miércoles, 14 de noviembre de 2012

UN AÑO NO ES NADA...

EN EL GOBIERNO RECORDARON QUE MACRI YA HABIA FIRMADO EN ENERO PASADO EL TRASPASO DEL SUBTE
“Una decisión con once meses de demora”
“Enhorabuena por los usuarios”, repetían ayer funcionarios de Transporte ante la confirmación del jefe de Gobierno de que se hará cargo finalmente del subterráneo. Preocupación por la política tarifaria que podría decidir el PRO.

Por Nicolás Lantos

El gobierno nacional recibió con cautela la noticia de que Mauricio Macri aceptó finalmente “volver” a hacerse cargo del subte porteño. “Enhorabuena por los usuarios”, comentaban con sorna ayer en el Ministerio de Interior y Transporte, ante la consulta de Página/12. De todas formas, advertían que hay que esperar a ver los detalles operativos y señalaban que, en realidad, el jefe de Gobierno porteño está haciendo “con once meses de demora” lo que se había comprometido a hacer a principios de año cuando firmó el acta-acuerdo con Nación. En otros despachos de Casa Rosada, en tanto, manifestaban su preocupación acerca de futuros aumentos de la tarifa y el temor de que el subte se convierta en “un medio de transporte para pocos”, con las consecuencias que esto acarrearía a todo el sistema de transporte metropolitano.

“Macri miente otra vez: no es verdad que va a hacerse cargo del subte el 1º de enero de 2013. El ya se hizo cargo hace once meses, cuando firmó el acta de traspaso y, de acuerdo con eso, estableció el aumento de tarifas”, recordaban fuentes de Interior y Transporte, para quienes el anuncio de ayer no reporta mayores novedades en la práctica. “Es algo que estamos esperando desde hace once meses”, señalaban en el entorno del ministro Florencio Randazzo acerca del anuncio, que llegó a Balcarce 50 “a través de canales informales”, poco antes de que el jefe de Gobierno lo hiciera público con una conferencia de prensa.

No hubo, aseguraban en el gobierno nacional, negociaciones previas: “No hay nada que negociar, los términos del acuerdo se firmaron hace casi un año y están todos los mecanismos establecidos”, según explicaron a este diario. El cambio de postura por parte de la administración porteña ahora abre las puertas a nuevos ámbitos de diálogo, en el marco de la Agencia Metropolitana de Transporte (AMT), el ente tripartito conformado por Nación, CABA y provincia de Buenos Aires que entiende en el tema.

“En el marco de la AMT, una vez que Macri se haga cargo del subte, se pueden discutir diversos temas que puedan resultar conflictivos y buscar una solución acordada y que se complemente con el resto del sistema de transporte público. Ese es el ámbito donde tiene que plantear los problemas que tenga, incluso las tarifas. Sería muy bueno que Macri, como responsable del subte, se sentara en la Agencia para plantear su postura; el tema es que hasta hoy no se había hecho cargo. Cuando uno no puede, dos no quieren”, sostenían en Interior y Transporte.

En otros despachos de la Rosada también se trasuntaba la noticia y la principal preocupación pasaba por la perspectiva de que nuevos aumentos en las tarifas del subte terminaran vaciando ese medio de transporte, que sería solamente utilizado por una minoría, y las consecuencias que eso acarrearía sobre el resto del sistema de transporte. “No podemos permitir que haya medios de transporte para ciudadanos de primera y otros más lentos, inseguros e incómodos, para los trabajadores. Macri no puede olvidarse de que gran parte de los usuarios del subte no son porteños”, le explicaron a este diario.

Por su parte, el senador nacional por la Ciudad Daniel Filmus (Frente para la Victoria) afirmó que, “aunque un año más tarde, es importante que Mauricio Macri haya comprendido que los porteños tenemos capacidad para conducir y gestionar el transporte de la Ciudad”. Para el ex candidato a jefe de Gobierno, “Macri siempre estuvo en condiciones de hacerse cargo de la administración del subte, aunque hasta ahora no invirtió los recursos de que dispone la Ciudad para el mantenimiento de ese servicio público”. El legislador hacía referencia a los 108 millones de pesos que transfirió la Nación para ser utilizados en inversiones de la red de subtes, pero que nunca fueron ejecutados.
GB

EL PENSAMIENTO NACIONAL, OPINA MUÑOZ ASPIRI.

“Ojos mejores para ver la Patria”
Por José Luis Muñoz Azpiri (h) *

Salvo breves períodos, cuando el pueblo ejerció soberanamente su mandato, el territorio argentino ha estado desde nuestro nacimiento como Nación en manos de la contrarrevolución cultural. De aquí que la lucha por la emancipación nacional e iberoamericana sea, fundamentalmente, un combate que se libra en el terreno más difícil: el del pensamiento, el de las categorías culturales.

