Hola, ¿cómo estás? Espero que muy bien. Antes que nada, perdón por la ausencia de la semana pasada. La agenda cenitalera -sobre todo la de fin de año- viene apretada así que para compensar te voy a escribir hoy y la semana que viene también. Cuando hablo de una agenda recargada, me refiero a los Especiales que hicimos, a la cobertura y el podcast sobre las elecciones brasileñas y a Nos Fuimos Mundial, nuestro micrositio mundialista que acompaña a la Scaloneta durante toda la competición. Todo esto pudimos hacerlo gracias a la comunidad, así que, si todavía no sos parte, te sugiero que te sumes. Para que no te agarre FOMO (?) Volviendo a Catar 2022, parece mentira pero hace veintiún días, cuando recibiste mi último correo, recién empezaba el Mundial. Habíamos perdido contra Arabia Saudita y nuestro capitán nos pedía que confiemos, que no nos iba a dejar tirados. Y cumplió. Vamos a lo nuestro. ¿Pueden las ciudades proteger la biodiversidad?La frontera entre lo urbano y la “naturaleza” se desdibuja cada vez más. Con el tiempo se vuelve muy evidente que lo sucedido en las ciudades repercute mucho más allá del territorio que ocupan y, al mismo tiempo, lo que sucede por fuera de ellas genera efectos que impactan en la vida de quienes viven en ciudades. Para entender mejor el vínculo entre ciudades, biodiversidad y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP 15) que se está celebrando esta semana en Montreal, Canadá, consulté este documento y este podcast de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), cuyas especialistas están en la COP 15 abordando el tema. En el documento vuelcan los resultados esperados de la conferencia y uno de los puntos es justamente “consagrar la agenda de la biodiversidad en ciudades”. Al respecto, sostienen que para lograr ese objetivo “debe plantearse a 2030 un aumento del área, el acceso a los espacios verdes y azules y los beneficios provenientes de estos para la salud y el bienestar humano, en áreas urbanas y otras áreas densamente pobladas”. Por otro lado, Sharon Gil, de la Unidad de Ciudades del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, también explica el vínculo entre lo urbano y la biodiversidad: “Las ciudades están en la primera línea de todo (…) Cuando hay un problema de aumento de las lluvias que provoca inundaciones o en la calidad del aire, por ejemplo, las ciudades tienen que lidiar con eso”. De la COP 15 va a salir un documento con recomendaciones, y una de ellas probablemente sea mejorar el tamaño y el acceso a la naturaleza dentro de las ciudades. En ese contexto, la alcaldesa de Montreal, Valerie Plante, propuso 15 acciones para proteger la biodiversidad en las ciudades entre las cuales está la reducción de los residuos plásticos, la protección de los insectos polinizadores y la generación de corredores verdes que conecten los espacios ya existentes. ¿Cuánto contamina tu barrio?Como ya se mencionó varias veces en este espacio, una variable clave para evaluar cuán sustentable es una ciudad es su dinámica de expansión. Según Shin Koseki, que dirige el área de Paisaje Urbano en la Universidad de Montreal, quienes gobiernan la ciudades “tienen la responsabilidad de brindar una experiencia de vida urbana para luchar contra la expansión de la ciudad al proporcionar espacios habitables densos que invadan lo menos posible las áreas naturales circundantes”. Es decir que no se trata solo de volver más verde una ciudad, sino que en esa acción también se está evita una dinámica expansiva que avanzaría sobre tierras no urbanizadas con funciones ambientales. El caso de los barrios cerrados en nuestro país es paradigmático en este sentido. La búsqueda de mayor contacto con la naturaleza, además de la seguridad, es una de las principales razones por las cuales muchas familias de sectores de ingresos altos eligen ese entorno para desarrollar su vida. Según la propia organización de la COP 15, “la fragmentación y los cambios en el uso de la tierra, impulsados por la agricultura y la expansión urbana, están provocando el 80% de la pérdida de diversidad biológica”. Esta nota con mapas interactivos muy grosos a los que el New York Times ya nos tiene acostumbrados abona aún más el vínculo entre expansión urbana e impacto ambiental. “Los hogares en vecindarios más densos, cerca de los centros de las ciudades, tienden a ser responsables de menos gases de efecto invernadero (…), en promedio, que los hogares en el resto del país. Los residentes de estas áreas generalmente manejan menos porque los trabajos y las tiendas están cerca y pueden caminar, andar en bicicleta o tomar el transporte público más fácilmente. Y es más probable que vivan en casas o apartamentos más pequeños que requieren menos energía para calentarse y enfriarse”, describe el artículo hecho en base a datos generados por la Universidad de California. Las variables que tuvieron en cuenta para construir estos mapas fueron: transporte, vivienda, servicios, comida y bienes. La asociación entre barrios densos y menor cantidad de emisiones por hogar se rompe solamente en los casos de los hogares más ricos de ciudades como Manhattan o San Francisco. Es que a pesar de ubicarse en zonas céntricas de la ciudad estas familias tienden a consumir más bienes y servicios y a viajar más en auto y en avión. El peor de los mundos, entonces, son justamente los suburbios de familias de ingresos altos, lo que acá por lo general es equivalente a los ya mencionados barrios cerrados. Me encantaría tener mapas como estos de nuestras ciudades, pero mientras tanto te dejo algunos de ciudades norteamericanas para que tengas a mano y veas el patrón que te mencionaba antes. |
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