Fahrenheit 451
Hay cosas que damos por sabidas para todos,
porque con los hechos y los dichos, los personajes se van armando y nos dejan
sin capacidad de asombro. Esto ocurre cuando miramos ficción: el protagonista de
la serie tiene comportamientos estereotipados que suelen repetirse de capítulo
en capítulo. La sorpresa se nos presenta cuando se salen de libreto; pero esto
ya casi está en desuso por estos tiempos. Esas ocurrencias de los capocómicos de
otros tiempos han quedado allá con ellos.
El problema que nos afecta en estos días, bien
podría ser obra del género comedia. Como decimos tantas veces “si no fuera
verdad, nos causaría gracia”.
Pero el personaje no es actor, o al menos no lo
es en su cargo.
Decir que Macri ignora casi todo lo que de
popular nos atraviesa a los argentinos, no es decir nada nuevo.
Podemos suponer que Macri no conoce la
historieta argentina “El Eternauta” de Oesterheld y Solano López, obra donde el
protagonismo siempre recae en un grupo de personas, más grande o más pequeño,
conformando un «héroe en grupo» al que se considera más valioso que el clásico
héroe individual que triunfa sin ayuda de otros.
Podríamos hasta imaginar que desconoce la
historia de Héctor Germán Oesterheld (guionista de El Eternauta) desaparecido en
la última dictadura militar junto a sus cuatro hijas, Diana (24), Beatriz (19),
Estela (25) y Marina (18).
Sospechamos que nunca se enteró que el dibujante
Francisco Solano López, al llegar el Golpe de Estado del ´76 se fue con su hijo
(quien había pasado un año preso por la dictadura) a España. Que regresó al país
y el 9 de octubre de 2008 fue declarado «personalidad destacada de la cultura»
de la Ciudad de Buenos Aires. Esa ceremonia tuvo lugar en el salón San Martín
del palacio legislativo.
Para el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, todas estas historias no le son ni pertinentes, ni interesantes, ni
importantes, ni significativas, porque son historias muy vinculadas a la
política. Y ya sabemos que la política no es su tema, aunque sus aspiraciones
pudieran parecer por momentos vinculadas a la política.
Para Macri todo lo que le atrae de la política
son las puertas que puede abrirle, a él y a sus corporativos amigos, para hacer
negocios. El resto le pasa sin siquiera salpicarlo de pudor por sus ignorantes
manifestaciones públicas sobre todos los temas, que por su cargo, le toca
opinar.
No sabe o no contesta sobre Salud, sobre Subtes,
sobre Obras Públicas, sobre derrumbes, sobre abandono de personas, sobre
desalojos violentos, sobre escuchas ilegales, sobre persecución ideológica,
sobre nada que tenga que ver con su “des-gestión” de gobierno.
El hombre que ocupa la silla más importante del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (hincapié en la importancia de la silla
y no del que la ocupa), ha alcanzado el límite permitido entre la ficción y
la realidad con su último mamarracho ejecutivo: 0800
políticaescacaenlaescuela.
Los tiempos donde los jóvenes creían que los
próceres eran de bronce y no tenían ni odios ni amores, han pasado. Para
nuestros jóvenes del siglo XXI los próceres fueron personas como son ellos, con
sentimientos, con dudas, con errores y así esos personajes ilustres son mucho
más valorados y se les mete más adentro saber que la política es el camino para
hacer historia.
Por suerte, los estudiantes de la Ciudad de
Buenos Aires, leen, escuchan, discuten, participan y opinan sobre política muy a
pesar de Macri y su “apolítico” ministro de educación.
Los adolescentes tienen esa sana costumbre de
transgredir. Alcanza con decirles “mejor no hagan esto” para despertarles la
voluntad de hacer lo no recomendado. Ni hablar cuando se pretende “prohibir”, si
con sugerir se empeñan en vulnerar la idea, con prohibir se profundiza la
rebeldía revelada.
No es necesario haber pasado por el CBC de
Psicología para saber de estas reacciones de los jóvenes, nosotros fuimos
jóvenes.
¿Macri habrá sido un joven al que le habrán
prohibido hablar de política? Y ¿no supo rebelarse a tiempo? Tal vez por eso hoy
se empeña en jugar a la política. Es un adulto con problemas, el juego es para
otra edad, ya le pasó el tiempo del juego. Tal vez también le pasó el tiempo de
la política, pero, como cuando era adolescente, tarda en darse cuenta.
Nuestros jóvenes, los mismos que van a las
escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, tienen la capacidad crítica
necesaria para hacer de la política una manera más de manifestarse.
A pesar de los 0800, de los Macri y de los
ministros censuradores, en las escuelas, los pibes descubrieron que junto a la
Matemática y la Física es necesario hacer entrar a El Eternauta, a El
Nestornauta y a la política como una herramienta más para defenderse en la
vida.
Son jóvenes, son rebeldes, son hermosos...
Prof GB
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