarios, como pasó con Argentina, donde el 93 por ciento aceptó la propuesta”, resaltó ayer el vicepresidente.
La reformulación del Ciadi, la revisión de los tratados bilaterales de ultraactividad y “la necesidad urgente de rever las calificadoras de riesgo internacional” fueron esgrimidas por Boudou como ejes para ese plenario extraordinario. “Como viene planteando la Presidenta, el Ciadi (tribunal dependiente del Banco Mundial) no da respuestas equitativas, no dicta justicia sino que siempre falla a favor de las empresas transnacionales”, señaló el vicepresidente.
Boudou se acercó a una pequeña oficina de la sala de prensa para informar acerca de los planteos argentinos. “Sobre las calificadoras de riesgo tenemos que avanzar en caminos para sustituirlas o eliminarlas eventualmente”, remarcó, y describió la experiencia argentina cuando se resistieron a respaldar el proceso de inversión con fondos de la Anses para que la empresa General Motors pudiera fabricar autos para exportar a Brasil. “Le prestamos 200 millones de pesos, se garantizaron 1500 puestos de trabajo y la empresa devolvió con creces la inversión”, destacó.
La ausencia de Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y Dilma Rousseff le quitó densidad política al plenario de ayer. Sin embargo, los debates siguieron tributando al fortalecimiento de la unidad latinoamericana como muralla de contención de la crisis internacional. “Es una crisis política que tiene manifestaciones económicas”, encuadró Boudou la discusión para insistir en que “el nuevo nombre del ajuste en Europa es la consolidación fiscal. El ajuste fiscal significa menores transferencias para los que menos tienen, menos recursos para salud, educación. Se utiliza el ajuste para asignar más fondos a los que más tienen”. El objetivo de poner en tela de juicio la arquitectura financiera que sustenta el statu quo internacional es lo que aspira la Argentina que se discuta en un plenario extraordinario de la Unasur en febrero “para que todo esto no quede en retórica”, explicó el vicepresidente.
Por otro lado, el plenario de la Unasur respaldó también el proceso de paz que inició el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, con las FARC. La necesidad de reestructurar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) fue nuevamente planteada por el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Las críticas a una “actitud infantil y simplista” por parte de la CIDH que únicamente responsabiliza a los Estados y hace caso omiso de las violaciones a los derechos humanos que ejercen la prensa concentrada o las empresas medicinales fueron los caballitos de batalla del ecuatoriano. El vicepresidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que viajó en representación de Hugo Chávez, suscribe a la visión crítica de la CIDH. La Argentina tiene una postura más contemplativa teniendo en cuenta la historia de ese organismo dependiente de la OEA en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Sin embargo, acuerda con la necesidad de rever su lógica de funcionamiento.
01/12/12 Página|12
GB
Acompañamiento contra los buitres
Ante la ausencia de Cristina Kirchner, la reemplazó Amado Boudou. Argentina pidió que se convoque en febrero una reunión extraordinaria del bloque para discutir una nueva arquitectura financiera. Respaldo por Malvinas.
Por Nora Veiras
Desde Lima
Pepe Mujica, el presidente de Guyana, Amado Boudou y Nicolás Maduro, buscando sus lugares para la foto.
Imagen: EFE.
En una mañana soleada y conjurados los rumores de tsunami, en el jardín del Swissotel, presidentes, vices y cancilleres pudieron posar para la foto de la VI Reunión de la Unasur. “El pueblo peruano les da la bienvenida y se identifica con el proceso de integración que estamos construyendo. La unidad es la única respuesta a los desafíos externos”, dijo Ollanta Humala al abrir la cumbre y reiteró su consigna sobre la necesidad de “igualar para crecer y crecer para igualar”. El vicepresidente Amado Boudou, quien viajó en representación de Cristina Kirchner, anunció que la cumbre tuvo para la Argentina dos resultados trascendentes: el rechazo unánime del bloque al referéndum para legitimar la autodeterminación de los habitantes de las islas Malvinas y el acompañamiento regional para limitar el accionar de los fondos buitre, que apuntan a impedir que se llegue a acuerdos voluntarios entre deudores y acreedores. Boudou explicó que se le pidió a Humala como presidente pro témpore de la Unasur que convoque a una cumbre extraordinaria en febrero próximo para discutir “una nueva arquitectura financiera internacional”.
