lunes, 2 de enero de 2012

Cristina Kirchner: Cancer Inducido por fumigación?



El 9 de Septiembre del 2009, cuando ningún presidente latinoamericano tenia cáncer y Nestor estaba vivo, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner es informada que es atacada quimicamente con agrotóxicos biocidas por sus ventanas, en la quinta Presidencial de Olivos.
Los grupos terapéuticos Juana Azurduy del Hospital Paroissien de la Matanza informan a la presidenta de las fumigaciones que la empresa TBA realiza cada 15 dias y que le puede causar cáncer.
Blog El Ojo con Dientes

PD Días atrás publicamos comentarios del presidente Hugo Chávez acerca de las armas químicas utilizadas por los yanquis para derrocar en 1954 al gobierno popular de Arévalo y Arbenz en Guatemala; hecho denunciado por el presidente de esa nación por estos días.
Periodistas como Leuco y Bravo decían que Chávez "no estba en su juicio" ya que a colación de este suceso se preguntaba si dentro de 50 años no nos enteraremos de hechos similares ocurridos en Sudamérica con los presidentes de esta parte del Continente...

No creemos en las brujas verdad?

PROF GB

sábado, 31 de diciembre de 2011

Se va uno, entra otro año, Salute !!!

Sin apocalipis a la vista, ni Prat Gay como ministro de economía como preanunciaba la Lilita.
Sin Sanz candidato a presidente de la UCR, ni tengounplan que cubra toda la provincia de Buenos Aires.
Sin estridencias, pero con tensiones resueltas y otras por venir se va uno, el 2011 y entra otro.
A diez años del tsunami social (vieron las gigantografías desplegadas en la Palza de Mayo y la Avenida 9 de Julio sobre aquellas jornadas que parieron esta sociedad del 2011?).
Y con un voto popular que cabeza dura en agosto se repitió en octubre.
Una, Ella, presidenta que condujo y conduce desde la Ley de la Democracia, (tomaron nota de las leyes promulgadas en los últimos días por un Congreso de la Nación hiperactivo y resolutivo?), para los 40 millones de compatriotas.

Se va uno, el del Bicentenatio y Tecnópolis, donde millones de argentinos desfilaron alegres, despreocupados, en comunidad, por las calles de la cultura, la historia, el arte, la tecnología, la diversión "sana y en familia".
Era pensada esta Patria hace 7 , 8 años atrás?.

Se va el de la reelección que apuesta otra vez, tozudamente, al trabajo, la inclusión, el agua potable, las cloacas, las autopistas, las viviendas, la soberanía económica, la justicia, los derechos humanos, el respeto de las minorías, el consumo interno, las vaciones multitudinarias, la produción manufacturera, la integración con la producción agropecuaria, la libertad de expresión...
El de los deberes o asignaturas pendientes, el de los errores que se deben subsanar, el del hacer, el de las tensiones con las corporaciones, los monopolios, los grupos de poder económicos, mediáticos, los resabios culturales de los dictadores, y de los neoliberales que producen contenidos y valores individualistas, competitivos de extrema ferocidad, los enemigos de siempre que acechan y dan zarpasos en cuanto pueden o los dejamos.


El de un Pueblo sano, pacífico, laburador, que la oposición nigunea y trata de estúpidos cuando no les proporciona una alternativa clara, válida, propositiva.
Que grita desnortada que está todo mal, pero muy mal y que todo pero todo es mentira.

Y su Modelo ? cuál será?

Y Ella, esa Mujer, que conduce un colectivo real y concreto de cuerpos y almas que militan para 40 millones, como las inmensas mayorías lo hacen por un mismo camino.
Y el mundo tembladeral económico, y la Argentina en ese mundo con un vecindario que teje redes sudacas para prevenir y contener.

Se va uno, bravo, al que se le dio pelea como se le va a dar al que viene, realizando, peronizando, incluyendo y ampliando el frente popular, y, aunque ciertos pensadores o filosófos de la mano de ciertos periodistas y políticos porteños, se asusten o no quieran "enfrentamientos" o realidades "binarias", siempre estaremos en la disyuntiva del '45, Pueblo u Oligarquía, Nación o Antinación, Patria o Antipatria.

Los Ellos del Eternauta existen, están.
Nosotros, también, mas democráticos, populares y nacionales que nunca.