El maestro Osvaldo Guglielmino, quién desde sus juveniles 90 años sigue dictando cátedra nacional, destaca que “Así como los ingleses urdieron el dominio económico, es decir, el imperialismo de la libra cuadrada ante el fracaso de sus invasiones por el kilómetro cuadrado, los liberales dependentistas forjaron la trama conceptual colonizante para silenciar la realidad auténtica, la Patria Grande proclamada en 1816 a nombre de la Provincias Unidas de Sudamérica e institucionalizar la falsa y pequeña que formularon después a nombre de las provincias Unidas del Río de la Plata”.

Cuando se produce el derrumbe de la Confederación Argentina, tras las batallas de Caseros y Pavón, la incipiente vida autóctona nacional sufre un corte drástico y traumático, más rudo para su identidad o autoconciencia que el de la turbulenta Revolución de Mayo de 1810.El país se acultura moral y físicamente mediante una europeización acelerada que le impone un poblamiento anárquico y masivo y un sistema de instrucción pública que imparte, con la alfabetización, un patriotismo desarraigado y teórico. Este último no iba más allá de la devoción sentimental a los símbolos de la bandera, el himno, la escarapela y el escudo, más el culto al progresismo cosmopolita que habían enseñado a identificar lo propio con la barbarie, empujando a Santos Vega al limbo y a Martín Fierro a la toldería.

“Ningún pueblo de habla española – escribió Alejandro Korn – se despojó como el nuestro, en forma tan intensa, de su carácter ingénito, so pretexto de europeizarse”. El modo más eficaz y violento de romper con ese “carácter ingénito” fue la total carencia de gobiernos representativos, electos por consenso expreso de la ciudadanía, desde 1852 hasta 1916. “Este país, según mis convicciones – escribió Joaquín. V González – después de un estudio prolijo de nuestra historia, no ha votado nunca. Todos nuestros gobiernos han sido, pues, gobiernos de hecho”.

Por ésta y por tantas razones afines, Arturo Jauretche clasificaba a los argentinos en nacionales y coloniales. Y por esto también, el historiador Eduardo Astesano, sostenía fundadamente que en Nuestra América el concepto de Nación contiene un elemento que lo singulariza frente al eurocentrista: el de la lucha por la independencia que continúa hoy frente a las modernas estrategias sobre todo transculturales, del neocolonialismo. En más de una ocasión hemos comentado, no sin cierta amargura, que la cultura, el arte, la creatividad, están exiliados de sus espacios tradicionales. Una subcultura preferentemente audiovisual, mundializada a través de los medios técnicos se presenta como cultura nueva y moldea el pensamiento. Pero apenas logra encubrir su nihilismo radical. Se cumple la dramática sospecha de Hegel: el arte (y la Cultura) por el lado de su “suprema destinación, es ya cosa del pasado; como expresión y construcción de lo humano y de las formas de civilización, ha sido relegada a las catacumbas. El poeta ha sido por fin exiliado de la polis”. Quién logra adueñarse o intoxicar cuantitativamente, el Internet y los mecanismos globales de comunicación, logrará incomunicar casi definitivamente a la verdadera cultura. Quién se apropie del medio se apropiará de la verdad (que será virtual, sin otro contenido que su nihilismo). La verdad será como pasa con la moda o la comida chatarra: la impone mundialmente quién tiene el aparato financiero y publicitario para imponerla. Por lo cual lo nacional, que es lo natural, que es lo verdaderamente histórico, que es la realidad cierta, no es un extremo de una antinomia, sino el centro, la única verdad básica de nuestra vida y nuestro destino.

Por todas estas razones es sumamente oportuno recordar el imperativo que, para una básica higiene mental, estableciera Raúl Scalabrini Ortiz: “Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos”. Que es a lo que se refería el gaucho Jauretche cuando enseñaba que la cosa “cuesta al principio, porque hay que apearse de todas las petulancias intelectuales que son tan caras al “culto” que generalmente es solo un culterano porque practica una suerte de cursilería del saber. Cuesta también porque está el riesgo de pasar como promotor del analfabetismo a medida que se constata que el analfabeto razona más naturalmente que el erudito, porque aquel ve las cosas directamente, con su propia vista, que luego es deficiente pero más útil que el no mirarlas directamente sino buscar su imagen en el espejo que le ha proporcionado una erudición antinatural. Más claro es decir que el hombre sencillo tucumano está mejor enterado de lo que en Tucumán pasa, que el que solo se informa cuando vienen reflejado desde alguna metrópoli ya interpretado, clasificado y adoctrinado según el modo de ver de aquella”.

