martes, 19 de junio de 2012

MACRI EL DEMOCRATICO


19/06/12 - 14:55
Jaime Durán Barba, el consultor ecuatoriano del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, fue procesado por la llamada "campaña sucia" contra el senador kirchnerista Daniel Filmus que vinculó falsamente a su padre con Sergio Schoklender, durante la etapa preelectoral para alcalde local.

La decisión fue tomada por la jueza federal María Servini de Cubría, que también procesó a José Garat y Rodrigo Lugones, socios de Durán Barba, informaron a la agencia de noticias DyN fuentes judiciales.

Los tres fueron acusados de violar el artículo 140 del Código Electoral que pena con dos meses a dos años de prisión a quien "con engaños indujere a otro a sufragar en determinada forma o a abstenerse de hacerlo".

Jaime Durán Barba, asesor del jefe de gobierno porteño, fue procesado hoy junto a dos socios por el caso de la "campaña sucia" contra el ex candidato porteño Daniel Filmus.

Durán Barba, José Garat y Rodrigo Lugones quedaron procesados por la jueza federal Maria Servini de Cubría sospechados de violar el artículo 140 del Código Electoral que prevé hasta dos años de prisión a quien "con engaños indujere a otro a sufragar en determinada forma o a abstenerse de hacerlo".



FUENTE CLARIN.COM


GB.

BANDERAS DE MACHA Y AYOHUMA.


La Bandera que Belgrano nos legó, Agenda de Reflexión.com






Tras las huellas de la Bandera de Macha
Por Lucia Pérez Marchetta


Una mañana fría de 1885 un sacerdote, Primo Arrieta, se disponía a ordenar una de las capillas del curato de Macha, y grande fue su sorpresa, cuando encontró detrás de un cuadro de Santa Teresa dos banderas.
Una se reconoce como la bandera actual Argentina, azul-blanca-azul, la otra, mejor resguardada por un paño de seda rojo, portaba los colores blanco-azul-blanco, con rastros de sangre y pólvora.
¿Pero cómo llegaron estas dos banderas con los colores argentinos a la capilla de Titiri, situada en los andes bolivianos a 4300 metros sobre el nivel del mar, cercana al Charayvaltu de Ayoma?
Este es un misterio que descifraremos a través de la pluma del Ing. Yayo Pérez Torres, en su investigación sobre las reliquias de la independencia.
El autor del libro ha hecho un seguimiento minucioso de la travesía de la Bandera de Macha y brinda con rigor y seriedad sus conclusiones, pero también es un trabajo realizado con un profundo amor por su patria. “A lo largo de estos años inicié una investigación, recopilé datos, viajé a los distintos lugares que pudieran proveerme de información, conversé con varios pobladores altoperuanos e intenté rastrear, como decimos los criollos, las huellas de esta bandera”, manifestó el Ing. Pérez.

Escribe Pérez Torres en su libro “Bandera de Macha - La bandera de Belgrano” que a orillas del río Paraná, el General Belgrano construyó las baterías Libertad e Independencia. En su inauguración, los soldados vistieron escarapelas de color blanco y azul celeste, hecho que previamente había autorizado el Triunvirato. Ante la emoción de estar presenciando lo que para él sería el inicio de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hizo enarbolar una insignia creada por él, con los colores de la escarapela. Pérez Torres sostiene que la bandera nacida aquel 27 de febrero de 1812 es distinta a la que hoy conocemos, la de Belgrano sería blanca a los lados y azul en el centro. Esto se debe a una serie de eventos que se sucedieron a partir de aquel 27 de febrero.
En el segundo aniversario del 25 de mayo, Belgrano la hace bendecir en Jujuy, y hace jurar al ejército lealtad a la insignia patria. Nuevamente comunica de este hecho al Triunvirato, por lo que se le acusa de desobediencia, y le advierten que esa sería la última vez que no acatara las órdenes de las autoridades. Consternado, Belgrano notificó de la falla en la comunicación, y anunció que se desharía de la bandera, procurando que nadie la recuerde cuando adopten una insignia propia.
Pasaron ocho meses hasta que la bandera vuelve a enarbolarse, y esto sucede después de la batalla de Tucumán. Por lo tanto, el 13 de febrero de 1813, la insignia blanca, azul y blanca ondeaba a orillas del río Pasaje (a raíz de ese hecho se llamaría Juramento), al mismo tiempo que las voces de 3200 hombres juraban fidelidad a la Asamblea del año XIII, autoridad designada por el Segundo Triunvirato. A partir de ese momento, la Bandera Nacional no dejó de flamear en el Ejército del Norte.