Abrazo y Saludo MILITANTE PARA ESTA NOCHE CUMPAS QUERIDOS, AMIGOS, SIMPATIZANTES, HINCHAS DEL MODELO NAC Y POP.

GB

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Navidad Peronista

http://youtu.be/aoOa0DvrSzU

GB

EL TRABAJO NUNCA TRAICIONA.

Por Julián Licastro


Comunidad, trabajo y poder: las claves del movimiento

Hemos tratado ya la relación existente entre la comunidad, el trabajo y el poder como claves del movimiento de desarrollo nacional. Ahora es preciso profundizar estos conceptos, superando su rol instrumental, para advertir su importancia relevante como categorías filosóficas, de tono popular, a fin de dar una dirección coherente a los distintos componentes y funciones que constituyen, o deben constituir, una participación social integral. No hacerlo sería consentir, sin hacer nada desde la experiencia militante, para prevenir contradicciones internas, potenciadas por provocaciones o dificultades externas, en la difícil etapa que se avecina.

En principio, la doctrina considera que la “comunidad” es una instancia que contempla, y de algún modo trasciende, la mera noción de sociedad civil, porque incorpora la intervención activa de las organizaciones libres del pueblo en sus múltiples formas de autoconvocatoria y autogestión. Ellas se asocian naturalmente al marco legal del Estado democrático, pero sin perder su propia creatividad e iniciativa en la articulación de motivaciones sectoriales, pero convergentes y complementarias respecto al interés general.

En el mismo sentido, el rol del “trabajo” es distinto, en esta concepción vital, de la que cumple en un régimen capitalista, como simple actividad de subsistencia; o en un régimen colectivista, como sacrificio dirigido de manera totalitaria a la construcción estatista de la nomenclatura. En el justicialismo, en cambio, el trabajo es el factor polivalente de la organización de la comunidad. Sin esta cualidad ética de “la cultura del trabajo”, la Nación , más allá de sus posibilidades y recursos, declina, se disgrega y prácticamente desaparece como entidad soberana.

Finalmente, el “poder” del que hablamos tiene una naturaleza y finalidad social, que lo distingue del poder partidocrático, sin capacidad de transformación del país, porque se somete o es impotente ante la concentración económica especulativa y su red de encuadramiento mediático, sustitutivo de toda participación consciente y activa. En consecuencia, hay una mayor precisión en la definición de “pueblo” como sujeto histórico-social prevaleciente, aunque no excluyente, del conjunto nacional.
La organización como alternativa a la masificación y la manipulación

En efecto, el pueblo sin organización ni participación no es pueblo: es masa; y el pueblo sin trabajo vinculante con la comunidad de pertenencia es apenas: población, suma cuantitativa, no cualitativa, de habitantes. Luego, la definición que se destaca es la de “pueblo trabajador”, que por supuesto no se queda en la vieja división entre trabajo manual e intelectual. Esta división no sólo no corresponde a la doctrina, sino que es inexistente en el mundo moderno de la innovación tecnológica permanente y sus requerimientos progresivos de capacitación y calificación profesional.

Pero ésta no es la principal conclusión de estas categorías del pensamiento, a la vez idealista y realista, sobre el mundo laboral; sino que ellas proyectan al trabajador, como lo previó Perón, al nivel superior de “productor”. Ello implica la evolución hacia los emprendimientos industriales y de servicios de propiedad social y a la intervención más dinámica de los obreros, empleados y técnicos en la reforma de las grandes empresas.

Se perciben, de esta manera, tres escalones distintos, pero implícitos en una misma dinámica de “progreso” concreto, no de progresismo abstracto: la inclusión social, la justicia social y la equidad económica. Es decir: la asistencia estatal en la emergencia de los sectores desocupados y más vulnerables del actual sistema económico. La justicia social para los trabajadores, que significa empleo digno, retribución adecuada y condiciones de vida acorde. Y la equidad económica que posibilite la mayor generación de empleo genuino, y la mejor formación y eficacia de los trabajadores en la reforma del sistema empresarial y productivo, por la vía de nuevos contenidos en la negociación colectiva.

