¡Buen día! ¿Qué lindo todo, no? Este es el último correo del año, el final de la ¡cuarta! temporada de Mundo Propio si hacemos un poco de trampa con las fechas, cosa que ya decidí que vamos a hacer. Hoy quiero apuntar 5 historias de política internacional que nos acompañaron en este 2022. Como siempre, la selección es arbitraria, aunque no tan caprichosa. Comienza, como no puede ser de otra manera, con la historia del año. 1. La guerra en Ucrania |
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La invasión ejecutada por Rusia a fines de febrero, luego de varias advertencias de inteligencia norteamericana, fue el acontecimiento del 2022 y seguramente de los años que vendrán. La operación alteró el tablero de seguridad de Europa, que se ha recostado de manera certera en la defensa de Estados Unidos a través de la OTAN. Para Washington, el involucramiento en el conflicto, como contamos en este correo, va más allá de la protección a Ucrania: implica la posibilidad de golpear estratégicamente a Rusia, al que considera una pieza importante de la política exterior de China, su adversario prioritario. La batalla no es solo bélica: el intento de desacoplar económicamente a Rusia de occidente, una “cancelación” que llega hasta la FIFA, ha sido una marca del conflicto. Las consecuencias se sienten en todo el mundo, pero especialmente en Europa, sedienta del gas ruso que antes compraba todos los meses. Lo charlamos hace poco: en todas las proyecciones de la guerra, el viejo continente sale perdiendo. La noticia nos empujó a hablar el lenguaje de la guerra: tanques, drones, bajas humanas, repliegue, contraofensiva. Aunque difícil de seguir en vivo (también le dedicamos un correo al rol de los medios), a los meses aprendimos que la dinámica había cambiado. Fruto de una resistencia ucraniana inesperada para observadores disímiles, Rusia se bajó de una operación a gran escala, con epicentro en la capital, a la conquista de la zona del Donbass, en el este del país. Tampoco ha podido imponerse allí, luego de contraofensivas exitosas por parte de Ucrania. Hace unos días, el propio Vladimir Putin habló de “extremas dificultades” en los territorios que anexó el Kremlin en septiembre. |
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El conflicto ahora entra en etapa invernal, con signos de estancamiento y pocas probabilidades de una salida negociada cerca. Todavía es pronto para especular sobre casi todo, pero un punto ciego en la mayoría de los análisis sigue siendo la situación dentro de Rusia. Contrario a lo que proyectaban algunos medios occidentales, Putin tuvo un rebrote de popularidad en los primeros meses y, aunque ha caído algo, no parece tener una amenaza doméstica al acecho. Veremos qué pasa el año que viene, si los costos económicos y humanos crecen. Otra incógnita es el apoyo de China, un tema del que nos ocupamos en este correo. En Cenital intentamos cubrir diferentes ángulos de la guerra entre varios newsletters y notas -como esta crónica de Bernabé Malacalza, las razones rusas de Noelia Pérez Rivaben y el análisis regional de Federico Merke-, y seguiremos el año que viene. Todo comenzó con esta edición unos días después de la noticia, en el que cubrimos varias aristas para entender el por qué de la invasión –el rol de Putin, la extensión de la frontera de la OTAN en los noventa, la posición de Ucrania– y dejamos varias preguntas. También escribí algo que me gustó y quiero repetir, a propósito del lugar que ocupó la historia en los medios de todo el mundo: La crisis del orden liberal internacional ya lleva años. Y sus efectos en la proliferación de conflictos armados en los que Estados Unidos no cumple rol alguno –o China, para el caso– también viene desde hace tiempo. Hace más de un año que Etiopía se encuentra en guerra civil, apenas un poco más que Myanmar. Pasó con Nagorno Karabaj, sigue pasando en Yemen. ¿Por qué dejamos de hablar de Afganistán y la lucha diaria de los talibanes contra insurgencias diversas? Y para los efectos de la crisis climática quizás deberíamos hacer otro correo. Hace tiempo que los efectos más drásticos de la crisis se vienen desplegando por todos lados. La diferencia es que esta vez se ven en Europa. Le podemos decir, sin temor a equivocarnos, doble vara. También le podemos decir síntoma. 2. El retorno de Lula |