La batalla de Salta, librada el 20 de febrero de aquel año, fue el bautismo de combate de la insignia patria, y como lo había profetizado Belgrano, se enarboló el día de una gran victoria. Belgrano regresa a Jujuy, y para la conmemoración del 25 de mayo, manda a pintar en un paño blanco el escudo de la Asamblea del Año XIII. Esta bandera es bendecida y entregada al Cabildo de Jujuy, ahora conocida como Bandera Nacional de la Libertad Civil. Belgrano tenía conocimientos de que la Asamblea había dispuesto otra bandera de tres franjas, parecida a la suya pero no idéntica, por lo que la bandera que llevaba el ejército es presentada el 24 de mayo, para no contrariar a la Asamblea.
Más adelante, Belgrano pide a la Asamblea que le enviaran otro pendón distinto al español, que la representara. Pérez Torres considera que al contestar esta petición, el 9 de julio se envía al Gral. la bandera que hoy todos conocemos.

Los sucesivos pasos de la bandera no fueron tan afortunados, pues las siguientes batallas que preside son las de Vilcapugio y Ayohuma. Ante estas derrotas, el General encomienda la tarea de esconder las banderas al coronel Zelaya para que no cayeran en manos enemigas. Zelaya, con la última caballería se dirige al pueblo de Titiri, partido de Macha, donde se encontró con el cura párroco de Macha, Aranívar, para pedirle que ocultara las banderas. Las reliquias de la independencia quedaron escondidas por más de 70 años, hasta que un día, un cura de Macha decidió ordenar y limpiar algunas de las capillas, entre ellas la de Titiri. Detrás del cuadro de Santa Teresa, el párroco Primo Arrieta halló ocultas dos banderas de seda, una de ellas ensangrentada. Esto le llamó la atención y consultó con los capilleros, que pertenecían a las comunidades originarias y eran muy ancianos. Estos le dijeron que “en nuestra infancia supimos que tuvo lugar una batalla en Charayvaltu [un lugar próximo a Ayohuma], entonces era tiempo del rey, en la cual tuvo mucha intervención nuestro cura. Los amigos del cura perdieron y persiguieron a éste, que pasó desde entonces sus días entre nosotros sin llegar sino incógnito alguna vez al pueblo de Macha. Este fue quien trajo esas banderas y las colocó en el lugar en que las vemos, desde entonces nadie las ha tocado.”
Desde ese entonces, se conoce a la bandera blanca, azul y blanca como Bandera de Macha, y a la bandera azul, blanca y azul como Bandera de Ayohuma, actual bandera nacional argentina. Luego de este hallazgo, la Argentina solicitó la devolución de las banderas, alegando que eran insignias pertenecientes a la historia de los argentinos. El gobierno boliviano entregó la Bandera de Ayohuma, pero conservó la de Macha, pues consideraban que dicho objeto simbolizaba los esfuerzos comunes de ambos pueblos a favor de la causa americana. La Bandera de Macha, creada por Belgrano, se conserva en el Museo Histórico de Sucre, Bolivia, mientras que la Bandera de Ayohuma es custodiada por el Museo Histórico Nacional Argentino, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Prof GB

PARA SEGUIR PENSANDO


Edición Nro 156 - Junio de 2012

Editorial

Elogio de la gestión

Por José Natanson

Tras las importantes políticas adoptadas por el gobierno en el último tiempo, emergen problemas desatendidos como el transporte o la vivienda, que entrañan soluciones menos épicas pero más sofisticadas.

