viernes, 27 de abril de 2012
MODELO CAPITALISTA INTERNACIONAL
" A fines del siglo XIX, el liberalismo mercantil se transforma en imperialismo. Ya en las postrimerías de la centuria , este fenómeno económico se presenta con todos sus atributos actuales. Los monopolios, formaciones económicas altamente concentradas del capital desplazan al antiguo mercado autorregulador fundado en la libre competencia. Este proceso aglutinador que pone las economías nacionales, convertidas ahora en economía internacional, en pocas manos, encontró en el formidable desarrollo de la técnica -particularmente de los transportes- su impulso motor. La sociedad anónima sustituye a la libre empresa, la grande industria a la pequeña, con su consecuencia, la concentración monopólica de la producción en gran escala.
El adelanto técnico, además planteó la cuestión de la hegemonía mundial de los países de alto desarrollo industrial. Tres grandes potencias luchan por el dominio del mercado internacionalizado, hasta entonces controlado por Inglaterra, Alemania y EE.UU., y en menor grado Rusia, que en el S.XIX ha iniciado la industrialización y manifiesta en potencia, una enérgica fuerza expansiva pese a su atraso general.
En el orden social, la contracara de este irracional sistema productivo ha sido el peso histórico de las masas y su correlativo malestar revolucionario. Rasgos que definen a nuestro tiempo con caracteres únicos en la Historia Universal."
Fuente: "La Formación de la Conciencia Nacional", Hernández Arregui, Juan José, p. 35.
Prof GB
Roberto Noble fundador de Clarín:
"Mussolini -decía Noble- es el modelo viviente del moderno hombre de Estado...El sueño anheloso de Nietzsche, que predecía para el futuro la implantación de una estirpe directora de superhombres, parece concretarse en este espléndido retoño de los grandes de la antigua Roma...Los argentinos nos regocijamos con alegría de hermanos por la gloria de Italia y de Mussolini". Ese era, en realidad , el famoso "socialista" Roberto Noble."
Biografía de Palacios, Víctor García Costa.
Gracias al Prof. L. Mera.
Biografía de Palacios, Víctor García Costa.
Gracias al Prof. L. Mera.
El deporte que soñamos
En marzo de 1974 el Congreso de la Nación sancionó la legislación más importante en materia deportiva que haya tenido el país. Se trata de la condensación de una política impulsada por el peronismo a partir de 1943. La Ley Nacional del Deporte es la concreción de un pensamiento democratizador. Esta legislación abarca todos los ámbitos posibles de esta actividad, constituyendo un pilar fundamental para la participación de la sociedad en las decisiones.
Los dos primeros periodos presidenciales de Juan Domingo Perón significaron para vastos sectores una ampliación en las conquistas sociales. El deporte se transformó en un espacio representativo a partir de una planificación deportiva sin precedentes. Es así como surgen certámenes de profundo arraigo social como los Campeonatos Evita, los Intercolegiales o las competencias desarrolladas por la UES. Este nuevo cuadro produjo un profundo cambio en la sociedad. En 1955 ya se había logrado cumplir el objetivo de que cinco millones de argentinos practicaran alguna actividad física. Por otro lado, desde el Estado Nacional se respaldó a los deportistas que se encontraban en el alto nivel. De esta manera se obtuvieron importantes logros. Los Primeros Juegos Deportivos Panamericanos disputados en Buenos Aires (1951) dieron una muestra de tal avance ya que conquistó el primer lugar en las posiciones finales del medallero, superando a EE.UU.
En la tercera presidencia del general Perón logra concretarse la legislación más importante en materia deportiva y comunitaria. La Ley 20.655 ordena y promueve la actividad previendo su libre acceso al Pueblo y nominándolo como un derecho inalienable. En su artículo primero resalta que el Estado atenderá al deporte en todas sus expresiones teniendo como principal objetivo “la utilización del deporte como factor educativo coadyuvante a la formación integral del hombre y como recurso para la recreación y esparcimiento de la población”. Este punto es esencial ya que resume el pensamiento del peronismo en este ámbito. El deporte es la base principal para el desarrollo de una sociedad.
Una pormenorizada investigación del dirigente e historiador Víctor Lupo en su libro “Historia política del deporte argentino” permite entender los pormenores y el sentido de la normativa. A su juicio, son tres los puntos en que se apoya esta ley. La primera de ellas es la creación del Consejo Nacional del Deporte (Co.Na.De), conformado por todas las instituciones deportivas del país. Este ente es considerado el Organismo Máximo de Conducción, teniendo como principales objetivos dirigir la política deportiva general y manejar el presupuesto. Este cuerpo se apoya en consejos regionales del que participan distintos representantes de organismos e instituciones provinciales.
Otro ítem de importancia es que el texto señala que todas las provincias tienen la potestad de adherir total o parcialmente a esta legislación, debiendo ser aprobadas por medio de asambleas legislativas. En la actualidad todos los distritos provinciales la adoptaron. No es un dato menor ya que permite discutir y coordinar acciones en conjunto.
Luego de intensos debates en el Congreso Nacional la Ley del Deporte fue sancionada el 21 de marzo de 1974. Luego del fallecimiento del General Perón las reuniones para terminar de concretar esta legislación se suspendieron. La irrupción del golpe militar de 1976 impidió que esta ley llegara a reglamentarse. Durante esta etapa se intervinieron la mayoría de las federaciones y se interrumpieron las manifestaciones deportivas a nivel masivo. A la vuelta a la democracia, y a pesar de los intentos, no se pudo poner en vigencia la ley, hasta noviembre de 1989.
