jueves, 18 de octubre de 2012

VERBITSKY, MOYANO Y RECALDE, OPINION.

La incoherencia como sistema

 Por Horacio Verbitsky
Los insultos de Hugo Moyano a Héctor Recalde forman parte del desprecio por la verdad que oscurece gran parte del debate político en la sociedad argentina, donde la consecución de objetivos sectoriales o personales se coloca por encima del interés común y de la verdad de los hechos.


Durante la audiencia celebrada ayer en la Cámara de Diputados para tratar el proyecto de ley de indemnizaciones por accidentes del trabajo, el ex secretario general de la CGT agredió en forma brutal a quien lo acompañó durante veinte años como especialista en derecho del trabajo.
En la rueda de prensa posterior, Recalde se abstuvo de cualquier opinión sobre el dirigente de los camioneros. En vez de ello, aclaró algo que Moyano no podía desconocer: no firmó el objetable proyecto del Poder Ejecutivo que ya tiene media sanción del Senado, sino uno propio. Que en realidad no es sólo suyo, sino de la CGT, que lo adoptó en forma oficial hace siete años.
 
 En setiembre de 2004, la Corte Suprema de Justicia dictó su primer fallo de inconstitucionalidad de la ley de riesgos de trabajo. Dos meses después, la CGT organizó una jornada nacional con participación de los mejores especialistas, cuyas conclusiones se convirtieron en 2005 en un anteproyecto de ley, aprobado sucesivamente por el Comité Directivo y el Congreso Central Confederal de la CGT, cuyo secretario general era Hugo Moyano. Recalde lo presentó en su primer año de mandato como diputado, en 2006, y lo reiteró con ligeras variantes en 2008, 2010 y ahora. Por sus frutos se conoce al árbol, dijo.
Ayer, el camionero acusó a Recalde de haber faltado a su promesa de renunciar a la presidencia de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados. Tampoco eso es cierto: Recalde informó a la presidencia del bloque del FpV que ni sus convicciones ni su trayectoria le permitían apoyar el engendro de la Unión Industrial y que reiteraría el proyecto de la CGT, por lo que ponía su cargo a disposición de la bancada. Su presidente, Agustín Rossi, lo confirmó en el cargo y lo relevó de defender en las comisiones y el recinto otro texto que no fuera el aprobado por la central obrera.
Ese proyecto no deja abierta sólo la puerta del derecho civil a los trabajadores que no acuerden con el pago ofrecido por vía administrativa, sino que mantiene el litigio posible en el fuero laboral, con todos sus principios de protección a la parte más débil del contrato. Pero además, no se limita a los mecanismos del reclamo posterior al accidente, sino que incluye un completo régimen de prevención para impedirlo, que es una de las deudas que la democracia argentina no ha saldado en los últimos 29 años.
Recalde acaba de presentar un libro interesantísimo. Se titula Una historia laboral jamás contada y reseña los argumentos que las patronales y sus voceros usaron desde mediados del siglo 19 para oponerse a cada nuevo derecho de los trabajadores. Es impresionante constatar la afinidad entre la oposición a la primera ley de franco dominical obligatorio (como viven en tugurios donde no se puede estar, van a ir a emborracharse a las tabernas) y la que, casi un siglo y medio después, encontró la Asignación Universal por Hijo (se va por la canaleta del juego y la droga). Además de esta reseña de la ideología patronal y reaccionaria,
 
Recalde también señala el apoyo de las entidades de trabajadores a los gobiernos y proyectos populares y su resistencia ante cada avance contra las conquistas que obtuvieron en esos momentos. Unos y otros fueron coherentes, en la representación de intereses contrapuestos. Moyano, que fue parte significativa de esa historia, ha perdido el rumbo y elegido la incoherencia como sistema. Su exabrupto se explica por el aislamiento resultante de la inversión de alianzas que eligió en los últimos meses. También responde a su abandono del campo gremial, donde basó su fortaleza, para internarse en el terreno movedizo de la construcción política, donde es un principiante que a cambio de sus diatribas a CFK recoge cálidas adhesiones de sectores que jamás lo votarían. Y su ira tan mal dirigida reveló cuánto le cuesta admitir que alguien no siga en forma servil sus decisiones, por desatinadas que sean.
 