o hemos escuchado hasta el cansancio: en los 90 la administración reemplazó a la política y sus responsables, los tecnócratas, ascendieron a la cúspide del Estado. Con ello, la gestión quedó instalada como el modo ideal para el manejo de los asuntos públicos y los pocos intentos de cambio social en clave progresista que se ensayaron naufragaron en un mar de individualismo y apatía. Y aunque por supuesto es cierto que la década puede ser juzgada negativamente casi desde cualquier punto de vista, habrá que admitir primero que la política no partió a un exilio del que volvió fresca y renovada tras la crisis del 2001 sino que siempre estuvo allí, bien presente, pues una transformación de la magnitud y profundidad de la emprendida en aquellos años nunca hubiera podido concretarse solo con las herramientas básicas de la tecnocracia. Que el sentido de la transformación nos desagrade es otra cosa.
Aclarar este punto es esencial para una segunda afirmación antipática: el neoliberalismo no fue una imposición del FMI ni un dictamen de Washington sino el programa –primero opaco y luego bien explícito– de un líder, Carlos Menem, que ganó cuatro elecciones legislativas, una constituyente y dos presidenciales. Como en el resto de los países de América Latina salvo Chile, el neoliberalismo se tramitó de manera perfectamente democrática. Fue, en sentido estricto, un movimiento popular.
Desde un comienzo, el kirchnerismo orientó su afán reparador a sanar las heridas heredadas de lo que definió como los dos momentos más graves del ciclo anti-popular de la historia argentina reciente: la dictadura y el menemismo. Al hacerlo, y quizás sin proponérselo, ubicó en un plano de igualdad a dos períodos que, si desde el punto de vista económico exhiben evidentes continuidades, desde el punto de vista institucional no deberían confundirse. Separar peras de manzanas es un ejercicio de revisión histórica que la sociedad argentina aún se debe, aunque hacerlo implique pararse ante el incómodo espejo de nuestras propias deformidades y aunque, como sucede con aquellos que se resisten al psicoanálisis, la negación parezca a veces el camino más fácil. Pero después se paga.
La discusión viene a cuento de la antítesis gestión/política. También lo hemos escuchado mil veces: el kirchnerismo recuperó la política y le devolvió su lugar en la vida pública. Con decisiones como el juicio a la Corte Suprema, la nacionalización de las AFJP, los derechos humanos y otros tantos etcéteras, el gobierno habría ubicado a su impetuosa voluntad transformadora por sobre la simple lógica de la administración. Y si bien es verdad que en sus nueve años en el poder el kirchnerismo se las ha arreglado para cambiar muchas cosas, no menos cierto es que ninguna de estas transformaciones hubiera sido posible sin una vocación por la gestión. Además de un movimiento de cambio, el kirchnerismo fue un constructor de órdenes (en el peronismo, en la economía, en Sudamérica). Esta persistente dualidad, esta vacilación entre la gestión y la gesta, es la que le da al kirchnerismo ese aspecto a veces un poco indescifrable, desconcertante, como si fuera difícil describirlo, captarlo en toda su complejidad, que tanto irrita a los opositores.

