viernes, 15 de marzo de 2013

BERGOGLIO POR EDUARDO FEBRO.OPINION

COMO CARDENAL FUE UN CONSERVADOR EN TERMINOS MODERADOS PERO MUY POLEMICOS RESPECTO DE TODOS LOS TEMAS Gestos del Papa para vaticanistas escépticos Acusado de retirar la protección de la Iglesia a dos curas que habían sido secuestrados y luego torturados por los militares, también demostró una personalidad austera, con mucho manejo de la política y capacidad de conducción. Por Eduardo Febbro Desde Ciudad del Vaticano Jorge Bergoglio instaló su papado con un par de gestos simples y un nombre que convirtió su designación como Sumo Pontífice en un programa de gobierno de la Iglesia: Francisco. Quiso expresar así humildad, sencillez, cero aparato. Todo demasiado nuevo para juzgar tan rápido, pero el papa argentino, cuyo nombramiento puso fin a trece siglos de dominación europea en los papados, cautivó con sus primeros gestos a los vaticanistas más escépticos. Pero en Argentina, más allá del Vaticano, la actuación de Bergoglio como cardenal primado lo mostró como un hombre conservador en términos moderados, pero muy polémicos en relación con todos los temas, en especial con la actuación de la Iglesia argentina durante la dictadura militar. Bergoglio incluso fue acusado de retirar la protección de la Iglesia a dos curas que habían sido secuestrados y luego torturados por los militares. Ayer mismo a la tarde, un grupo de represores que están siendo juzgados en la ciudad de Córdoba, encabezados por el oscuro general Menéndez, se presentó en el tribunal con escarapelas vaticanas para demostrar su satisfacción por la designación de Bergoglio. Sin embargo, también demostró una personalidad austera, con mucho manejo de la política y capacidad de conducción. Tres rasgos que son muy valorados en este momento en el Vaticano. Ferruccio Pinotti, autor de una sobresaliente investigación sobre el lobby religioso y financiero Comunión y Liberación, Il Lobby de Dio, comentó a Página/12 que la llegada de Bergoglio es una “revolución de gran alcance que rompe con la política aplicada desde Juan Pablo II”. Ezio Mauro, director del diario La Repubblica, ve en el nombre del nuevo papa la personificación de la transformación global que se avecina: “El signo más inequívoco del cambio es el nombre, Francisco, un nombre que ningún papa usó jamás. El nombre es como un proyecto en sí al cual el papa no podrá sustraerse. Su primer acto consistió en pedir a quienes estaban en la Plaza San Pedro que lo bendijeran. Esto es el signo de una propuesta para un camino común”. El camino que emprendió Francisco contrasta con el de sus antecesores. Ayer fue a rezar a la basílica Santa María la Mayor en un simple Ford, o sea, un auto menos lujoso que el ScV 001 que la Santa Sede pone a disposición de los papas. Según reveló el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, Bergoglio fue hasta la Casa del Clero donde residía, recogió sus pertenencias y “pagó la cuenta para dar el ejemplo”. Recién ayer comenzaron a filtrarse algunas informaciones sobre las razones que desembocaron en la elección de Bergoglio. El cardenal francés Jean-Pierre Ricard contó a la prensa que los cardenales que se reunieron en cónclave estaban en busca de un papa capaz de ser a la vez un pastor y un hombre lleno de espiritualidad: “Pienso que con el cardenal Bergoglio hemos encontrado ese tipo de persona. Es un hombre con mucho intelecto, pero también un hombre de gobierno”. Estos planteos que circulan por un Vaticano casi medieval después de los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, con escándalos sexuales y de corrupción financiera, muestran la figura de este jesuita como la contracara de esa situación y la posibilidad de componerla. Si a la gran mayoría de los observadores el nombramiento de Bergoglio les resultó una sorpresa, algunos conocedores de las entrañas vaticanas argumentan que la llegada de Bergoglio responde a una estrategia que se estuvo elaborando desde bastante tiempo. Ezio Mauro, el director de La Repubblica, comentó al respecto que “la Iglesia estaba preparando desde hacía algún tiempo el ascenso de Bergoglio. Recordemos que en el cónclave pasado le disputó la silla de Pedro a Benedicto XVI. Ante el coraje impotente de Benedicto, esta