En ese momento se logró reglamentarla a través del Decreto Nacional 1.237. Es así como se convocó a los dirigentes de todo el país para decidir colectivamente los principales temas del ámbito deportivo. A su vez, se impulsaron competencias como los Campeonatos Evita o los Intercolegiales. La apuesta estuvo en apoyar a los jóvenes atletas que estaban en su última etapa de formación. Dirigentes como el chubutense Eduardo Bernal fue uno de los partícipes fundamentales en esta etapa. “Fueron dos años de intenso trabajo, de análisis, discusiones, pero fundamentalmente de respeto por la voluntad de las mayorías. Así se encaró la reconstrucción del CENARD, se lanzó el Plan hacia Mar del Plata 95, que sirvió para realizar los Juegos Panamericanos y reivindicar en parte el brillo que había tenido, cuando su creador y gestor, el General Perón, los llevó a cabo en Buenos Aires”. Se puede decir, que era la primera vez que se ponía en práctica la Ley Nacional del Deporte.
La aplicación de esta legislación ha sufrido constantes variaciones. En 1993 asume la Secretaría de Deportes Livio Forneris e interrumpe las funciones del Co.Na.De. Alegando que los costos para concretar sus reuniones eran excesivos. La voluntad para que este organismo democrático tuviera continuidad encontró ciertas reticencias por parte de distintos funcionarios de gobierno. El licenciado Alfredo Aguirre, un estudioso del tema, sostiene que con las nuevas tecnologías la argumentación del enorme gasto que puede demandar una organización de este tipo queda absolutamente desechada. El país atravesó políticas neoliberales que han dejado al deporte al margen de las prioridades. Cabe recordar que en el mismo gobierno de Carlos Menem se tuvieron dos posturas diferentes con respecto a la planificación deportiva.
Desde 2003 se incrementó el presupuesto nacional para el área de deportes. En 2010 se realizó en Mar del Plata la primera reunión del Co.Na.De. En esta nueva etapa. Los principales problemas a resolver son el sedentarismo y medidas tendientes a propiciar la medicina preventiva. Una de las medidas prioritarias es la creación de un censo de deportistas federados e infraestructura deportiva.
“La Ley 20.655 -dice Eduardo Bernal- quizá reclamaría algún cambio, pero es una herramienta formidable de participación y transparencia. Es un verdadero Parlamento Deportivo. Los que estuvimos en su gestación y los que tuvimos la oportunidad de verla en funcionamiento, seguimos luchando para que vuelva a ser puesta en valor”.
Osvaldo JaraPublicado en el Suplemento De galera y bastón de Telam.
Peor-distas, lobbystas, albertofernandistas, repsol
El “periodismo” a cirugía mayor
La primera plana de Tiempo Argentino del domingo pasado y el texto de su director sobre quiénes están pagos por Repsol, no sólo revelaron la desfachatez de un tal Alberto Fernández y de ciertas figuras de la prensa hegemónica, sino que incrustaron en la discusión teórica sobre periodismo y comunicación un punto de gravedad que habla por sí mismo.
Por Víctor Ego Ducrot (*) | No se trata aquí de fustigar los posicionamientos editoriales, ni siquiera aquellos que puedan ubicarse en las antípodas del mío propio; ni aun, a título de extremo límite teórico, los que sean pasibles de ser calificados como antidemocráticos, con el solo límite de lo que prescribe la ley, se entiende. Y ese no fustigar no responde a un arranque de generosa amplitud ideológica, menos todavía a un capítulo de tonta resignación. No se trata de fustigar posicionamientos editoriales –de aquí en más en este texto los denominaremos intencionalidades– porque ello significaría una tarea ontológicamente imposible; desde que el periodismo existe como práctica, digamos que a partir de la modernidad, ya que a las prácticas informativas anteriores a ella prefiero ubicarlas dentro del llamado protoperiodismo, no existe registro histórico de caso alguno que no haya respondido a la siguiente premisa: todo acto de nuestra práctica profesional lleva implícita su carga ideológica y política.
Sucede que, originalmente, el periodismo fue una herramienta de construcción de sentido en favor del orden burgués, cuando este no se había terminado de imponer sobre el mundo anterior, que se derrumbaba; y por eso, tanto en la Europa metropolitana como al interior de los procesos emancipatorios de nuestro país y de América Latina, los medios y los periodistas se asumían como militantes y argumentaban desde allí, en pos de sus objetivos y compromisos. Pero cuando ese orden burgués resolvió en su favor la crisis de hegemonía que supone todo punto de inflexión histórica, y en consecuencia su aparato de sentido ya no confrontaba sino que debía imponerse como controlador y disciplinador cultural del conjunto de la sociedad, entonces el periodismo se convirtió en “profesional”, o lo que es lo mismo, decidió ocultar sus intencionalidades editoriales, disfrazándolas de información “objetiva”, de principio de verdad.
Hasta ahí sólo estamos ante un escenario previsible, sobre el cual la prensa hegemónica encubre sus relatos (e intereses) económicos y políticos, y su impronta ideológica, y aquella otra, que disputa esa hegemonía, no sólo se ve obligada a denunciar este tipos de dispositivos, sino que además concurre ante los usuarios de la información con agendas, voces y estilos propios. Me animo a decir que eso es lo que hacemos quienes ejercemos el periodismo en este diario y en otros medios que apuntan contra los monopolios de la comunicación y contra las miradas y acciones del poder oligárquico y antirrepublicano; en una palabra, que nos asumimos como oficialistas de un proyecto político transformar del país desde el año 2003, con una perspectiva democrática con densidad y volumen de inclusión ciudadana, y de confortación ante el poder de las corporaciones.