El martes pasado, al recibir a Humala en la Casa Rosada, Cristina Kirchner había anticipado su intención de llevar a la Unasur la cuestión de los fondos buitre y el “colonialismo judicial” que les da vuelo con fallos a su favor. Pero la Presidenta a último momento no pudo viajar por un cuadro de lumbalgia, así que Boudou fue quien tomó el encargo. “Esos fondos buitre son factores de desestabilización pero también de ruina para los países centrales, porque no pagan impuestos en ningún lado. E intentan no permitir que los países y sus acreedores lleguen a acuerdos voluntarios, como pasó con Argentina, donde el 93 por ciento aceptó la propuesta”, resaltó ayer el vicepresidente.
La reformulación del Ciadi, la revisión de los tratados bilaterales de ultraactividad y “la necesidad urgente de rever las calificadoras de riesgo internacional” fueron esgrimidas por Boudou como ejes para ese plenario extraordinario. “Como viene planteando la Presidenta, el Ciadi (tribunal dependiente del Banco Mundial) no da respuestas equitativas, no dicta justicia sino que siempre falla a favor de las empresas transnacionales”, señaló el vicepresidente.
Boudou se acercó a una pequeña oficina de la sala de prensa para informar acerca de los planteos argentinos. “Sobre las calificadoras de riesgo tenemos que avanzar en caminos para sustituirlas o eliminarlas eventualmente”, remarcó, y describió la experiencia argentina cuando se resistieron a respaldar el proceso de inversión con fondos de la Anses para que la empresa General Motors pudiera fabricar autos para exportar a Brasil. “Le prestamos 200 millones de pesos, se garantizaron 1500 puestos de trabajo y la empresa devolvió con creces la inversión”, destacó.
La ausencia de Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y Dilma Rousseff le quitó densidad política al plenario de ayer. Sin embargo, los debates siguieron tributando al fortalecimiento de la unidad latinoamericana como muralla de contención de la crisis internacional. “Es una crisis política que tiene manifestaciones económicas”, encuadró Boudou la discusión para insistir en que “el nuevo nombre del ajuste en Europa es la consolidación fiscal. El ajuste fiscal significa menores transferencias para los que menos tienen, menos recursos para salud, educación. Se utiliza el ajuste para asignar más fondos a los que más tienen”. El objetivo de poner en tela de juicio la arquitectura financiera que sustenta el statu quo internacional es lo que aspira la Argentina que se discuta en un plenario extraordinario de la Unasur en febrero “para que todo esto no quede en retórica”, explicó el vicepresidente.
Por otro lado, el plenario de la Unasur respaldó también el proceso de paz que inició el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, con las FARC. La necesidad de reestructurar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) fue nuevamente planteada por el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Las críticas a una “actitud infantil y simplista” por parte de la CIDH que únicamente responsabiliza a los Estados y hace caso omiso de las violaciones a los derechos humanos que ejercen la prensa concentrada o las empresas medicinales fueron los caballitos de batalla del ecuatoriano. El vicepresidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que viajó en representación de Hugo Chávez, suscribe a la visión crítica de la CIDH. La Argentina tiene una postura más contemplativa teniendo en cuenta la historia de ese organismo dependiente de la OEA en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Sin embargo, acuerda con la necesidad de rever su lógica de funcionamiento.
01/12/12 Página|12
GB
EUROPA Y EL EXPANSIONISMO ISRAELI.
