miércoles, 13 de marzo de 2013

EL LUNFARDO PARTE III

La preeminencia italiana Por Eduardo Pérsico El lunfardo de los argentinos (parte 3 de 3) En el período de 1900 a 1930, la cuarta parte de la población de Buenos Aires y sus alrededores eran italianos nativos y sus descendientes, y por debajo existía otro quince por ciento de la suma de andaluces, gallegos, catalanes, vascos y demás llegados de España por esos años. La colonia italiana pronto se manifestó en los hábitos locales y por ahí el novelista Francisco A. Sicardi, a principios del siglo dijo que ‘los inmigrantes italianos también daban algunos huéspedes al presidio y vocablos al caló del bajo fondo’. Un perfil de los italianos tan útil para rastrear los rumbos de la comarca más arrimada al Río de la Plata y esa matriz italiana tantas voces lunfardas, y aunque existieran muchos términos con otra fuente, veamos: si al lunfardo se lo vincula al desarrollo del tango como dos andariveles hacia una misma identidad, paralelo a eso vemos la marca indeleble del cuplé en los primeros tangos, incluyendo La Morocha de Angel Villoldo. Y un fino poeta como Julio Félix Royano, (El Mata; Animal de Presa; Mururoa; Lunes de Dios) supo recordarnos a unos napolitanos y calabreses de su niñez en Lanús y que él, hijo de gallegos, advirtió que el término ‘lunfardo’ en su concepción de ladrón y malviviente, les venía de ‘lombardo’. El corte a la última sílaba de los napolitanos a la palabra, sonaba ‘Lum’ por ‘Lom’ y el parecido a F por B es una inflexión propia italianos del sur. Y como el entretejido de las identidades no suele hilarse de un solo ovillo, Domingo Casadevall, en El Tema de la Mala Vida en el Teatro Nacional, (Editorial Kraft, 1957) después de enumerar unos términos portugueses sumados al habla, dice que el lenguaje orillero y lunfardo se fue bordando también con voces populares usadas en la España de los siglos XVI y XVII, y ofrece ejemplos como ‘gayola’, ‘punto’ y hasta ‘pinta’, con el similar sentido que hoy le damos. Además, sobre la Vida del Buscón, de Quevedo, escribió el filólogo español Américo Castro que en el siglo XVI los pícaros usaban una lengua propia ‘y de aquí el habla revesada que consistía en dar la palabra del revés y pronunciar greno por negro’. Algo que hoy, siglo veintiuno, los argentinos por negro cordialmente decimos grone. . Asimilaciones y sincretismos culturales deciden los perfiles de cada nuevo estilo, y advierten sobre lo estéril estratificar o congelar las identidades en algún tiempo. El nosotros somos así para siempre hoy ni resuena ante una imbatible realidad que trae consigo la computación y otras brujerías… Habitual recurso cotidiano A través de generaciones el lunfardo logró permanecer y se sumó a varias expresiones culturales que no serían de uso exclusivo de los argentinos. Pero que su vigencia en cada período social de Argentina sostiene su sesgo humorístico, juvenil y caricaturesco es indiscutible. Su aporte a expresiones temporales lo hicieron un innegable fenómeno cultural, y el ida y vuelta de lo lunfardesco a lo coloquial se aprecia en bien en el sainete, el más popular género teatral costumbrista que junto al lenguaje del tango fijaron nuestra memoria colectiva. Muchos jergales de gente de mal vivir fueron escritos y cantados hasta adherirse al hablar cotidiano, pero el lunfardo saltó a ser un método de divulgación por la inclusión de sus voces por saineteros y poetas no sólo por ese mango que te haga morfar, de Discépolo, sino por tantas líneas donde cualquier argentino encuentra algo que lo involucre. El tema de la pobreza en los inquilinatos y la inserción entre inmigrantes y nativos, no dejó sainete sin un personaje compadrito o ‘cocoliche’ de expresarse en lunfardo; que siempre y en la trama sostenían la defensa familiar, la autoridad paterna y las buenas costumbres. Machietas mayoritarias en el teatro argentino en su auge de mayor concurrencia al espectáculo, del veinte a fines del cuarenta, hábito que ironizara a su modo Jorge Luis Borges diciendo que muchos intelectuales concurrían el fin de semana a los teatros de la calle Corrientes para recibir una dosis de arrabal... Y