La primera plana de Tiempo Argentino del domingo pasado y el texto de su director, Roberto Caballero, sobre quiénes están pagos por Repsol, no sólo revelaron la desfachatez de un tal Alberto Fernández y de ciertas figuras de la prensa hegemónica, a esta altura decididamente canalla, sino que incrustaron en la discusión teórica sobre periodismo y comunicación un punto de gravedad que habla por sí mismo.
Ya no se trata, como venimos señalando desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), de dejar al desnudo la trama de elementos que algunos teóricos llaman economía política de los medios y nosotros (académicos y periodistas que desarrollamos allí el modelo teórico y metodológico “intencionalidad editorial”) preferimos considerar como “base de materialidad para la producción de contenidos periodísticos”.
Cuando Tiempo Argentino reveló que varios responsables de la línea editorial del Grupo Clarín y de La Nación, como así también familiares de estos y Alberto Fernández y otros “expertos” y “dirigentes políticos”, en tanto “fuentes” informativas y de análisis perpetuas, cuentan con más o menos jugosos contratos con la petrolera expropiada, lo que sucedió fue muy simple; este diario constató y puso en evidencia crítica (atención con la palabra “evidencia” porque más adelante será retomada) otra premisa de las reflexiones teóricas recién aludidas: la capacidad de manipulación y disciplinamiento social de los medios de comunicación hegemónicos es inversamente proporcional a la capacidad de movilización e intervención política concreta de actores individuales y colectivos, con posibilidades ciertas de conmover y desarmar la red de intereses y perspectivas económicas, políticas, sociales y culturales de aquel poder hegemónico.
Sólo desde esa pérdida de capacidad disciplinadora puede entenderse la tendencia de los medios oligárquicos, ya no al encubrimiento de sus respectivas intencionalidades editoriales, mediante las técnicas “profesionales” del periodismo, sino a la recurrencia de modos que nos hablan de cierta perversión del modelo propio, de cierta enfermedad terminal; no sé si curable, incluso con cirugía mayor.
Las noticias necesitan fuentes, que pueden ser diversas y de diferentes naturalezas; aunque, a título de mera síntesis, cabe clasificarlas en testimoniales y documentales, directas o indirectas. Lo afirmado por Caballero en el artículo comentado ofrece una contundencia demoledora, que revela y congela en cuadro fijo el sistema de evidencias preexistente respecto de las barrabasadas acometidas con fruición por las plumas y voces más características del oligopolio mediático, toda vez que reconozcamos las siguientes acepciones de la palabra “evidencia”, conforme al diccionario: “certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar”; “certidumbre de algo, de modo que el sentir o juzgar lo contrario sea tenido por temeridad “; y dejamos de lado la siguiente –“prueba determinante en un proceso”– porque se trata de periodismo, no de fiscales, jueces y abogados defensores.
Cómo dudar entonces del porqué de las andanadas sistemáticas a las que nos tienen acostumbrados el oligopolio, y sus “periodistas” y “fuentes” a sueldo de Repsol y otras empresas. Puestos en el lugar que los puso la enfermedad terminal de esos modos profesionales de la comunicación, es que son capaces de llegar al absurdo, como lo hicieron al borde de la semana, según dos artículos de Clarín comentados por la agencia pública de la provincia de Buenos Aires (www.agepeba.org).
En el primer caso, para el diario de Héctor Magnetto, una decisión de la Cámara de Diputados bonaerense tendiente a prohibir el consumo de tabaco en los bingos y salas de juego no fue otra cosa que una “agresión kirchnerista”; hablaron de una “ley K” contra la empresa Boldt. Pero eso no fue nada; en otra nota, Walter Curia encuentra similitudes políticas entre el fallecido Mao y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pues afirma que “los cambios en el gobierno (…) se parecen a la Revolución Cultural emprendida por (el líder chino) a finales de los sesenta.
¿Habrá terapias para semejantes patologías?
(*) Periodista, docente universitario, director de AgePeBA (nota publicada hoy en Tiempo Argentino)
gb
Por Víctor Ego Ducrot (*) | No se trata aquí de fustigar los posicionamientos editoriales, ni siquiera aquellos que puedan ubicarse en las antípodas del mío propio; ni aun, a título de extremo límite teórico, los que sean pasibles de ser calificados como antidemocráticos, con el solo límite de lo que prescribe la ley, se entiende. Y ese no fustigar no responde a un arranque de generosa amplitud ideológica, menos todavía a un capítulo de tonta resignación. No se trata de fustigar posicionamientos editoriales –de aquí en más en este texto los denominaremos intencionalidades– porque ello significaría una tarea ontológicamente imposible; desde que el periodismo existe como práctica, digamos que a partir de la modernidad, ya que a las prácticas informativas anteriores a ella prefiero ubicarlas dentro del llamado protoperiodismo, no existe registro histórico de caso alguno que no haya respondido a la siguiente premisa: todo acto de nuestra práctica profesional lleva implícita su carga ideológica y política.
Sucede que, originalmente, el periodismo fue una herramienta de construcción de sentido en favor del orden burgués, cuando este no se había terminado de imponer sobre el mundo anterior, que se derrumbaba; y por eso, tanto en la Europa metropolitana como al interior de los procesos emancipatorios de nuestro país y de América Latina, los medios y los periodistas se asumían como militantes y argumentaban desde allí, en pos de sus objetivos y compromisos. Pero cuando ese orden burgués resolvió en su favor la crisis de hegemonía que supone todo punto de inflexión histórica, y en consecuencia su aparato de sentido ya no confrontaba sino que debía imponerse como controlador y disciplinador cultural del conjunto de la sociedad, entonces el periodismo se convirtió en “profesional”, o lo que es lo mismo, decidió ocultar sus intencionalidades editoriales, disfrazándolas de información “objetiva”, de principio de verdad.
