domingo, 3 de marzo de 2013

ELLA JUEGA CON BLANCAS

Ella juega con blancas Por Luis Tonelli | Debate El arduo camino hacia las elecciones legislativas, el conflicto por la sucesión (o continuidad) presidencial y las disputas por los espacios de poder. Comienza la aproximación final a las elecciones legislativas, previa realización de las primarias abiertas obligatorias, y si uno se deja llevar por la “realidad objetiva” todo indica que se desarrollarán en un ambiente político poco apacible, golpeado por la inflación, el conflicto con los sindicatos y las relaciones con nuestro nuevo amiguito menos previsto: la República Islámica de Irán. Pero, claro, la opinión pública parece más interesada en el caso del “Jardincito de Infantes del terror” o en la publicación ocasional y secuencial de videos íntimos de MILFs argentinas famosas, más que ninguna otra cosa (si fuera por conveniencia, no se entiende muy bien por qué el Gobierno insiste en la Ley de Medios, cuando el nivel actual promedio de la televisión, produce lobotomías indoloras tremendamente efectivas). Y ni que hablar del mejor aliado de la Casa Rosada, esa fragmentación “egótica” opositora (tanto interna al PJ como externa a él) mucho más preocupada por los movimientos pigmeos de cualquiera de sus pares, antes que por plantearse seriamente la construcción de una fuerza opositora al “cristinismo”. El conflicto por la sucesión (o continuidad de CFK) queda así completamente postergado hasta nuevo aviso, y los posibles candidatos desarrollan el arte de mantenerse vivos -como el hit travoltianoochentoso- en su esperanza de que sean los elevados condicionamientos constitucionales y su yerma infertilidad política, los que den por terminado el “experimento kirchnerista”. En síntesis, las movidas de los jugadores más importantes en el peronismo están más bien motivadas por lograr un mejoramiento relativo con respecto a sus contrincantes en una posible sucesión de CFK, que en un enfrentamiento directo con Ella. A pesar de todas las amenazas de ruptura sus promesas cronológicas se vencen y son renovadas por bimestre (“rompe en diciembre”, “rompe en abril”, y así sucesivamente). El gran batacazo rupturista lo daría Sergio Massa, quien cuenta con el capital de una muy buena imagen y fama de buen gestor en ese Coral Gables que es el centro de Tigre. Pero se trata de un capital líquido que podría escurrírsele de las manos si da un solo paso en falso. Los oráculos de la borra de café afirman ceñudamente que Massa tiene que jugar fuerte electoralmente ahora para ser protagonista en las elecciones de 2015, pero dos años son una enormidad (pregúntenle si no a un victorioso Francisco de Narváez en 2009, totalmente desdibujado apenas un año después). En esta “democracia Alzheimer”, en la que la última imagen reemplaza totalmente a la anterior, lo único que importa es estar bien poco tiempo antes del evento decisivo. Claro, si uno piensa en el ascenso de una fuerza política en donde un Mauricio Macri logra que un Roberto Lavagna juegue en la Ciudad de Buenos Aires, que un Sergio Massa sea candidato en la provincia, y se le pliegue la lista cordobesa de un Juan Manuel de la Sota, sumado a un buen desempeño del puteador profesional de Miguel Del Sel en esa Amsterdam del subdesarrollo que resulta que ahora es Santa Fe, y provocando la adhesión de radicales varios, esto sería otra cosa. Pero no se sabe por qué tantos personajes que pueden tener juego propio en 2015 tendrían el incentivo de colocarse bajo las órdenes del jefe porteño ahora (salvo el caso de un “libero” como Lavagna). Lo mismo sucede con Daniel Scioli, quien es el candidato default del peronismo, y que solo necesita “sobrevivir” -su “especialidad de la casa”, en el menú político, y en el de la vida también- cosa que no le es fácil ni por nada del mundo está asegurada en el cementerio de elefantes que es la gobernación de Buenos Aires. Así, su potencial ruptura con