elección fue una decisión de romper con el pasado, un cambio en la geopolítica de la fe. Bergoglio es el resultado de la necesidad de dar vuelta la página respecto del poder de la curia hecho de múltiples escándalos. Este papa romperá con la potestad del poder y del dinero. Recordemos en este sentido todos los escándalos en los que apareció vinculado el Banco del Vaticano, el IOR”. Ferruccio de Bortoli, el director del influyente Corriere della Sera, no está lejos de pensar lo mismo: “Se abre un escenario completamente nuevo. Es una derrota de la curia, que ahora estará obligada a renovarse”. Es difícil compaginar esta actitud hacia dentro de la Iglesia con la proyección de este nuevo papa hacia el mundo y sobre todo hacia América latina. Sus antecedentes lo muestran en tensión muy fuerte con los gobiernos progresistas de la región. América latina sobresale en los últimos tiempos como la región donde más han mejorado los índices sociales. Y la Iglesia, incluyendo a Bergoglio en Argentina, no acompañó esos procesos al priorizar por sobre las políticas sociales sus diferencias en los temas de derechos humanos, de género y de igualdad sexual. El cardenal francés, Jean-Pierre Ricard, reveló también durante las reuniones preparatorias de cara al cónclave, que Bergoglio les dijo a los demás prelados que la Iglesia no podría encarnar realmente a Cristo si se consagraba únicamente a sus problemas “internos”. Su misión consiste ahora en dirigirse a los hombres y mujeres que se alejaron de ella. Los vaticanistas de la prensa italiana alegan también que el escándalo a que dio lugar la publicación de los documentos secretos del papa Benedicto XVI, es decir, los Vatileaks, tuvo una influencia decisiva en la elección de Bergoglio y la derrota del sector italiano, o sea, del arzobispo de Milán, monseñor Angelo Scola. La espantosa radiografía que surgió de allí con el retrato de prelados corruptos, empeñados en violentas pugnas de poder, sumergidos en oscuras cuestiones financieras o supuestos chantajes sexuales arrojaron una sombra insalvable sobre el ala italiana de la curia. “Francisco continuará con la solidez doctrinal de Ratzinger, pero dará signos fuertes de apertura y de cambio”, asegura Ezio Mauro. Los signos inaugurales de esa doctrina fueron expuestos en la Capilla Sixtina durante la primera misa del pontificado celebrada ante los cardenales que lo eligieron. Bergoglio dijo a los cardenales que fuesen “irreprochables” al tiempo que interpeló a la Iglesia para que no olvide ni sus “raíces” ni a “Jesucristo”, de lo contrario podrá ser “una ONG piadosa, pero no la Iglesia”. Francisco pareció decir que la Iglesia se había olvidado de su propio sendero y que ello explicaba en parte la crisis actual: “Nuestra vida es un camino, y cuando nos paramos la cosa no va”, dijo en la Capilla Sixtina. El Papa también habló de la necesidad de edificar la Iglesia con “piedras fuertes, vivas” porque si no ocurre “lo que les sucede a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena”. Algunas acciones ya están en las imágenes: su encontronazo con el servicio de seguridad del Vaticano, su insistencia en no exponerse con ropas de oro y detalles ostentosos, y un hecho mayor destacado por el padre rebelde y escritor Paolo Farinella. Francisco pronunció la palabra “pueblo” en su primera declaración en la Plaza San Pedro. Farinella dice: “Después de 35 años, por primera vez, se oyó en San Pedro, en la boca de un Papa, la palabra ‘pueblo’ que había sido borrada de los documentos oficiales de Juan Pablo II y Benedicto XVI”. Electo papa con la meta de terminar con los legados de sus predecesores y la cultura con la cual Juan Pablo II impregnó a la Iglesia, Francisco no puede volver a encarnar al “papa político” e imitar a Juan Pablo II en su cruzada contra el comunismo. Sus confrontaciones en la Argentina contrastan con la imagen de humildad y sabiduría que emana en los medios de Occidente. Que Bergoglio haya puesto en tela de juicio y con términos muy violentos la sanción de la ley sobre el matrimonio igualitario no es un hecho excepcional: es la línea de la Iglesia en todos los países del mundo. Hace unas semanas, Francia aprobó una ley semejante y sus principales adversarios fueron