domingo, 31 de marzo de 2013
MALVINAS PATRIA GRANDE POR EDGARDO ESTEBAN
Malvinas: patria grande
Por Edgardo Esteban. Periodista y soldado ex combatiente de Malvinas
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Bajo el sol del verano caminamos por las calles de Buenos Aires ex combatientes, referentes sociales, sindicales, culturales y políticos con una pancarta: “Volveremos a Malvinas de la mano de América latina”. Era el 3 de enero pasado, a 180 años de la usurpación de las islas por parte del Reino Unido. El objetivo era llegar a la puerta de la embajada Británica en Argentina para reclamar una vez más al primer ministro David Cameron que cumpla las resoluciones de Naciones Unidas que piden a Gran Bretaña que se siente a dialogar con el gobierno argentino por la soberanía en Malvinas. Esa pancarta era el emblema que resaltaba, en diciembre pasado, en la Casa Patria Grande Néstor Kirchner, cuando inaugurábamos el Foro Latinomeranicano sobre Malvinas como parte de las actividades del encuentro de Jóvenes Dirigentes Políticos de la región. Fue un momento muy especial cuando jóvenes procedentes de Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Colombia y Paraguay se comprometieron a luchar por la causa Malvinas en su lugar de origen como parte de la pertenencia que se siente en toda América latina.
Reafirmando este compromiso de la región y respaldando al gobierno argentino en su reclamo, este martes hubo además un encuentro de los referentes regionales y el canciller Héctor Timerman con los 29 miembros del Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Los miembros del Comité escucharon las intervenciones sobre la Cuestión Malvinas de los cancilleres de Uruguay, Luis Almagro; del cubano Bruno Rodríguez, por la CELAC, y del vicecanciller de Perú, José Baraún Aranibar. Tras ese encuentro, el presidente del Comité de Descolonización, el embajador ecuatoriano Diego Morejón Pazmiño resaltó la importancia de que las tres agrupaciones regionales apoyaran en conjunto por primera vez el reclamo.
Esa misma América latina unida se percibió, pocas horas después, en otro gesto más de integración y compromiso regional con la causa Malvinas cuando los cancilleres de América latina y el Caribe renovaron el pedido al secretario general de las Naciones Unidas, Banki Moon, de exigir al Reino Unido que respete las resoluciones sobre la cuestión Malvinas.
Una vez más se denunció la militarización de la zona de Malvinas por parte del Reino Unido recordando que se trata de una zona de paz donde está prohibida la provisión de armas nucleares. Como dijo Héctor Timerman, si hay un pueblo afectado es el argentino, que no puede ejercer la soberanía de la totalidad de su territorio, pero esta amenaza armamentista también afecta al pueblo latinoamericano. Esta claro que el gobierno británico, con la excusa del presunto objetivo de tener allí una “base militar con alta tecnología para defenderse de la Argentina”, quiere controlar la Antártida, el mar austral y el paso entre el Atlántico y el Pacífico.
Por eso no es menor el compromiso de los representantes regionales cuando en la misma conferencia, en nombre de la Celac, expresaban el más firme respaldo a los legítimos derechos de la Argentina sobre las Islas Malvinas, recordando el interés de los países de la región en que el gobierno nacional y el del Reino Unido reanuden las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva de conformidad con los pronunciamientos de Naciones Unidas. El propio canciller uruguayo Luis Almagro dijo que la causa Malvinas es por esencia latinoamericana, ya que “la territorialidad que defendemos es de América latina y el Caribe”, recordando que la postura del bloque de países pasa por reafirmar “la necesidad del cumplimiento de resoluciones de Naciones unidas sobre Malvinas” y mantener el “apoyo al reclamo argentino”. Además sostuvo que el Reino Unido “negoció con el régimen de facto argentino” y que “lo que ocurre en la zona de las Islas Malvinas es disfuncional a la pacificación del Atlántico Sur”, por lo que reafirmó que “la mesa de negociación es fundamental”.
No es menor que este fuerte apoyo regional tuviera lugar poco días después de la celebración del referendum organizado por el Reino Unido en las Malvinas con el objeto de justificar el continuado incumplimiento de estas resoluciones de la ONU sobre la disputa de soberanía en el Atlántico Sur. En tanto, Mike Summers, junto a un grupo de representantes políticos de los isleños, buscó infructuosamente conseguir una reunión con las autoridades de las Naciones Unidas, tratando de buscar un aval del referendum, pero las puertas del organismo internacional no se le abrieron.
