Escándalo, teorías conspiranoides y festejantes
No hacía falta el escándalo desatado el viernes, al que habrá referencia
sobre el cierre de estas líneas, para acordar que hay signos preocupantes
en la marcha oficial.
La pregunta, y su complicada respuesta, es qué intensidad se les otorga a hechos
en particular y, sobre todo, cómo se los vincula con la caracterización general
no sólo del Gobierno, sino de la etapa que vive nuestra aldea y el mundo global.
En orden aleatorio, las vacunas no llegan como estaba previsto; la inflación
amenaza con seguir disparándose (el índice mayorista de enero es esperpéntico);
la sensación extendida es que se habla más de lo que se acciona, según revela
todo diálogo de temperatura callejera, toda inquietud en reserva con funcionarios
diversos, todo “apriete” de que basta con el legado amarillo.
Es imprescindible marcar las deficiencias gubernamentales en cualquier
aspecto de alerta y urgencia de revisión. Estamos de acuerdo.
Los problemas comunicacionales; la impresión de que hace falta mayor energía
dispositiva (como sí ocurrió la semana pasada frente a los formadores de precios,
con el símbolo de la Secretaría de Comercio Interior imputando a nombres
concretos de especuladores enormes); la imagen, estimulada con deleite en
los medios opositores, de que Argentina viene muy atrás en la materia de
negociar provisión de vacunas, son un entramado que debe ser prevenido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario