COMUNICADO DE PRENSA
Argentina duplicó su clase media en la última década, dice informe del Banco Mundial
Noviembre 13, 2012
El Presidente del Banco Jim Yong Kim indica que el mundo puede aprender de aquellas políticas públicas que aumentaron la riqueza de millones
Un nuevo informe del Banco Mundial publicado hoy revela que la clase media en Argentina se duplicó en la última década, destacándose además como el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como porcentaje de la población total. América Latina y el Caribe en su totalidad registró un aumento del 50 por ciento en el número de personas que accedieron a la clase media en la última década, algo que los economistas consideran un logro histórico en una región largamente dividida por la desigualdad.
El informe, “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”, revela que la clase media en la región creció hasta comprender unos 152 millones de personas en 2009, comparado con 103 millones en 2003, un aumento del 50 por ciento.
Para Argentina, la clase media aumentó en ese periodo de 9.3 millones a 18.6 millones. Ese aumento de más de 9.3 millones representa un 25 por ciento de la población total de Argentina, el mayor porcentaje de crecimiento de la clase media en toda la región durante la última década, seguido por Brasil con 22 por ciento y Uruguay con 20 por ciento.
“La experiencia reciente en América Latina y el Caribe le muestra al mundo que se puede brindar prosperidad a millones de personas a través de políticas que encuentran un equilibrio entre el crecimiento económico y la ampliación de oportunidades para los más vulnerables”, dijo el Presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim. “Los gobiernos de América Latina y el Caribe aún tienen mucho por hacer — un tercio de la población sigue en la pobreza — pero debemos festejar el aumento de la clase media y aprender de él”.
Durante décadas, la reducción de la pobreza y el crecimiento de la clase media en América Latina y el Caribe (ALC) avanzaba a un ritmo muy lento, a medida que el bajo crecimiento y la persistente desigualdad frenaban el progreso. En los últimos diez años, sin embargo, la suerte de la región mejoró significativamente gracias a ciertos cambios de política pública que enfatizaron la prestación de programas sociales junto a la estabilidad económica.
El resultado: la clase media creció un 50 por ciento hasta abarcar el 30 por ciento de la población regional en 2009. Otros de los éxitos más resonantes en la región son Brasil, que da cuenta de un 40 por ciento del crecimiento de la clase media en la región; Colombia, en donde el 54 por ciento de la población mejoró su nivel económico entre 1992 y 2008; y México, que vio el 17 por ciento de su población unirse a la clase media entre 2000 y 2010.
Hoy en día en América Latina, la clase media y los pobres representan aproximadamente la misma proporción de la población, de acuerdo al informe.
El informe revela que algunos de los factores más importantes a la hora de favorecer la movilidad ascendente en América Latina son un mayor nivel educativo entre los trabajadores; mayor nivel de empleo formal; más personas viviendo en áreas urbanas; más mujeres en la fuerza laboral y familias más pequeñas.
El informe define a los integrantes de la clase media como aquellos con un ingreso entre US$10 y US$50 por día y per cápita. Este nivel de ingreso proporciona una mayor capacidad de recuperación ante eventos inesperados y refleja una menor probabilidad de volver a caer en la pobreza.
El informe, sin embargo, también describe una cuarta clase vulnerable, subrayando la necesidad de que los países hagan mucho más por incrementar la prosperidad general. A los miembros de esta clase vulnerable, que representa el 38 por ciento de la población, les fue mucho mejor que a los pobres en términos de ingreso, pero aún carecen de la seguridad económica de la clase media. Atrapados entre los dos, esta clase vulnerable tiene ingresos diarios de entre US$4 y US$10 per cápita.
El informe también determinó que, con la excepción de años de educación, la movilidad intergeneracional sigue siendo limitada. El origen económico y social de los padres de una persona joven sigue jugando un papel sustancial a la hora de determinar el futuro económico de esa persona.
Esto podría cambiar, sin embargo, de acuerdo a Augusto de la Torre, Economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Una sociedad con una clase media creciente es más propensa a reducir dichas desigualdades”, dijo. “Está ampliamente aceptado que la clase media es una agente de estabilidad y prosperidad. En una región de ingreso medio como América Latina, una clase media más grande tiene repercusiones cruciales”.
En todo el mundo, una clase media más grande puede significar mejor gobernanza, mercados crediticios más profundos y un mayor gasto en sectores sociales como salud pública y educación. Sin embargo, esta fórmula aún no se ha materializado del todo en América Latina, indican los autores del informe. Lo atribuyen a razones históricas.
En la segunda mitad del siglo XX, las pequeñas clases altas y medias de la región tenían un escaso compromiso con y pocas expectativas de su gobierno; no se les pedía que pagaran mucho en impuestos y no esperaban recibir mucho en términos de servicios públicos. Como resultado, el Estado era típicamente pequeño y la clase media solía evitar los servicios públicos, incluso pagando de manera privada servicios básicos como electricidad y seguridad.
Si bien esta realidad ha cambiado en los últimos 10 a 20 años, el resquebrajado contrato social de la región muchas veces mantiene a la clase media optando por opciones privadas, volviéndola reacia a contribuir al erario público. Esto a su vez reduce las oportunidades de aquellos que permanecen en la pobreza de unirse a los recién incorporados a la clase media.
El informe identifica tres estrategias que los gobiernos pueden utilizar para lograr el apoyo de la clase media a un contrato social más justo y legítimo:
- Incorporar de manera explícita el objetivo de igualdad de oportunidades en la política pública para romper con la percepción de que el sistema está amañado a favor de los más privilegiados.
- Entablar una segunda generación de reformas al sistema de protección social — incluidas tanto la asistencia social como la seguridad social — para superar la fragmentación y por ende hacerlo más justo y eficiente.
- Romper el círculo vicioso de impuestos bajos y mala calidad de los servicios públicos invirtiendo una parte de las ganancias extraordinarias derivadas de las materias primas en mejorar la calidad de los servicios públicos.
GB