El derecho social es, sin duda, la más dinámica de las distintas ramas que componen la administración de justicia, porque avanza al ritmo veloz de las modificaciones económicas y técnicas del desarrollo de las fuerzas productivas. El trabajador y su encuadramiento sindical, están en contacto directo con la renovación metodológica industrial y su concomitancia con los cambios derivados en los modos culturales del pensar y sentir la vida de la sociedad. Este efecto es de por sí esclarecedor de la necesidad imprescindible del trabajo, y su defensa de una democracia integral sólo posible por el sustento de una voluntad social organizada.




Una reconstrucción social de gran alcance

La actualidad internacional, tan dramática, ofrece claros ejemplos de lo que no debe hacerse. Ni el “capitalismo salvaje” que subvenciona a los ricos, eximiendo sus impuestos y haciendo pagar la crisis, provocada por la estafa financiera globalizada, a los trabajadores divididos en varias centrales (sin unidad de concepción ni cohesión). Ni el asistencialismo oficial crónico, que lucra con la emergencia, y no le interesa superarla, para mantener el voto cautivo y prolongar los negociados marginales del clientelismo.

En realidad, lo que corresponde apoyar, con toda decisión y fuerza, es la creación de trabajo genuino con emprendimientos rentables y sostenidos, porque ello favorece a la vez a los tres niveles enunciados. Al empresario productivo, no especulativo, que así expande sus proyectos, inversiones e integración interna y regional. Al trabajador activo y pasivo, que mejora su capacidad adquisitiva y articulación distributiva. Y a la franja de marginación laboral que, con el avance general, puede encontrar los espacios de ocupación para empleos estables, en blanco, y con las garantías de asistencia y previsión.

Porque salir de la precariedad laboral es salir de la precariedad civil de una condición ciudadana dudosa o negada en una sociedad indiferente. Y fomentar el trabajo digno es consolidar la libertad de pertenencia del hombre-persona y no del hombre-cosa, para fortalecer las vías operantes y efectivas de una vocación de servicio social responsable. Una libertad sin libertinaje, apreciada por su conexión moral y espiritual con la comunidad organizada, en el centro de la cual hay un núcleo cultural de creencias profundas y valores compartidos.

No encarar este esfuerzo pendiente, prefiriendo plantear movilizaciones menores frente a la movilización mayor del trabajo, como parece sugerirlo cierta regresión a la militancia festiva, podría comprometer un futuro promisorio. Máxime cuando sabemos que toda etapa inicial, ya cumplida, cancela las premisas que justificaron su origen, y señala el desafío de encarar un nuevo ciclo, mirando hacia adelante, para no detenerse ni retroceder perdiendo lo ganado con el esfuerzo concatenado de todos.


El valor estratégico de la paciencia y la reflexión

Dice la estrategia que en una organización los problemas más importantes están en el área de la planificación y la comunicación, no en la propaganda. Ello demanda abrirse al intercambio de propuestas y criterios que surge de la igualdad de los compañeros; y no encerrarse en métodos ejecutivos de autoridad, que parecen fuertes en un momento dado, pero resultan débiles en el desenlace de las cuestiones supremas de la estabilidad y continuidad de las más importantes políticas de Estado.

Por eso la apelación, reiterada en estas modestas reflexiones, a la inspiración de una posición filosófica compartida, que nos distingue de los partidos unipersonales, de trayectoria zigzagueante y fugaz, que no contribuyen a la madurez política de la república. Porque aquí, en los problemas siempre delicados del frente interno de un movimiento tan grande como complejo, “filosofía” significa paciencia más reflexión, tiempo más racionalidad, desterrando la violencia en el lenguaje y en los hechos, para afirmar los recursos diplomáticos de la concertación y la negociación legítima.

Dicen también que la historia se repite, primero como tragedia y luego como comedia, lo cual -sin asegurar que siempre fuese cierto- nos previene sobre la lucha fratricida que, en otra generación, nos dividió gravemente facilitando la represión política, la destrucción económica y el desgarramiento social. Visto a la distancia, todos tenemos el deber ineludible de la autocrítica, que vale más cuando transmite la experiencia propia que puede facilitar el porvenir.

Por consiguiente, y siguiendo la acertada expresión de que sufrimos mundialmente una suerte de “anarco-capitalismo”, hay que tener sumo cuidado en no alentar, por ningún motivo, una especie de “anarco-sindicalismo”. Ello podría ocurrir si se debilitan, de una u otra manera, las estructuras orgánicas que, más allá de las virtudes y defectos de algunos dirigentes, han canalizado en general el accionar gremial dentro de una identidad nacional y una coordinación de fuerzas populares en la resistencia a las proscripciones y dictaduras.


