sábado, 17 de diciembre de 2022

 

Cristina proscripta, ¿y ahora qué?
El golpe final del autoritarismo judicial llegó. La Argentina vuelve a tener proscripta a su figura política más popular, como pasó con Juan Perón durante 18 años del siglo pasado. El Tribunal Oral Nº 2 del edificio gélido de Comodoro Py condenó a la vicepresidenta Cristina Fernández a seis años de prisión y a inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Ambas decisiones eran esperadas. No hubo sorpresa. Hubiera sido sorpresivo que un destello del estado de derecho se colara por las ventanas del tribunal e iluminara a los jueces.El autoritarismo judicial, o mafia y Estado paralelo, o lawfare, ha hecho retroceder varias décadas a la política argentina. Se reeditan situaciones que se creían superadas, guardadas en la memoria del convulsionado siglo XX. Luego de varias décadas de estabilidad democrática, debían ser bases inconmovibles. No es así.El gobierno de los CEO que llegó con Mauricio Macri al poder en 2015 trajo el retroceso económico y social de las políticas neoliberales, pero también una vuelta de campana en la política. Se rompió el pacto democrático que regía en la argentina desde 1983. Y el acuerdo era simple: la disputa política se resuelve en las urnas, ni a los tiros, ni con la cárcel. Sobre Cristina recayeron ambas cosas: le gatillaron una pistola dos veces a 15 centímetros de su cara en la puerta de su casa y ahora le arrancaron sus derechos políticos. El pacto democrático se quebró por completo.
¿Lawfare? ¿Partido judicial? Mafia y Estado paralelo
No es casual que entre los principales demoledores de este acuerdo estén hombres que forjaron su poder al calor de la dictadura, como Macri con sus negocios familiares y el conductor del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, que también sentó las bases de su imperio en esos años.El crecimiento vertiginoso de ciertas corporaciones económicas y sus niveles de concentración las han puesto por encima del Estado, por encima de la política, por encima de la ley.Eso hace compleja la reconstrucción del acuerdo democrático. Habría que buscarlo con personas que no se someten al voto popular para preservar sus posiciones. En el bloque de poder antiperonista, además, tienen más peso los liderazgos corporativos que los políticos. Y hay dirigentes de Juntos por el Cambio que no tienen ninguna vocación democrática, como Patricia Bullrich.
“Un hilo que nos une a todas”
Desmenuzando razones
La vicepresidenta anunció su decisión de no competir en las elecciones de 2023. “No estaré en ninguna boleta.” Nada es irreductible en la vida ni en la política, pero por ahora la postura de CFK parece difícil de torcer. Se pueden abrir varias lecturas. La más especulativa sería que Cristina parte de la base de que el oficialismo tiene pocas chances de ganar en 2023, más allá de su popularidad. Y que ella no está dispuesta, una vez más, a salvarle la ropa al peronismo, haciendo una buena elección pero perdiendo, para que los otros dirigentes cuiden sus terruños y luego ella se quede con una condena a cuestas más la derrota electoral. Esta hipótesis tiene como base las conocidas diferencias que la vice ha tenido con el rumbo del gobierno presidido por Alberto Fernández. ¿Será esto lo que está detrás de su decisión? No parece.Otra opción es algo que suele dejarse de lado en el análisis político y es lo personal. CFK acaba de sufrir un intento de asesinato. Tiene hijos, nietos. Hay una gran película –y polémica– realizada por Martin Scorsese a finales de la década de 1980 que se llama La última tentación de Cristo. El relato revela cuál era el deseo final: no haber sido Cristo. Haber podido tener una vida más ordinaria: formar familia, construir una casa, sembrar. Es posible que a los grandes líderes políticos les ocurra lo mismo, que deseen haber tenido otra vida. Y no solo a los grandes líderes. Es un sentimiento humano bastante habitual. ¿Será esto lo que pasa? ¿Cristina ya no quiere tener una nueva cita con la historia? No parece.En sus últimos mensajes, la vicepresidenta insistió con la necesidad de recuperar el pacto democrático. Sobre su figura pesan dos hechos que simbolizan su destrucción: el intento de asesinato político y la proscripción. CFK condensa las dos cosas que la sociedad argentina debe volver a desterrar, la violencia y la persecución como mecanismos para derrotar al adversario. Son las batallas –en apariencia– que la vicepresidenta considera que vienen por delante en la Argentina. Y es probable que piense que la batalla por la recuperación de la democracia y del estado de derecho deba darse desde del llano.
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Demián VerdugaNació en Buenos Aires. Trabaja en la revista Caras y Caretas y el diario Tiempo Argentino. Fue editor en el semanario Miradas al Sur y en la revista digital Replanteo; columnista político en Radio Nacional y la AM 750. Publicó tres libros en el género de novela de no ficción: Antes de que se vuelvan mariposas, la historia del secuestro de la familia Forti en el aeropuerto de Ezeiza en 1977 (2013, editorial Bilblos); El refugio en el telar, novela testimonial sobre La noche de las corbatas (2015, editorial Biblos) y Crónica de una extorsión, el caso D'Alessio, la historia que destapó el lawfare (Colihue 2021).

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