jueves, 10 de noviembre de 2011

24 DE NOVIEMBRE DE 1944 EN LA CELEBRACION DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA CREACION DE LA SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISION.

"¿Puede censurarse el proceder de un gobierno porque interviene en el arreglo de las desinteligencias entre partes o dicta reglamentaciones para evitar nuevas causas de desinteligencias? ¿ No atiende con ello el deber constitucional de promover el bienestar general? ¿O es que se considera mas constitucional dejar las partes en libertad de acción para que, mientras una reduce la producción, la otra reduzca los salarios, y que de demasía en demasía se anarquicen los campos, fábricas, talleres y oficinas, arruinando el país y sumiéndolo en el caos?

Frente a estas interrogaciones, no puede haber duda alguna en el ánimo de nadie que de veras ame a su país. Entre el orden y la anarquía no cabe elección posible. Los trabajadores argentinos no quieren comprometer su porvenir ni el de sus hijos embanderándose en las huestes de la rebeldía social; quieren tan solo retribuciones dignas y asegurar su porvenir y el de sus hijos, como simple compensación a su trabajo honrado.

Nuestro plan de acción, para llegar a esta noble aspiración, es claro y limpio. Nuestro programa lo comparten todos los hombres de buena voluntad. Nuestras intenciones pueden ser juzgadas por nuestros propios actos. Nuestra política social, asentada sobre sólidos fundamentos, tiene ya delineadas con trazos firmes las nuevas realizaciones que paulatinamente se llevaran a cabo.

Tiende, ante todo, a cambiar la concepción materialista de la vida por la exaltación de los valores espirituales. Por esto aspira a elevar la cultura social. El Estado argentino no debe regatear esfuerzos ni sacrificios de ninguna clase para extender a todos los ámbitos de la Nación la enseñanza adecuadas para elevar la cultura de sus habitantes.
Todas las inteligencias han de poder orientarse hacia todas las direcciones del saberla fin de que puedan ser aprovechados los recursos naturales en al forma que reporte mayor utilidad economica, mayor bienestar individual y mayor prestigio colectivo.

Juan D. Perón.
24 de noviembre del año 1944.

lunes, 7 de noviembre de 2011

DEBATE: CAPARROS-VERBITSKY

El hambre y las mentiras de una década
Por Martín Caparros


Dentro de cien años, cuando ninguno de nosotros sea, cuando el mundo sea otro, los manuales de historia argentina –si es que sigue habiendo manuales, si sigue habiendo historia, si Argentina– incluirán, seguramente, diez o doce líneas sobre “la década de los doctores Kirchner”. Esas líneas empezarán por sorprenderse ante el tribalismo arcaizante de una esposa sucediendo a su esposo; dirán quizá que fue el apogeo de lo que alguien llamó la “política de la sangre”, ese período en que, a falta de ideas y proyectos que cohesionaran a sus militantes, los únicos vínculos firmes eran los del parentesco: ese retorno a las formas dinásticas.

También dirá –sobre todo dirá– que el peronismo de los años ‘00, encabezado por los doctores Kirchner, se dedicó más que nada a recomponer el aparato del Estado que el peronismo de los años ‘90, encabezado por el doctor Menem con la colaboración provincial de los doctores Kirchner, había desarmado. Dirá que los manuales no deben hacer juicios de intenciones, así que no se arriesgará a decir por qué los doctores Kirchner decidieron esa recomposición; ofrecerá un abanico de razones que van desde su convicción de que el Estado era la única herramienta para aminorar la desigualdad de las sociedades de esos años hasta la idea sibilina de que si uno va a gobernar un Estado le conviene que haya Estado –y apuntará que la razón verdadera debe estar en una mezcla de ambas y otras más.

