La aparición de este nuevo actor social en las calles de Buenos Aires aquél 17 de octubre, se transformó en un otro colocado en viejos moldes culturales como el de civilización-barbarie. Por parte de la clase dirigente política e intelectual que tuvo como objetivo estigmatizarlo e invisivilizarlo. La noche, la deformidad, la negritud, pueblos o etnias originarios y desconocidas pero desde lo negativo, con un sentido denigratorio, y oscuro. Germán Rozenmacher en un célebre cuento del año 1962, Cabecita Negra, parodia a un integrante de clase media urbana describiendo a una mujer que llora y grita tirada en un umbral: “Era una china que podría ser su sirvienta, sentada en el último escalón de una estrecha escalera de madera”[5]. Julio Cortázar con su cuento “La milonga de los monstruos”:
martes, 20 de octubre de 2020
FAKE NEWS 17 DE OCTUBRE DE 1945....
“Me parece bueno decir que yo iba a esa milonga por los
monstruos, y que no sé de otra donde se den tantos
juntos. Asoman con las once de la noche, bajan de las
regiones vagas de la ciudad, pausados y seguros de uno
o de a dos, las mujeres casi enanas y achinadas, los tipos
como javaneses o mocovíes, apretados con trajes a
cuadros o negros, el pelo duro peinado con fatiga”[6]
Sin embargo, los trabajadores desde aquella movilización fundacional, provocaron un cisma que resignificó la vida política y social en la Argentina, desafiando con la cultura del trabajo como arma excluyente, a propios y extraños; estableciendo todo un “nuevo modo de vida”, en el cual las demandas populares organizadas en sus sindicatos les permitieron ser y trascender con orgullo, lealtad y dignidad.
Esa lealtad, se cimentó desde aquello que nos presentó Daniel James, como el sustento de esa interrelación Estado-sindicatos-trabajadores, que son las Comisiones internas de fábricas, talleres, organismos públicos y privados, servicios, comercios; a partir o a través de las cuales, los trabajadores y las trabajadoras, demostraron su potencial herético ante la sociedad y los poderes económicos tradicionales, lo cual les permitió a pesar del permanente equilibrio entre el capital y el trabajo, pregonado por el entonces presidente Juan D. Perón, sostener una autonomía que muchas veces trascendió las políticas estatales en materia laboral. Y mas aún, la construcción de una identidad que les permitió encarar los primeros años La Resistencia,[7] en un contexto de orfandad política por ausencia de su líder y del Estado que los contenía.
En el clásico trabajo de Félix Luna, este autor no sin críticas reconoció que entre los años 1943 y 1945, si bien la mayoría de los dirigentes sindicales que apoyaron a Juan D. Perón eran nuevos, también se incorporaron socialistas y se trató de convocar a militantes comunistas. Por otra parte, reconoció la promoción a la sindicalización impulsada por la Confederación General del Trabajo, ya sea sobre bases otrora sindicalistas o anarquistas o con nuevas organizaciones, con una adhesión de la mayoría a las políticas del entonces Secretario de Trabajo y Previsión.
Y en cuanto a la jornada del 17 de octubre del año 1945, tras un extenso detalle de los días previos, la definió como la mas importante en décadas por propiciar la integración de la clase obrera a la vida política nacional, con “una clara conciencia de sus intereses y una creciente noción de su poder”, lo cual “se debe a Perón.”. Rescató asimismo, el diálogo entre Juan D, Perón y los trabajadores en la Plaza de Mayo el cual este autor lo definió como “un entendimiento que duró exactamente diez años y se interrumpió en setiembre de 1955”. [8] Y realizó un contrapunto con las visiones opositoras tradicionales sobre la jornada en sí misma, pero que además fueron en líneas generales las que abonaron sus análisis acerca de la relación que estamos describiendo y que también perduraron y trascendieron los diez años de gobierno de Juan D. Perón.
El Partido Comunista en sus comunicados y órganos oficiales (Orientación), y conferencias de sus máximos dirigentes como Victorio Codovilla tildó de “malón” o “malevaje, maleantes, hampones” y “bandas armadas peronistas”. En tanto el órgano oficial del Partido Socialista, La Vanguardia, editorializó con definiciones tales como “ignorancia, indigencia mas mental que física” o el término marxista que inmortalizó uno de sus máximos dirigentes, Américo Ghioldi, siempre en referencia a los trabajadores peronistas: lumpen proletariat.
Es interesante observar como Félix Luna comparó estas definiciones con las de los dirigentes conservadores quienes asimilaron a Hipólito Yrigoyen y sus seguidores con los de Juan D. Perón. En efecto, según cita este autor, Benjamín Villafañe, del Partido Conservador en referencia a la multitud que acompañó los restos del ex presidente radical la catalogó de “ladrones y homosexuales”; la Unión Cívica Radical, habló de “ultraje a la ciudadanía”, y “ mujeres y niños movilizados por dinero”.[9]
[6] Julio Cortázar (1914-1984). Escritor. ‘Las puertas del cielo’, Bestiario, Buenos Aires, Punto de Lectura, 2007.
[7] La Resistencia, fue el período denominado de la historia argentina que abarcó los años 1955 a 1973. Desde el golpe que derrocó el segundo gobierno de Juan D. Perón, hasta las elecciones que permitieron el triunfo del justicialismo el 11 de marzo del año 1973.
[8] Félix Luna. El 45, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1971, p. 323. Ver también Diana Quatrocchi Woisson, Los Males de la Memoria Historia y Política en la Argentina, Emecé Editores, Buenos Aires, 1998.
[9] Félix Luna. El 45, op. cit. pp. 315-317.
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