sábado, 28 de septiembre de 2013

Un padrino de lujo

Joaquín Salvador Lavado Tejón pasó por La nave de la Ciencia y recibió un merecido homenaje. El historietista, que mantuvo una emotiva charla, junto a Miguel Rep y Sebastián de Caro, repasó su trayectoria. Además, se convirtió en el padrino oficial de Comicópolis, el primer Festival Internacional de Historieta en Tecnópolis. Un padrino de lujo Joaquín Salvador Lavado Tejón pasó por La nave de la Ciencia y recibió un merecido homenaje. El historietista, que mantuvo una emotiva charla, junto a Miguel Rep y Sebastián de Caro, repasó su trayectoria. Además, se convirtió en el padrino oficial de Comicópolis, el primer Festival Internacional de Historieta en Tecnópolis. Fotos: Gabriela Valle / Tecnópolis Fotos: Gabriela Valle / Tecnópolis El marco no podía ser más perfecto: una Nave de la Ciencia repleta de admiradores dispuestos a escuchar y demostrar su agradecimiento y admiración por Quino, uno de los historietistas más queridos de la Argentina y el mundo. Y qué mejor manera de comprender de dónde surgió tanta pasión que contada por él mismo: “Mi primer recuerdo con la historieta fue a partir de las revistas que llegaban a mi casa cuando era chico: Patoruzú, Anteojito y Billiken. Me crié en ese mundo, con un tío que era dibujante publicitario y pintor. O sea que de muy chiquito tuve acceso a lápices, pinceles, papeles y todo ese tipo de herramientas”, explica el maestro al que de chico llamaban Quino para diferenciarlo de Joaquín Tejón, su tío artista. El universo de fantasía e imaginación que propone la historieta terminó de aparecer en su vida una noche muy particular cuando aún era demasiado pequeño como para saber que a los 12 años entraría a la escuela de Bellas Artes de Mendoza o que publicar en Rico Tipo sería un sueño hecho realidad: “Tendría tres años y el tío Joaquín vino a entretenernos a mis hermanos y a mí porque mis padres habían ido al cine. Como no existía la televisión, se puso a hacernos dibujitos. Esa noche se abrió un mundo para mí: comencé a pintar caballos, montañas, personas, aviones. Me di cuenta de que con un lápiz y un papel, un humano puede crear cualquier cosa”, recuerda todavía admirado de la magia posible a partir de elementos tan simples y nobles. Fotos: Gabriela Valle / Tecnópolis Fotos: Gabriela Valle / Tecnópolis Hijo de inmigrantes andaluces, Quino nació el 17 de junio de 1932, en los inicios de una década que marcaría para siempre sus ideales y la proyección de su obra: “Vengo de una familia de republicanos españoles. Desde pequeño llevo esta politización, esto de ansiar la justicia social y repudiar las ideas que quieren imponernos. La Guerra Civil comenzó cuando tenía cuatro años y todas las discusiones en mi casa eran sobre este tema”, expresa tan lejos pero todavía tan cerca de aquellos hechos históricos que fijaron definitivamente su manera de ver el mundo. En 1964, 14 años después de vender su primera historieta, nace Mafalda, el personaje que lo llevó a ser editado en los lugares más increíbles del planeta: desde China a Estados Unidos, pasando por toda Latinoamérica y Europa: “Mafalda se inició como un encargo de la marca Siam, que iba a sacar una línea nueva de electrodomésticos para hacerse autocompetencia. Hice una campaña que pretendía ser encubierta y fracasó”, explica. La agencia que lo había contratado quería una historieta mezcla de Blondie y Peanuts para publicitar el lanzamiento de los electrodomésticos Mansfield, razón por la que el nombre de algunos de los personajes debían comenzar con la letra M, de ahí Mafalda. “Cuando me encontré con el personaje pensé: ‘Si a uno le enseñan en la escuela a ser bueno, a portarse bien, mientras que los adultos hacen otras cosas, esta niña debe ser una contestataria contra la hipocresía´”, cuenta un poco fastidiado de terminar siempre hablando de Mafalda, una tira que, en definitiva, constituyó apenas 10 de los 60 años que lleva contando la vida a través del dibujo. Aún así el clásico es la pregunta recurrente y el maestro no rehúye al favoritismo de su público: “Me identifico mucho con Felipe porque siempre volqué en su personaje mis miedos de cuando iba al colegio y mi timidez cuando me gustaba alguna chica”. Durante el homenaje, Quino recibió de regalo dos videos: uno realizado por Comicópolis, en el cual visitantes de distintas generaciones de la megamuestra le agradecen su obra, y otro de su amigo REP. Todavía capaz de sorprenderse por la vigencia de su obra destaca: “Cuando hacía Mafalda, mi contacto con los chicos era buenísimo. Tengo cinco sobrinos que en esa época eran muy pequeños y yo sabía cómo pensaban. Hoy no podría hacer la tira porque no tengo idea qué piensa un chico de esa edad”. Para terminar, Quino demostró una vez más su humildad: “Cuando me dicen ´usted es un genio´, yo respondo que no, que solo soy ingenioso”. A lo que su amigo REP contestó sin dudar: “Maestro, para mí, usted es un genio”, despertando la ovación de toda la platea que se puso de pie para aplaudir al maestro, al ingenioso, al genio. A nuestro querido Quino.

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