GB

TVR - Leuco y Clarín vs Lucas Carrasco 25-09-10

miércoles, 17 de octubre de 2012

OCTUBRE

Perón, el surgimiento del pueblo y la ruptura del sistema
Por Adolfo Rocasalbas

"Era el subsuelo de la Patria sublevado", interpretó Raúl Scalabrini Ortiz el trueno popular del 17 de Octubre de 1945. Buenos Aires, refinada y culta, reflejada en el espejo y el hogar de Europa, observaba impávida el espectáculo de una masa que reclamaba a gritos su ingreso definitivo al libro entonces en blanco de la evolución política.

Las extensas y compactas caravanas de obreros recorrían los barrios desde las ciudades y pueblos fabriles del Gran Buenos Aires y la Capital Federal.

El sol jadeaba, se quemaba en sí mismo y caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, como el coronel de la voz inconfundible prometió quemarse en una llama épica apenas dos años antes, cuando anunció -el 2 de diciembre de 1943, al asumir como secretario de Trabajo y Previsión-, "el inicio de la era de la política social argentina".

La jornada partió en dos la historia, que había sido presenciada y protagonizada por una minoría privilegiada e "ilustre" y sufrida por las mayorías solitarias y huérfanas de esperanza.

Un pueblo a la deriva se debatía entre la marginalidad, la miseria y la desesperación. Una Nación permanecía en el letargo. Era preciso sacudir la modorra. Todo estaba preparado para consumar un nuevo fraude.

Propietarios de ingenios, de obrajes, banqueros y ganaderos organizaron de forma meticulosa la sucesión de Ramón Castillo, integrante del rancio conservadurismo local.

El sacudón llegó con las primeras luces de junio de 1943. La revolución tenía un ideólogo, un mentor, un profeta que permanecía a la espera. Perón tenía un claro proyecto político y una inédita cosmovisión de los problemas argentinos.

La tarea social desplegada desde Trabajo y Previsión -anacrónico y antiguo Departamento del Trabajo- cosechó sus frutos dos años después.

Eran días de incertidumbre y nerviosismo. El accionar desplegado por el coronel despertó recelos políticos en la dirigencia y en algunos de los propios hombres de la Revolución.

El Ejército, al mando del general Eduardo Avalos, interpretó que Perón "hacía y deshacía" y que su poder ya "no tenía límites". Sobrevino entonces una conspiración interna para inhumar la obra de transformación social emprendida.

El motín se prolongó apenas una semana. Para entonces la impertinencia extranjera ya se había prendido como agua viva del brazo de la oligarquía.

La partidocracia toda asistía horrorizada al espectáculo del romance surgido entre Perón y la raíz de la tierra. Ello dividió claramente las aguas. Los partidos tradicionales, aglutinados luego en la Unión Democrática, presionaron. Reclamaban "elecciones libres" que nunca ofrecieron y la entrega provisional del gobierno a la Corte.

Azuzaron la realidad con un pintoresco pic-nic en la Plaza San Martín, donde se reunieron desde el embajador norteamericano Spruille Braden hasta el socialista más "revolucionario".

Como afirmó luego Scalabrini Ortiz, "no se trataba de elegir entre Perón y el arcángel San Miguel. Se trataba de elegir entre Perón y Federico Pinedo".

El coronel fue detenido el 8 de octubre, en el quincuagésimo aniversario de su natalicio, obligado a renunciar a todos sus cargos y trasladado a la húmeda isla de Martín García. La sociedad porteña se tranquilizó.

Hubo asambleas, plenarios, gritos revolucionarios y expresiones más moderadas.

Por último, la CGT declaró una huelga general y nacional para el 18 de octubre.

Pero los trabajadores franquearon las formalidades. En la madrugada de aquel tórrido 17, grupos cada vez más numerosos de obreros provenientes de los barrios más humildes de la Capital y el Gran Buenos Aires comenzaron a trasladarse por todos los medios hacia la Plaza de Mayo.