Hasta ahí sólo estamos ante un escenario previsible, sobre el cual la prensa hegemónica encubre sus relatos (e intereses) económicos y políticos, y su impronta ideológica, y aquella otra, que disputa esa hegemonía, no sólo se ve obligada a denunciar este tipos de dispositivos, sino que además concurre ante los usuarios de la información con agendas, voces y estilos propios. Me animo a decir que eso es lo que hacemos quienes ejercemos el periodismo en este diario y en otros medios que apuntan contra los monopolios de la comunicación y contra las miradas y acciones del poder oligárquico y antirrepublicano; en una palabra, que nos asumimos como oficialistas de un proyecto político transformar del país desde el año 2003, con una perspectiva democrática con densidad y volumen de inclusión ciudadana, y de confortación ante el poder de las corporaciones.
La primera plana de Tiempo Argentino del domingo pasado y el texto de su director, Roberto Caballero, sobre quiénes están pagos por Repsol, no sólo revelaron la desfachatez de un tal Alberto Fernández y de ciertas figuras de la prensa hegemónica, a esta altura decididamente canalla, sino que incrustaron en la discusión teórica sobre periodismo y comunicación un punto de gravedad que habla por sí mismo.
Ya no se trata, como venimos señalando desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), de dejar al desnudo la trama de elementos que algunos teóricos llaman economía política de los medios y nosotros (académicos y periodistas que desarrollamos allí el modelo teórico y metodológico “intencionalidad editorial”) preferimos considerar como “base de materialidad para la producción de contenidos periodísticos”.
Cuando Tiempo Argentino reveló que varios responsables de la línea editorial del Grupo Clarín y de La Nación, como así también familiares de estos y Alberto Fernández y otros “expertos” y “dirigentes políticos”, en tanto “fuentes” informativas y de análisis perpetuas, cuentan con más o menos jugosos contratos con la petrolera expropiada, lo que sucedió fue muy simple; este diario constató y puso en evidencia crítica (atención con la palabra “evidencia” porque más adelante será retomada) otra premisa de las reflexiones teóricas recién aludidas: la capacidad de manipulación y disciplinamiento social de los medios de comunicación hegemónicos es inversamente proporcional a la capacidad de movilización e intervención política concreta de actores individuales y colectivos, con posibilidades ciertas de conmover y desarmar la red de intereses y perspectivas económicas, políticas, sociales y culturales de aquel poder hegemónico.
Sólo desde esa pérdida de capacidad disciplinadora puede entenderse la tendencia de los medios oligárquicos, ya no al encubrimiento de sus respectivas intencionalidades editoriales, mediante las técnicas “profesionales” del periodismo, sino a la recurrencia de modos que nos hablan de cierta perversión del modelo propio, de cierta enfermedad terminal; no sé si curable, incluso con cirugía mayor.
Las noticias necesitan fuentes, que pueden ser diversas y de diferentes naturalezas; aunque, a título de mera síntesis, cabe clasificarlas en testimoniales y documentales, directas o indirectas. Lo afirmado por Caballero en el artículo comentado ofrece una contundencia demoledora, que revela y congela en cuadro fijo el sistema de evidencias preexistente respecto de las barrabasadas acometidas con fruición por las plumas y voces más características del oligopolio mediático, toda vez que reconozcamos las siguientes acepciones de la palabra “evidencia”, conforme al diccionario: “certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar”; “certidumbre de algo, de modo que el sentir o juzgar lo contrario sea tenido por temeridad “; y dejamos de lado la siguiente –“prueba determinante en un proceso”– porque se trata de periodismo, no de fiscales, jueces y abogados defensores.
Cómo dudar entonces del porqué de las andanadas sistemáticas a las que nos tienen acostumbrados el oligopolio, y sus “periodistas” y “fuentes” a sueldo de Repsol y otras empresas. Puestos en el lugar que los puso la enfermedad terminal de esos modos profesionales de la comunicación, es que son capaces de llegar al absurdo, como lo hicieron al borde de la semana, según dos artículos de Clarín comentados por la agencia pública de la provincia de Buenos Aires (www.agepeba.org).
En el primer caso, para el diario de Héctor Magnetto, una decisión de la Cámara de Diputados bonaerense tendiente a prohibir el consumo de tabaco en los bingos y salas de juego no fue otra cosa que una “agresión kirchnerista”; hablaron de una “ley K” contra la empresa Boldt. Pero eso no fue nada; en otra nota, Walter Curia encuentra similitudes políticas entre el fallecido Mao y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pues afirma que “los cambios en el gobierno (…) se parecen a la Revolución Cultural emprendida por (el líder chino) a finales de los sesenta.
¿Habrá terapias para semejantes patologías?
(*) Periodista, docente universitario, director de AgePeBA (nota publicada hoy en Tiempo Argentino)
gb
modelito...según Macri.
“Es preciso generar empleo, agregar valor y apostar a la tecnología”
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró hoy en Merlo la ampliación de una planta de neumáticos, donde volvió a convocar “a todos a que defendamos las políticas que nos han llevado al crecimiento”.
“Con las empresas que se portan bien, nosotros nos portamos todavía mejor. Esto es una ida y vuelta que se tiene que dar siempre en todos los órdenes de la vida”, declaró Cristina Fernández de Kirchner al participar de la inauguración de las ampliaciones de una planta de la empresa Pirelli.
Desde la localidad bonaerense de Merlo, la Presidenta aseguró que “es preciso generar empleo, agregar valor y apostar a la ciencia y a la tecnología”.
“El gran desafío ahora es producir tecnología”, reafirmó al recordar que “en la Argentina se ha vuelto a fabricar camiones”.