Es decir, los “ojos mejores para ver la Patria” que anhelaba el poeta Lugones, porque cada hombre y cada pueblo logran el desarrollo y el afianzamiento de una cultura propia mediante la armonización de su pensamiento con su entorno natural, sus particularidades y sus condiciones subyacentes, que no son otros que aquellos de donde partió Juan D. Perón para erigir su edificio político: “Hemos dado una doctrina que no hemos extraído de nosotros sino del pueblo. La doctrina peronista tienen esta virtud, que no es obra de nuestra inteligencia ni de nuestros sentimientos; es más bien una extracción popular, es decir, que hemos realizado todo lo que el pueblo quería que se realizase y que hacía tiempo que no se ejecutaba. Nosotros no hemos sido más que los intérpretes de eso: lo hemos tomado y lo hemos ejecutado. Ahora, como los auditores de Alejandro, tienen que venir los que expliquen por qué hemos hecho esto; lo hemos hecho porque el pueblo lo quería, porque hay una razón superior en el deseo popular”.

Este, y no otro, es el fundamento del pensamiento nacional.


* José Luis Muñoz Azpiri (h) es Prosecretario y Académico de Número del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”.
Prof GB

SE HACE CARGO DE LO QUE YA SE HIZO CARGO

Y llegó un día en el que Macri se hizo cargo
En una rueda de prensa, Macri lo justificó con críticas al gobierno nacional. Anticipó que enviará un proyecto de ley a la Legislatura, aunque no dio detalles de su contenido. Tampoco anticipó la tarifa que tendrá el servicio.

Por Werner Pertot

Y un martes 13 Mauricio Macri finalmente aceptó el traspaso del subte. El jefe de Gobierno dio una conferencia de prensa en la que, contra todas sus afirmaciones previas, admitió que era su responsabilidad hacerse cargo de la red de subterráneos. “No nos quedaba otra frente al autoritarismo y la negligencia del gobierno nacional”, se justificó. El líder del PRO esquivó las preguntas sobre si dispondrá un nuevo aumento de tarifa, algo que en Bolívar 1 dan por seguro. En su momento habló de 5,50 pesos. Ayer anunció que presentará un proyecto de ley ante la Legislatura, pero no dio detalles sobre si incluirá subsidios al subte y si impulsará para financiarlo la creación de nuevos impuestos a los combustibles o la suba de patentes y peajes. Se trata de alternativas que se venían discutiendo. Cerca de Macri sostuvieron que analizan también ir a la Justicia por las inversiones que le exigen al gobierno nacional.

Macri no quiso dar detalles sobre el proyecto, pero dijo que requerirá 31 votos y pidió la colaboración de los opositores. El artículo 81 de la Constitución porteña indica que la Legislatura requiere mayoría absoluta para aprobar impuestos o autorizar la emisión de deuda. Desde la oposición porteña había expectativa ante la falta de información sobre qué contendrá ese proyecto de ley. El hermetismo con el que manejaron el anuncio –diversos funcionarios se lo negaron el lunes a este diario– se trasladó ahora a los detalles del proyecto.

En los últimos tiempos, el titular del Sbase, Juan Pablo Piccardo, y el subsecretario de Transporte, Guillermo Dietrich, estuvieron evaluando un paquete de alternativas, que incluyen subir los impuestos de patentes y la tarifa de AUSA para financiar el subte, crear un impuesto a los combustibles (que implicaría un aumento en todas las estaciones de la Ciudad) similar al que dispuso en Córdoba José Manuel de la Sota y un aumento de tarifa que está por verse. Macri sostuvo que el valor sin subsidios debería ser de 5,50 pesos. El problema es que si el valor se separa mucho del precio de los colectivos el subte se desfinanciará por la migración de pasajeros. En el proyecto de ley, también estarían interviniendo algunos legisladores PRO como Martín Ocampo.

Un año bajo la tierra

La disputa entre el gobierno nacional y el de la Ciudad por el traspaso de los subtes lleva casi un año. A fines de 2011, Cristina Fernández de Kirchner anunció que iba a traspasar la red de subterráneos, a lo que Macri respondió que necesitaban tiempo. En enero firmaron un acta-acuerdo por la que se transfirieron la potestad de fiscalización y control y la tarifaria. Macri la aplicó para subir el precio del pasaje de 1,10 a 2,50. Tras la tragedia de Once, en la que murieron 51 personas, rechazó el traspaso y los dos gobiernos se cruzaron denuncias judiciales. En agosto, el conflicto se trasladó a las paritarias y la disputa llevó al paro más largo en la historia del subte porteño.