Golpe de Europa a Netanyahu
Por Robert Fisk
Así pues, ya no tengo que poner "Palestina" entre comillas. Sólo Palestina. De vuelta al feudo otomano de Palestina, a la Palestina del mandato británico y al cumplimiento –si alguna vez llega– de la Palestina dividida por la ONU en 1947, hace exactamente 65 años: la Palestina árabe, que el viejo rey Abdalá –el padre de Hussein– anexó a Jordania. Si es que hay, desde luego, suficiente espacio para la Palestina árabe entre la maraña de colonias judías y caminos coloniales ya construidos y los que se siguen construyendo, con total impunidad y contra el derecho internacional, por todo el Estado "viable" de Palestina del que lord Blair de Kut al-Amara y el resto de nuestros amos hablan con tanto desparpajo.
Pero no se trata de eso ahora, ni para los palestinos ni para los israelíes. Lo que los palestinos y la izquierda israelí necesitan ahora es una sustancial votación europea occidental por un Estado palestino no miembro en la Organización de Naciones Unidas. Ya supimos ayer que Francia está a bordo, junto con Luxemburgo y España. François Hollande se puso un poco histérico en semanas recientes, reculando de su promesa de campaña de "apoyar el reconocimiento internacional de un Estado palesino" al decir a Benjamin Netanyahu, hace un mes, que quería "negociaciones sin precondiciones" entre israelíes y palestinos más que una votación en la ONU. Pero obviamente el Quaid’Orsay lo pensó mejor.
Para la izquierda israelí eso era esencial. Temía que si únicamente los países no democráticos del mundo votaban por Palestina, Netanyahu estaría en condiciones de decir que, como Mahmoud Abbas sólo pudo ganar la votación con ayuda de extremistas, déspotas y potentados, Israel podía clamar una victoria moral y desentenderse de la cuestión. Pero si las verdaderas democracias de Europa apoyaban a Palestina, sería una catástrofe para Netanyahu. Desde luego, hasta esta mañana –si se cumplió el plazo– no sabíamos cómo votaría Alemania. Y todos sabemos por qué.
Inútil decir que ya los palestinos celebraban 24 horas antes de la votación. En Medio Oriente las celebraciones son un asunto riesgoso. Las esperanzas siempre resultan defraudadas. Pero la votación debe ser también un golpe para Estados Unidos, cuyo presidente ha mantenido su acostumbrada obediencia perruna a Netanyahu, suplicando en vano al mundo que siga la línea israelí-estadunidense: negociaciones directas de "paz" con los palestinos, aun si la construcción de colonias israelíes prosigue a un ritmo colosal, en vez de cualquier reconocimiento. Luego que Israel entregó a Hamas el enorme reconocimiento político de un cese del fuego, la semana pasada, Abbas necesitaba un reconocimiento infinitamente más importante para toda Palestina en las primeras horas de la mañana.
Los israelíes habían hecho circular entre los ministros del exterior del mundo sus esperanzas de que Palestina no sería reconocida en la ONU, y en privado sugerían toda clase de cochinadas si no se conceden sus deseos: construcción en masa de colonias, cese de toda negociación, mayor retención del dinero que se adeuda legalmente a la Autoridad Palestina. Pero, a decir verdad, son amenazas del Likud y de la derecha, más que de Israel. El país en conjunto –en especial la izquierda– no parece compartir esta visión del mundo. La paz a cualquier precio no sería un buen punto de partida, pero la paz al precio de Netanyahu no es atractiva para todos los israelíes.
Y para la mañana del sábado habremos descubierto si David Cameron se apegó a lo que parece ser el sentir de millones de británicos –una votación por Palestina en la ONU– o si prefirió el estatus de lord Blair, el de verdadero sirviente de la Casa Blanca y de Israel.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
La Jornada, México
GB
Por Robert Fisk
Así pues, ya no tengo que poner "Palestina" entre comillas. Sólo Palestina. De vuelta al feudo otomano de Palestina, a la Palestina del mandato británico y al cumplimiento –si alguna vez llega– de la Palestina dividida por la ONU en 1947, hace exactamente 65 años: la Palestina árabe, que el viejo rey Abdalá –el padre de Hussein– anexó a Jordania. Si es que hay, desde luego, suficiente espacio para la Palestina árabe entre la maraña de colonias judías y caminos coloniales ya construidos y los que se siguen construyendo, con total impunidad y contra el derecho internacional, por todo el Estado "viable" de Palestina del que lord Blair de Kut al-Amara y el resto de nuestros amos hablan con tanto desparpajo.
Pero no se trata de eso ahora, ni para los palestinos ni para los israelíes. Lo que los palestinos y la izquierda israelí necesitan ahora es una sustancial votación europea occidental por un Estado palestino no miembro en la Organización de Naciones Unidas. Ya supimos ayer que Francia está a bordo, junto con Luxemburgo y España. François Hollande se puso un poco histérico en semanas recientes, reculando de su promesa de campaña de "apoyar el reconocimiento internacional de un Estado palesino" al decir a Benjamin Netanyahu, hace un mes, que quería "negociaciones sin precondiciones" entre israelíes y palestinos más que una votación en la ONU. Pero obviamente el Quaid’Orsay lo pensó mejor.
Para la izquierda israelí eso era esencial. Temía que si únicamente los países no democráticos del mundo votaban por Palestina, Netanyahu estaría en condiciones de decir que, como Mahmoud Abbas sólo pudo ganar la votación con ayuda de extremistas, déspotas y potentados, Israel podía clamar una victoria moral y desentenderse de la cuestión. Pero si las verdaderas democracias de Europa apoyaban a Palestina, sería una catástrofe para Netanyahu. Desde luego, hasta esta mañana –si se cumplió el plazo– no sabíamos cómo votaría Alemania. Y todos sabemos por qué.
Inútil decir que ya los palestinos celebraban 24 horas antes de la votación. En Medio Oriente las celebraciones son un asunto riesgoso. Las esperanzas siempre resultan defraudadas. Pero la votación debe ser también un golpe para Estados Unidos, cuyo presidente ha mantenido su acostumbrada obediencia perruna a Netanyahu, suplicando en vano al mundo que siga la línea israelí-estadunidense: negociaciones directas de "paz" con los palestinos, aun si la construcción de colonias israelíes prosigue a un ritmo colosal, en vez de cualquier reconocimiento. Luego que Israel entregó a Hamas el enorme reconocimiento político de un cese del fuego, la semana pasada, Abbas necesitaba un reconocimiento infinitamente más importante para toda Palestina en las primeras horas de la mañana.
Los israelíes habían hecho circular entre los ministros del exterior del mundo sus esperanzas de que Palestina no sería reconocida en la ONU, y en privado sugerían toda clase de cochinadas si no se conceden sus deseos: construcción en masa de colonias, cese de toda negociación, mayor retención del dinero que se adeuda legalmente a la Autoridad Palestina. Pero, a decir verdad, son amenazas del Likud y de la derecha, más que de Israel. El país en conjunto –en especial la izquierda– no parece compartir esta visión del mundo. La paz a cualquier precio no sería un buen punto de partida, pero la paz al precio de Netanyahu no es atractiva para todos los israelíes.
Y para la mañana del sábado habremos descubierto si David Cameron se apegó a lo que parece ser el sentir de millones de británicos –una votación por Palestina en la ONU– o si prefirió el estatus de lord Blair, el de verdadero sirviente de la Casa Blanca y de Israel.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
La Jornada, México
GB
BUITRES Y PERONISMO, EDUARDO BLAUSTEIN, OPINION
Buitres al norte, peronismos al sur
Por Eduardo Blaustein
El fallo del juez Griesa defiende los intereses usurarios de los holdouts, perjudicando incluso a los sectores financieros que acordaron la quita y el pago de su deuda con la Argentina. Es un ejemplo peligroso que desalienta este tipo de acuerdos en los países europeos hoy afectados por la crisis.
