miércoles, 4 de septiembre de 2013

ECONOMIA › COMIENZA LA OCTAVA CUMBRE DEL G-20 EN RUSIA. FINANZAS Y PROTECCIONISMO Con la presión de las grandes potencias

El conflicto en Siria dominará el ambiente del encuentro de los presidentes del G-20, convocados en San Petersburgo para definir cuestiones económicas. Sin el riesgo de una debacle de las finanzas globales, EE.UU. y la UE arremeten contra el proteccionismo. Por David Cufré Desde San Petersburgo La presidenta Cristina Fernández de Kirchner llegará hoy a primera hora de la tarde a esta ciudad para participar de una nueva cumbre de mandatarios del G-20. Será el octavo encuentro desde noviembre de 2008, cuando el entonces presidente George Bush lo convocó de urgencia acorralado por la crisis que había estallado en su país (ver aparte). La reunión que tendrá lugar mañana y pasado encuentra a la economía internacional en una meseta, con Estados Unidos recuperando algo de dinamismo y Europa atrapada entre la recesión y avances mínimos en algunos países. Eso los lleva a presionar por la apertura de las economías emergentes, como la argentina, a fin de encontrar mercados donde colocar sus excedentes exportables. Esa tensión volverá a hacerse presente en las sesiones plenarias de los jefes de Estado, según se advierte en las discusiones previas que vienen llevando a cabo los equipos técnicos. La manifestación de anteayer de la Unión Europea contra el “proteccionismo” de Argentina, Brasil, Rusia, India, Indonesia y Ucrania fue en esa dirección. CFK buscará apoyo en cuatro de los cinco Brics: mantendrá reuniones bilaterales con su par del país anfitrión, Vladimir Putin; de China, Xi Jinping; de India, Monmahan Singh, y de Sudáfrica, Jacob Zuma. Esta vez no tendrá un cara a cara con Dilma Rousseff, pero la sintonía con Brasil en este espacio es clara. La agenda de la Presidenta se completará con un encuentro a solas con el japonés Shinzo Abe, a quien le explicará la posición del país en su pelea con los fondos buitre. El gobierno de CFK diseñó su esquema de reuniones bilaterales pensando en las dos cuestiones más urgentes en materia económica: manifestar la resistencia a las presiones de Europa contra las políticas de administración del comercio y buscar apoyo en la pulseada con los fondos buitre. Según dijeron desde la delegación oficial, nunca estuvo en agenda una solicitud de entrevista bilateral con Obama. “No se gestionó ningún encuentro”, manifestaron. La necesidad de atender esas y otras cuestiones en el ámbito doméstico frustró la llegada del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, quien finalmente permaneció en Buenos Aires. Parte de su equipo, incluido el representante permanente ante el FMI, Sergio Chodos, acompaña aquí a la Presidenta. El canciller Héctor Timerman, la embajadora en Wa-shington y sherpa en la cumbre, Cecilia Nahón, y los funcionarios de Economía Beatriz Paglieri, Guido Forcieri y Víctor Fuentes Castillo completan la comitiva. San Petersburgo recibirá a los mandatarios con algo de indiferencia. La ciudad continúa por ahora con su ritmo habitual, disfrutando de los últimos días de verano. Dentro de algunas semanas los 18 grados que promedian durante el día se convertirán en temperaturas bajo cero y las anchas calles que caracterizan a esta zona de Rusia se verán más despobladas de lo que ya se percibe. El río Neva, también ancho y caudaloso, quedará congelado, lo mismo que los varios canales que atraviesan la ciudad. Estos días aún dominan por allí los barcos-casino y los barcos para fiestas, que pasean delante de una sucesión interminable de palacios y catedrales, incluido el de Invierno, donde empezó a gestarse la revolución soviética de 1917. Ese centro luminoso y esplendoroso, con una combinación de la Rusia zarista y la posterior bolchevique, se completa con la avenida Nevski, hoy centro de las grandes marcas de Occidente. Y más allá está el mercado de los artesanos, con las mamushkas y los gorros de piel. Toda esa zona contrasta de un modo muy particular con el resto de San Petersburgo, que luce envejecida, de colores gastados, uniforme en sus monoblocks de seis pisos y sus calles interminables y vacías. Por allí circulan tranvías y trolebuses que parecen llevar décadas a cuesta, como imágenes traídas de otro tiempo. En parte la continuidad de la vida corriente de los cinco millones de habitantes de San Petersburgo se debe a que la cumbre del G-20 fue desplazada a treinta kilómetros del centro. Las sesiones se desarrollarán en el Palacio Constantino y los presidentes estarán alojados cerca de allí, en un complejo llamado Strelna, con chalets todos exactamente iguales. Quienes lo vieron de la delegación argentina cuentan que el lugar se asemeja a los countries de la zona norte del conurbano bonaerense, con casas elegantes de dos plantas, ubicadas a unos cien metros unas de otras. Cristina Kirchner ocupará la número tres y tendrá como vecinos al estadounidense Barack Obama y al suda-fricano Jacob Zuma. La prensa internacional quedará a unos trescientos metros del Palacio, en un edificio al que sólo se podrá acceder por barco. La marina para abordar los transfers está ubicada a varios kilómetros de distancia. Si bien la agenda económica es la que domina en el programa oficial de la cumbre, la expectativa internacional está puesta en lo que pueda suceder en relación con la situación en Siria. Desde lo formal, el tema no debería colarse en las sesiones, pero todos están pendientes del más mínimo gesto. Argentina y Brasil ya dejaron sentada su posición contraria a una intervención unilateral contra Siria en la cumbre de la Unasur de la semana pasada.

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