los obispos y cardenales que organizaron la oposición desde las sombras. El problema sería que use su enorme poder simbólico como lo empleó Juan Pablo II para ir en contra de los procesos de cambio que se dan en varios países de América latina. Allí, Bergoglio se saldría de la senda del pastor para volver al camino del guerrero político. “Que Dios los perdone”, dijo Bergoglio a los cardenales cuando cenaba por primera vez con ellos después de su elección. Los imperdonables están mencionados en los dos volúmenes copiosos del expediente sobre Vatileaks que lo esperan en su mesa de trabajo. Esa será su gran prueba de fuego. En Roma dicen que Bergoglio es un punto de ruptura en la Iglesia porque corta el ciclo de la Iglesia eurocéntrica y abre el cielo y la tierra a la Iglesia Universal, a la Iglesia periférica que sigue siendo más fiel al cristianismo que las que están en las sociedades opulentas de Occidente. En ese sentido sus antecedentes en Argentina parecieran mostrarlo con un perfil más conservador del que se le da aquí en el Vaticano donde algunos respiran por la llegada de aires nuevos. ANTES LOS JESUITAS TENIAN 67 OBISPOS Y SEIS CARDENALES, AHORA UN PAPA Rigor, pobreza y humildad A través del nombramiento de Francisco, la Compañía de Jesús fundada en 1540 por Ignacio de Loyola llega a la cúspide del poder vaticano. Su compromiso con las causas sociales tuvo un costo alto en pérdidas humanas. Por Eduardo Febbro Desde Ciudad del Vaticano Sentido de la organización, rigor intelectual, cualidades doctrinales, votos de pobreza y humildad, los jesuitas reúnen una suma poco alcanzada de cualidades pero son, hoy, objeto de una gran contradicción: el poder no es ni un objetivo ni una ambición escondida. Sin embargo, a través del nombramiento del papa Francisco, la Compañía de Jesús, fundada en 1540 por Ignacio de Loyola, llega a la cúspide del poder vaticano. Los jesuitas han contado con personalidades muy influyentes en la historia religiosa, con intelectuales de mucha gravitación que no ocuparon el poder. En el siglo XX, varias figuras jesuitas marcaron la Iglesia: entre estas figuran los padres Teilhard de Chardin, Lubac, Daniélou y Rahner, cuya participación marcó de manera decisiva toda la construcción teológica de Vaticano II. Pero después de la elección de Juan Pablo II, la Compañía de Jesús perdió parte de su influencia. El entonces Papa los aisló. Ahora vuelven al primer plano. Sus fuerzas actuales crecieron de pronto: antes contaban con 67 obispos y seis cardenales pero ahora tienen un papa. Los jesuitas son una orden muy importante con una presencia de más de cinco siglos en el seno del catolicismo. A menudo considerada como una Iglesia dentro de la Iglesia, la Compañía de Jesús se vio acusada de montar poderes paralelos para socavar la autoridad del papa de turno o apoyar tendencias “maliciosas”. En algunos momentos de la historia al padre general de los jesuitas se le puso el apodo de “Papa Negro”. Sus compromisos con las causas los llevaron a veces a pagar un tributo muy alto en vidas humanas. Siempre apoyaron la Teología de la Liberación y durante la guerra que azotó a América Central en los años ’80 se comprometieron hondamente con la defensa de los derechos humanos. Su postura desembocó en el asesinato de cinco jesuitas en El Salvador, en 1989. Un pelotón de la fuerza armada de El Salvador, al mando del coronel René Emilio Ponce, asesinó a los jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno Pardo, Joaquín López y López y el filósofo y teólogo español Ignacio Ellacuría. En el comunicado difundido luego de la designación de Bergoglio, el padre general de los jesuitas, Adolfo Nicolas, saludó un hecho que, escribió, interviene “en un momento crucial de la historia”. El reconocimiento a la nueva autoridad papal fue total: “El nombre de Francisco con que desde ahora lo conocemos, nos evoca su espíritu evangélico de cercanía a los pobres, su identificación con el pueblo sencillo y su compromiso con la renovación de la Iglesia”, dice Adolfo Nicolas. Con todo, el ascenso de Bergoglio es paradójico porque se plasma en un momento en que los jesuitas estaban en caída libre. Desde que Benedicto XVI asumió la jefatura de la Iglesia los jesuitas perdieron