No hay doctrina sin práctica, ni práctica sin doctrina

Se podrá aducir que muchas de las cosas que hemos consignado aquí son teóricas, y es cierto, porque resumen la parte referente a los principios de la doctrina; pero la otra parte de ella indica los procedimientos. Esto significa que no hay teoría sin práctica, y que la acción práctica comprende la esfera de la ética y la organización, porque sin conducta social no hay conducción social. Aplicado al movimiento de los trabajadores organizados gremialmente, este imperativo condiciona una evolución necesaria, de lo corporativo a lo comunitario, para lograr, no la autarquía política de la suficiencia clasista, sino la autonomía responsable en la defensa del interés de todos los sectores laborales. Ello ha demostrado ser difíciles de derrotar, porque se mantienen encuadrados en una misma estructura de peso y resonancia nacional.

Hay, en consecuencia, un protagonismo histórico irrenunciable, que desborda los objetivos tácticos y la puja de personalidades diferentes y aspiraciones encontradas: porque lo histórico es lo estratégico y está enmarcado en cierto determinismo en los ciclos sucesivos de las épocas y etapas de la lucha por el progreso social. Ésa es la tarea insoslayable que, con diversas interpretaciones ideológicas, ha signado la trayectoria civilizatoria de los pueblos del mundo, según su respectiva idiosincrasia.

En la Argentina actual, ella retoma el desafío ya formulado en 1974, como legado de un proyecto culminante, enriquecido por al experiencia de cien años de combates reivindicativos iniciales en la ciudad y el campo. El reto ahora es pasar de factor reactivo o de presión, a factor proactivo de poder. Es decir, dejar de actuar de contragolpe en la reparación de la injusticia social, diferida en el tiempo por la inflación y la especulación, para participar en las decisiones concertadas creadoras de un Estado de Justicia de impronta equitativa, desde el comienzo mismo de cada plan, modelo o cambio económico.

Con o sin integración en la designaciones partidarias o en los cargos públicos, esta legítima autonomía gremial expresa una intuición, un sentido y una metodología política singular, superadora de las limitaciones burocráticas y tecnocráticas de la democracia formal, sin participación real de la gente. Los dirigentes, so pena de perder el tren de la historia, deben comprender acabadamente el valor transformador de esta fuerza, y pasar de la simple astucia a la inteligencia, para darle la contención y las repuestas que la prudencia reclama descartando urgencias personales y provocaciones extemporáneas.


La oportunidad cultural de los cambios sociales

La política, en su juego permanente de intereses y relaciones de fuerza, es una realidad de curso continuo. Aunque sin “fecha fija” el determinismo cultural, no el fatalismo materialista, obra siempre a favor de la oportunidad de los cambios sociales, cuando éstos son bien previstos y tienen suficiente labor de preparación, educación y capacitación. Porque el espacio a cubrir no es el de la lucha cortesana ni el de los círculos aúlicos, sino el despliegue en bloque sobre el orden territorial más amplio, región por región y distrito por distrito, con presencia y acción consecuente.

Ésta es la clave operativa del sistema de delegados elegidos por las bases en cada lugar de trabajo, y subordinados a su revalidación periódica según sea el éxito o el fracaso de su actuación. Algo que no ocurre en los “partidos de funcionarios” con pretensiones de dominio, no de conducción persuasiva, porque no están refrendados por un trabajo real y solidario, que es el único que no traiciona. Por consiguiente, tenemos que comprometer nuestro espíritu en la reafirmación de las mejores tradiciones del sindicalismo argentino.

Buenos Aires, 19 de diciembre de 2011.

GB

jpf y sus declaraciones "sacadas de contexto"....