El manual sin duda recordará que los doctores Kirchner llegaron al poder a la salida de una crisis –como casi todos los gobiernos argentinos– y que, inteligentemente, supieron escuchar sus gritos y desactivarlos: quitarles su potencial de verdadero cambio. Y que para adaptarse a los nuevos tiempos cambiaron su discurso privatizador de los noventas por uno levemente estatista, y cambiaron su desdén anterior de los derechos humanos por su reivindicación insistente. Y entonces quizá diga –es improbable, impropio de un manual, pero quién sabe– que los doctores usaron esos derechos humanos y la memoria mistificada de ciertas luchas setentistas para legitimar a un gobierno cuyo acción no tenía ninguna relación con esas ideas revolucionarias. Hasta podrá, quiza, citar la frase de un escritor ya entonces olvidado que solía decir que le parecía muy bien que el gobierno de los doctores Kirchner defendiera los derechos humanos de 1976 pero que hubiera preferido que defendieran los de 2011, y lo explicaba: que no sólo no defendían los derechos humanos básicos –a comer, educarse, curarse– sino tampoco los más específicos, porque durante sus gobiernos la cantidad de muertos por represiones y abusos policiales fue bastante extraordinaria.

(Y, a propósito de confusiones y discursos, quizá el manual recuerde –probablemente no– que hubo un breve período, tras la muerte del doctor Kirchner, en que los medios oficialistas insistieron en que “la juventud” se identificaba con el proyecto del difunto y su viuda. Pero si lo dijera diría que esa falacia empezó a desarmarse sólo unos meses más tarde, cuando, en las siguientes elecciones de la juventud más politizada, los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires, las agrupaciones kirchneristas no pudieron ganar ni un solo centro de estudiantes –y su derrota dejó claro que la idea era perfectamente falsa.)

El manual irá cerrando el tema, pero es probable que antes cite una frase feliz de esos años: que el kirchnerismo fue un ejemplo infrecuente y fecundo de “épica posibilista” o “posibilismo épico”: que pocos movimientos políticos han sabido combinar tan bien la declamación de que son portadores de cambios decisivos con la justificación de que en realidad no pueden cambiar mucho porque bueno, así están las cosas, esto es muy complicado, miren de dónde veníamos.

Y apuntará, en muy pocas palabras, que esa retórica de cambio se apoyaba en comparaciones insistentes de sus cifras socioeconómicas con las cifras del peor momento de la crisis –y no con los números más normales de los años normales, y que eso es un viejo truco peronista. Y quizás hasta recuerde que los doctores decidieron prohibir cualquier cifra sobre la inflación y la pobreza que no fueran las oficiales: falsas, inverosímiles.

Para terminar, el manual subrayará lo que fue, junto con la recuperación de parte del Estado, lo más importante del período: el remate de la reconversión de la Argentina en un país agroexportador, que tantos problemas le traería más adelante. O, dicho de otro modo: la vuelta de la Argentina a su forma del año 1910, antes de que le dieran las veleidades industriales.

Y señalará la falla de un gobierno que tuvo, durante una década, tanto dinero fácil proveniente de las exportaciones agrícolas y no pensó en usar esa bonanza tan casual para construir una alternativa económica que subsistiese cuando la demanda de esos bienes primarios, tan dependiente de los mercados externos –no dirá “del apetito de los chanchos chinos”–, se cayera. Y concluirá, quizá, que era esperable: que la Argentina siempre se especializó en perder sus oportunidades.

Entonces terminará por preguntarse cómo fue que un gobierno que insistía tanto en que estaba “redistribuyendo la riqueza” fracasó justamente en ese punto: por qué llegó a los diez años de poder en un país enriquecido por las exportaciones y, sin embargo, a fines de su ciclo todavía quedaban en la Argentina diez millones de pobres, más que en los peores años del peor neoliberalismo menemista. O, si se pusieran dramáticos, cosa que un manual en general no hace: que cómo fue posible que en un país que producía tantos alimentos siguiera habiendo personas que se morían –literalmente– de hambre. En el manual estará la respuesta; en este artículo, la pregunta basta.

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En defensa de Kirchner
Por Horacio Vertbisky


La opinión de Martín Caparrós “El hambre y las mentiras de una década” es un conjunto de falsedades contra el proceso político más innovador que se haya verificado en la Argentina en los últimos cincuenta años. La reelección de Cristina Fernández de Kirchner con el porcentaje más alto desde que los argentinos eligen libremente a su líder y con la mayor diferencia que se recuerde con respecto a su principal adversario, indica que el juicio de Caparrós sobre los gobiernos que se sucedieron desde 2003 no se corresponde con el de sus compatriotas.

Pero quizás esto no le importe, dado que desde hace algunas elecciones Caparrós manifiesta su posición elitista con comentarios llenos de aristocrático desprecio hacia los electores. Hace dos semanas definió a la población indígena como “una especie protegida con el apoyo de la comunidad internacional, de las organizaciones no gubernamentales, de programas internacionales y de los medios”.