El insólito fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa es un indicio de lo descalabrado que está el mundo, un ejemplo de la ausencia de sentidos y sistemas que lo gobiernen de modo coherente o previsible y parece querer obligar a la Argentina a retroceder en el túnel del tiempo en dirección a sus peores años recientes: aquellos en los que se esperaba casi con terror el desembarco de misiones extranjeras que levantaran o bajaran el pulgar respecto de nuestra "viabilidad" como Nación. Que el litigio con los fondos buitres se sustancie en Nueva York es otra consecuencia, la enésima, de las infinitas pérdidas de soberanía sufridas por el país. La arquitectura jurídica construida durante el largo ciclo neoliberal continúa limitando la capacidad argentina de autogobernarse.
Los abogados que representan al Estado nacional ya apelaron el fallo de Griesa pero el resultado es incierto. La posibilidad de que un conjunto ultraminoritario de abogados y lobbistas feroces puedan impedir que Argentina siga pagando su deuda, como se venía haciendo tras los exitosos canjes promovidos por el kirchnerismo, implica un horizonte de incertidumbres que parecían haber quedado atrás. Incluso opositores acérrimos del oficialismo cuestionaron el fallo de Griesa y no es para menos porque ese fallo puede paralizar la continuidad de los pagos de la deuda y puede tener impacto mundial. El planeta continúa sumergido en una crisis profunda y muchos analistas anticipan que de esa crisis difícilmente pueda salirse sin que algunos países, comenzando por los del sur europeo, reestructuren sus deudas asfixiantes. ¿Cómo podrán reestructurarlas tras el fallo, si toda negociación podrá estallar por los aires el día que un fondo buitre vaya por los márgenes iniciando un pleito legal?
El fallo del juez de Nueva York es otro ejemplo abusivo de que los Estados nacionales (mal conducidos por gobiernos temerosos, más atentos a las presiones de los sectores financieros que a las demandas de sus sociedades) no tienen nada que hacer en un mundo sin brújula. Griesa ni siquiera espeja los intereses dominantes de la globalización financiera, defiende los intereses de los peores usureros del ya de por sí oscuro mundo de las finanzas, los fondos buitres. Menos de un 7 por ciento puede impedir que el 92 por ciento que aceptó la reestructuración cobre sus acreencias.
Señales de vida
Tras el último cacerolazo y el paro-por-cortes del 20N dos espacios políticos dieron señales de querer volver a la vida política. El radicalismo lo hizo designando por primera vez en su historia a una mujer, Lilita Puig, esposa de un conocido referente alfonsinista en los 80, Adolfo Stubrin, al frente de la Convención Nacional. El Stubrin más conocido, Marcelo, fue designado representante radical ante la Afsca, en una movida interesante ya que se creía que la candidata sería Silvana Giudici, quien durante el debate por la Ley de Medios se dedicó a defender la postura de las corporaciones mediáticas. Lo que los radicales siguen pateando hacia delante es el tema de sus alianzas, pero cada vez queda más claro que la apuesta será a confluir con el FAP y no con el macrismo. La posibilidad de liderar cualquier confluencia política es complicada para la UCR, entre otras razones porque el FAP se llevó el segundo puesto en las últimas elecciones.
También el FAP intenta un difícil proceso de homogeneización de su compleja interna y de interpelación a la sociedad. Es saludable que una fuerza política intente relanzarse y cohesionarse, pero aun así es asombroso el nivel de abstracción del mensaje de Hermes Binner como líder consagrado de su espacio. El ex gobernador de Santa Fe habla de un cambio sin precisar a qué cambio se refiere. Su apelación en el acto del FAP fue por la negativa antes que por la propositiva, sumando lugares comunes: "No queremos una Argentina del relato único, de la reforma constitucional, de la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la hiperinflación", alcanzó a decir Binner. Si es por relato único en la Argentina felizmente hay una diversidad de relatos posibles, aunque cargados de demasiados blancos y negros. Si es por la reforma constitucional, el kirchnerismo parece haber arriado las velas de la reelección. Hay inflación, pero no híper.
