Apéndice: el programa sindical de 1973 y su influencia en el kirchnerismo
el plan que comenzó aplicarse en 1973 contenía un programa de distribución de la riqueza a favor de los trabajadores. La dirigencia sindical con José Rucci a la cabeza firmó el programa y apoyó medidas tales como la fuerte regulación de las empresas extranjeras, la nacionalización de los depósitos bancarios, el control de precios de numerosos artículos y la comercialización estatal de carnes y granos. En 1974 la CGT llevó la legislación laboral en beneficio de los trabajadores a su punto máximo histórico impulsando la sanción de la Ley de Contrato de Trabajo. En 1975 el sindicalismo heredero de Rucci denunció el accionar delictivo de las cámaras patronales agropecuarias que venían impulsando sucesivos lock out para repudiar la política de precios implementada.
Los gobiernos de Néstor y Cristina retomaron varios aspectos de la gestión estatal del programa del FREJULI. Es ahí donde reside la causa y el origen de las confrontaciones que el gobierno mantuvo en los últimos años, y no en el mentado origen montonero de los dos últimos presidentes. Los enfrentamientos no derivaron de un estilo confrontador poco apto para el consenso sino de los interesados afectados. La confrontación es la consecuencia lógica cuando un gobierno decide enfrentar al poder económico y poner el Estado al servicio de los intereses populares. El kirchnerismo vuelve a plantear aspectos importantes del programa de 1973, que en su momento fueron avalados y defendidos por Rucci, y que hoy son considerados autoritarios. Por ejemplo, la Ley 20.680 de Abastecimiento, sancionada en 1974, que el actual Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno utilizó en diversas ocasiones para denunciar y sancionar las prácticas patronales antiobreras, es presentada por los grandes medios como testimonio de la dictadura kirchnerista.
Asimismo la dirigencia sindical conducida por Hugo Moyano impulsó la reapertura de las paritarias, la eliminación de la tablita de Machinea y sus gravámenes sobre el salario, la anulación de la Ley Banelco y su reemplazo por la Ley 25.877 que permitió nuevamente la convocatoria al Consejo del Salario. Estas medidas favorable a los trabajadores y reivindicadas por todo el arco kirchnerista se entroncan con lo mejor de la práctica del sindicalismo que supo encarnar José Ignacio Rucci. Es evidente entonces, que periodistas como Joaquín Morales Solá lloran lágrimas de cocodrilo cuando reivindican al líder metalúrgico. Las banderas que Rucci encarnó hoy las continúa el actual conductor de la CGT, Hugo Moyano. Sin embargo, estos comunicadores sociales critican el acaparamiento de poder del dirigente camionero, sus propuestas “perniciosas que alejan las inversiones” y su “intolerancia” frente a los empresarios.
Quiénes abrevan en esta mirada están fascinados por el Rucci enfrentado a la Tendencia. Pero no soportarían jamás al dirigente gremial que puso lo mejor de sí al servicio del proyecto nacional. No aceptan un Estado Interventor que distribuya, entre los que menos tienen la riqueza que acaparan unos pocos. No toleran que se intente recrear las políticas distributivas que encarnó el FREJULI en los 70 y que Rucci apoyó fervorosamente. Sólo se apropian de una figura a la que han vaciado de contenido. Por esta razón, los supuestos defensores de Rucci, que hoy atacan con odio visceral al gobierno, nunca van a retomar realmente sus banderas de lucha. El auténtico Rucci, el dirigente sindical que peleó siempre a favor de los intereses populares jamás podrá ser representado por quiénes nada bueno tienen que ofrecer al movimiento obrero. El kirchnerismo debe reivindicar a Rucci. (Agencia Paco Urondo)
GB
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