La derecha local es socia de quienes identifican la vida como algo que se compra y se vende. Y definen la salud como un servicio mercantilizable. Esa es la causa por la que se empecinan en erosionar la confianza en una vacuna producida por un laboratorio estatal ruso y, al mismo tiempo, deslegitimar cualquier forma de lucha contra el contagio: cuantos más decesos se produzcan –conjeturan–, más justificaciones tendrán para apostrofar durante la disputa electoral de octubre próximo. La multiplicación de lxs contagiadxs y lxs fallecidxs, especulan, se consolidará como parte de su capital político. Es muy probable que los cambiemitas, los pseudo libertarios y los corporativos de los grandes laboratorios desconozcan el verdadero origen de la frase del falangista José Millán-Astray. Pero es indudable que no dejan de regurgitar su inconfundible sentido: “¡Viva la Muerte!”.
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