Dos problemas 

Mi impresión es que el costado gestionario del ciclo kirchnerista está siendo descuidado. Desde su llegada a la Presidencia, Cristina ha sabido garantizar la gobernabilidad política y sostener el crecimiento económico y, al mismo tiempo, consolidar la agenda de cambio con decisiones como la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, la nacionalización de YPF o el impulso a las reformas de los Códigos Civil y Penal. Al hacerlo, ratifica el espíritu de un ciclo que parece obligado a responder a los estímulos externos siempre en clave de transformación progresista, como si estuviera condenado a girar estructuralmente a la izquierda.
Pero a la par de estos avances se percibe una desatención a ciertos temas que no implican grandes batallas políticas ni disputas abiertas con adversarios poderosos, como las corporaciones mediáticas y económicas, sino nudos de problemas que entrañan soluciones menos épicas pero más sofisticadas, soluciones integradas que son a la vez nacionales y locales, de política y de gestión y que, como sugiere James Bond cuando describe el modo ideal de tratar a sus increíblemente bellas mujeres, exigen una combinación inteligente de firmeza y dulzura.
Los dos problemas más notables son los dramas cotidianos del transporte y la vivienda, que permanecen lejos de los focos del periodismo y de las preocupaciones del gobierno hasta que estallan dramáticamente, como si fuera necesario que sucedieran tragedias como la del Parque Indoamericano o la estación de Once para llamar la atención de la sociedad. Se trata, en ambos casos, de problemas propios de las megalópolis de los países de la periferia capitalista que, como el nuestro, experimentaron acelerados y desordenados procesos de urbanización; problemas que refuerzan la larga cadena de desigualdades que condena a los sectores más vulnerables y en los cuales no sólo se ha avanzado poco en los últimos años, sino que incluso se ha retrocedido: como una de las tantas “paradojas del crecimiento”, la expansión económica elevó los precios de los terrenos y la reducción del desempleo agregó presión al sistema de transporte.
Insistamos: se trata de cuestiones complicadísimas. Todos los días, por ejemplo, ingresan a la Capital Federal unos 2 millones de personas provenientes del conurbano, que utilizan un “sistema” que funciona integradamente –es decir, como un verdadero sistema– solo en algunos corredores (en particular el Norte) y cuya falta de regulación genera complicaciones adicionales: según algunas estimaciones, la cantidad de combis se duplicó en los últimos dos años (de 3 mil a 6 mil); la mayoría de ellas realiza trayectos paralelos a los de los trenes, aunque con una tarifa más cara (entre 5 y 10 pesos el viaje) y sin habilitación (solo un tercio realiza los controles en la Comisión Nacional de Regulación de Transporte) (1). No hace falta ser muy imaginativo para intuir los riesgos que esto entraña.
Y así como el problema es complejo, las posibles soluciones también lo son, y en este sentido parece necesario advertir sobre los riesgos de ciertos eslóganes en apariencia simpáticos pero que pueden llevar a políticas equivocadas. Un ejemplo: la posibilidad de que la disputa entre el gobierno nacional y el porteño derive en la consolidación de un sub-sistema de transporte exclusivamente capitalino, eficiente pero caro, que deje afuera, por una cuestión de tarifas o conectividad, a los castigados habitantes del conurbano, tal como comenzó a suceder desde el aumento de la tarifa del subte. En otras palabras, una separación funcional que genere réditos desde el punto de vista del reclamo de autonomía porteña pero que afecte la construcción de soluciones más amplias, que necesariamente deben ser metropolitanas.
En cuanto a la vivienda, se calcula que solo en el Gran Buenos Aires hay 864 villas o asentamientos, en los que viven un millón de personas (2). El problema mezcla cuestiones como el aumento en el valor del suelo (el precio en la región metropolitana se multiplicó por 2,7 desde 2004), el manejo especulativo que ha derivado en dos millones y medio de viviendas deshabitadas en todo el país (3) y los límites impuestos por el mercado (los countries y barrios cerrados que integran el “cuarto cordón” del conurbano y anulan las posibilidades de expansión geográfica de los ejidos urbanos).
Como en el transporte, aquí también hay que desconfiar de las soluciones fáciles. O antiguas, como la construcción de viviendas sociales alejadas de los flujos económicos urbanos o inadecuadas para los nuevos formatos flexibles de familia. Y también, claro, considerar los intereses afectados: el año pasado, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires elaboró un proyecto para que los countries y barrios cerrados de más de 5 mil metros cuadrados cedieran un 10 por ciento de sus terrenos, o el equivalente en pesos, a los municipios, que los destinarían a vivienda social, en base al razonable argumento de que lo que valoriza estos emprendimientos es la infraestructura y los servicios aportados por el sector público, y que por lo tanto es natural que el Estado recupere parte de ese plusvalor. Por diferentes presiones, el proyecto fue descartado.