Lo cual sería sólo una conducta que desprecia lo que no entiende si no fuera por la superficial falsificación de los hechos y de los procesos en los que se basa. La presunta indiferencia de los Kirchner hacia los derechos humanos es sólo una proyección de lo que hace él, personaje emblemático de la izquierda de salón. Miembro como yo de la guerrilla peronista, después del exilio Caparrós publicó varios libros que exaltaban la militancia de los años setenta. Esta conducta duró hasta el 2003, cuando Néstor Kirchner, elegido presidente, reivindicó a esta generación pero no los métodos de la lucha armada, e hizo suyos los reclamos de memoria, verdad y justicia de las organizaciones que defienden los derechos humanos. Ahora que toda la sociedad argentina ha abrazado esta causa –doscientos militares han sido condenados y en los tribunales se habla sin eufemismos de la militancia de las víctimas– Caparrós se declara “harto de los años setenta”, con la indignación del dueño de casa que ve un intruso en su bello jardín. Cualquier causa que tenga la aprobación de la mayoría le parece sospechosa y para él nada valen los documentos –entre los cuales algunos discursos grabados en video en 1983– que muestran la coherencia de Néstor Kirchner al denunciar a la dictadura.

Las críticas de esta gauche divine son cada vez más parecidas a las de quienes defienden la represión dictatorial de la derecha. Caparrós sostiene que, mientras se ocuparon de los derechos humanos de 1976, los Kirchner ignoraron los de 2011 (como el hambre, la educación y la salud) y los abusos de la policía. Pero lo cierto es lo contrario: nunca se construyeron tantas escuelas y hospitales públicos ni se inaguraron tantas universidades suburbanas, ni el balance de la educación ha sido tan alto ni la mortalidad infantil y el analfabetismo tan bajo como en estos años. En 2004 Néstor Kirchner ordenó a la policía que no usara armas de fuego contra los manifestantes y despidió al jefe de la policía y el ministro del Interior que no querían obedecerlo. En 2010 Cristina Fernández relevó al jefe de policía que desobedeció estas instrucciones y creó un ministerio de Seguridad en el cual los principales responsables son civiles con antecedentes en la defensa de los derechos humanos.

La banalidad del pensamiento de Caparrós resulta evidente cuando escribe que “el fracaso de los grupos kirchneristas” en las elecciones estudiantiles de la Universidad de Buenos Aires ha revelado que los jóvenes no se identifican con Kirchner. Según el último censo de la población, en Argentina viven 11,3 millones de jóvenes entre los 17 y 34 años. En la Universidad de Buenos Aires los estudiantes de esta franja etaria son 300.000. Este 2,65 por ciento de la población pertenece a las clases más ricas de la población. Después de haber citado tantos años a Marx, Caparrós todavía no aprendió a sacar las conclusiones justas.

El escritor también sostiene que con Kirchner la Argentina ha vuelto “a ser conocida como un país agroexportador” como en los años del Centenario, “cuando no tenía veleidades industriales”. Teoría seductora pero falsa. En 2011, por primera vez en la historia argentina, los productos industriales encabezan las exportaciones del país: constituyen el 35 por ciento contra el 34 por ciento de los productos agrícolas.

Caparrós concluye que los Kirchner dejaron a la Argentina más pobre que el neoliberalismo de Menem. No es cierto. La pobreza ha sido reducida del 54 al 21 por ciento y la indigencia del 27 al 6 por ciento, según los datos de los institutos estadísticos provinciales. Ambos valores bajaron a los niveles de los años ochenta, igual que la desigualdad. En esta incesante marcha atrás todavía no llegamos a los años setenta, antes del golpe de 1976, cuando la desocupación y la pobreza estaban por debajo del 5 por ciento. Esta es la tarea por la cual 54 argentinos sobre 100 confiaron a Cristina Fernández el nuevo mandato que fastidia a los que son como Caparrós.

PD QUE AGREGAR A LA CEGUERA Y AL ODIO LANATTIANO DE caparros.
SI, SEGURO, LA DEFENSA DEL PERRO VERBITSKY A TANTA MENTIRA Y CIPAYISMO.
DE TODOS MODOS ES BUENO SEGUIR ATENTAMENTE QUE PIENSA LA DERECHA, PARA
MEJOR RESPONDER EN CADA AMBITO DONDE NOS TOQUE MILITAR.