sin embargo, según Luis Ordaz en Siete Sainetes Porteños están el drama, la acuarela nostálgica, el equívoco por las distintas lenguas y un cierto trazo claroscuro y violento. Así Buenos Aires recibió la materia prima del ‘cierto sainete de seres humanos’ confluyendo en sus calles y pueblos aledaños. Ricardo Rojas, quien entendía que el teatro era un arte incompleto sin el aliento popular, y que toda minoría culta puede alcanzar el goce de un teatro exótico pero la mayoría sensitiva, exige un teatro propio que le represente el drama de su existencia. Algo que remata Tulio Carella: a los nuevos habitantes la tradición le es insuficiente para decir y a despecho de ella, introduce cambios y elementos estéticos que alteran su fisonomía.. El sainete definió el estilo argentino de vida con europeos que por ambición más desarrollada iría desplazando al criollo, pero no faltarían en segunda escena las multitudes hambrientas, desesperadas y sin oficio que también acuñaron inflexiones para entenderse mejor con la palabra. Y muchos con un modo novedoso de caminar que exacerbado por el argentino nativo relevaría al compadre pampeano condenado por la modernidad; eso que devino en el compadrito que agregara una nueva expresión visual a la comarca y la novedosa jerga de comunicación, el lunfardo. Las voces más difundidas En el glosario de voces en letras del tango y la poesía lunfardesca más frecuentada, evitamos citas de indudable certeza de neolunfardos o con etimología científica, y poco abrevamos en el ‘lunfardo canero’, - salvo en letras de tango- por saberlo más hermético por códigos del encierro, y pesquisar esa vertiente hoy no agregaría demasiado. Las letras de tango más apreciadas llegaron de Pascual Contursi y otros en adelante hasta 1950, y el material posterior ni arrima a los vates mayores que siguen en el favor popular. Nuestra elección de la poesía y en especial con el soneto lunfardo, obedeció a la valía de tantos autores contemporáneos que sin artilugios forzados, supieron secundar a los Versos Rantifusos, de Felipe Fernández, ‘Yacaré’; Semos Hermanos, de Dante A.Linyera, La Crencha Engrasada de Carlos de la Púa y el Chapaleando Barro, de Celedonio Flores en 1929. Y que desdijeron con libros de sugestivo nivel literario que el no versificar en esa jerga que se mandara Jorge Luis Borges, con sus palabras, sufriría la despótica imposición del tiempo. Y un chan chan como final de tango El inicial cancionero popular de Buenos Aires, considera como su precursor a Angel Villoldo, el vocero de los compadritos, por autor de El Porteñito en 1903 y La Morocha en pero ‘percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida’, primera estrofa de Mi Noche Triste escrita por Pascual Contursi y entonada Carlos Gardel por 1917, nos prodigó cierto tono lunfardesco y estilo de contarnos ‘ciertas cosas’. Ni el letrista Contursi o el mismo Gardel estimarían tanta resonancia posterior, pero si el protagonista hubiera recordado a su amor ausente diciendo ‘mujer que me abandonaste en plena felicidad’ o algo idiomáticamente más pulcro, ese tango jamás hubiera sido la íntima confesión de un porteño. Y hoy, pese a los exacerbados machistas y dramáticas cantoras del tango, su toque lunfardesco sigue en el siglo veintiuno entre los argentinos, en tanto otros léxicos coloquiales como el slang de los yankis, el cockney londinense y la giria brasilera no arraigaron tantos vocablos populares por faltar en sus canciones esa otra literatura que los reiterasen Una consecuencia natural y divertida en el universo cultural de los argentinos, fertilizado por ese lenguaje referente que más allá de ser un código entre dos para que no se entere un tercero, significa al fin sustancial para interpretarse y parecerse mejor. Y sin gardelear más digamos que sin alarde de ‘culminar una exhaustiva investigación’, rebuscar cierto material de notorios autores y otros desconocidos, nos orienta a seguir creyendo que si algo ayuda a entendernos más entre nosotros, vale la pena el intento. Año 2013. EP Parte 1 y 2 Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com GB

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