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Este 2022 nos entregó una de las mejores historias de resurrección política: hace cuatro años, el Partido de los Trabajadores estaba derrotado, con su máximo líder en prisión. Lula pasaría 580 días encerrado, donde se enteró de la muerte de su esposa y su nieto. En paralelo, Jair Bolsonaro consagraba la llegada de la ultraderecha al poder en Brasil. A principios de año, Lula ya estaba libre, con su anterior condena judicial anulada, y se encontraba en búsqueda de apoyos de distintos espacios políticos para articular una coalición que lo depositara de nuevo en la presidencia. Lo consiguió: al lado de su anterior rival de centroderecha, Gerardo Alckmin, Lula derrotó a Bolsonaro en las elecciones de octubre y le puso un freno a la ultraderecha. La estrecha ventaja que sacó–apenas dos millones de votos– confirma que solo él podía derrotar al ex militar, que ganó apoyo respecto a 2018 y se consagró como el único líder de la derecha brasileña, mejorando su posición en el parlamento y gobernaciones. El primer día de 2023, Lula asumirá para un tercer mandato. Los desafíos son mayores que antes, el país cambió y el mundo también. América Latina mira de cerca. Para las fuerzas progresistas, el triunfo de Lula fue la segunda buena noticia luego del histórico triunfo de Gustavo Petro en Colombia. Desde Cenital le dedicamos mucho espacio a esta historia. Yo tuve la suerte y el privilegio de conducir La Revancha, el podcast para entender las elecciones que guionamos junto a Lucía Cholakian, y luego viajar a San Pablo para escribir desde allá. También lanzamos un dossier especial con analistas y periodistas invitados. Si estás manija de cara a la asunción, te recomiendo el episodio bonus track de La Revancha: una conversación con Juan Gabriel Tokatlian sobre el Brasil y el mundo que recibe Lula. 3. La revuelta de las mujeres en Irán |
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Este año quizás fue menos intenso en materia de protestas que otros (pienso en 2019, atravesado por estallidos sociales) pero hubo algunas memorables. La revuelta en Irán, que lleva cuatro meses ya, es una de ellas. En septiembre, la joven de origen kurdo Mahsa Amini fue detenida por el órgano conocido como la “policía de la moral” por usar mal el velo. Murió en custodia. Su asesinato, primero encubierto por las autoridades, desató una ola de movilizaciones en ciudades de todo el país, muchas de ellas protagonizadas por mujeres jóvenes que pedían mayor libertad en el espacio público. Si bien menos masivas que las protestas del 2009 y 2019 –instigadas por motivos económicos–, su prolongación en el tiempo representa un desafío serio al régimen iraní. En parte porque la respuesta represiva de las autoridades –más de 440 personas fueron asesinadas, según compila Iran Human Rights– no disuadió a los manifestantes. El gobierno acusó el golpe, y anunció la disolución de la “policía de la moral”, aunque el uso del velo seguirá siendo obligatorio. Casi en paralelo han comenzado las ejecuciones a jóvenes arrestados durante las protestas. Seguirá siendo una historia a cubrir el año que viene. 4. Caos en el Reino Unido |
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Los que tuvieron un año tranqui igual fueron los británicos. Empezó con una sucesión de fiestas clandestinas en la residencia del primer ministro Boris Johnson, en plena cuarentena. Con su familiar torpeza para responder con altura, Boris se ganó la ira de la opinión pública y de su propio partido, que lo terminó empujando a renunciar. Si la de Lula fue la resurrección del año, Johnson –el líder conservador más importante y popular desde Margaret Thatcher– tuvo la mejor caída. Le dedicamos una edición, a propósito de la gran tragedia nacional llamada Brexit. Peor fue lo que vino después. La sucesora de Boris fue Liz Truss, una conservadora de gestos duros que se miraba en el espejo de Thatcher. Facu Cruz habló de ella en #LaGenteVota. Quiso hacer algo parecido a nivel económico, con el mayor recorte de impuestos desde los setenta, pero le fue bastante mal: el mercado se le vino encima, la libra se desplomó y Truss fue obligada a recular. Al rato perdió la confianza del partido y terminó renunciando: duró 45 días, un récord absoluto. Su fracaso, en cierta medida, es un síntoma del agotamiento de las recetas ultraliberales en el mundo y deja una lección. Para colmo, en su primera semana de laburo, Truss tuvo que lidiar con lo que fue la noticia del año para el país: la muerte de la Reina Isabel