"Allí, mezclado con esa enorme multitud, alegre y feliz, vi al pueblo por primera vez. Hasta ese momento no lo conocía". José María Rosa reiteraba esa experiencia al rememorar la marcha de las columnas de "cabecitas" que se adueñaron del centro porteño.

El 17 de octubre significó la ruptura de un sistema y el nacimiento de la democracia social -no de la socialdemocracia- con una sólida base de sustentación de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo -como instrumentó el fascismo- y con una cultura del trabajo y de las propias posibilidades que hicieron factible el crecimiento sostenido durante una década.

La mayor movilización de masas de las primeras décadas del siglo XX se sacudía en la vieja Plaza de Mayo. Los balcones oficiales estaban protegidos aún con toldos para disimular el sol. La multitud, nunca antes observada de cerca por la pintoresca Buenos Aires, jadeaba y se refrescaba los pies en las añejas fuentes del paseo.

Había marchado desde el amanecer hacia ese espacio al grito de "Queremos a Perón" y decidió no retroceder. Era conciente de su destino. No se amedrentó cuando los grupos conspiradores del Ejército y la Armada amenazaron ametrallarla.

Esos intentos cejaron pronto cuando el presidente, Edelmiro Farrel, advirtió a sus súbditos que la masa estaba dispuesta a quemar la Rosada si el coronel continuaba en las tinieblas.

Fueron casi dieciséis horas de espera y vigilia. Hasta que en plena noche se hizo la luz y, un Perón radiante y feliz, apareció con los brazos bien abiertos en los balcones por primera vez.

Convocó a la unidad de los trabajadores -"única forma de vencer y de construir una verdadera Nación", aseguró esa noche- y, conciente del cansancio de su pueblo, que reclamó a gritos que el día siguiente fuese "San Perón", finalmente concedió.

Poco después de la medianoche, el odio visceral sistémico fagocitó el primer descamisado. Darwin Pasaponti, de 17 años, se desconcentraba alegre con su columna, consciente del deber cumplido, cuando las balas liberales atacaron a la multitud desde los balcones del edificio de "La Prensa", en la Avenida de Mayo. Cayó casi sin vida, víctima del cobarde ataque de la impotencia.

Mientras el sistema continuaba asistiendo a banquetes lujosos y lanzando candidatos oligárquicos como Robustiano Patrón Costas, un "fantasma" se presentó ataviado con elegante uniforme militar.

La historia argentina se caracterizó por el fenecimiento de los movimientos populares tan pronto como sus mentores desaparecieron. Rosas, exiliado y muerto, fue integrado a la argentinidad sin que sus seguidores pudiesen materializar una expresión política que inmortalizara su ideario.

Otro tanto ocurrió tras la muerte de Hipólito Yrigoyen. La alvearización del radicalismo, su incorporación a la "concordancia" y el olvido de sus banderas desperdigaron a los fieles chacareros que lo habían acompañado.

En 1943 la milenaria Europa agonizaba en el marco de una guerra interimperialista total. La "Década Infame" había prostituido los valores nacionales y degradado la dignidad ciudadana. Unos pocos pensadores -Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Rosa, Fermín Chávez, René Orsi, Atilio García Mellid, entre otros- continuaron la lucha desigual a través de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), casi inmediatamente incorporada al peronismo, y otras corrientes de la época. Hasta el `45.

La jornada reflejó la incorporación del "aluvión zoológico" -al decir de un opositor- a la vida política. Desde entonces, la historia se dividió en dos: antes y después del 17.
Télam
GB

SEBASTIAN BORRO IN MEMORIAM

*Sebastián Borro, un líder de la resistencia
El 17 de julio de 2005 moría el histórico dirigente del peronismo Sebastián Borro. Tenía 83 años y una larga y respetada trayectoria. Delegado sindical desde muy joven, acompañó a Perón desde el 17 de octubre de 1945. Sin embargo, su etapa de más compromiso –y más trascendencia pública– se produjo después del golpe de 1955. Sus compañeros lo eligieron secretario general del gremio de la carne en diciembre de 1958. Un mes después encabezó la resistencia a la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre, dispuesta por Arturo Frondizi a pesar de la oposición de sus siete mil trabajadores. Los obreros ocuparon la planta por 48 horas pero fueron reprimidos por dos mil policías equipados con armas largas y tanques Sherman de la Segunda Guerra Mundial. Tras el violento desalojo, Borro fue cesanteado y detenido. La misma suerte corrieron 94 obreros.