Así como hizo ayer en San Antonio de Areco, junto al vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, Cristina aprovechó el acto en Merlo para volver a convocar “a todos a que defendamos las políticas que nos han llevado al crecimiento”.
La ampliación de la planta de Pirelli demandó una inversión de 100 millones de dólares, de los cuales el 45 por ciento fue financiado con créditos del programa Bicentenario, según indicó la mandataria.
“Por ahí algunos te tiran con palos y con piedras y cuando vos les contestás se enojan, todavía. Es natural. Yo creo que tenemos que entender que la colaboración y la ayuda tienen que ser mutuas. Vos me ayudás y yo te ayudo y así entre los dos sacamos las cosas adelante”, afirmó Cristina
Fuentes de la empresa indicaron que en la planta se fabricarán neumáticos radiales para camiones, con una capacidad máxima de producción de 4.000 unidades por día, y generará 1.200 puestos de trabajo.
GB
“Con las empresas que se portan bien, nosotros nos portamos todavía mejor. Esto es una ida y vuelta que se tiene que dar siempre en todos los órdenes de la vida”, declaró Cristina Fernández de Kirchner al participar de la inauguración de las ampliaciones de una planta de la empresa Pirelli.
Desde la localidad bonaerense de Merlo, la Presidenta aseguró que “es preciso generar empleo, agregar valor y apostar a la ciencia y a la tecnología”.
“El gran desafío ahora es producir tecnología”, reafirmó al recordar que “en la Argentina se ha vuelto a fabricar camiones”.
Así como hizo ayer en San Antonio de Areco, junto al vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, Cristina aprovechó el acto en Merlo para volver a convocar “a todos a que defendamos las políticas que nos han llevado al crecimiento”.
La ampliación de la planta de Pirelli demandó una inversión de 100 millones de dólares, de los cuales el 45 por ciento fue financiado con créditos del programa Bicentenario, según indicó la mandataria.
“Por ahí algunos te tiran con palos y con piedras y cuando vos les contestás se enojan, todavía. Es natural. Yo creo que tenemos que entender que la colaboración y la ayuda tienen que ser mutuas. Vos me ayudás y yo te ayudo y así entre los dos sacamos las cosas adelante”, afirmó Cristina
Fuentes de la empresa indicaron que en la planta se fabricarán neumáticos radiales para camiones, con una capacidad máxima de producción de 4.000 unidades por día, y generará 1.200 puestos de trabajo.
GB
miércoles, 25 de abril de 2012
INVAP: HECHO EN ARGENTINA
| 19 de Abril de 2012 ≈
La sala mide unos 30 metros de largo y tiene casi tres pisos de alto. Está rodeada de paredones de un blanco absoluto recortados solo por ventanas de grueso vidrio por las que de vez en cuando se asoma algún curioso. Una grúa gigante pende del techo y, desde el piso, también blanco, andamios sostienen dos paneles de color cobrizo. En el medio, un módulo que, por sus formas, hace pensar que está destinado a ir más allá de los límites de la atmósfera.
No, no es un set de filmación de Kubrick, aunque bien podría haber sido una locación para 2001 Odisea del Espacio. Tampoco piense en un laboratorio de la NASA -la agencia espacial norteamericana-, porque una gran bandera argentina delata que se trata de un predio vernáculo. Es la Sala de Integración Satelital de Invap, una empresa que desde hace más de 35 años desarrolla tecnología de avanzada en diferentes campos de la industria, la ciencia y la investigación aplicada, creando “paquetes tecnológicos” de alto valor agregado.
Un equipo de DEF viajó a San Carlos de Bariloche para conocer de primera mano cómo es trabajar en esta empresa única en su tipo, no solo por la complejidad de los productos que realiza, sino por la calidad de su capital humano y las condiciones con las que opera: a pesar de ser una empresa del Estado, trabaja y se gerencia como cualquier empresa privada, esto es, a través de proyectos y clientes. Además, sus empleados tienen participación en las ganancias y presencia en el directorio mediante la elección de un representante.
CON LOS PIES EN EL CIELO
El artefacto sobre el que trabajaban afanosamente una docena de técnicos en la Sala de Integración -aquel ambiente enorme y blanco- efectivamente estaba destinado al espacio. Es el ARSAT-1, el primero de una serie de satélites geoestacionarios de comunicación con fines comerciales. El proyecto, que implica el diseño, la fabricación y la puesta en operación de tres artefactos, se dio a través de un contrato con la sociedad anónima de capital estatal ARSAT, la cual tiene los derechos exclusivos para comercializar la posición orbital Geoestacionaria 72º y 81° Oeste, en banda Ku (Norteamérica y Sudamérica) y en banda C (Hemisférica). En términos prácticos, esto quiere decir que Argentina podrá brindar servicios de telefonía y datos, Internet y TV a usuarios en todo el territorio nacional y Cono Sur.
No es la primera vez que Invap desarrolla un satélite. De hecho, ya lleva 20 años de experiencia en el área. En 2011 concluyó la serie SAC (Satélite Argentino Científico), fruto de un convenio entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), del lado argentino, y su par norteamericana, la NASA, a principios de la década del 90. A diferencia de los ARSAT, la aplicación de los SAC es eminentemente científica y de investigación.
El último de los SAC, el SAC-D/Aquarius, fue lanzado el 10 de junio de 2011 y no ha despertado más que elogios desde aquella fecha. El satélite transporta ocho instrumentos, cinco de los cuales son de factura argentina: radiómetros de microondas, cámaras de alta sensibilidad y cámaras térmicas. La NASA aportó el instrumento principal, el Aquarius, un dispositivo de 200 millones de dólares cuyo propósito es medir la salinidad de los océanos, indicador que, según dicen, sirve para entender mejor el cambio climático. El SAC-D podrá mensurar regiones oceánicas nunca antes medidas.