II, una referencia nacional y un ícono del siglo XX. En su trayectoria vital se puede leer lo que quizás sea la mejor manera de entender lo que está pasando en esas tierras: la caída, lenta y prolongada, de lo que supo ser un imperio. A propósito de eso, hubo otra noticia que pasó desapercibida: el gobierno escocés anunció su deseo de tener un referéndum de independencia en 2024 y, si bien la justicia de Londres se lo está negando, las elecciones previstas para ese año pueden ser un referéndum de facto. No es el único dolor de cabeza para los convencidos de que el Reino debe seguir estando Unido: la causa de la reunificación irlandesa también se encuentra en ascenso. 5. El balance en China |
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Creo que un recorrido sobre hechos de política internacional en un año sería incompleto si dejara fuera a China, que además vivió varios hitos. El más significativo fue el vigésimo Congreso del Partido Comunista, que fijó la hoja de ruta y el liderazgo para los próximos cinco años. Acá una nota de Santiago Bustelo. El hecho saliente: en la conformación del Comité Permanente del Politburó, Xi Jinping –que se revalidó para un tercer mandato histórico– desplazó a dirigentes cercanos al expresidente Hu Jintao por aliados. Estas figuras eran conocidas por tener una orientación económica más privatista que la conducción actual. El movimiento quedó escenificado, por lo menos de manera simbólica, por una de las imágenes virales de este 2022, cuando guardias de seguridad escoltaron al propio Jintao de una de las sesiones. Pero más allá de los nombres, las decisiones del Congreso pueden leerse en una serie más amplia de consolidación del liderazgo de Xi, el Partido y el Estado en la economía china. Pero el gigante asiatico también estuvo en los titulares por otra cosa. En un año en el que buena parte del mundo comenzó a dejar atrás la pandemia, China siguió aplicando restricciones estrictas, con ciudades enteras en cuarentena. La política, conocida como “Covid cero” por su foco continuo en erradicar el virus, empezó a despertar reacciones a comienzos del año, con protestas controladas en Shanghai. Hace unas semanas, sin embargo, a raíz de un incendio en la ciudad de Urumqi, en Xinjiang, la protesta escaló y se esparció por varios puntos del país. Rotulada como la revuelta más importante desde las protestas de Tiananmén de 1989, puso en jaque al Partido, que reaccionó aliviando las medidas, aunque sin abandonar la política de erradicación. Como sucedió en otras manifestaciones anticuarentena, la oposición a la permanencia de la política sanitaria hizo que confluyeran banderas y actores varios: desde jóvenes universitarios frustrados hasta obreros atrapados en fábricas, algunos con la demanda concreta del fin de esa política, otros con proclamas de carácter más estructural hacia Xi y el Partido. Este es un tema al que hay que prestarle atención el año que viene, porque los contagios pueden crecer ante el alivio de las restricciones, y el sistema de salud chino parece no estar preparado para tal pico. Cualquier endurecimiento, por otro lado, puede reiniciar las protestas. Xi tiene un dilema. Su resolución seguramente tenga impacto en toda la economía global, cuyas cadenas de suministro siguen bien amarradas a China. *** Acá termina el 2022 de Mundo Propio. Quiero agradecerte por estar del otro lado, más allá de la frecuencia de lectura. Que sigas queriendo recibir textos (algunos un toque largos) sobre política internacional de manera frecuente no me parece poco. Además, este año fue especial porque los envíos se hicieron quincenales y cambiaron el formato: se alejaron un poco de la coyuntura y las noticias de la semana hacia envíos más reposados, enfocados en un solo tema. No siempre pude dedicarle el tiempo que me hubiese gustado, porque este 2022 estuve abocado a escribir mi primer libro, que costó harto. ¿Pensaste que me iba a despedir sin autobombo? Jamás. Como sé que te interesa la política internacional, va la recomendación para las lecturas veraniegas: el libro se llama Nada será como antes y es una crónica del momento que vive Chile, luego de varios meses reporteando por todo el país. La manera más fácil de conseguirlo es acá. Ahora sí, adiós y hasta el año que viene. Y, como dijimos algunas veces: el mundo no se cae, apenas se transforma. Abrazos y felicidades⚽ Juan |
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