Además de su militancia sindical –fue uno de los fundadores de las 62 Organizaciones, surgidas en oposición a los gremios colaboracionistas–, Borro tuvo participación en la política partidaria. En 1962 fue candidato a diputado nacional, pero las elecciones fueron anuladas por Frondizi cuando constató que el peronismo mantenía intacta su fuerza electoral. En el exilio frecuentó a Perón en España. Fue uno de los pocos dirigentes peronistas que se entrevistó con Ernesto “Che” Guevara. Otro conocido fue
John William Cooke, “el Bebe”, delegado de Perón en los primeros tiempos de la Resistencia, quien se entrevistó con el Che en La Habana en 1960. Borro y Cooke se conocían desde la ocupación del frigorífico.

En 1973, Borro estuvo entre los participantes que viajaron en el avión charter con el que Perón retornó a la Argentina. Tuvo muy buena relación con el empresario Jorge Antonio. Luego se fue vinculando con la Tendencia Revolucionaria y llegó a ser dirigente del Peronismo Auténtico, el partido creado por los Montoneros en 1975. Con el retorno de la democracia, volvió a ubicarse en el peronismo hasta que, tras la aparición de Carlos Menem, se sumó al Frente Grande. Por ese partido fue electo concejal de la ciudad de Buenos Aires. En los últimos años su figura fue reivindicada por grupos que comenzaron a investigar los años de la Resistencia.

Su nombre es paradigmático de esa época, junto con Avelino Fernández y Andrés Framini, Jorge Di Pasquale y Armando Cabo. En esos tiempos los peronistas –que tenían prohibido nombrar a su líder por el decreto 4161– se expresaban a través de metáforas: el tango “Fumando espero” o las “no me olvides”, las flores azules a las que recurrió Arturo Jauretche para un poema. Eran guiños para entendidos. Uno de esos entendidos era Borro, el mismo que fue testigo del bombardeo a la Plaza de Mayo. Nunca pudo olvidar esas imágenes: “En el primer momento ellos ponen la bandera blanca y la gente grita: Pe-rón, Pe-rón, y cuando van cruzando la calle, la ráfaga de ametralladora otra vez”, contó en un reportaje.

GB

17 DE OCTUBRE

La gente venía del sur
Relato testimonial de Sebastián Borro*, un joven obrero metalúrgico.

El 17 de octubre de 1945 me encuentra cumpliendo tareas en un establecimiento metalúrgico ubicado en Constitución, sobre las calles Luis Sáenz Peña y Pedro Echagüe. Yo tenía entonces 24 años de edad. Mi oficio era oficial tornero mecánico… En la mañana del 17 de octubre, aproximadamente a las 9, grupos de personas venían desde Avellaneda y Lanús avanzando hacia el centro de la ciudad. Pasaron por la calle Sáenz Peña, observaron que había un taller mecánico (donde trabajaban 130 personas) se acercaron a nosotros y nos dijeron: “Muchachos hay que parar el taller, hay que salir a la calle a rescatar a Perón”.

Las noticias que teníamos en ese momento eran que Perón estaba detenido y que todo lo que se hacía era para rescatarlo. Efectivamente, el taller paró y la gente salió a la calle. Algunos fueron a sus casas. Pero la gran mayoría siguió con los compañeros que venían del sur. Fuimos caminando hacia Plaza de Mayo y habremos llegado aproximadamente a las once y media, porque en el camino íbamos parando los diversos establecimientos de la industria metalúrgica y maderera que había por Constitución.