cerca de 1200 miembros. Hoy cuentan con poco menos de 20 mil miembros pero conservan una sólida red de 200 universidades y 700 colegios a través del mundo. Los jesuitas difieren en la interpretación que ellos les dan a las palabras usuales en el catolicismo: para la Compañía de Jesús, por ejemplo, evangelización quiere decir antes que nada ayudar a los más necesitados y consagrar buena parte de los recursos a propulsar la enseñanza y la investigación en el ámbito científico. El jesuita más conocido del mundo, después del papa actual, es el aún portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. El poder de la Compañía de Jesús dentro de la ciudad papal es curioso: tienen bajo su control medios de comunicación como la Radio Vaticana y la universidad pontificia más prestigiosa del mundo, la Gregoriana. Los jesuitas también se han destacado en los últimos años por su férrea denuncia contra los abusos sexuales cometidos por religiosos. La revista jesuita La Civiltà Cattolica ha sido uno de los medios de comunicación más críticos y duros contra esas prácticas y el silencio oficial con que se protegió a sus autores. PRIMER SERMON DE FRANCISCO “Caminamos en la luz” El papa Francisco abogó por una Iglesia Católica con coraje para caminar y volcada a su misión evangelizadora, al oficiar su primera misa como pontífice en la Capilla Sixtina luego de su histórica elección. “Sin Jesucristo, podemos ser una ONG piadosa, pero no la Iglesia”, dijo el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien anteayer se convirtió en el primer papa latinoamericano y jesuita desde la fundación de la Santa Sede y el primero no europeo en 1300 años. El flamante papa, que habló en italiano y sin la ayuda de apuntes, centró su homilía en tres conceptos: “Caminar, edificar y confesar”. En la misa, que clausuró oficialmente el cónclave, el papa Francisco, que tomó su nombre inspirado en San Francisco de Asís, conocido como el “santo de los pobres”, también dijo que la Iglesia debe huir de lo mundano y centrarse más en los Evangelios. Bergoglio, de 76 años, fue elegido pontífice en un momento convulso para la Iglesia Católica, que por primera vez en 600 años asistió a la renuncia de un papa y a la publicación en la prensa, el año pasado, de documentos vaticanos secretos que revelaron internas y serios desmanejos en la Santa Sede. El hasta anteayer cardenal primado de Argentina y arzobispo de Buenos Aires fue ungido en la quinta votación del cónclave, que comenzó el martes pasado y fue uno de los más breves de los últimos años. “Que Dios los perdone por lo que hicieron”, les dijo a los cardenales que lo convirtieron en papa al dirigirles unas palabras en la cena posterior a su presentación al mundo en la plaza de San Pedro. “Caminamos en la luz del Señor. Y esto es lo primero que Dios ha dicho a Abraham: ‘Camina en mi presencia’”, dijo Bergoglio en su primer sermón como papa. “Nuestra vida es un camino, y cuando nos paramos la cosa no va”, subrayó el Sumo Pontífice con un lenguaje coloquial y gesticulando. Cuando se habla de edificar la Iglesia, las piedras tienen que tener consistencia, pero ser piedras vivas, añadió el sucesor número 266 desde San Pedro, el apóstol cuyo nombre significa “piedra” y al que Jesús dijo una vez: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. “Edificar la Iglesia, la esposa de Cristo, su piedra angular. Es otro movimiento de nuestra vida”, remarcó el papa Francisco. “Podemos caminar, edificar, pero si no nos confesamos a Jesucristo la cosa no va”, añadió. “Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa a la mundanidad del diablo”, advirtió también el religioso. “Cuando caminamos, edificamos y confesamos sin la cruz, no somos discípulos del Señor. Hay que tener el coraje de caminar con la cruz del Señor y edificar la Iglesia con la sangre de Cristo”, proclamó. El rezo matinal y la misa vespertina fueron las primeras actividades oficiales de Bergoglio como papa. Una de las prioridades del obispo de Roma, conocido por su austeridad y sencillez pero también por su ecumenismo, fue mostrar además su interés en el diálogo y el fortalecimiento de puentes con otras religiones. 15/03/13 Página|12

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