Durante todo el año, Macri y sus funcionarios negaron que la Ciudad tuviera relación alguna con el subte. Le atribuyeron todos los problemas de desfinanciación y de infraestructura al gobierno nacional que, a su vez, planteó que el subte ya estaba en manos de la Ciudad. Ayer el jefe de Gobierno buscó cubrir la contradicción con críticas al kirchnerismo. Le reclamó los avales para endeudarse y dejó en claro que no renunciará a su exigencia de 10 mil millones de pesos en inversiones, por lo que podría ir a la Justicia. En la gestión PRO sostenían que no hay negociación con el gobierno nacional. Y que les avisaron del anuncio de Macri poco antes de que lo vieran por televisión.

La sorpresa fue la misma para parte de los legisladores macristas. Comandados por Cristian Ritondo, acababan de salir de una reunión con los metrodelegados en la que les anticiparon la medida cuando les llegó la noticia del anuncio y partieron raudos al palacio de Gobierno, donde se reunieron diputados –Gabriela Michetti estaba en primera fila– y el gabinete en pleno para escuchar a Macri.

Dudas con la tarifa

Con una expresión dura, Macri inició la conferencia con una retahíla de cuestionamientos al gobierno nacional, al que culpó por el fracaso de las negociaciones. “Había una voluntad de castigar a los que no votaron al oficialismo”, insistió el líder de PRO, quien aseguró que el paro fue “estimulado por el gobierno nacional”. Hizo público que encargó una auditoría al Metro de Barcelona, que seguramente el macrismo difundirá en los próximos días para apuntalar su estrategia. “El subte funciona mal, como parte de una mala gestión del gobierno nacional. Después de la tragedia de Once, la Presidenta no hizo una autocrítica sobre la corrupción y la falta de inversión”, afirmó Macri. Y dijo que el informe español confirma “el proceso de deterioro acelerado, especialmente de la línea A”. La empresa Metrovías le insistió al gobierno porteño durante buena parte de este año para que transfiriera los fondos nacionales con los que podía arreglar formaciones. Finalmente, un fallo de la Justicia obligó a los macristas a aceptar ese dinero.

“El gobierno nacional no tiene ningún interés en negociar. No tiene problema en poner a la gente como carne de cañón –dijo Macri al llegar al momento más complejo de su discurso, cuando debía admitir que aceptaría el subte–. Hemos llegado a la conclusión de que si no nos hacemos cargo del subte, lo que viene va a ser peor.” “La Presidenta está dispuesta a que, con una nueva paritaria, el subte se pare para siempre”, dijo Macri, que pasó por alto que no está resuelta ni siquiera la paritaria actual.

“He decidido que debemos iniciar el proceso para hacernos cargo del subte”, anunció, ante los aplausos de sus funcionarios. Relató que enviará un proyecto de ley a la Legislatura que, según dijo, todavía no terminaron de escribir. Luego se escabulló ante las preguntas sobre el aumento de tarifas: “Es un tema muy complejo, no nos apresuremos”, afirmó.

“Vamos a ser muy exigentes con la concesionaria y con los gremios, que no son los dueños del subte”, anunció Macri los nuevos conflictos que vendrán. La empresa del Grupo Roggio aseguró que tomará el traspaso con “actitud positiva” y recordó que el subte es seguro, a diferencia de lo que dice Macri. El metrodelegado Roberto Pianelli consideró que la decisión la tendría que haber tomado en enero de este año.


Página 12, 14 de Noviembre.
GB

TARDE PERO MUY TARDE...., OPINA MARIO WAINFELD.

Tarde, pero impreciso
Por Mario Wainfeld

El jefe de Gobierno, Mauricio Macri, anunció que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se hará cargo de los subtes. Asume tales obligaciones con retardo, a más de diez meses de rubricar un acta-acuerdo con el Estado nacional en el que asumía el mismo compromiso, de forma inmediata. Macri enviará un proyecto de ley a la Legislatura, en la que no tiene mayoría propia. Nada es seguro en este mundo, pero parece que contará con los apoyos necesarios.

Fiel a su estilo, “Mauricio” abundó en reproches al Gobierno y en alusiones genéricas a “la gente”. Trató de capitalizar en provecho propio la manifestación del jueves pasado. Amarreteó todo tipo de precisiones, empezando por qué tiene pensado hacer con las tarifas, montante de las inversiones que aspira a concretar y varios etcéteras. Nada dijo en su breve presentación: gambeteó las preguntas alusivas de los periodistas. Les explicó que el tema es complejo y que la ley debe ganar consenso de otras fuerzas en la Legislatura. Ese tramo es veraz, lo que no hubiera obstado a que Macri definiera en detalle cuál será su proyecto, que eventualmente deberá pasar por el tira y afloja de toda tratativa.