Prof GB

feunte AGENDA DE REFLEXION.

CESAR MARCOS ATIZADOR DE FUEGOS, POR LILA PASTORIZA, ULTIMA PARTE



Sólo él, muy respetado, podía hacerlo. Hombre de consulta, nunca volverá a
embarcarse en alguna corriente interna. -Jugaba de gurú, precisa Alcira Argumedo, -gran francotirador, muy peronista pero muy crítico, era un referente de la sabiduría en el análisis político. Irredimible, seductor, desde su trono, un gran sillón de madera, contaba historias, que era su modo de enseñar a hacer cosas.

La relación con el Viejo no era fácil. -Sobre todo de entrada- Y mantenía siempre una cierta distancia pese a que cuando lograba armar un canal específico, de compinchería, de complicidades, el requerimiento era alto y uno súbitamente descubría una enorme proximidad, relata Abalo. Lo previo,
sin dudas, era el enganche afectivo.

-Después uno tenia que ser activo, pincharlo -anota Francisco Urioste-, y entonces aparecía el Viejo César en todo su esplendor, esa especie de filósofo o de Viejo Vizcacha. Sabía muchísimo pero nunca tiraba sus lecturas sobre la mesa. Después de años uno descubría ese infernal basamento en que sustentaba sus dichos.

Sin embargo, salvo para quienes lo trataron, fue un desconocido. Debe haber tan sólo un artículo firmado por él. Escribió muchos, libros incluso, pero para otros, y centenares de notas, anónimamente, en las publicaciones de la Resistencia, en De Frente. Siempre estuvo en segundo plano, jugando de atrás. ¿Por qué? Algunos lo atribuyen a una gran modestia y generosidad (-Se alegraba cuando triunfaba una orientación suya, no tenía envidias, dice Morales), otros, por el contrario, a su comodidad y a cierta indolencia.

Hay quienes enfatizan algún arrastre de la infancia (-se escondió siempre,
quizá por algún complejo, aventura Lagomarsino) y están los que, como Carlos Abalo, responsabilizan a su afán perfeccionista. -Era un cultor del perfeccionismo. Si su identidad aparecía comprometida, el nivel de exigencia le imposibilitaba escribir. César parece darle la razón. -Sólo me gusta escribir, hasta divertido y despreocupado, cuando no lo hago para mi -dice en una de sus cartas (…) pero expresarme por mí mismo me resulta como un parto interminable y dolorosamente difícil…

Sea como fuere, el resultado fue lo que todos anotan como su mayor déficit: no haber plasmado en una obra que quedara como testimonio objetivo, su enorme conocimiento del peronismo y de la historia.

César Marcos no es encasillable. Intransigente en lo ideológico, flexible políticamente, confió, más que nada, en los sectores populares. Creía que, pese a todo, les llegaría su hora. El detonante sería lo social. Era cuestión de tiempo. Había que esperar, y activamente. Armar redes con los mejores. Juntar cuadros, ideas, cuidar que no se apagaran las pequeñas luces. Atizar los fuegos, mantenerlos vivos. Eso, al fin y al cabo, fue lo que él hizo.

COOKE DE CARNE Y HUESO

John William Cooke moría el 19 de setiembre de 1968. Tenía 48 años. Tiempo después, en unas páginas inéditas, César Marcos intentará esbozar una semblanza del Bebe -tal como era. Molesto con cierta izquierda que armaba una leyenda falsa con pretensiones de bronce y de mármol, tratará de rescatar al hombre de carne, hueso y sangre con todas las debilidades y grandezas.

Marcos no escatima elogios a la actuación pública de Cooke. Lo describe como quien cumpliera -todos los papeles que puede desempeñar un político, salvo el de burócrata y resalta su rol de -teórico, ideólogo, doctrinario fundamental.

Pero también hablará del Bebe que él conoció, el de las escapadas, los poemas y las noches.

Dirá que era un gran bailarín de tango ( -bailaba tan bien que hacía olvidar su obesidad aplastante), -gran jugador de póker y buen jugador de cualquier juego, gran amigo de artistas y de reos y personajes de la noche… Y así, mano a mano en una mesa de fondín, frente a Luisito Dellepiane relataba Verlaine (…), como sabía recordar la musa del Negro Cele, (…) o escandía armoniosamente la límpida y fría belleza del Poema Conjetural.