La serie SAC constó del diseño y la construcción de cuatro satélites, y todos han dado prueba de sus enormes capacidades. El tercero de ellos, el SAC-C, que fue lanzado en el año 2000, debía tener una vida operativa por contrato de cuatro años, pero gracias a sucesivas actualizaciones hechas desde tierra el satélite sigue en operaciones. A fines del año pasado cumplió los once años de servicio.
Aun en situaciones adversas, los satélites de Invap respondieron bien. Según señaló a DEF Tulio Calderón, gerente de la División de Proyectos Aeroespacial y de Gobierno de Invap, en el historial de la empresa se recuerda con una “mixtura de lamento y alegría” el lanzamiento del primer satélite, el SAC-B. El artefacto fue lanzado con un tipo de cohete que estaba en desarrollo en ese momento, que no pudo separar el satélite de la última etapa que lo llevaba. Calderón recordó que “el satélite tuvo su vida corta, aunque virtuosa: pudo desplegar paneles, controlarse desde tierra y estabilizarse un poco en órbita. Nuestra intención era poder cargar baterías y tener capacidad de control mínima a ver si se podía manejar algún parámetro de emisión. Pero era como un pequeño auto con un gigante acoplado atrás. No estaba diseñado para eso, tuvimos tres o cuatro días de intentos y se perdió. Sin embargo, el satélite funcionó perfecto y respondió a esa anomalía completa, así que la gente se quedó conforme con haber hecho todo lo que se pudo hacer y con que lo que se había hecho, funcionaba”.
UN ESTILO ÚNICO
Los logros del área Aeroespacial son una clara muestra de la idea fuerza que da vida a Invap desde su comienzo: “No al colonialismo mental”. En palabras de Héctor Otheguy, gerente general y CEO de la empresa, “no se debe creer que hay cosas muy complejas que solo las pueden hacer los países desarrollados y que no son para países como los nuestros. Esto no es así, la materia gris es la misma aquí que en Europa, EE. UU., Japón o China”, afirmó Otheguy. “Hay que tener la confianza en uno mismo, no hay desafío que uno no pueda afrontar bien planteado y con los recursos necesarios”, resaltó.
Y si de ganancias se habla, una particularidad que no se puede dejar de mencionar en tiempos en que se discute la participación de los empleados en las ganancias de la empresa, es que Invap ya lo viene haciendo casi desde sus comienzos. Cuando los ejercicios son favorables, se reparte una porción de sus ingresos -en promedio, un 20%- de manera igual entre todos sus empleados. De esta forma, a fin de año todos cobran el mismo bono, desde el gerente general hasta el último operario. El único requisito es tener un año de antigüedad. En el último ejercicio, el bono fue de 1000 dólares.
“Por supuesto, los sueldos son distintos -aclara el gerente general-, pero el concepto es que para que a la empresa le fuera bien, todos tuvimos que poner nuestro granito de arena desde nuestra área de trabajo. De todas las utilidades, una parte va para los empleados que colaboraron a obtener esa ganancia, y la otra para asegurar la continuidad de la empresa y, eventualmente, el desarrollo y crecimiento. Esto es sinérgico a que la gente considere la empresa como propia”, resaltó Otheguy. En la misma línea, todos los empleados de Invap reciben el mismo plan para su cobertura médica. De nuevo, desde el gerente general al último técnico.
COMPROMISO ASUMIDO
Recorriendo los pasillos y laboratorios de Invap, el equipo de DEF pudo vivenciar cómo los empleados se “ponen la camiseta”. En el laboratorio de Producción Electrónica, dialogamos con Gilberto Hughes, coordinador del área, quien trabaja en Invap desde hace cinco años, después de haberse recibido de ingeniero electrónico en Mar del Plata. Dijo sentir “un gran orgullo” por ser parte de la empresa. “En este lugar se fabrican cosas que solo se hacen en los países de primer nivel, y poder ver reflejada una tecnología de tan altísimo nivel, hecha por argentinos, pensada por argentinos, diseñada por argentinos, enorgullece mucho”, subrayó.
Ese compromiso con la empresa fue fundamental para su sostenimiento y crecimiento a lo largo del tiempo. “Hubo que poner mucho más que el horario para vencer las dificultades de hacer una empresa de tecnología en un país que no estaba preparado o que no tenía esa tradición”, recordó Héctor Otheguy y aseguró que “sin esa dedicación superadicional de gran parte de los empleados de la empresa, Invap no se hubiera desarrollado”.
Por ello, el gran desafío actual, según el gerente general, es que “los más veteranos le transmitimos esa filosofía a la gente nueva”. Durante los últimos años, Invap entró en un proceso de incorporación de gente joven gracias a la expansión de la empresa. “Los chicos de entre 20 y 30 años no son lo mismo que cuando nosotros teníamos esa edad, eran otros valores y expectativas en cuanto a la relación de equilibrio entre familia y trabajo”, señaló Otheguy.
De todas formas, ese espíritu parece mantenerse intacto en las palabras de Gilberto Hughes, representante de la franja etaria más joven: “Quizás en algunos momentos los niveles de exigencia son altos, las rutinas diarias son difíciles, a veces hay que trabajar a contrarreloj, los tiempos de entrega de los materiales no son los que nosotros querríamos que fueran, pero sabemos que formamos parte de un gran equipo y que entre todos podemos ir luchando contra todas las adversidades para poder fabricar satélites, reactores nucleares, radares, toda tecnología de primer nivel”. La llama de Invap sigue ardiendo en las nuevas camadas.