Gestión

Retomo entonces el hilo del argumento. Cristina gestiona sin la obsesividad que exhibía Kirchner y, al mismo tiempo, con una inclinación más marcada por las ideas. Con esto no quiero decir que Kirchner fuera puro pragmatismo, pues desde el comienzo de su mandato supo inscribir sus medidas en lo que oscuramente intuyó como un horizonte político y que ahora se ha puesto de moda definir como “relato”.
Pero había en él un manejo del poder en su sentido más puro, es decir del poder como acumulación de peso institucional, armado de alianzas y construcción territorial, lo que lo llevaba a un contacto más cercano y empático con las necesidades de las personas. Cristina, dotada de una sensibilidad intelectual más desarrollada, un interés marcado por la historia y una conciencia clara del valor de lo simbólico, parece más dispuesta a apostar a las ideas en abstracto: la última de ellas es la del trasvasamiento generacional. Y si por un lado esta concepción del poder permite abrir nuevos temas, iluminar problemas y generar transformaciones profundas, por otro puede llevar a descuidar cuestiones terrenales pero que afectan de manera directa y cotidiana la vida de millones de personas. Para evitarlo es necesario recuperar la idea de la importancia de la eficiencia en la gestión, que no debería ser cedida en exclusiva al sector privado.



1. Clarín, 25-9-11.
2. Datos de la ONG “Un techo para mi país”.
3. Suplemento “Cash”, Página/12, Buenos Aires, 16-10-11.




© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

PARA IR PENSANDO

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Red solidaria

1. Cristina es hegeliana, me dice Alejandro Sehtman en un Havanna de Córdoba al 900 el día que Cristina dijo que pasaba a pesos sus dólares mientras la amenaza de la segunda nevada del siglo 21 sobre esta ciudad se disipaba. Un kirchnerismo que te ocupa todo, música y redes, televisión. La vuelta de la política de la totalización. No habría, en principio, otro proyecto político capaz de atrapar tantas esferas de la vida, sobre todo para vidas urbanas a banda ancha. En cualquier país “normal” el microclima gobierna al clima. 2. Las cacerolas de estos días, más allá del dólar, parecen el Frankestein de haber dejado la “batalla cultural” funcionando a pleno en tiempos de paz. Profecía autocumplida. Quizás en 2010, en las fiestas del Bicentenario, había que enterrar al 2008. 3. Cada día me siento más cerca de Juan Carr en el estilo: sé explicar perfectamente por qué son buenos estos años abstrayéndome de muchas cosas. Juan Carr persigue su sueño de hambre cero. Y cada tanto sorprende a sus entrevistadores con datos y estadísticas sobre el mapa del hambre. La euforia que transmite Juan Carr y su ejército de salvación (que por ejemplo todos los miércoles recorre la ciudad con termos de sopa) corre en paralelo y a la sombra de la mentalidad política media. Para algo sirve todo esto, aunque el deterioro de la estadísticas te deje un poco afuera de revelar una posible verdad social4. La pelea con Scioli o Moyano -de distinta naturaleza- tiene un efecto extra: daña el sistema de representación. Scioli o Moyano son menos que el kirchnerismo, pero en la Argentina faltan políticos. Faltan representantes. No alcanza para el orden social deseado con que la presidenta sola represente. Los representados de este triángulo (Cristina, Scioli, Moyano) se superponen y no hay figuras de recambio mejores para ninguno de los rubros. No son proporcionales, y en tal caso por momentos se relacionan como muñecas rusas. Hay que seguir con esta consigna: faltan políticos. No se puede dejar sola a la presidenta en el ejercicio de representar. Como si la política para reconstruirse de todas las fuerzas destituyentes y antipolíticas hubiera también absorbido esa fuerza y ahora la empleara contra sí misma. Como si la política ahora también fuera antipolítica. No porque sus “batallas” no valgan la pena sino porque puede por momentos actuar como actúa una verdadera fuerza antipolítica: indiscriminadamente. 5. Hay una ley no escrita de los operadores políticos: hacen cosas que sus jefes no saben, cosas que hasta enojarían a sus jefes, pero que son para absoluta conveniencia de sus jefes. Uno de los estilos del kirchnerismo -no el único, por suerte- muchas veces tiene algo de “rompo todos los puentes y lazos que la jefa rompa”. Estilo como mandato. Forma como mensaje. Si Cristina reta en público -con razón- a un funcionario, podría cada pequeño Napoleón de la administración creerse con derecho a humillar. Son de los mandatos también no escritos que articulan un temperamento y una cultura política y nada dice que debería ser así a todas las escalas. Todo político en público educa con sus gestos, y Cristina lo sabe, lo hace, con estilo fuerte. Elisa Carró abusaba de un criterio para medir la calidad humana de un político: el modo en que trata al mozo que le sirve el café. 6. El PRO y las cacerolas de Santa Fe y Callao con toda su previsible molestia tampoco son sólo un stand up cheto, como el de Cualca. Son también, y en tal caso, síntomas de que la sábana de la representación no cubre todo. Sí, admitamos la condición humana: la gente y su bolsillo. Pero el tonito o el tostado de los caceroleros parece contentar en una suerte de “estamos en el camino correcto si estos putean”, una especie de deseo del mal, de pequeño cuanto peor mejor. Cuidado con eso. No se desea la muerte aunque sea Mariano Grondona el que agoniza. No se desea que tales nietos sean apropiados. No se desea la lucha cacerolera de clases. Hay algo tanático en estos deseos que vuelve. No éramos tantos en el 2008. Ni siquiera estaba Diego Gvirtz “de este lado”. Ojo con los deseos de que se repita lo que “nos perdimos una vez”. “No se la querían perder”, dijo una vez Marcos Novaro en un reportaje sobre intelectuales k. Era el 2010 y Novaro apuntaba a la debilidad del corazón de intelectuales que se hacían peronistas a los pedos. ¿Te perdiste Ezeiza? ¿Te perdiste el “luche y vuelve”? ¿Te perdiste la 125? Acá tenés tu primavera.


