lunes, 9 de septiembre de 2013
Las otras muertes del cabo Paz Por Julio Carreras
PRIMERA PARTE
-¿Qué sabes del cabo Paz?-dijo Santucho.
-¿El cabo Paz?- contesté, para ganar tiempo. Nada, en realidad no sabía nada. -¿Quién es?, pregunté.
-Un suboficial que fue fusilado por el ejército, a mediados de los años treinta- explicó Santucho. Queremos hacer un libro sobre esa historia, para que no se pierda. En realidad, el cabo era un buen tipo, pero no es tanto él lo que nos interesa, sino las grandes movilizaciones populares. Salieron miles de santiagueños, durante varios días, a manifestarse en las calles. Cuando lo fusilaron, atacaron el Obispado, al diario El Liberal, a la Unión Cívica Radical... un día de furia... que el poder dominante, luego, casi ha logrado borrar.
Francisco René Santucho, "El Negro", era el fundador del FRIP, movimiento revolucionario del cual había emergido más tarde el PRT-ERP. Estábamos en una placita de Córdoba, una agradable noche primaveral de 1973. Yo tenía 23 años entonces, trabajaba como periodista en la corresponsalía cordobesa del diario El Mundo y en las Redacciones de las revistas Patria Nueva y Posición.
-El Comité Central del Partido me ha asignado fondos para que hagamos una colección de libritos de análisis histórico... -continuó Santucho. -Al estilo de las del Centro Editor de América Latina.
"Yo quiero comenzar con la historia del cabo Paz... Había pensado que la persona indicada para escribirlo sos vos... ¿te animas?
Me quedé silencioso, algunos segundos. La circunstancia de no haber escuchado jamás siquiera una mención al cabo Paz me ponía incómodo. Había crecido en una familia activamente peronista, donde los sucesos populares solían considerarse, continuamente. Aún así, la pesada inhibición psicológica establecida por los poderes dominantes en Santiago había sido tal, que ni siquiera los militantes populares lograban perforar el insidioso edicto. Pronto comprobaría cuánto más, de lo que aquella noche imaginé, había calado en la sociedad santiagueña el miedo a hablar sobre ese tema.
-Si estás dispuesto a escribirlo, tendrás que viajar a Santiago, a hablar con algunos de los protagonistas, que todavía viven...-continuó Santucho. -Vas a tener que trabajar bastante... la gente no quiere hablar... han pasado más de treinta años del asunto, pero la gente aún tiene miedo a las represalias...
-Yo no tengo problemas... -dije-...si a vos te parece que puedo escribirlo...
-Te daremos los viáticos, regularmente... -contestó el Negro Santucho. Abriendo su bolso de viaje, extrajo un pequeño fajo de billetes y me lo extendió: -tomá, esto para que comiences ya... lo necesitamos cuanto antes, ya sabes que no estamos en tiempos de dilatar cosas...
Efectivamente: la guerra lanzada contra nosotros por las bandas parapoliciales se cobraba al menos una vida joven cada día. En Córdoba, en aquellos primeros días de octubre habían caído, acribillados a balazos, cuatro o cinco militantes de izquierda o de la JP Montoneros. Algunos habían sido torturados antes por aquellos profesionales del crimen, los comandos de las Tres A, integrados por ex policías, militares y hasta asesinos comunes, indultados para usarlos en tareas ilegales. Que se efectuaban casi abiertamente bajo el amparo de un Estado "democrático".
-Yo voy a poder trabajar en esto únicamente los fines de semana... siempre sujeto a lo que me indiquen los compañeros de aquí -le advertí.
-Está bien -contestó el Negro-... tratá de tener el texto terminado antes de fin de año... que no sea muy largo... calculá un librito de unas cincuenta páginas...
Me dijo que la editorial se iba a llamar Esta América y los libros se imprimirían aquí, en Córdoba.
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