En La Nación (papel e Internet) está completa la entrevista que generó la polémica.
Cárpena pregunta: “¿No le hace ruido el vertiginoso y enorme aumento patrimonial de los Kirchner? ¿O le parece un tema menor?”. Y Feinmann responde: “No, no me parece un tema menor. Habría que hacer un muy buen análisis de cómo creció ese patrimonio, que alguien demuestre con qué mecánica se hizo la extracción ilegal. Eso me tranquilizaría mucho más. Me dolió cuando se habló de un hotel de dos millones de dólares que pertenecía a Néstor Kirchner. Pero no me duele tanto: no tengo mi causa total comprometida con los Kirchner y estoy acostumbrado a que los líderes en los que uno confía hagan también grandes macanas. Yo creí, o quise creer, en Perón. Fijate cómo me fue y cómo nos fue a todos. La cabeza, a esta altura, no la doy por nadie. Uno sufre con estas cosas porque desearía que se aclaren y que ellos digan: ‘Esto viene de acá’. Y que les quiten la incomodidad a los que adhieren al gobierno, porque es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno nacional, popular y democrático, y que te hablan del hambre”.

“El enriquecimiento de los políticos es una modalidad universal de la política”, sostuvo José Pablo Feinmann en Continental. Y siguió, en tono especulativo: “No hay político que no haga un acaparamiento de dinero, por muchos motivos... Y yo diría que Cristina es una de los que más motivos tienen: está haciendo una política tan arriesgada en tantas cosas, genera tanto odio en la derecha, que en cualquier momento se tiene que rajar del país y tiene que tener el dinero para hacerlo. Nadie se cuestiona cómo vivió Perón en la mansión de Puerta de Hierro. Y los que critican esto son los que no han gobernado democráticamente”.

Progre, intelectual k de Kant como gusta decir, de izquierda, inteligente, habil declarante ante el enemigo, perdon La Nacion, y encima lo sacan de contexto, pero que cosa no?.

GB

jpf se defiende...

Menos mal que JFP aclara que es de izquierda, es bueno saberlo porque sino ya me estaba preocupando, asi me puede explicar mejor que es el peronismo del SXXI.
Ademas de solidarizarme con el porque La NACION lo trato mal, peeero que cosa, parece Pacho explicando que su Historia no es anti-Roca, ni anti-Mitre.

Si JPF, LA NACION trata mal al campo popular y como vos te adheriste en esta coyuntura al campo nacional, (desde la izquierda obvio), caiste en la volteada.

Adelante JPF, aclarando que no oscurece, sos un intelectual probado y comprobado.
Ofendido asi estas barbaro, y no no y no voy mas a LA NACION, pero que se han creido estos mentirosos.

GB

JOSE PABLO SE DEFIENDE.

El puñal en la espalda


Por José Pablo Feinmann
Uno publica un libro y suceden estas cosas. Hay que empujar la venta con una serie de entrevistas que la editorial estipula. Habitualmente son muchas y la mayoría no exactamente con periodistas con los que se pueda mantener un diálogo alejado del esquema binario y ya salvaje de la sociedad argentina. Que es el siguiente: lo K y lo anti-K. O el “oficialismo” y la “oposición”. Llevamos años sin poder salir del brete en que el pensar ha sido atrapado, sofocado. Y hasta eliminado. Todo esto tiene su espacio de exaltación en Internet, el mundo de lo simple, de lo esquemático. Todo se reduce a si uno es “K” o “anti-K”. O el otro modelo binario mencionado. Pero uno creció y pensó en medio de otros condicionamientos u otras convicciones. Cree en la posibilidad del diálogo democrático. Al menos yo –y otros pensadores que conozco– creo que las palabras pueden y deben llevar más allá de sí mismas y constituir la posibilidad de un intercambio de ideas que alimente y constituya una sociedad democrática.
No es así. Mi pequeña esperanza era que –luego del contundente triunfo de Cristina Fernández en las últimas elecciones– la “oposición” revisara sus modos de operar. Si uno tiene un jefe de marketing que le diseña una campaña para el año 2011 y esa campaña conduce a un resultado calamitoso, lo lamenta. Pero decide darle una nueva oportunidad. El hombre (conjetura) es un profesional y sabe hacer su trabajo. Le pide un plan operativo para el año 2012. Si el eficiente profesional le trae el mismo, si le trae el del 2011, uno lo mira atónito: “Pero, ¿qué me trae? ¿A usted tengo que decirle que con esto nos fue horrorosamente mal?”. “Sí, pero no se me ocurre otro.” “Bueno, está despedido.” Así, uno había llegado a pensar en una inevitable autocrítica de la “oposición” que llevara sus planteos a otras esferas que no fueran las del agravio, la denuncia sin fundamentos o la agobiante repetición de las recetas neoliberales. Parte de esos planteos era que los agravios no eran de ellos sino de los otros. Que los crispados estaban enfrente. Que todo lo malo, lo antirrepublicano, lo turbio y lo antidemocrático estaba enfrente. Todo enfrente, más allá, en la “otra parte” del espacio político. Perdieron. Pero no sólo “perdieron”. Perdieron pavorosamente. Habitualmente –cuando la gente razona– estos cataclismos sirven para revisar errores y cambiar rumbos. No fue así.

