–Pese a que arrancó con muchas dudas por el bajón de la actividad económica en 2014, aparecen algunos indicadores positivos sobre el andar de la industria, como el aumento del 2,7% en agosto que informó la Unión Industrial Argentina (UIA) y el 2,7% que informó el viernes último la consultora de Orlando Ferreres. ¿Cómo se está dando ese proceso en la industria automotriz?
–El balance mejora. La verdad es que ha sido mejor de lo que podíamos imaginar en junio o julio, cuando nuestra perspectiva de lo que podía pasar en el año era otra. Así que lo que parece es que vamos cerrar una industria que en el orden de los patentamientos va a estar a fin de año alrededor de los 620 mil autos. Si bien se está lejos del récord de 2013, queda claro que ese año fue atípico y que no es esa la realidad de lo que serían los patentamientos normales en la Argentina.
–¿Qué está pasando con la producción?
–La producción es el gran desafío, en gran medida por lo que significa la dependencia de las exportaciones con Brasil.
–El tema de Brasil genera preocupación más allá de las filiaciones políticas. ¿Cómo piensa que va a evolucionar esa relación el resto del año?
–Hay una ecuación muy importante ahí que involucra tanto a la balanza comercial como a la falta de reservas. Si fuéramos un país donde no hay temas de balanza comercial en el sector automotriz, la caída de Brasil no impactaría en la atención del mercado local. El tema es que si caen las exportaciones hay menos dólares para importar. Y al tener menos dólares para importar, porque la demanda local no se puede abastecer al ciento por ciento con lo que se produce localmente, resulta en una falta de oferta. La realidad actual es que si la industria de Brasil cae un 30%, no hay forma de que la Argentina tenga los dólares suficientes para seguir importando en los niveles necesarios para satisfacer la demanda local, que no ha caído. La demanda en Brasil sigue cayendo a niveles mucho más rápidos que acá.
–¿Cómo siguen las negociaciones con el gobierno para ampliar el acceso al mercado cambiario?
–No hay más negociaciones de divisas. Yo creo que lo que es claro para todos nosotros es que hay una realidad: no hay divisas, entonces no hay mucho que negociar. El sector entiende la situación en la que se tiene que desenvolver el gobierno. Lo que hay hoy más claramente es un tema con las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación) para poder seguir importando. Y que sea decisión de cada terminal si quiere aumentar su deuda, si hay una financiación por parte de las casas matrices de poder aumentar la exposición. Pero hoy el gran trabajo que las terminales están haciendo es ver de qué forma pueden seguir manteniendo oferta, seguir teniendo productos en las concesionarias, aunque sea aumentando la exposición o las deudas con las casas matrices.
–¿Cuál es el problema puntual con las DJAI?
–No es un tema administrativo ni de lentitud en la resolución de las DJAI sino que es una decisión del gobierno, de cómo las viene manejando y de lo que cada terminal está trabajando. El gobierno tiene que ver junto a cada fábrica cuáles son los planes, como los está ejecutando, qué ha cambiado, etc. Así que es muy específica, de terminal a terminal, la manera en las que el gobierno las viene aprobando.
–Por el Coloquio de IDEA han pasado cuatro de los candidatos presidenciales que expusieron sus proyectos en medio de reclamos de cambio de condiciones para los negocios. De acuerdo a las particularidades de la empresa que usted representa, ¿qué tipo de modificaciones espera para el proceso político que viene?
–General Motors es una empresa que está en el país a largo plazo. Cuando asumimos eso nos acomodamos a la política y a los políticos que lleguen a asumir. Así que el cambio político no es algo que hoy me quite el sueño en relación con la empresa. Hay que esperar a ver quién gana, qué políticas va a tener, qué planes va a implementar, qué acciones va a tener para poder decir de qué manera nos vamos a acomodar en este caso.
–Pero como empresaria maneja un costado planificador y toda planificación parte de una expectativa a futuro, ¿qué propuesta se acerca más a las necesidades de la firma?
–La gran expectativa es la previsibilidad. Que uno pueda tener previsibilidad para poder aplicar sus planes de acción. Nosotros trabajamos en una industria cuyos procesos son extensos en el tiempo. Uno no consigue inversiones de un día para el otro. Un auto demora cuatro años desde que está en el papel hasta que sale por la línea de producción. Cada vez que se piensa la viabilidad financiera de un proyecto uno está mirando 10 o 15 años para poder pagarlo. Así que nuestra expectativa es tener previsibilidad y credibilidad para obtener los dólares necesarios y mantener las operaciones en un sector en el que todos estamos trabajando para solucionar el déficit que tenemos. Como es una industria demorada en todos sus procesos estamos acelerándonos para reducir ese déficit pero nos falta mucho trabajo conjunto con las autopartistas.
–En IDEA sus pares debatieron sobre cambios graduales o bruscos. ¿Cuál es su posición?
–No tengo ningún problema con los cambios bruscos. Si es un cambio de acción en el que te dicen esto estamos cambiando y esto imaginamos que vamos a obtener", no hay ningún problema. El tema es que uno entienda qué va a generar ese cambio en los próximos años. Si el cambio llega en medio de la aprobación de un proyecto o en el medio del proceso de pago de una inversión, eso te genera un riesgo. Pero yo no creo que haya cambios que puedan cambiar el panorama de esa manera. No me parece que pueda haber cambios negativos para el sector. A futuro sólo veo cambios positivos.
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