A esa hora no había tanta gente como la que hubo por la tarde, que cubrió toda la Plaza. En la marcha hacia allí se pintaban sobre los coches, con cal, leyendas como “Queremos a Perón”. También sobre los tranvías. La gente se paraba y reaccionaba a favor de la manifestación que iba a Plaza de Mayo para tratar de cumplir con la idea que tenían los que habían organizado eso. Perón había aplicado leyes nuevas y otras las había ampliado: pago doble por indemnización, preaviso, pago de las ausencias por enfermedad. Eran cosas que antes no se cumplían; hasta ese momento, donde yo trabajaba, no se cumplía ninguna de esas leyes. Le voy a decir más: creo que pocos días antes de su detención, Perón había conseguido un decreto por el que se debían pagar al trabajador los días festivos: 1º de mayo, 12 de octubre, 9 de julio, etcétera. Recuerdo que uno de los patrones nos dijo entonces: vayan a cobrarle a Perón el 12 de octubre (ya estaba detenido). Después del 17 de octubre cobramos ése y muchos días más.

Eran tan reaccionarios los patrones (me aparto un poco del 17 de octubre) que en enero de 1946, estando el capitán Russo en la Secretaría de Trabajo, la empresa en la que yo trabajaba fue citada tres veces. No se había presentado. Tuvo que ser intimado por la fuerza pública a concurrir a la Secretaría de Trabajo, donde algunos de nosotros éramos representantes del personal; no elegidos, porque no había organización gremial, sino porque éramos los más decididos. Uno de los patrones dijo que no tenía tiempo para pagar aguinaldo, vacaciones, a última hora. Le contestaron que la ley 11.729 fue aprobada en 1932. Y que todas las cuentas que no se habían hecho desde entonces habría que hacerlas ahora. Efectivamente, el 1º de febrero de ese año cobramos aguinaldo, pagos por enfermedad y tuvieron vacaciones los que quisieron tomárselas.

Siguiendo con el 17, llegamos a la Plaza; cada vez se hacía más entusiasta; había alegría, fervor. Frente a la Casa Rosada empezaron a armar los altavoces. Hablaron distintas personas, el coronel Mercante, Colom, que fue uno de los últimos oradores. Trataban de ir calmando a la gente: por cada intervención de los oradores, la reacción era más fervorosa a favor de Perón. Se decía que venían trabajadores del interior del país. No lo puedo probar. Recuerdo, sí, que era una tarde muy calurosa y la gente se descalzaba y ponía los pies en las fuentes, muchos por haber caminado tanto. Concretamente lo que yo presencié era la gente que venía del sur. Berisso, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora. A medida que crecía la cantidad, en la Plaza de Mayo aparecían los carteles. Por primera vez yo observaba algo igual: nunca había visto una asamblea tan extraordinaria. Cuando el coronel Perón apareció en los balcones sentí temblar a la Plaza. Fue un griterío extraordinario que nos emocionó de tal manera. Todo parecía venirse abajo.

Unos días antes se decía que Perón estaba gravemente enfermo. Por los parlantes se había anunciado que el coronel Perón se encontraba bien de salud y que estaba en el Hospital Militar. En un momento, Colom dijo, más o menos: “Quédense que vamos a traer a Perón”. Mucha gente gritaba por Perón –quizá por primera vez- sin tener todavía conciencia clara de su actividad. Porque, además, la gran prensa trataba de desvirtuar la figura de Perón. La gente se enteraba a través de los delegados o los activistas pero no por la prensa, que casi en su totalidad estaba en contra. Aunque él había hablado en distintas oportunidades desde la Secretaría de Trabajo. Y se había hecho carne que era un auténtico defensor de los derechos del trabajador.

Nos causó mucho dolor saber que lo habían detenido pero –en lo que respecta a mí y un grupo de compañeros- sinceramente nos considerábamos impotentes, porque recién estábamos despertando, después de muchos años, en el país. Para otros –quizá- con anterioridad, pero a partir de ese 17 de octubre despierta la conciencia para nosotros. Se hace carne que al pueblo tiene que respetársele como tal, cosa que Perón proclamaba diariamente. De ahí que, si bien nos sentíamos impotentes, podíamos hacer algo: sacar a Perón de las garras de la oligarquía y colocarlo en el lugar que correspondía para que sea permanente una auténtica justicia. Es decir, ese idealismo que teníamos nunca lo habíamos vivido en el país. No creí que iba a haber tanta gente en la Plaza; lo que sí pensaba era que el agradecimiento del pueblo a Perón tenía que ser auténtico. Pero yo no conocía la reacción de la gente, hasta que la viví.
La Opinión Cultural, 15 de octubre de 1972.
GB

SOLO EL PERONISMO.