Y lo evoca tal como lo recuerda, recibiendo a sus amigos en su casa de la calle. Santa Fe. -Completamente despreocupado de su atuendo, que recibía
permanentemente la ceniza inagotable de sus ininterrumpidos cigarrillos, sin embargo, pese a esto y a su gran físico, tenia una presencia agradable que emanaba de sus ojos claros y de su rostro risueño, blanco e infantil..

UNA RELACIÓN FECUNDA

En 1959 yo publiqué un trabajo económico que era muy duro con el peronismo. César, a quien no conocía, me hizo llamar por un compañero. Me dijo que algo tan crítico y que él no podía rebatir, tenía que haber sido escrito por un peronista. Como yo no lo era, quería conocerme. Así comenzó una relación fecunda, por momentos muy intensa (de verse todos los días) y en otros mucho más laxa. Discutíamos mucho y con un sistema: si discrepábamos en un punto, lo repensábamos, escribíamos y volvíamos a abordarlo. Y todo desde un gran afecto -mutuo- y con él instándome siempre a dar rienda suelta a lo que pensaba. Era un peronista en serio; decía que yo también lo era, sin saberlo, ya que criticaba todo lo criticable en el país, y ésa, según él, era función del peronismo. Habiendo tantas diferencias entre nosotros, me costaba a veces entender la base de ese vínculo tan profundo y próximo.

Residía sin duda en los puntos de compinchería que él establecía y desarrollaba: desde las pequeñas complicidades hasta el humor ácido e irónico, la pasión por la historia, la crítica al peronismo (que me hacía pagar con la suya a la izquierda). Esa relación fue única. Si supuso una enorme identidad, pese a las diferencias, fue porque las complicidades denotaban una lealtad mutua, y así el acervo común que se construyó venció todo lo disímil.

Por eso fue también una aventura. Ambos éramos conscientes de ello y nos divertía mucho.

César ocupa un lugar muy importante para mí. Lo recuerdo con muchísimo
cariño y siento que al no estar dejó un gran vacío. A veces pienso que ese
vacío sería menor si lo hubiese visto más en la última época. Pero es una
fantasía. Lo que siento es su enorme ausencia.

PROF GB FUENTE Agenda de reflexion.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Juan Perón. Identidad

"Le ruego que haga llegar mi abrazo mas afectuoso a los compañeros que allí, con usted, comparten el honor del sacrificio por el pueblo. La canalla dictatorial podrá mentir cuanto quiera, pero nunca sus mentiras podrán tapar la verdad. Nosotros seremos siempre defensores del pueblo y ellos serÁn sus tiranos; nosotros somos los que luchamos por la justicia social y ellos los que han vuelto a la explotación de los trabajadores; nosotros hemmos sido los que arrojamos a los imperialistas y ellos los que los han introducido de nuevo; nosotros representamos el gobierno legal del pueblo, ellos son los usurpadores, asesinos y ladrones."

Correspondencia Perón-Cooke, 12 de junio de 1956.

Prof GB

12 de Agosto, Identidad.

12 de Agosto de 1806 – Reconquista de Buenos Aires.



Rendido Beresford en forma incondicional (“a discreción”, dice el acta del Cabildo), el mismo día 12 de agosto Liniers le comunica que sería canjeado por el virrey Abascal, del Perú, a quien se creía en Buenos Aires prisionero de los ingleses. El general inglés es alojado en la casa de Félix de Casamayor, amigo y contertulio del espía inglés James Florence Burke y presumiblemente miembro de la logia “Hijos de Hiram”, creada por Burke y el portugués Juan Silva Cordeiro (otro informante británico) y que funcionara en la posada de los Tres Reyes (actualmente la esquina noreste de 25 de Mayo y Rivadavia, en Buenos Aires, edificio del SIDE). Mientras tanto las autoridades resolvían el destino final de los prisioneros británicos. La residencia de Casamayor era punto de reunión y prestigiosa vida social, a la que concurrían ingleses y españoles, las damas principales y en la que se daban sonadas fiestas. Aquí se realiza el primer acto de la conjura a favor de Beresford, pero esta vez interviene en las acciones, para asegurar el éxito, el más seguro agente británico de ese momento: Ana Périchon Vandeuil de O’Gormann, amante del reconquistador y héroe triunfante, Santiago de Liniers.