Los veinte peronismos
El kirchnerismo afronta un escenario bastante más complejo que un año atrás pero sigue siendo la fuerza política más potente. Los otros peronismos son un muestrario de precariedades. José Manuel de la Sota no despega ni en su provincia como presidenciable. Francisco de Narváez parece obligado a repetir la alianza con el macrismo, experiencia que antes no tuvo un desenlace feliz. De Hugo Moyano hay que recordar que ya fracasó dentro del PJ bonaerense cuando reemplazó a Alberto Balestrini, tuvo entonces la oportunidad de iniciar una construcción política y terminó enemistándose con una serie de intendentes por someterlos a presiones por el manejo de la recolección de la basura.
Daniel Scioli es una figura fuerte para eventuales salidas del escenario actual de cara al 2015, pero el futuro no está definido. Incluso si el oficialismo no consiguiera instalar un sucesor de Cristina con fuertes posibilidades de ser electo, Scioli podría ser la referencia de una apuesta kirchnerista a futuro, acaso un Scioli condicionado por la fuerza institucional, política, social y cultural que más que previsiblemente conservará el kirchnerismo. Durante años el establishment, con creciente irritación y bastante de resignación, apostó a una ruptura de Scioli por derecha. Parece más que improbable que ocurra antes de las elecciones de 2013. Es que aun con un perfil bastante más conservador que el kirchnerismo puro, Scioli no deja de tener atributos peronistas. Pero también porque por prudencia y conciencia el bonaerense sabe que, cualquiera sea el escenario futuro, en una Argentina siempre arisca a la hora de ser gobernada, para acceder a la presidencia necesitará todo el respaldo que pueda.
Diario Z
GB
Por Eduardo Blaustein
El fallo del juez Griesa defiende los intereses usurarios de los holdouts, perjudicando incluso a los sectores financieros que acordaron la quita y el pago de su deuda con la Argentina. Es un ejemplo peligroso que desalienta este tipo de acuerdos en los países europeos hoy afectados por la crisis.
El insólito fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa es un indicio de lo descalabrado que está el mundo, un ejemplo de la ausencia de sentidos y sistemas que lo gobiernen de modo coherente o previsible y parece querer obligar a la Argentina a retroceder en el túnel del tiempo en dirección a sus peores años recientes: aquellos en los que se esperaba casi con terror el desembarco de misiones extranjeras que levantaran o bajaran el pulgar respecto de nuestra "viabilidad" como Nación. Que el litigio con los fondos buitres se sustancie en Nueva York es otra consecuencia, la enésima, de las infinitas pérdidas de soberanía sufridas por el país. La arquitectura jurídica construida durante el largo ciclo neoliberal continúa limitando la capacidad argentina de autogobernarse.
Los abogados que representan al Estado nacional ya apelaron el fallo de Griesa pero el resultado es incierto. La posibilidad de que un conjunto ultraminoritario de abogados y lobbistas feroces puedan impedir que Argentina siga pagando su deuda, como se venía haciendo tras los exitosos canjes promovidos por el kirchnerismo, implica un horizonte de incertidumbres que parecían haber quedado atrás. Incluso opositores acérrimos del oficialismo cuestionaron el fallo de Griesa y no es para menos porque ese fallo puede paralizar la continuidad de los pagos de la deuda y puede tener impacto mundial. El planeta continúa sumergido en una crisis profunda y muchos analistas anticipan que de esa crisis difícilmente pueda salirse sin que algunos países, comenzando por los del sur europeo, reestructuren sus deudas asfixiantes. ¿Cómo podrán reestructurarlas tras el fallo, si toda negociación podrá estallar por los aires el día que un fondo buitre vaya por los márgenes iniciando un pleito legal?