Sin agotar la problemática, esa ley (u otras futuras que la redondeen) debe agregar a su aspecto principal una ampliación del Presupuesto de 2013 que no asigna una chirola al subte. Y también la autorización a buscar financiación externa, que Macri deslizó reclamando desde ya el necesario aval del Estado nacional.

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Los años se hacen largos, en el recuerdo de las personas de a pie y aun en el de un cronista, forzadamente más atento a esas cuestiones. Da la impresión de que el acta-acuerdo se hubiera firmado juntamente con el Pacto de San José de Flores o, por la parte baja, el siglo pasado. Sucedió, sin embargo, el 3 de enero. El convenio es indeciblemente conciso. Su parte dispositiva se reduce a cinco artículos, que no suman más de treinta renglones. Más pobre que escueto, si se quiere. Pero no deja resquicio a dudas respecto de las obligaciones contraídas por el gobierno de Macri. El artículo primero es inequívoco: “La Ciudad ratifica en este acto la decisión de aceptar la transferencia de la Red de Subterráneos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Por si hiciera falta, el artículo segundo añade: “En consecuencia, la Ciudad asume a partir de la firma del presente el control y fiscalización en su totalidad así como el íntegro ejercicio de fijar las tarifas del servicio, incluyendo la facultad de establecerlas por decisión unilateral”. “En este acto”, “desde la firma del presente”... no cabe ninguna interpretación alternativa.

El sideral aumento del boleto decretado por el macrismo poco tiempo después fue un rotundo principio de ejecución, sólo admisible si lo decidía quien tenía a su cargo el servicio. Pero “Mauricio” se echó atrás, mascullando quejas y victimizándose. Los medios dominantes, para variar, lo arroparon. Ningunearon, sin mayor elegancia, la palabra escrita. Se valieron de subterfugios de lenguaje: “A Macri le tiraron el subte por la cabeza”, “fue obligado”. Curiosos republicanos los que moran en estas pampas: se llenan la boca exigiendo institucionalidad y apego a las normas... salvo cuando quien las vulnera lleva su propia camiseta, la amarilla.

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La pulseada con el gobierno nacional podría, hipotéticamente, haberse judicializado. La Corte Suprema es competente, de movida, en tales pleitos que enfrentan una provincia (con matices, la Ciudad Autónoma lo es) y la Nación. Ninguna de las dos partes lo hizo, para relativo alivio de los jueces del tribunal, que bastantes cuestiones políticas delicadas tienen que abordar, incluyendo los juicios de Santa Fe y Córdoba contra la Nación.

El kirchnerismo llevó el tema al Congreso nacional, que votó favorablemente el traspaso. La norma no tiene imperio en la CABA; su finalidad fue más bien agitar el sentimiento federal de las provincias contra el centralismo. El tópico no habrá sido pasión de multitudes, pero algo habrá magullado las pretensiones presidenciales de Macri su afán de defender un exclusivismo de los porteños.

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Para los usuarios del subte fue un año difícil. La suba del pasaje produjo una parcial emigración de usuarios al colectivo. Los conflictos sindicales dejaron demasiadas veces sin servicio a laburantes de Capital y el conurbano, que también lo usan masivamente. Hubo huelgas por plazos record. Las tratativas son pentapartistas: la empresa Metrovías (que se oculta tras los matorrales pero existe), los dos gobiernos enfrentados, la Unión de Tranviarios Automotor y el Sindicato de Trabajadores del Subte (que eso son a esta altura los originariamente apodados “metrodelegados”). Es un esquema endiablado, como tal funcionó.

Es de esperar que, al emprolijarse el esquema, algo pueda mejorar. Dependerá de la destreza de Macri para hacerse cargo de algo, toda una novedad en su gestión. Un rato antes del anuncio, el diputado PRO Cristian Ritondo se reunió con alguno de los “muchachos” del sindicato del subte, les comentó la movida y les pidió cooperación en el futuro. La respuesta fue coherente y previsible: la habrá mientras se respeten los derechos de los trabajadores. No será sencillo ese porvenir, todo un desafío para el jefe de Gobierno.

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Días atrás una muchedumbre se movilizó al Obelisco. Lo hizo sorteando pilas de basura y aspirando un hedor fétido. Los participantes tuvieron suerte: no llovió ese día y pudieron zafar de moverse a través de una ciudad inundada.