el kirchnerismo sólo puede imaginarse en un eventual intento de destrucción de la Casa Rosada de la precaria gobernabilidad bonaerense, que lo demuela. O sea, destruir todo para destruir a Scioli. A CFK no le hace falta devanarse los sesos como el Profesor Neurus para imaginar esa maldad final: con solo no enviarle alguna remesa adicional a la gobernación para que cubra los aumentos salariales, la provincia quedará paralizada y al garete de los desestabilizadores. Pero ahí surgen dos preguntas: la primera es, ¿podrá la Casa Rosada aislarse del aquelarre bonaerense y no sufrir en carne propia su desestabilización, como siempre ha sucedido, desde por lo menos, la revuelta de los orilleros de Joaquín Campana? La otra es, ante esa manifiesta intención “cristinista”, ¿no podría Scioli erigirse en un opositor neto y de fuste, con todas las excusas y legitimidad para hacerlo? Otra movida posible, de la que también se habla, es que Massa sea el candidato de CFK contra Scioli en la interna abierta. De nuevo, ¿para qué el intendente de la Miami vernácula decidiría jugarse ahora el “todo por el todo” cuando no hay nada que amenace su potencial de simpatía popular, para ser usado en la elección que realmente vale, que es la del 2015? Parece, entonces, que tenemos esa situación de equilibrio tan bien enunciada por el personaje que interpreta Russell Crowe en la película Una mente brillante (o sea, John Nash, Premio Nobel de Economía, pero, ¿quién lo conoce?): “a nadie le conviene cambiar unilateralmente lo que viene haciendo” (situación que se conoce en teoría de juegos obviamente como “equilibrio Nash”). Siguiendo con la metáfora lúdica, bajo estas circunstancias, en este ajedrez político, CFK juega con blancas, y tiene la posibilidad de hacer jaque contra Scioli en una movida. Pero ganar así esta partida, la llevará a enfrentar una serie de partidas mucho más difíciles y que hoy son inimaginables, incluso contra el mismo Scioli. Por supuesto, que hay quienes fogonean la ruptura, pero son los que ya rompieron y se sienten un tanto desamparados en tierra de nadie, con el solo padrinazgo árido de la “revuelta cordobesista” de José Manuel de la Sota, que ni a él le brinda demasiado rédito en las encuestas. Si ésta es la situación en el oficialismo, y las iniciativas de la publicidad creativa macrista encuentran su límite en el mismo volumen político de su protagonista principal, ni en el socialismo ni en esa federación horizontal que es hoy el radicalismo las cosas no pintan demasiado mejor. El socialismo enfrenta la carga del kirchnerismo que puede darle el triunfo no a su lista, sino al PRO-Rompeportonesdelselista, lo cual de suceder significaría un durísimo golpe a las aspiraciones de Hermes Binner. Por el lado del VPC (viejo partido centenario), lo crucial para el partido centenario es mantener y recuperar baluartes electorales -como Mendoza-, pero como para los radicales la vida “es eso que pasa entre dos internas”, quien aparece mejor en las encuestas, Cleto Cobos, es esmerilado tanto por el ex gobernador Roberto “el Mula” Iglesias, como por el intendente de Mendoza, Víctor “el Viti” Fayad, amigo personal de CFK. De todos modos, como están las cosas, la suerte del radicalismo -en sus debilidades- depende no tanto de su internismo institucionalizado, sino de que se desate el internismo caníbal peronista cuanto antes, cosa que también depende de si CFK en vez de querer ser la “Gran Electora”, decide en cambio ser la “Gran Deselectora” presidencial. Mientras tanto, la gran fantasía del “cristinismo”, o sea, la reforma constitucional que habilite otro/s mandato/s más de la Presidenta queda en pie virtual, y realimenta asimismo un statu quo, que parece mayestático, pero que, según la ciencia, podría alterarse por el aletear de una mariposa en Kamchatka (¡mhhh…!). http://www.revistadebate.com.ar/2013/03/01/5919.php GB

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