Bolivia puede constituir una advertencia para los Estados Unidos de Donald Trump
Puede parecer mentira dada la brecha que divide el país mas rico y el más pobre del continente americano. Pero las elecciones del domingo en Bolivia pueden constituir una advertencia para los Estados Unidos de Donald Trump: en un país fuertemente polarizado, el uso político de las acusaciones de fraude, acaban con la credibilidad del sistema electoral.
Bolivia está dividida políticamente por regiones o, mejor dicho, por altitud. El cálido oriente tropical y el norte amazónico -las fronteras de una agresiva oligarquía agro pecuaria- es un feudo de la derecha. El altiplano andino, quechua y, sobre todo, aimara, apoya la izquierda. Esto se suma a otra división entre las clases medias urbanas – anti Morales- y el resto. En ambos lados temen fraude electoral.
Entrando desde la Amazonia Brasileña , cruzamos el rio Mamoré en lancha motorizada para llegar al departamento tropical del Beni, base política de la actual presidente Jeannine Áñez, la senadora conservadora , que se proclamó presidenta en noviembre tras la renuncia forzada de Evo Morales.
Menos en los barrios pobres, el Beni es territorio anti Evo, dominado por los grandes latifundistas ganaderos, muchos ausentes, que se opusieron a la reforma agraria del presidente indígena. Muchos aquí temen que el partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), cuyo candidato , el ex ministro de Economía, Luis Arce,- lidera los sondeos- cometa fraude electoral. “Si gana Luis Arce nadie va a aceptar el resultado y vamos a tener violencia, tendrá que intervenir el ejercito”, dijo Luis que conduce un taxi desde el pueblo fronterizo de Guayaramerin hasta la ciudad de Riberalta.
La mayoría aquí se fía del polémico informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) que denunció fraude en las elecciones de octubre. En Riberalta, que vive precariamente del ganado, la almendra y la castaña, el candidato mas admirado es el ultra conservador Luis Fernando Camacho, el “Bolsonaro boliviano”, líder de al derecha de Santa Cruz,. Camacho encabezó la sublevación en noviembre del 2019 contra Morales tras el amotinamiento de la policía contra el presidente indígena. “Camacho salvó la democracia”, dijo otro residente de Riberalta.
Otros votarán a Carlos Mesa, el ex presidente -más moderado que Camacho- que fue derrotado por un estrecho margen en la primera vuelta de las elecciones del año pasado que fueron anuladas debido a las acusaciones de fraude de Camacho y Mesa respaldadas por la OEA.
En el Beni, al igual que en Santa Cruz, muchos aplaudieron la semana pasada cuando el secretario general de la OEA , Luis Almagro, tras reunirse con el ministro de interior del gobierno de Añez, Arturo Murillo, anunció en Twitter su temor a que el MAS perpetrase un “nuevo fraude”. Esto pese a que el partido de Morales esté fuera del poder ejecutivo y difícilmente interferiría en instituciones como el Tribunal Supremo Electoral.
Todo cambia tras un vuelo de 55 minutos desde Riberalta hasta los nevados picos de los andes a 4000 metros sobre el nivel del mar. En El Alto, la ciudad aimara colindante a La Paz, las acusaciones de fraude se lanzan en el sentido contrario. “Por más que gane el MAS no lo van a reconocer va a suceder otra masacre”, dijo Daniel Quispe, aimara, residente de El Alto, que apoya activamente a Luis Arce.
La referencia a masacre es un indicio del miedo que se siente en estos barrios indígenas de que se repita la represión de manifestantes pro Morales durante los bloqueos de carretera en noviembre en El Alto y Cochabamba en los que murieron una veintena de personas. “Aquí la gente quiere a Evo Morales; pero no queremos bloques sino que se hable”, dijo una vendedora de conservas en un puesto del mercadillo en el centro de El Alto.
Tras el tuit de Almagro, muchos en El Alto temen una repetición de lo ocurrido en octubre: una denuncia de fraude para justificar lo que lso aimara consideran un golpe de estado. La presencia de representantes de la Unión Europea y el Grupo de Puebla entre los equipos de observadores electorales será crítica para contrastar el trabajo ya cuestionada de la OEA. Funcionarios del departamento de estado en Washington defendieron los informes sobre Bolivia de la OEA el jueves. Pero insistieron en que se respetará el resultado de la elecciones. El jueves Mara Eugenia Choque , la ex presidenta indígena del tribunal Supremo electoral, que fue encarcelada tras el informe de la OEA sobre fraude, negó que hubiera irregularidades graves en las elecciones de octubre
El MAS ha demostrado en los últimos meses que aun cuenta con una amplia base de apoyo y no se descarta una victoria de Arce en la primera vuelta. Es más, una profunda crisis económica y la cuestionable gestión de la pandemia- Bolivia con once millones de habitantes ha registrado mas muertos que China- ha golpeado la imagen de Añez que se retiró de la campaña hace dos semas para evitar fragmentar el voto contra Arce. Eso sí, la decisión de Añez y del Tribunal supremo electoral actual, bajo Salvador Romero, de posponer las elecciones hasta el 18 de octubre -que fue criticado en su día por el MAS parece un acierto ya que la curva de contagio del virus se ha estabilizado en Bolivia.
La presencia de Camacho y Mesa, y un tercer candidato de apoyo imprevisible, el pastor evangélico de origen coreano Chi Hyun Chung, aun amenaza con dividir el voto de la derecha y así facilitar que Arce logre una ventaja del 20% respecto su rival mas próximo necesaria para ganar en la primera vuelta siempre que logre mas del 40% del voto.
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