El anuncio llega pocas horas después de esa enésima demostración de ineficiencia del macrismo y de una marcha que le propone una base social a la cual interpelar en 2013 y 2015.

Tras un año entero en el que no tiene nada que mostrar en materia de realizaciones, llegará el 2013, con sus elecciones de medio término. Macri se ha establecido como referente y presidenciable opositor, condición de las que se escabulló en 2007 y 2011. Pero le queda mucho por hacer, en su territorio y en la Nación. Seguramente tomar, tarde pero impreciso, el comando del subte remite a ese cuadro de situación. Bien mirado, desde la perspectiva de sus propios intereses es asombroso que no lo hubiera hecho antes.

Hacerse cargo tiene sus riesgos, la molicie y la infancia de Antonia tienen sus encantos... pero el jefe de Gobierno está forzado a espabilarse y tomar algún toro por las astas. El rezongo, la narrativa familiar tocan su techo, aun con la amigable paciencia de los medios.

El 2013 podría servirle a Macri de trampolín a la escena nacional o a una pileta más o menos vacía, según pinte. La Ciudad debe renovar sus tres senadores nacionales. El PRO no tiene ninguno. Quedará muy en falsa escuadra si no gana las dos bancas de mayoría en el único distrito que gobierna y uno de los muy pocos donde cuenta con fuerza propia. Convencer a los ciudadanos de aquende y allende la avenida General Paz acaso valga el esfuerzo de salir de la pereza.

Para los usuarios puede ser una buena nueva que se comience a definir una situación que los damnifica. Depende en buena medida de la gestión capitalina, que hasta ahora sólo ha brillado por su ausencia.

“¿Y el boleto?”, preguntará el lector concernido, “¿cuánto va a costar?”. No le pidan peras al olmo, ni información certera a Macri.