Solo el peronismo puede unir en un mismo movimiento a un stalinista como Sabatella y a los jóvenes de La Cámpora como militantes hitleristas, o convertirse en dictadura con el 55% de los votos, instalando un cepo democrático y agrediendo con violencia moral a los opositores o denunciándolos penalmente por pensar distinto.

(Solo el peronismo puede aprender de sus propios errores y de confiscar La Prensa a la familia Gainza Paz en 1951, plantear una Ley de Medios votada en el Parlamento por propios y extraños.)

Solo el peronismo puede tolerar que dirigentes del Partido RADICAL, que desgobernó el país entre el 1999 y el 2001, dejando además de hambre, pobreza extrema y caos social, un tendal de 35 argentinos asesiandos, y no hayan hecho autocrítica, y sean aliados de los grandes monopolios destituyentes hablando de su militancia democrática.
( Al igual que Patricia Bullrich, perteneciente a aquél gobierno de la Alianza)

Solo el peronismo puede ser acusado de imponer un cepo cambiario por cómplices del FMI que nos endeudó por décadas y gracias a ello llegó a haber una moneda casi por provincia o bonos o tickets o trueque en plazas de todo el país y hoy, soportar cacelorazos porque no puedo comprar dólares para viajar de vacaciones al exterior.

Sólo el peronismo puede ser acusado de nazi-fascista o de pretender isntalar un gobierno chavista-socialista al mismo tiempo.

Porque a Perón en 1945 y en 1955 cuando lo destituyeron violentamente lo acusaron de comunista y nazi.
Lo definieron como Tirano sangriento o Dictador prófugo.
A Evita y su Pueblo, le recordaron con un VIVA EL CANCER  que se estaba muriendo.
Y festejaron los que no tenían té de Ceylan.

(Solo el peronismo puede aprender de sus propios errores y cambiar un apotegma como "para un peronsita no hay nada mejor que otro peronista" por el de "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino")

Y solo el peronismo puede ser acusado de ir a la guerra por decir que el 7 o el 10 D debe cumplirse con lo dicho por la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Y TRANSFORMAR ESTO EN UN DESEMBARCO EN NORMANDÍA O EN UN BOMBARDEO A PEARL HARBOR COMO LO HIZO JAPÓN, DERROTADO LUEGO JUNTO AL NAZISMO.POR EEUU ....según Morales Solá.
El que apoyó la Dictadura cívico- militar genocida de Videla y sus cómplices.

Y según TN, CLARIN, NORMA MORANDINI, MARCELO LONGOBARDI, PABLO SIRVEN, OSVALDO PEPE Y OTRAS JOYAS DEL PENSAMIENTO POLITICO Y PERIODISTICO NACIONAL, en 1945, 1955 y hoy también.

Lo nuevo y diferente bajo el sol, es la Batalla Cultural de los cabecitas negras y las negritas que se embarazan a propósito para cobrar la AUH.
De la copa de leche, la Fundación Eva Perón y las 2 millones de netbooks.
De los planes de viviendas populares de la Década de la Felicidad peronista y de los planes del hoy viejo-nuevo Banco Hipotecario.
De la no adscripción al FMI hasta 1955 y del cepo financiero que le supimos poner desde Néstor Kirchner hasta aquí.
Del ABC del General en 1953 al MERCOSUR-UNASUR de hoy.
Del rompimiento del bloqueo económico a Cuba en 1973 con el General y las relaciones fraternas con todos los Pueblos latinoamericanos.
De la puesta en vigencia de los Derechos Humanos en 1945 cuando el Pueblo no comía y hoy con este mismo Pueblo y sus héroes y mártires.