Los primeros pasos de la comedia, que finalizaría a bordo del buque británico Charwell 8 meses después, se inician en los salones elegantes de Casamayor. Veamos el procedimiento:

“El ilustre prisionero decía que la severidad de las leyes inglesas era tal que consideraba cortada su carrera para siempre, y como la paz con España había de hacerse más o menos tarde, tendría que responder en un consejo de guerra por haberse rendido a discreción o sin pacto alguno que salvase, siquiera, las apariencias y situación de la que ningún soldado inglés había salido con vida y sin infamia. Fingiéndose poco a poco preocupado y caviloso con tan crueles presentimientos, comenzó a negarse a ir al salón de las visitas, donde se jugaba y donde todos le reclamaban; se encerraba en su aposento y permanecía a oscuras la noche entera. Hasta que el mismo Liniers, instado por Casamayor y por las damas del círculo, le insinuó que para el caso extremo que temía, se le podía dar una capitulación fingida, que no debía figurar sino después de la paz y para el caso que fuera sometido a juicio. Sin reflexionar bien lo que hacía y arrastrado por el interés con que miraba a su prisionero, Liniers le otorgó el documento” (Vicente F. López).

En realidad, no eran “las damas del círculo” ni Casamayor. Era Anita Périchon y sus recursos amatorios, que cumplía con sus obligaciones de empleada del Foreing Office en la intimidad. A su influjo y persuasiones se debieron muchas de las actitudes de Liniers. Mitre dice que la falsa capitulación dada por Liniers a Beresford le fue arrancada al reconquistador “…cediendo a las seducciones del amor…” incurriendo “…en la culpable debilidad de sacrificar el acto más solemne de la guerra, comprometiendo impremeditadamente el triunfo mismo y disponiendo de la gloria de todos con una ligereza propia de su carácter inconsistente”.

Luego de discutir el texto del documento durante algunos días, entre Beresford, Liniers y Casamayor, finalmente se firmó el 20 de agosto, antedatándolo al 12, fecha de la rendición inglesa en el Fuerte, colocando Liniers al pie y antes de su firma: “en cuanto puedo”, con lo que salvaba las apariencias y se cubría ante el Cabildo, los demás jefes militares y el pueblo.

En esa falsa capitulación Liniers concedía el reembarco de los prisioneros británicos, previo canje de los mismos por los que ellos habían hecho a los patriotas, entregaba víveres para el viaje de las tropas inglesas en sus propios barcos, se comprometía a otorgar cuidados especiales a los heridos y daba seguridad de respetar la propiedad de “...todos los sujetos ingleses de Buenos Aires”.

El astuto prisionero



Beresford, una vez con el documento firmado por Liniers en la mano, abandona su apariencia “…preocupada y cavilosa” y al leer las tres palabras condicionales puestas por el reconquistador en el papel, “en cuanto puedo”, monta en cólera y el 21 reclama por escrito a Liniers, el cumplimiento estricto “del convenio hecho entre nosotros”. Ya no era un gesto magnánimo y de favor por parte de Liniers para salvarlo ante la corte militar inglesa. Constituía un tratado y Beresford pugna, por todos los medios, obtener que se cumpla como tal.

Sandtiago de Liniers le contesta el 25 y luego de recordarle las circunstancias y las verdaderas razones por las cuales se firmó el documento, reitera que “...en cuanto esté de mi parte propenderé al cumplimiento de las condiciones que concedí a V.S., …más siendo un oficial subalterno en la provincia, tendré que pasar, aunque sea contra mi deseo, por lo que mi superior me ordene”.

Pese a que la falsa capitulación era un gesto personal de Liniers, éste estaba convencido que lo mejor era reembarcar a oficiales y tropas inglesas, criterio que sostenía Sobremonte (todavía virrey nominal) y las dos Juntas de Guerra celebradas para tratar el asunto. El 26 se efectúa una entrevista entre Liniers y Beresford, en la que el general inglés despliega todas sus habilidades de hombre con notables condiciones políticas y con mucho conocimiento de los seres humanos y las circunstancias, para que Liniers impusiese a toda costa las condiciones de lo que él llamaba “el tratado”.