mwainfeld@pagina12.com.ar

14/11/12 Página|12
GB

martes, 13 de noviembre de 2012

EL RETORNO DEL PROFETA 17 N DE 1972


Agenda de Reflexión.
En realidad la gran epopeya había comenzado cuando la Providencia decidió liberar a los argentinos del yugo, la opresión y la esclavitud de la década infame de la mano de un profeta criollo, como tres mil años antes Yahveh había liberado al pueblo de Israel del yugo, la opresión y la esclavitud de Egipto de la mano de Moisés.
Un estudioso coronel del ejército hizo estallar entonces una revolución que dio vuelta la tortilla, redimió la patria y salvó de la humillación a los trabajadores y los desposeídos. El dotó a los humildes de dignidad, de doctrina y de organización. Es decir, los hizo pueblo. Y los consideró lo mejor que tenemos.
Aquel militar de un magnético poder de seducción, aspecto imponente, inteligencia y sentido del humor, de dialéctica fácil y vigorosa, de actitud desprejuiciada, fue tomado por los desclasados como un hombre providencial, como un intermediario con el cielo que les conseguiría comida y bebida hasta saciar hambre y sed. Fue tomado como un profeta que, como Moisés, los guiaría por el desierto hacia la tierra prometida.
Su nombre se hizo entonces bandera y se desató, inconmensurable, todopoderosa, incontenible, jubilosa, imparable, la esperanza popular.
Pronto aquel profeta laico iba a unir su destino al de una mujer de un carisma ini­gualado que se iba a constituir en el nervio de su liderazgo, en la llama ardiente de la revolución y que iba a hacer de cada necesitado “la razón de su vida”.
Flamearon así las ancestrales banderas de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política y el profeta gobernó durante nueve años un país que recibió colonizado, sojuzgado, postergado, devastado, sometido, de rodillas, y lo puso de pie y a la cabeza preeminente de América latina, hasta convertirlo en ejemplo luminoso para todos los pueblos del planeta.
Argentina quedó entonces a la vanguardia de la investigación de la fisión nuclear, exportaba heladeras y tornos a los Estados Unidos, fabricaba locomotoras de diseño propio y aviones a reacción cuando sólo un puñado de países lo hacían.
En resumen: en menos de una década se produjo una fenomenal revolución, inmensa, que alumbró el siglo, y que finalmente hizo realidad la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.
Pero la barbarie impiadosa puso literalmente al país al borde de la guerra civil y desterró la imagen de aquella revolución liberadora en la conjura de los odios y mentiras.
Perseguido, difamado, proscrito y peregrino de diez suelos extraños, el providencial profeta siguió sin  embargo conduciendo en forma sublime y magistral las inclaudicables luchas de su pueblo fiel.
Desde entonces la ilusión del retorno se escribía con dos letras a los apurones y amanecía en cualquier pared, en cualquier esquina de la patria. Durante años fue pintada, consigna vital, avión negro y utopía. En diciembre del 64 un intento abortó en Río de Janeiro. Y entonces abortó también un método político agotado, el de la plaza gregaria, el del fragote conspirativo, el de la militancia sin un plan.
¡Nada menos que a los 70 años!, el general exiliado decidió empezar de nuevo. Un mes después de la frustración, en enero del 65, en una directiva desde Madrid, menciona por primera vez la consigna “trasvasamiento generacional”. Nace la militancia orgánica, las “orgas” de cuadros, un nuevo método político, el trabajo territorial sistemático, la nacionalización de las capas medias y la peronización de la juventud universitaria, hasta un estado mayor que planifica las operaciones políticas… El viejo y sabio general  pudo hablar entonces de una generación de “emergencia y excepción”.
Entre tanto pasan Lonardi, Aramburu, Frondizi, Guido, Illia, Onganía, Levingston, y por fin Lanusse.
Este último era un gorila de la primera hora que había pasado cuatro años con traje a rayas en la cárcel patagónica de Rawson. Era un hombre inteligente y audaz. La agitación social que conmovía al país no podía solucionarse con la proscripción, había que negociar con el general exiliado, devolverle la condición militar y sus salarios, y el cuerpo embalsamado y ultrajado de su compañera.
Durante la cena de camaradería de las fuerzas armadas de 1972 el presidente anuncia que habrá elecciones y que su gobierno no proscribirá a nadie, pero a los pocos días hablando en el colegio militar asegura que al viejo exiliado no le da el cuero para volver.
Surge así una pulseada fascinante. Lanusse propone el GAN (gran acuerdo nacional), con la idea que ambos renunciaran a sus aspiraciones presidenciales. El exiliado le respondió con ironía: “que Lanusse renuncie a la presidencia, es lo mismo que yo renuncie al trono de Inglaterra”. El presidente tenía que conjurar las críticas de su propio frente interno y afirmaba con pedantería: “nosotros no llevamos la espada de adorno”. El exiliado le respondía: “tiene razón el general Lanusse, no es la espada lo que tienen de adorno, es la cabeza”… Finalmente, descontrolado, durante el homenaje del día del maestro en San Juan, Lanusse comete el furcio de mencionar a Juan Domingo Sarmiento.
Por fin es noviembre y el exiliado viaja a Roma, donde es recibido por funcionarios del Vaticano y también por el primer ministro Giulio Andreotti. Se organiza una misa de acción de gracias en la mismísima basílica de San Pedro que es concelebrada por los curas Vernazza y Mugica. El día 16 se publica en solicitada en el diario Crónica de Buenos Aires un mensaje del exiliado: “Pocos podrán imaginar la profunda emoción que embarga a mi alma. Mi misión es de paz y no de guerra. Vuelvo al país después de dieciocho años de exilio, producto de un revanchismo que no ha hecho sino perjudicar gravemente a la nación. No seamos nosotros colaboradores de tan fatídica inspiración. El pueblo puede perdonar porque en él es innata la grandeza. La vida es lucha y renunciar a ésta es renunciar a la vida; pero desde que todos somos argentinos, tratemos de arreglar nuestros pleitos en familia porque si no serán los de afuera los beneficiarios”.