Del voto fememenino, del matrimonio igualitario, del voto a los 16 años.
Hereje el peronismo rompe estructuras socialles, culturales, ideológicas, políticas, económicas.
SOLO EL PERONISMO PUDE SER LEAL A SUS MISMAS CONVICCIONES DURANTE TANTO AÑOS Y SER RECORDADO Y RECONOCIDO POR EL PUEBLO.

GB

martes, 16 de octubre de 2012

VIOLENCIA E INSEGURIDAD A LA ORDEN DEL DIA.

CIUDAD DE MEXICO. ESPECIAL PARA CLARIN - 15/10/12 - 11:19
Más sangre y más muertos. Si la guerra entre y contra las drogas en México ha ido subiendo cada año en crueldad y sadismo se debe en gran parte a Miguel Ángel Treviño, alias el 'Z-40', convertido ahora en jefe máximo del cártel de los Zetas, tras las muerte de Heriberto Lazcano, 'El Lazca', abatido la semana pasada.
Las autoridades confirmaron que Treviño asumió el control de Los Zetas, la organización criminal más violenta del hemisferio.
Lo dijo el ejército y le dieron la razón los 'cárteles' rivales, que convocaron a la unidad para plantarle cara. "Hacemos un llamado... para que nos unamos y hagamos un frente común para luchar en contra de Los Zetas, especialmente en contra del Z-40, Miguel ángel Treviño Morales, ya que esta persona, con su desmedida ambición, ha propiciado terror y confusión social en nuestro país", dijo un hombre identificado como Servando Gómez, líder del cártel de los Caballeros Templarios, en un video que se conoció el martes en internet.
A Treviño se le atribuye la escalada de violencia que vive México en los últimos años y que incluye hombres decapitados, ahorcados o cuerpos desmembrados. De hecho una de sus especialidades es la misma que un día confesó Santiago Meza, alias 'el pozolero', cuando declaró ante las cámaras de televisión haber 'cocinado' en ácido y gasolina más de 300 rivales que hacía desaparecer en un barril.
Treviño comenzó su carrera desde muy joven como recadero de la pandilla 'Los Tejas', que controlaba la mayor parte del crimen en su ciudad natal Nuevo Laredo, Tamaulipas (en la frontera con EEUU). En 2005, Treviño ascendió a una de los puestos más jugosos, jefe de plaza en Nuevo Laredo y tuvo la tarea de frenar los intentos del cártel de Sinaloa por tomar el control de sus rutas para el trasiego de drogas. Orquestó una serie de asesinatos dentro de Estados Unidos, varios efectuados por un grupo de jóvenes estadounidenses que baleaban a sus víctimas en las calles de Laredo.
Hoy en día, si Treviño estuviera al frente de alguna multinacional, hubiera sido reconocido como 'empresario' del año porque ha llevado a la organización criminal donde nunca soñó. De ser una escisión del Cártel de Golfo (de la que Treviño fue parte importante) a convertirse en el cártel más importante del país junto con el de Sinaloa de Joaquín, 'El Chapo', Guzmán, en sólo dos años.
Además del norte de México, los Zetas han extendido su control sobre Centroamérica, construyendo una ruta para el tráfico de drogas que desembarca cocaína colombiana en Honduras, llega a tierra mexicana por la costa del Golfo de México y cruza la frontera estadounidense pasando por los territorios de Treviño.
Pero su hermano Omar Treviño Morales, alias 'El Z-42' no se queda atrás. En el mundo del crimen organizado, los hermanos Treviño Morales son conocidos por la brutalidad de sus actos. Ambos cuentan con acusaciones por tráfico de drogas en ese país y la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) ofrece sendas recompensas de 5 millones de dólares por cualquier información que pueda llevar a su captura.
Recientemente una de las muertes que más ha impactado a la sociedad mexicana fue la de un hijo del ex gobernador y líder del PRI, Humberto Moreira. El Procurador de Coahuila apuntó que la ejecución de Eduardo Moreira habría sido por una venganza después de que la policía matara en un enfrentamiento a un sobrino de los Treviño.

GB