Me veo compelido a escribir estas líneas por las incómodas e inusitadas reacciones que tuvo una nota que me hicieron en el diario La Nación. Mis palabras fueron tan distorsionadas (sobre todo en la edición para Internet de la nota) que pareciera he pasado a ser el líder ideológico de la “oposición”. Lamento quitarles el trabajo a Morales Solá o Grondona. Como un vértigo, se acumularon en mi contestador telefónico invitaciones que había dejado de recibir a fuerza de negarme a aceptarlas. De algunos que me llamaron “alcahuete del poder” en Perfil, medio en que cualquiera puede escribir cualquier bajeza sobre mí, desde un conservador hasta un “revolucionario” que, sencillamente, razonó por medio de conceptos como “tilingo” y “pelotudo”, cosas que vendría a ser yo, o agravios aún peores en la revista Noticias, donde también se me puede insultar con entera libertad, para eso es que, en ese medio, se encarna el “periodismo libre”. Pero lo de La Nación no lo esperaba.

La cosa es así: te llaman, te adulan, dicen que te quieren, que han leído toda tu obra y hasta te dicen que sos un genio. Uno, que, más que un genio, es un tonto que cree en la posibilidad de romper el esquema binario y abrirse a un diálogo amplio, democrático, que posibilite un país más armónico y menos esquizofrénico, menos bélico, acepta, va y dialoga. Ricardo Carpena, el periodista, es agradable. El fotógrafo es un joven que ha hecho cursos conmigo y hasta me pide que le firme un libro. El ambiente es agradable. Empieza el reportaje. Han logrado algo importante: que uno se afloje, que se sienta cómodo, que suelte un poco o bastante la lengua. Nos despedimos. Todo –hasta el momento– bien.
La nota sale en dos partes: en el diario y en Internet. La del diario empieza mal. Expresa la esperanza de que no me condenen al exilio de los que se atreven a pensar distinto. O sea, en el mundo “K”, al que piensa “distinto” (no se aclara qué es “pensar distinto”) lo mandan al exilio. Expresa el deseo de que “los kirchneristas” no me “trituren” por haber expresado ideas diferenciadas del “relato oficial”. Es decir, en el mundo “K” hay un “relato oficial” (no se dice cuál es). Si uno piensa distinto de él es “triturado”. Nada menos. Pero no quiero caer sobre el entrevistador porque puedo comprenderlo. Su trato fue muy amable. No puedo pretender que piense como yo si está en La Nación. Es parte del disenso democrático que acepte sus puntos de vista y hasta algunas de sus trampas, que tal vez ya le broten solas. El problema surgió cuando –no lo pueden evitar– encaró el tema de la corrupción. Viejo tema golpista que jamás estuvo ausente del clima propiciatorio de toda alteración del orden constitucional. Dije, amablemente dije: “Hay que hacer una verificación final de eso”. Dije que con Menem había decenas de causas abiertas y hasta presos por corrupción, ¿por qué no hacían eso con los políticos kirchneristas? Si era tan evidente, ¿por qué no lo demostraban? El periodista insiste. Pregunta si no me sorprende “el vertiginoso y enorme aumento patrimonial de los Kirchner”. Pese a que este tema me irrita profundamente. Pese a que me resulta casi increíble que los que se robaron el país en el siglo XIX, los que liquidaron a sangre y fuego las provincias federales luego de Pavón, los que son corresponsables de la matanza de medio millón de paraguayos (¿en el relato oficial de La Nación figura esto?; y si no, ¿permitirían decirlo? o ¿permitirían decir que Sarmiento –nuestro Mariscal Bugeaud, junto con Mitre– aconsejó “Si Sandes va, déjenlo ir. Si mata gente, cállense la boca”?, citado por el gran José Luis Busaniche –que de revisionista, nada– en su Historia Argentina, Hachette, p. 727), los que se enriquecieron con los campos que Roca, luego de su campaña, les cedió, hablen del “vertiginoso y enorme aumento patrimonial de los Kirchner”, pese a todo esto, dije “Habría que hacer un muy buen análisis de cómo creció ese patrimonio”. Y si fui cauto, si mi firmeza no fue la deseada por los cuadros “K” es porque el tema de la sola sospecha o acusación de corrupción en un gobierno popular me desquicia.