POR MARTIN RODRIGUEZ
GB

20 de Junio de 1812-2012.



Manuel Belgrano y la educación

Por Alberto Sileoni *
En el imaginario colectivo suele predominar la figura de Sarmiento como el gran padre de la educación argentina. Por supuesto que el sanjuanino hizo méritos suficientes como para quedar en la memoria afectiva de todos los argentinos, por su tarea profunda a favor de la educación popular.
 
Sin embargo, mucho antes de sus valiosos aportes, hubo compatriotas que hicieron oír sus voces, llamando a la construcción de un Estado educador que incluyera a todos y a todas. Uno de ellos fue sin duda –y con un lugar destacado– Manuel Belgrano.
Un nuevo aniversario de su muerte es, entonces, una buena oportunidad para recordar a ese argentino, que fue uno de los primeros políticos preocupados por la educación en nuestro país. Un visionario cuyas afirmaciones, casi doscientos años después, conservan una iluminadora vigencia.
 
Desde las páginas del Correo de Comercio de Buenos Aires, ya en marzo de 1810, Belgrano advertía de la necesidad e importancia de crear escuelas primarias en las ciudades, villas y parroquias, con fondos públicos. Sostenía que en la campaña “residen los principales contribuyentes a aquellos ramos [de la educación] y a quienes de justicia se les debe una retribución tan necesaria”. Y, a su vez, pedía: “Obliguen los jueces a los padres a que manden a sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar, y si hubiere algunos que desconociendo tan sagrada obligación se resistieren a su cumplimiento, como verdaderos padres que son de la patria, tomen a su cargo los hijos de ella y pónganlos al cuidado de personas que los atiendan”. Reclamo que bien podría leerse como inspirador de la Asignación Universal por Hijo.
 