En la noche del 16, un DC-8, el Giuseppe Verdi de la compañía Alitalia, parte en vuelo charter con ciento cincuenta y cuatro pasajeros de comitiva para hacer la ruta Fiumicino - Ezeiza, con escala en Dakar.
La lluvia se precipitaba con una intensidad desusada sobre Buenos Aires ese viernes 17 de noviembre de 1972 en que al mismo tiempo la CGT declaró paro general y el gobierno feriado nacional. Una multitud, difícil de dimensionar, pugnaba por llegar al aeropuerto. Los tanques del ejército lo impedían. El gobierno adoptó todo tipo de medidas y desplazó gran cantidad de fuerzas militares bajo el pretexto de garantizar la seguridad física del exiliado. A pesar de ello, se hace imposible contener a los miles y miles de militantes que consiguen cruzar el río Matanza, bajo la lluvia copiosa.
A las 11.20 de la mañana del 17, quince horas después de la partida, finalmente, por un momento, mientras todos sosteníamos el aliento conmovidos, tenso el ánimo, suspendidas en el aire nuestras almas, envueltos los espíritus en la fe, punzado el ser por la emoción, el mítico avión de Alitalia carreteó sobre una de las pistas de Ezeiza. Los  peronistas que llegábamos -empapados, estremecidos- al río Matanza no íbamos solos: nos acompañaba la historia, los ausentes, la Providencia.
La lluvia se precipitaba con una intensidad desusada. Sin embargo, el cielo plomizo podía ocultar el sol, pero no la luminosa alegría popular. Soplaban aires de victoria y la lluvia se confundía con infinidad de lágrimas emocionadas. La foto de Rucci, el secretario de la CGT, con el paraguas protegiendo al líder, formará parte para siempre de la galería de imágenes paradigmáticas del peronismo. Luego vendrían la reclusión en el hotel internacional, las ametralladoras montadas para impedir la salida, el traslado de madrugada a la casa de la calle Gaspar Campos de Olivos, el desfile incesante.
Sí. El milagro se había consumado.
Se concretó así el sueño añorado por millones cuando después de dieciocho años de exilio el profeta regresó, verdadera leyenda viva, desencarnado, victorioso y en paz a la patria, recibido como los judíos al rey David redivivo, en la plenitud de la primavera del 72, y pronto al poder por varios meses más.
Eran los días de un optimismo inexpugnable: la historia parecía abrazar el futuro.
El 17 de noviembre se terminará de tejer la trama de una larga historia de banderas, luchas y héroes con un destino irrevocable: la existencia de una nación. Se terminó de resolver así la advertencia pendiente que había anticipado poco antes la lira poética de Leopoldo Marechal: “La patria es un dolor que aún no tiene bautismo”.
La realización del milagro, el cumplimiento del mito, la consumación de la ilusión, iban a completar ese día el alumbramiento de la nación argentina. Porque el milagro y el mito cumplido confirman la fe. Y la fe confirmada proporciona un temple al alma colectiva con el que nada puede compararse. La Argentina fue entonces una unidad de destino. Ese día recibió su bautismo como nación.
Por eso los que vivimos aquel maravilloso día de bautismo, treinta y seis años después, lo llevamos, vivo, vibrante, siempre presente en el corazón.
Es que quien ha visto la esperanza no la olvida: la busca. Siempre. Bajo todos los cielos y en toda la gente.
Sin embargo sería otro día, el 20 de junio del 73, el que sellaría el paradigma del futuro nacional, a modo de una fotografía del desenvolvimiento de la historia durante los tiempos siguientes. Más de tres millones de personas queríamos participar de la fiesta del retorno definitivo ese día, pero la fiesta no pudo ser, porque dos bandas se tiroteaban por la posesión de un palco en el que el profeta no pudo estar. Las contiendas internas del peronismo, dirimidas en forma feroz, se exteriorizarían trágicamente ese día aciago. Paradójicamente, en un día luminoso, como contrapartida de la lluvia del 17 de noviembre, la fiesta concluyó en la masacre de Ezeiza: un anuncio de los tenebrosos días que vendrían.
Cumplida cabalmente su misión en la tierra, el 1º de julio de 1974 el águila emprendió su vuelo. Y ascendió al lugar donde los hombres no sufren las pequeñeces de los hombres. El profeta murió como Moisés, con la tierra prometida a la vista pero sin poder pisarla, viejo, en la cama, sin las botas puestas, pero derrotando como glorioso general providencial el ancestral estigma del destino hasta entonces inexorable que había condenado a expirar en el destierro ingrato a Artigas, a San Martín, a Rosas, a tantos otros profetas laicos criollos.
Desde entonces y por mucho tiempo, igual que aquel 20 de junio, un pueblo en retirada, atónito y acongojado, sólo pudo observar con el corazón en la boca cómo dos bandas se tiroteaban por el control del escenario político de la patria, en ausencia del profeta.
A pocos meses de haber tocado el cielo con las manos, pronto sabríamos lo que es morder el polvo hasta la asfixia.
El odio y la infamia lo persiguieron al mismo profeta, incluso mucho después de entonces, hasta profanar su morada en la ciudad de los muertos, como antes se había profanado vilmente a su compañera.
Sin embargo, todavía hoy, tantos años después, la magia de su signo alienta a quienes levantan su bandera, y estremece a quienes siguen conmovidos el eco de su historia.
Se llamaba Juan Domingo Perón…
Y en la lucha que el profeta emprendiera por la justicia y la dignidad de su pueblo, por siglos se seguirán ganando batallas al conjuro de su nombre.

GB

Ciro y Los Persas //// San Jauretche (Quilmes Rock 2011)

Arturo Jauretche - Estatuto legal del coloniaje 13 DE NOVIEMBRE DIA DEL PENSAMIENTO NACIONAL