Todo es inútil, porque el poder lo tenía el Cabildo desde el famoso “Congreso” del 14 de agosto, el que respondía completa y solidariamente a las inspiraciones de Alzaga, quien propugnaba la internación de los ingleses. Este temperamento se correspondía, además, con los deseos del pueblo que, según el mismo reconquistador, “...se halla en un estado de insurrección y es enteramente contrario al reembarco de las tropas y oficiales ingleses”. El 28 circulan por la ciudad copias de la falsa capitulación y la indignación es general, siendo el Cabildo el más airado y el que reacciona de inmediato, citando a reunión para el día siguiente, con la presencia de Liniers.

Habla el alcalde de primer voto, Alzaga, quien expone “...las zozobras que padecía el vecindario de resultas de no haberse remitido a lo interior de la provincia a los prisioneros ingleses...”, señalando seguidamente “...la sorpresa que había causado en el pueblo un papel que corría de capitulaciones hechas con fecha 12 de agosto y firmadas por los dos generales, hallándose aturdido el pueblo por este hecho, siendo público y notorio que el enemigo se rindió a discreción...” y que quería que el señor Comandante de Armas (título oficial de Liniers) le informase la realidad del caso.

Liniers declaró que “era cierto el otorgamiento de ese papel y que lo había firmado después de la reconquista por consolar la suerte de un general desgraciado, quién con lágrimas en los ojos le suplicó le diese un papel de resguardo para su Corte, con la calidad precisa de reservarlo”, pero que él había tenido la precaución de anteponer la cláusula “en cuanto puedo” y que “siendo ninguna sus facultades en aquél caso, por cuanto no le era permitido defraudar los derechos y glorias de la nación, era insubsistente, nulo y sin ningún valor el precitado papel”, de todo lo cual él daría una amplia satisfacción al público, para lo que “estaba trabajando un manifiesto”, que daría a conocer en esos días. El Cabildo decidió esperar la aparición del manifiesto para decidir luego el temperamento a seguir.

El 30 de agosto apareció el manifiesto, donde Liniers relata breve y claramente las circunstancias y las intenciones de la falsa capitulación, ratificando lo expresado anteriormente a Beresford, al Cabildo y a las autoridades sobre el caso; reitera que había propuesto a las autoridades “remitiesen las tropas británicas y sus oficiales a Europa y esforcé en cuanto pude esta opinión, pero el Cabildo, el mayor número de los principales vecinos de este pueblo, el gobernador de Montevideo, la Municipalidad y habitantes de dicha ciudad fueron del parecer contrario”, recordando que la Junta de Guerra, el día 26, había consentido en ese criterio, pero “...habiéndose en los días 28 y 29 esparcido copias de nuestras insignificantes capitulaciones en esta plaza y sabido que en Montevideo había sucedido lo mismo por el correo, ambos pueblos han pronunciado enérgicamente que no se consentirían nunca a que se permitiese la salida de las tropas británicas, a cuyo parecer se conformó la Junta de Guerra que convoqué ayer y a cuyo voto general me conformé, tanto más que infinitas personas, haciendo la más inaudita injusticia a mi honor, carácter y acrisolada lealtad, profieren la abominable acusación que había tenido la vileza de dejarme seducir por venalidad en prestarme a las ideas de V. S." (Beresford).

En los primeros días de setiembre se resuelve la internación de los prisioneros, menos los jefes y oficiales, que a instancias de Sobremonte serían enviados a España, previo juramento de no volver a tomar las armas contra ella ni contra sus aliados. Pero el Cabildo, aconsejado por Alzaga demoró la ejecución del embarque de los prisioneros hasta que, insistiendo el 11 y el 15 de setiembre en la internación, logró al fin verificarlo el 11 de octubre. Martín de Alzaga escribía el 21 de ese mes a su yerno José Requena: “al fin conseguimos que tanto la tropa prisionera como a los oficiales se los despachase para los pueblos interiores”.