Efectivamente, los escritos de Belgrano en el Correo de Comercio –como sus Memorias de 1796– referidos a la educación lo ubican como uno de los impulsores de la escuela argentina, bastante tiempo antes de que otros realizaran sus aportes.
Nació en 1770 y fue el octavo hijo de los dieciséis que tuvieron sus padres, un italiano y una criolla hija de santiagueños. Desde 1794 hasta los sucesos de Mayo de 1810, ocupó el cargo de secretario perpetuo del Real Consulado de Industria y Comercio del Virreinato del Río de la Plata, un virtual ministro de Economía de estas tierras, lo que para un criollo era casi una proeza. Y desde ese lugar pensó en “escuelas gratuitas, adonde pueden los infelices mandar a sus hijos, sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción; allí se les podrá inspirar amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la ociosidad (...) toma su lugar la miseria”.
 
Propuso que los niños aprendieran las primeras letras junto con matemática básica y el catecismo, para luego ser recibidos por los maestros de oficios en escuelas distribuidas en todos los barrios, sin distinción de clases. Escuelas gratuitas para todos, como herramienta para luchar contra la ociosidad y la miseria, expresión que hacemos nuestra muchos años después en el Ministerio de Educación de la Nación, trabajando para que todos los argentinos cumplan la educación obligatoria y de calidad, como condición necesaria para construir una democracia real.
 
Belgrano fue, además, un propulsor de la educación de las mujeres. Y más allá de que, a tono con la mirada de su época, prefería para las niñas las labores y otras tareas “femeninas”, lo singular de su pensamiento es que reparó en ellas como sujetos de derechos para sacarlas de la ignorancia y la postergación. También de avanzada fue su aliento a la creación de las escuelas de Comercio, Náutica y Dibujo, como el lugar otorgado a la escuela técnica, que imaginaba concentrada en cuestiones prácticas.
 
En 1813, cuando por sus victorias militares el Cabildo le donó 40 mil pesos, los destinó a la creación de cuatro escuelas en Tarija, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, a la compra de útiles, becas y libros para los más pobres. Otros escritos suyos se refieren a la necesidad de relacionar educación y trabajo; y a pesar de haber sido un fisiócrata defensor del desarrollo agrícola, impulsó con el mismo fervor la producción y la industria.
 
Pero lo verdaderamente original de su pensamiento es que abrió el camino de la educación para los más desposeídos: los indios, los huérfanos y los pobres. Esa preocupación por incorporar a los que siempre habían estado olvidados, en cierto sentido, supone el comienzo de la educación de adultos en nuestras tierras. Así lo entendió, hace unos años, la recordada Dirección Nacional de Educación de Adultos, la querida Dinea, cuando consagró a Belgrano como patrono de esa modalidad educativa en nuestras tierras. Junto con sus desvelos por desarrollar la educación, hay otros rasgos de su pensamiento y su obra que son para destacar. Es bien conocido el hecho de que debe recurrir a un amigo para que se haga cargo de los gastos de su funeral, pagando los servicios del médico con su propio reloj. El general de la Nación, hombre de cuna afortunada, muere en medio de la estrechez económica. Esta es una de las virtudes más conmovedoras de muchos de nuestros padres fundadores, su sentido de la ética y del honor.
 
Por último, en Belgrano se destaca el sentido del deber; de estar donde manda la Patria. Como muchos porteños ilustrados, había estudiado gramática, filosofía y algo de teología. Tras ocho años en la Universidad de Salamanca, fue abogado, funcionario, economista, periodista; en suma, una formación intelectual cuyo destino era transitar por el mundo de las ideas. Y aunque jamás había vestido el uniforme militar, ni había recibido instrucción, cuando la Patria lo necesitó soldado decidió, sin dudarlo, presentarse en el frente de batalla.
 