PARECIDO PERO DIFERENTE
¿De dónde viene este modelo tan particular de empresa? En rigor de verdad, el modelo de empresa que adoptó Invap también responde a la máxima de evitar el colonialismo mental, ya que no es copia de ningún modelo particular. Cierto es que Conrado Varotto, el creador del grupo que dio origen a la empresa y su primer gerente general (ver recuadro sobre la historia de Invap), vivenció el surgimiento de Silicon Valley cuando estaba radicado en California y trabajaba en la Universidad de Stanford. Allí pudo ver cómo una universidad de altísimo nivel técnico se relacionaba con empresas y cómo ambos se nutrían de esa relación. Pero también había sido discípulo y trabajado con Jorge Sábato, el padre de los desarrollos tecnológicos en la Argentina dentro de la Comisión de Energía Atómica, por lo que no desconocía cómo se hacían las cosas en su país.
“Cuando empezó Invap, no copió nada, porque no hubiera andado acá -aseguró Héctor Otheguy, quien está en la empresa desde sus comienzos-, pero vio el virtuosismo de la relación entre el alto nivel científico conectado con empresas de alta tecnología”. De manera que Invap se formó como una empresa sui generis de base tecnológica.
Esa organización diferente se expresa, por ejemplo, en su organigrama: a diferencia de muchas empresas de su tipo, Invap presenta una estructura bastante plana, donde la Gerencia General y las Gerencias son prácticamente una sola capa. De allí hacia abajo solo quedan jefes y operarios. Cada área se maneja con bastante autonomía, y en las relaciones inter e intragerencias reina la informalidad. “Todo esto hace que permita responder y cambiar rápidamente frente a los desafíos que hay”, resaltó Otheguy.
Los empleados están acostumbrados a comenzar un proyecto y en un par de años terminar su participación en ese y pasar a otro. “Esto significa cambiar de compañero de trabajo, cambiar el lugar de trabajo, a veces cambiar de ciudad de trabajo e incluso de país”, señaló el gerente general. “Estas características son fundamentales para una empresa de tecnología que quiere competir en el mundo, como hace Invap. Si no tuviéramos ese nivel de compenetración de la gente para comprender que eso es necesario, no suficiente, pero imprescindible para hacer este tipo de trabajo, no podría desarrollarse la empresa”.
En este momento, Gilberto Hughes y los técnicos y técnicas del Área de Producción Electrónica están armando todas las placas y cajas que después se montan dentro del satélite, pero quién sabe qué nuevo desafío les deparará un próximo proyecto de Invap.
LOS REACTORES, UNA MARCA REGISTRADA
Un informe sobre Invap no se acercaría siquiera a su objetivo si no tomara en cuenta la División de Proyectos Nucleares, primer motor de crecimiento para la empresa. “En los años iniciales, salvo algún trabajo para privados, lo más voluminoso venía de proyectos nucleares que nos encargó la CONEA”, recordó Héctor Otheguy.
Los reactores que desarrolla Invap son reactores de investigación, llamados así en forma genérica, no centrales nucleares. Las centrales generan energía eléctrica, los de investigación, no, sino que generan neutrones para fines científicos; producen radioisótopos para medicina, o para irradiar materiales y ver qué sucede cuando se los somete a flujos neutrónicos altos. A pesar de que son reactores mucho más chicos que la central nuclear (casi cien veces), su complejidad hace que el monto de fabricación sea solamente entre diez y veinte veces menor que las centrales nucleares.
Quien conoce muy bien el desarrollo del área Nuclear es Juan Pablo Ordóñez, subgerente de esa división y egresado de la primera promoción de ingenieros nucleares del Instituto Balseiro. Ordóñez realizó sus tesis de grado sobre el RA6, el primer reactor de investigación y producción de radioisótopos construido por Invap, que funciona en el predio del Centro Atómico Bariloche. “Gracias a esa plataforma, pudimos salir a vender reactores al exterior. Así lo hicimos en forma sucesiva con los reactores de Argelia, Egipto y Australia”, destacó Ordóñez.
Cuando Argentina, a fuerza de desinversión en ciencia, desmanteló su plan nuclear en la transición de la década del 80 al 90, los proyectos en el exterior fueron un bálsamo para Invap, que se venía desempeñando como un brazo ejecutor de la CONEA. Tanto el reactor de Egipto como el de Australia se ganaron en licitación internacional, compitiendo contra empresas de origen alemán, canadiense, americano, y francés, por ejemplo. El mercado internacional sirvió para que Invap se posicionara como una marca de referencia a nivel mundial en reactores nucleares de investigación.
La construcción del OPAL comenzó en 2002 y concluyó en 2006. Juan Pablo Ordóñez estuvo a cargo de la dirección del proyecto. El reactor es uno de los dos más modernos del mundo: su tanque moderador -fabricado por Invap- es una de las piezas soldadas en zircaloy más complejas del planeta. El OPAL es utilizado para investigación científica en los campos de la salud, el medioambiente y la industria, y para la producción de radioisótopos con fines medicinales.
“Ahora estamos diseñando otros reactores en base al que hicimos para Australia, uno para Argentina y otro para Brasil, que son parte de un proyecto conjunto para tener reactores de investigación similares en cada país”, contó Juan Pablo Ordóñez y agregó que “lo que empezó como un proyecto en Argentina, que sirvió como plataforma para comercializar proyectos en el exterior, retorna ahora al país en los conocimientos que aprendimos afuera con un nuevo proyecto ya de una generación mucho más avanzada que lo que hicimos hace treinta años”.
