miércoles, 4 de septiembre de 2013
Obama gana el apoyo de los principales líderes republicanos para atacar Siria Por Antonio Caño
Kerry asegura en el Senado que el objetivo de la intervención no es enviar un mensaje sino reducir la capacidad militar de Asad
Barack Obama ha obtenido el respaldo del presidente de la Cámara de Representantes y principal líder de la oposición republicana en el Congreso, John Boehner, para una intervención militar en Siria, lo que facilita el apoyo parlamentario a esa operación, aunque no lo garantiza, puesto que los actos de indisciplina en la votación son frecuentes en ambos partidos y sigue habiendo numerosos congresistas que no comparten la necesidad de actuar.
“Voy a apoyar la petición del presidente para pasar a la acción, y creo que mis colegas deberían de apoyarla también”, ha declarado Boehner tras un encuentro con Obama en la Casa Blanca. La líder demócrata en la Cámara, Nancy Pelosi, que también ha participado en esta reunión, ha respaldado, igualmente, la petición del presidente, lo que no es ninguna sorpresa, pero sí puede servir para que algunos miembros de la izquierda del Partido Demócrata despejen sus dudas sobre la conveniencia del ataque.
Más importante es el apoyo del número dos republicano en la Cámara, Eric Cantor, quien, de una manera algo más vaga, se comprometió también a votar a favor. “Comprendiendo”, ha dicho por escrito, “que hay diferentes opiniones en ambos lados, corresponde al presidente defender su caso ante el Congreso y el pueblo norteamericano, y confío en que tenga éxito en esa misión”.
A diferencia de Boehner, más centrista y próximo al establishment de Washington, Cantor es un representante de la línea dura del partido con quien los sectores próximos al Tea Party se identifican mejor. Su posición no es un anticipo de lo que votarán esos congresistas, pero sí reduce los peligros para Obama y le permite ser optimista de cara al porvenir de su iniciativa en el Congreso.
Todo eso, unido al apoyo expresado el lunes por el senador John McCain, quien, aún con reservas sobre la estrategia de la Casa Blanca, cree que una derrota del presidente sería catastrófica, conforma un panorama en el que el ataque a Siria se hace más probable y, quizá, más contundente de lo inicialmente esperado.
Con apoyo del Congreso, el margen de maniobra militar de Obama crece considerablemente y, con ello, la posibilidad de ser algo más audaces y ambiciosos de lo que se confesaba hace pocos días. En su reunión con los congresistas, el presidente ha explicado que la operación militar que se prepara tiene el objetivo de “degradar la capacidad del régimen de Bachar el Asad ahora y en el futuro, y, al mismo tiempo, tenemos una estrategia para incrementar la capacidad de la oposición para permitir que Siria se libere finalmente de la terrible guerra civil y muerte que hemos estado viendo”.
Esto representa una pequeña escalada sobre los objetivos señalados hasta ahora, que eran simplemente los de castigar al régimen por el uso de armas químicas y mandar una señal a Siria y a otros países que piensen en la utilización de armas de destrucción masiva. La Casa Blanca había dicho expresamente que el ataque no busca el cambio de régimen de Damasco, algo que habían criticado McCain y otros congresistas republicanos. Ahora, quizá buscando las simpatías y los votos de ese sector, se menciona el deseo de que la caída de Asad sea la consecuencia última del ataque que se prepara.
Obama ha advertido a los congresistas que es necesario decidir en el Capitolio “con urgencia”, en parte provocada por informes del espionaje que dan cuenta de que el Gobierno sirio está moviendo sus recursos militares para hacer más difícil e ineficaz el bombardeo norteamericano. Evidentemente, Asad tiene ahora varios días por delante para tomar precauciones o preparar una respuesta. El factor sorpresa, desde luego, ha desaparecido.
¿Cuántos días? Eso es aún difícil de calcular. El comité de Relaciones Exteriores del Senado celebró hoy martes el primer debate sobre el asunto, con la participación de los secretarios de Estado, John Kerry, y de Defensa, Chuck Hagel, así como el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armas, Martin Dempsey. Kerry explicó que el propósito de esta operación “no es enviar un mensaje” ni destruir por completo el regimen de El Asad, sino reducir al máximo posible su capacidad de usar armas químicas. Tampoco se trata de “llevar a Estados Unidos a una guerra en Siria”, sino de hacer buena la palabra del Gobierno norteamericano y hacer frente de forma limitada a la amenaza para la seguridad nacional de EE UU que representa el hecho de que un país recurra impunemente al arsenal de armas de destrucción masiva. El general Dempsey añadió que los riesgos de la misión militar han sido cuidadosamente calculados, y que el peligro de daños colaterales es muy reducido.
Tras el debate en el comité de Relaciones Exteriores, el voto de los senadores podría llegar en pocos días. Pero la mayor parte de los miembros de la Cámara de Representantes están todavía en sus distritos, hablando con sus votantes, recabando, seguramente, datos de una opinión pública que, según todas las encuestas, es claramente reacia a este conflicto. En algunos de esos distritos, los más conservadores, votar a favor de Obama en cualquier cosa es sinónimo de perder el escaño en las próximas elecciones, para las que faltan 14 meses. Y esos congresistas volverán a Washington la próxima semana, quizá con un punto de vista distinto al de sus líderes.
El País, España
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