De aquí que (viniendo de un largo razonamiento que había empezado con la condición de hacer “un muy buen análisis” del bendito tema del patrimonio) haya concluido diciendo la consecuencia lógica que se produciría si eso fuera verdad: “Porque es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno popular, nacional y democrático”. Ahí cavé mi tumba. Porque Canepa tituló moderadamente su nota: “Si gobierna Moyano, van a ver lo que es el autoritarismo peronista”. Pero La Nación tiene el “policía malo”. No el que te recibe en el lujoso edificio y te habla como un caballero. No, el otro. El que está agazapado en Internet y cambia el copete y altera la nota extrayendo frases de contexto. Le pasó, antes que a mí, a Horacio González. Y, en menor medida, a Ricardo Forster y a Jorge Coscia. El título de Internet fue escandaloso: “Feinmann: Es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno popular, nacional y democrático”. Lo que más se lee es la versión de la web.

Ese día me convertí en un aliado de la “oposición”, de los “anti-K”. Para ser breve: agradezco a todos los referentes mediáticos de la derecha su interés en mi persona. Pero –más allá del copete artero, de la puñalada en la espalda que implicó el “armado” que hizo La Nación de mi nota en Internet– yo sigo pensando lo siguiente: 1) Esta necia obstinación nos condena a todos a seguir en el pensamiento binario; 2) Jamás aceptaré un reportaje en La Nación. Más por la versión web que por el diario y algunos de sus periodistas; 3) Voté por Cristina Kirchner y adhiero a su Gobierno; 4) No acepto ser definido como “kirchnerista” porque sería validar el esquema binario con que se piensa (mal) la política argentina: lo K y lo no K; 5) Soy un escritor de izquierda ligado a la lucha por los derechos humanos; 6) Apoyo el Mercosur; 7) Rechazo el Consenso de Washington y los diez puntos del economista neoliberal John Williamson; 8) Apoyo una economía proteccionista, que defienda el mercado interno, que instaure una nación con industrias pequeñas y medianas que produzcan y trabajadores que consuman; 9) Si se puede fabricar aquí, no hay que importar ni un solo clavo, como bien dijo CFK; 10) Todos los que participaron activamente del gobierno desaparecedor deben ser juzgados; 11) Los delitos de lesa humanidad son solamente los cometidos desde la esfera del Estado y no prescriben; 12) Contra la delincuencia (creada sobre todo durante la década del ’90 por los que ahora piden seguridad porque se volvieron ricos ahí, en medio de esa bacanal de la corrupción) se lucha creando fuentes de trabajo y escuelas; después, con un sistema carcelario humano, para integrar a los que se extraviaron y no para hacinarlos en la indignidad y la violencia entre pares de desdicha; 12) El sistema binario –en que insisten los medios que impulsaron el protogolpe del 2008– imposibilita el diálogo democrático; 13) Creo en la lucha antimonopólica. Creo –como Adam Smith– que los monopolios enferman el mercado, son sus tumores, son antidemocráticos y sofocan el surgimiento de voces diversas; 14) Creo en el buen periodismo: el que expresa la libertad de quienes lo hacen y no la de las empresas; 15) Creo en la escritura. En la buena prosa. Creo en muchísimas otras causas. Y no creo en la TVVómito. Creo que esa TV es funcional a las lacras más profundas del país porque idiotiza a los ciudadanos en lugar de reclamarles lucidez.

Creo que cualquiera puede entender cualquier cosa, cualquier idea o un buen espectáculo, por complejos que sean. Creo que estuve confiado, ingenuo y hasta algo bobo en el reportaje de La Nación. Le puede pasar a cualquiera. Hay algo que no me va a pasar. Desde hace cuarenta años estoy en la misma vereda. No solo, sino con algunos de mis más grandes amigos. Siempre que me busquen búsquenme ahí. Ahí voy a estar.

Prof GB//