Invap se ha especializado en este nicho del mercado y, mientras que en el mundo hay cuatro empresas que trabajan en el área de reactores de investigación, la empresa argentina es la que en los últimos 20 años más trabajo ha tenido.
LO QUE VIENE
Invap ha ampliado su espectro de productos a lo largo de su historia. Particularmente, los últimos diez años han sido de gran crecimiento para la empresa. De hecho, comenzó 2012 alcanzando los mil empleados, una cifra que no le era propia desde la crisis que afrontó la empresa a finales de los 80.
En el área nuclear, Invap apuesta a ampliar el mercado internacional. “Hoy Invap es una marca -aseguró Héctor Otheguy-, nos llaman donde hay licitaciones internacionales de reactores de investigación y producción de radioisótopos. Antes teníamos que tratar que nos inviten; hoy, nos invitan”. La idea de la gerencia es capitalizar la excelente reputación que les dejó sobre todo el reactor OPAL de Australia. El gerente general confió a DEF que el año que viene participarán de una licitación en Sudáfrica, y que hubo una muy importante en Holanda, un proyecto de 450 millones de dólares, en la que la oferta de la empresa argentina había sido la preferida. Finalmente, el proyecto no prosperó porque los holandeses no consiguieron armar el paquete financiero y lo desmontaron.
Invap no mantiene un modelo de acción estable, sino que se va adaptando a los requerimientos del mercado. “A diferencia de la década del 90, cuando tuvimos un proyecto muy importante que fue Egipto, y de la década del 2000, en la que tuvimos Australia, ahora desarrollamos unos cuantos proyectos, pero más chicos. Pasamos de ser una empresa monoproyecto muy grande, con algunas cositas chicas, a tener varias cosas medianas”, explicó Otheguy.
En el área satelital, sucede algo parecido al área nuclear: el SAC-D, el último satélite lanzado, se convirtió en un emblema como lo fue el reactor de Australia. “Que la agencia espacial número uno del mundo, la NASA, haya confiado un instrumento de casi 200 millones de dólares (que sumado al lanzamiento fueron 300 millones), a un satélite diseñado y fabricado en la Argentina nos da una chapa importantísima para cualquier licitación internacional”, resaltó Otheguy. La idea, entonces, es también ampliar los mercados en la rama aeroespacial.
Además de la serie ARSAT, Invap está trabajando con la ASI (Agenzia Spaziale Italiana) para hacer dos satélites de radar, el SAOCOM 1A y 1B. Son artefactos de observación por microondas que generan imágenes del territorio. Según explicó Tulio Calderón, “la idea es volar satélites que nos digan qué humedad hay en el suelo en los sectores productivos agrícolas del país. Son radares bastante complicados en los que se miden un montón de parámetros del suelo y además dan información sobre el tipo de superficie que tenemos abajo”.
EL RADAR NACIONAL
Otro desarrollo relativamente nuevo que ha incorporado Invap es la construcción de radares para vigilancia del espacio aéreo. Es un desarrollo que se hizo de cero. Tradicionalmente se hacían licitaciones internacionales entre empresas extranjeras para cubrir la necesidad de satélites, pero en los últimos años los participantes se impugnaban entre ellos y la red de radares no avanzaba. En octubre de 2004, por medio del Decreto 1407, el gobierno nacional aprobó un plan de radarización donde se hacía hincapié en que se procurara la máxima participación nacional. Invap fue la encargada de proveerlos. “Es un hecho desde el punto de la política de defensa y la política industrial del país al que no se le ha dado el mérito que tiene”, dijo al respecto Héctor Otheguy.
Hasta el momento hay dos radares: uno de mediano alcance, en Santiago del Estero, y uno de largo alcance en Las Lomitas, Formosa. Del modelo de mediano alcance (200 km), salió un producto nuevo que en un principio no estaba previsto, pero que también es útil, simple, y barato. De los de largo alcance se están haciendo seis más y se instalarán en la frontera norte.
En cuanto al esquema de negocio, es parecido a los de los casos de los reactores y satélites: “Cuando mostremos todo un sistema funcionando, la idea es también vender afuera”, confió el gerente general y aseguró que “las fuerzas aéreas de países vecinos están mirando a ver qué pasa con esto: les interesaría mucho más tener un proveedor dentro del Mercosur que uno que viene de Europa, Japón o China”.
Otro hecho a destacar para el futuro de la empresa es que las Fuerzas Armadas y las de Seguridad se pusieron de acuerdo en los requerimientos para los sistemas de aviones no tripulados. “Estamos trabajando en un proyecto conjunto para hacer estos desarrollos, utilizando no solo la capacidad de Invap, sino para que actúe como eje conductor de varias empresas”. La idea es hacer un programa que satisfaga requerimientos comunes y después especializar productos para cada una de las fuerzas de acuerdo a las necesidades particulares. “Va a haber un sistema argentino, de manera que después los repuestos, la estrategia y la seguridad dependan de los intereses nacionales. Y genera un montón de trabajo”, resaltó Otheguy.
Sobre ese último punto, el del trabajo, hizo una especial aclaración: “En el objeto social de Invap, al que hemos cambiado hace poco, figura la creación de fuentes genuinas de trabajo. ¿A través de qué? De desarrollos tecnológicos, en la parte nuclear, comunicaciones, espacial, satelital”. De esta forma, la misión fundamental de Invap sigue siendo el desarrollo tecnológico, pero, además, sirve a la creación de fuentes de trabajo reales, que terminan haciendo un producto concreto. “A través de esto no solo crece Invap sino que, a través de nosotros, también lo hacen un montón de empresas que son proveedoras”, concluyó.
Publicado en
Agenda de Reflexión.com
Prof GB
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