lunes, 4 de marzo de 2013
LOS MODERADOS
Los moderados
Con dos estilos diferentes, pero con un mismo afán de recorrer la historia reciente de la Argentina con las herramientas de toda una vida, José Pablo Feinmann y Horacio González –los dos intelectuales de la revista Envido, que transitaron en paralelo el alejamiento del marxismo, el acercamiento al tercer peronismo de la JP y el largo desencanto democrático hasta la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia– se sentaron durante largas charlas moderadas por el periodista Héctor Pavón a mirar atrás con “la voluntad de pensarlo todo”. Historia y pasión reúnen esas conversaciones en las que atraviesan –con ideas, recuerdos, experiencias– el último medio siglo argentino para terminar convergiendo en una moderación trágica, melancólica y activa a la vez.
Por Gabriel D. Lerman
Si se buscaran dos figuras literarias con las cuales pensar sus estilos, sus inflexiones, a uno le tocaría Kafka y al otro Macedonio. Pero no sólo por el aparente dramatismo personal de uno y la capacidad de juego en el lenguaje del otro, sino por una cadena de sentido versátil, heterodoxa, que esas figuras permiten desplegar. Feinmann sería El Proceso de Kafka llevada al cine por Orson Welles. Sería, Feinmann, Anthony Perkins, ante el mecanismo irremediable del sistema. González, por el contrario, es el parroquiano de la mesa de bar que une la tertulia literaria martinfierrista con el existencialismo sartreano de Contorno y luego, de inmediato, el peronismo de principios los setenta. En esto último se tocan, se parecen. Es, quizás, el único acontecimiento que atornilla sus vidas sin complacencias. De hecho, el peronismo de González y Feinmann es un acontecimiento primero vital y luego cultural, en el sentido de convertirse ellos, para nosotros, los que tenemos algunos años menos, en intérpretes de aquel tercer peronismo, el peronismo de la victoria, el peronismo de la JP. Son albañiles de un legado frágil, perdido en la memoria.
La Facultad de Filosofía y Letras de Viamonte 430 en los sesenta, las cátedras nacionales durante Onganía, la revista Envido, la irrupción de Montoneros, el crecimiento exponencial de la Juventud Peronista, la campaña del Luche y Vuelve en 1973, Cámpora, la vuelta de Perón y la separación de Montoneros, los abismos de la política y la lucha armada, el golpe, la represión, la ignominia. Y desde allí al kirchnerismo. Todos son jalones, estaciones de tránsito y demora, ritos de pasaje, subidas y bajadas que los encuentran en la ruta, pero que instauran y moldean dos cosmovisiones, parecidas y diferentes, de pensar la política, de meterse, de escribirla, de ser protagonista.
Horacio González y José Pablo Feinmann se conocieron en un bar de la calle Independencia o en la casa de Abrales, amigo de Arturo Armada, quien los había convocado a ambos por separado, a propósito de las reuniones del comité de redacción de la revista Envido. Eran los jóvenes intelectuales de la corriente nacional. Marxistas en ruptura hacia el peronismo, pensando lo nacional y lo latinoamericano. Querían una filosofía del Tercer Mundo, creían en un acercamiento con los curas obreros, con los sindicatos peronistas. Tiempos del Cordobazo, de unidades básicas rejuvenecidas, de Perón que ahonda su distancia con los esquemas de poder existentes desde su derrocamiento y da señales de agitación, de regreso combativo y referencias al socialismo nacional y las luchas de liberación. No es menor el impacto de la guerrilla cubana y sus influjos continentales, así como el florecimiento de posiciones latinoamericanas diversas que combinan nacionalismos populares, insurgencias revolucionarias, militares antiimperialistas, sindicatos clasistas y movimientistas que desafían el orden social.
GB
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