Dice José María Rosa que la popularidad de Liniers era tal, que a pesar del traspié de la falsa capitulación, por un momento capaz de aplastarlo si él insistía en cumplirla (hubo avisos hechos a Liniers acerca de la peligrosidad de seguir comunicándose con Beresford reservadamente), internados los ingleses, el pueblo siguió celebrándolo como el héroe de la Reconquista y jefe querido y aclamado. Sin embargo, el aparato montado por los comerciantes ingleses y sus amanuenses los “jóvenes ilustrados”, los funcionarios y militares contrabandistas y los “Hijos de Hiram”, iba a demostrar el poder de los intereses que controlaba. Por de pronto, el aparato proinglés había logrado que el general en jefe de los invasores y sus principales oficiales de Estado Mayor quedasen en Luján.

www.lagazeta.com.ar

Prof GB

Ay los radicales, De la Rúa y Alfoncicito tienen a quienes salir

El diputado de la UCR, N. Rojas dirá en el Parlamento argentino, en el año 1946, con referencia a las Invasioens Inglesasa del año 18o6, y, ante la propuesta de ser declarado feriado ese día a causa de la "Reconquista" y "Defensa" de Buenos Aires, que:
" No fueron una agresión a nuestra nacionalidad, sino un episodio de las tremendas discordias europeas de principiso del siglo pasado. No quiero con esto negar que sea un acontecimiento argentino aunque la República no existía; argentino por el ámbito geográfico en que se desarrollaron los sucesos y por la trascendencia que tuvo en la formulación de nuestra naconalidad. Pero quiero con esto aclarar un ccncepto. Nosotros adherimos a la conmemoración, pero restándole todo sentido de hostilidad a Inglaterra, que en realidad no llevó a una agresión contra nosotros."

Como corresponde este feriado será derogado por el golpe de 1955, llevado a cabo ente otros con la complicidad del radicalismo.

Prof GB

sábado, 5 de noviembre de 2011

ANARCO CAPITALISMO 3 ANARCO PERIODISMO



"El riesgo país en noviembre del 2001 está en 3.077 puntos, en pocos dísa mas llega a 3.341 puntos. Como es sabido, esat vieja práctica de los bancos-de hacer buenos negocios prestando a altas tasas el dinero de los clientes-provoca que no puedan responder, cuando se produce "una corrida". Olvidan, entonces sus promesas de seguridad-en el caso e los extranjeros:"el prestigio de la casa matriz del exterior"-recurriendo de puro liberales, al Estado, para que los auxilie."

Cavallo y De la Rúa inventan el "corralito" aprisionando ahorros y sueldos de activos y pasivos.
"Que se vayan todos.....

"El 6 de diciembre, el FMI informa que no gira los 1260 millones de dólares que había comprometido, pues el gobierno argentino no cumplió las metas acordadas. Tampoco el Banco Mundial, ni el BID, ni el gobierno español. El ministro Cavallo se arroja entonces sobre las AFJP capturándoles los fondos y adopta medidas de control cambiario para impedir nuevas fugas de divisas. Las reservas del Banco Central bajan de 18.700 millones de dólares el 12 de noviembre a 14.800, para el 6 de diciembre."

La propuesta que trae Cavallo del FMI es: eliminar el Fondo Docente, suspender el pago del aguinaldo, disminuir los presupuestos de la ANSES y del PAMI.
Se extienden los saqueos por todo el país.
Se declara el 19 de diciembre el Estado de Sitio.
Cacerolas, movilizaciones multitudinarias con bronca y desazón, 39 muertos, un Estado saqueado pero represor y asesino, renuncia del presidente, huye en helicóptero.
El endeudamiento externo gracias al capitalismo financiero yanqui y europeo, y, a sus aliados internos ( radicales, liberales, frepasistas, periodistas, economistas, banqueros, industriales, ruralistas) llega a 214.000 milllones de dólares.
En el 2001 se fugan 121.000 millones de dólares.
Uno de los representantes de los grupos económicos, Gregorio Pérez Compn posee una fortuna de 5.000 millones de dólares.

De qué habla Bonelli y el oligopolio Clarín cuando instala una supuesta crisis de confianza referida al dólar en la última semana y nuestro gobierno legitimado por millones de argentinos?.
De qué habla Morales Solá cuando afirma que la presidenta no tiene la confianza necesaria?
Y Magdalena y Lanatta?.

Sin Memoria, Con infamia, Sin Verguenza, Con maldad,
DESTITUYENTES.

La fuente: Norberto Galasso, Historia de la deuda externa argentina, de la Banca Baring al FMI, Colihue, Buenos Aires, ps. 344-345.

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