Un plebiscito que no reconoció ninguno de los organismos regionales ni por la ONU y que a pesar de buscar trascendencia internacional, pasó sin pena ni gloria, se vio opacado cuando las tapas de los diarios del mundo anunciaban al nuevo Papa argentino. Otra vez la “mano de Dios” los golpeaba donde más les duele: la falta de respaldo y repercusión internacional.
Pero, como siempre, tras la reunión, otra vez llegaba la soberbia imperial, y nuevamente confirmaba que a pesar de que existen 40 resoluciones de las Naciones Unidas, el Reino Unido manifestó, una vez más, su rechazo a las gestiones de buenos oficios del máximo representante de la ONU. El Reino Unido, con esta actitud, lo que busca es permitir sin ningún tipo de control la depredación de los recursos naturales, ictícolas y marítimos y la búsqueda indiscriminada de petróleo, sin medir las consecuencias ecológicas en un territorio de 3 millones de kilómetros cuadrados.
A lo ocurrido en Naciones Unidas, se suman las denuncias que presentó el Centro de excombatientes Islas Malvinas de La Plata ante la justicia de Tierra del Fuego para que se investiguen las supuestas torturas cometidas por las tropas británicas durante el conflicto bélico que violentaron las disposiciones del Convenio de Ginebra relativas al debido trato a los prisioneros de guerra. Los casos denunciados constituirían hechos criminales por el homicidio en perjuicio de los soldados argentinos que fueron tomados prisioneros en los campos de batalla.
El 24 de marzo es un día en que los argentinos hacemos un acto de reflexión revisando nuestra historia. Ese ejercicio de memoria y de defensa de los derechos humanos nos fortalece como sociedad para no volver a permitir que el autoritarismo y la intolerancia desvirtúen los intereses de la voluntad popular. El genocidio iniciado por los militares y sus apoyos civiles con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 continuó de algún modo en Malvinas. Esos mismos militares que nos llevaron a la guerra hoy son juzgados por delitos de lesa humanidad, tal el caso de Mario Benjamín Menéndez, que fue gobernador de las islas durante el conflicto bélico. Quizás por eso también los casos de maltrato a los propios soldados en la guerra fueron parte de una realidad resistida durante años. Es por eso que el camino de verdad y justicia debe profundizarse también en relación a los que nos pasó durante aquellos días.
La multitudinaria marcha recordando el 37º aniversario del golpe cívico militar fue conmovedora por su convocatoria. En lo personal, fue llamativo ver a tantos jóvenes marchando con estandartes, remeras y banderas que los identifican con Malvinas. Las nuevas generaciones sienten como propia esta causa y militan por esa parte de nuestro territorio con el mismo entusiasmo y pertenencia que despierta el compromiso frente a la historia reciente. Los ex combatientes que creemos en la defensa de los derechos humanos cada vez nos sentimos más integrados en esta misma lucha por la memoria. Los soldados que combatimos en Malvinas fuimos parte de esa trágica historia de la dictadura cívico militar que, como corolario de su horror, el 2 de abril de 1982 nos llevó a un conflicto bélico que nos alejó de Malvinas.
En este presente que nos permite revisar la historia con Memoria, Verdad y Justicia nos proponemos hablar y evocar lo pasado pero pensando siempre en la construcción del futuro. El reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas que tiene nuestro país desde 1833, avasallado por la posesión colonial de Gran Bretaña, que por historia y derecho nos pertenecen, es constante y legítimo. Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo ocurrido en 1982. Buscar la verdad sobre lo vivido en la guerra nos ayuda a ir reconstruyendo, a pensar y reflexionar sobre los errores y los aciertos de nuestra propia historia, la que nos conforma como argentinos.
En estos 31 años recordamos a los que murieron en nuestras islas, a los que por la indiferencia y el olvido se quitaron la vida y a los familiares que perdieron a sus seres queridos. Nuestros muertos serán siempre héroes y una asignatura pendiente de una sociedad que ocultó por años lo que más le duele.
La memoria histórica es la recuperación de la verdad desde las experiencias vividas y en este sentido seguimos en la lucha por la memoria de Malvinas. La vivencia de la guerra padecida por soldados y colectivamente por nuestra sociedad sirve para realizar aportes en la reconstrucción de nuestra identidad. El desafío es seguir trabajando para aplicar la justicia ante la impunidad, el reconocimiento ante el olvido y no claudicar en la recuperación definitiva de la soberanía en las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur por el único camino posible, el de la paz.
31/03/13 Miradas al Sur
GB
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