Hoy más que nunca, en esta Argentina en la que recobramos desde 2003, con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, las esperanzas y el sentido de caminar juntos, es una responsabilidad recuperar la herencia de hombres como Belgrano. Aquella tierra por la que peleó junto a sus paisanos llegó, con los años, a constituirse en una Nación soberana, gracias a que hombres como él pusieron a su servicio pensamiento y acción, bienes y fortuna, la vida misma.
 
* Ministro de Educación de la Nación
 
Prof GB

lunes, 18 de junio de 2012

PERON Y LOS TRABAJADORES


10 de junio de 1945.



El ideal de la masa trabajadora debe ser el gremialismo, porque él es la base de sus conquistas y la sustentación final de los ideales del trabajador.

    “El mundo, señores, vive momentos de reestructuración, de profunda evolución, que solamente los miopes o los simples pueden ignorar en estos momentos. La clase trabajadora ha pasado a tener una enorme responsabilidad en el Estado como nunca en otros tiempos ha tenido. Esa responsabilidad de la clase trabajadora debe llevarnos a una profunda meditación sobre la acción a desarrollar en el futuro. Si la clase trabajadora siguiese pensando que no le incumbe a ella reflexionar sobre los problemas del país, el  futuro de nuestra Patria volvería a lo que fue antes del 4 de junio. La clase trabajadora debe pensar que cada uno de sus hombres, el mas humilde, representa un piñón de ese enorme engranaje que esta constituido por todo el factor humano de nuestro país, así como cuando enana corona falla uno solo de sus engranajes, la maquina no marcha con la misma suavidad y potencia que cuando la corona esta integralmente sana.

     Cada trabajador debe tener conciencia de este hecho y reflexionar profundamente en que de su acción y de su propio pensamiento dependerá no solo de futuro sino el del país. Cuando todos los trabajadores piensen de esta manera nuestra Nación comenzará por primera vez a ser grande. Hasta ahora la despreocupación de los argentinos es lo que ha permitido el desarrollo de todos los males de que nosotros mismos nos quejamos. No olvidemos, pues, que todos tenemos un poco de responsabilidad por el hecho de que esas cosas hayan sucedido, y si deseamos liberarnos de esa responsabilidad del pasado, debemos pensar en accionar honrada y lealmente en le futuro para evitar que el panorama de disociación y de tristeza que todos anhelamos proscribir en el país no vuelva a presentarse en el futuro.” 

Prof GB

LOS DEMOCRATAS DE AYER II

"L a determinación puesta en el operativo denoinado Minsitro de Marina tuvo otra muestar en cierto recurso imaginado para lograra mayor efecto en el ataque aéreo. Uno de lso pilotos de caza, el teniente Guillermo Palacio, tuvo la idea de arrojar su tanque de combustible suplementario...Este se coloca sobre la parte inferior del fuselaje dela vión, cargado con casi 800 litros de kerosene, y podía actuar como una bomba de napalm, incendiaria.
Pero la idea no era producir un matanza (?) sino una preocupación (?) a retaguardia de los tiradores ( explicaba Palacio)

"Pensaba tirar el tanque sobre la Casa de Gobierno; el kerosene al ser arrojado a alta velocidad tenía que explotar al gasificarse con la caída. Hice el cálculo de pegar en el centro del edificio; pero no se trata de un bomba con perfil aerodinámico, sino que cayó dando vueltas cunado tiré de la palanca para soltarla. Sentí la pequeña sacudida al liberarse el aparato, y di vuelta para mirar: no había caído en la Casa sino en la playa de estacionamiento, y comenzaba a incendiarse un grupo de autos, con grandes llamaradas. 
El kerosene y los neumáticos levantaron una enorme nube negra. Hay que analizar cada cosa en al circunstancia en que se vive: eran muchos años de una tiranía inaguantable y yo tenía 22 años. FUE UNA DEMOSTRACIÓN DEL ODIO, DE LA REACCION DESATADA POR LAS MEDIDAS QUE AGOBIABAN AL PAIS."

  La Revolución del ' 55. Conspiración y Dictadura. Isidoro Ruiz Moreno.

Prof GB