El fallo del juez de Nueva York es otro ejemplo abusivo de que los Estados nacionales (mal conducidos por gobiernos temerosos, más atentos a las presiones de los sectores financieros que a las demandas de sus sociedades) no tienen nada que hacer en un mundo sin brújula. Griesa ni siquiera espeja los intereses dominantes de la globalización financiera, defiende los intereses de los peores usureros del ya de por sí oscuro mundo de las finanzas, los fondos buitres. Menos de un 7 por ciento puede impedir que el 92 por ciento que aceptó la reestructuración cobre sus acreencias.
Señales de vida
Tras el último cacerolazo y el paro-por-cortes del 20N dos espacios políticos dieron señales de querer volver a la vida política. El radicalismo lo hizo designando por primera vez en su historia a una mujer, Lilita Puig, esposa de un conocido referente alfonsinista en los 80, Adolfo Stubrin, al frente de la Convención Nacional. El Stubrin más conocido, Marcelo, fue designado representante radical ante la Afsca, en una movida interesante ya que se creía que la candidata sería Silvana Giudici, quien durante el debate por la Ley de Medios se dedicó a defender la postura de las corporaciones mediáticas. Lo que los radicales siguen pateando hacia delante es el tema de sus alianzas, pero cada vez queda más claro que la apuesta será a confluir con el FAP y no con el macrismo. La posibilidad de liderar cualquier confluencia política es complicada para la UCR, entre otras razones porque el FAP se llevó el segundo puesto en las últimas elecciones.
También el FAP intenta un difícil proceso de homogeneización de su compleja interna y de interpelación a la sociedad. Es saludable que una fuerza política intente relanzarse y cohesionarse, pero aun así es asombroso el nivel de abstracción del mensaje de Hermes Binner como líder consagrado de su espacio. El ex gobernador de Santa Fe habla de un cambio sin precisar a qué cambio se refiere. Su apelación en el acto del FAP fue por la negativa antes que por la propositiva, sumando lugares comunes: "No queremos una Argentina del relato único, de la reforma constitucional, de la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la hiperinflación", alcanzó a decir Binner. Si es por relato único en la Argentina felizmente hay una diversidad de relatos posibles, aunque cargados de demasiados blancos y negros. Si es por la reforma constitucional, el kirchnerismo parece haber arriado las velas de la reelección. Hay inflación, pero no híper.
Los veinte peronismos
El kirchnerismo afronta un escenario bastante más complejo que un año atrás pero sigue siendo la fuerza política más potente. Los otros peronismos son un muestrario de precariedades. José Manuel de la Sota no despega ni en su provincia como presidenciable. Francisco de Narváez parece obligado a repetir la alianza con el macrismo, experiencia que antes no tuvo un desenlace feliz. De Hugo Moyano hay que recordar que ya fracasó dentro del PJ bonaerense cuando reemplazó a Alberto Balestrini, tuvo entonces la oportunidad de iniciar una construcción política y terminó enemistándose con una serie de intendentes por someterlos a presiones por el manejo de la recolección de la basura.
Daniel Scioli es una figura fuerte para eventuales salidas del escenario actual de cara al 2015, pero el futuro no está definido. Incluso si el oficialismo no consiguiera instalar un sucesor de Cristina con fuertes posibilidades de ser electo, Scioli podría ser la referencia de una apuesta kirchnerista a futuro, acaso un Scioli condicionado por la fuerza institucional, política, social y cultural que más que previsiblemente conservará el kirchnerismo. Durante años el establishment, con creciente irritación y bastante de resignación, apostó a una ruptura de Scioli por derecha. Parece más que improbable que ocurra antes de las elecciones de 2013. Es que aun con un perfil bastante más conservador que el kirchnerismo puro, Scioli no deja de tener atributos peronistas. Pero también porque por prudencia y conciencia el bonaerense sabe que, cualquiera sea el escenario futuro, en una Argentina siempre arisca a la hora de ser gobernada, para acceder a la presidencia necesitará todo el respaldo que pueda.
Diario Z
GB
Suscribirse a:
Entradas (Atom)