El candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, fue develando los nombres de quienes serían sus eventuales ministros con cuentagotas para que las repercusiones no se agotaran en un día. Más allá de la estrategia mediática, las principales carteras serían confiadas mayoritariamente a funcionarios de su propio riñón.
No se advierte que haya habido una negociación con la presidenta Cristina Fernández para conformar el eventual Gabinete como sí pesó claramente la decisión presidencial en la confección de las listas de legisladores, que incluyeron referentes de La Cámpora y dirigentes de otras organizaciones kirchneristas.
El posible Gabinete constituye una demostración de autonomía que parece desvirtuar la idea de que Scioli será un "Chirolita" de Cristina, como se decía en 2003, por una supuesta subordinación de Néstor Kirchner a Eduardo Duhalde.
Según las encuestas, al borde del cuarto oscuro, Scioli necesita un par de puntos para garantizar que eludirá una segunda vuelta, por lo que el eventual Gabinete constituye una señal para sectores medios conservadores, que rechazan las posiciones de centroizquierda del kirchnerismo y pretenden que el gobernador se aleje de la "influencia maléfica" de Cristina.
La búsqueda de electores de este perfil parece confirmarse con la aparición de miles de boletas "cortas" del FPV que sólo incluyen el nombre del binomio presidencial con la idea de que algunos postulantes del kirchnerismo duro no espanten a ese voto conservador que necesita Scioli para terminar con el pleito el mismo domingo.
El candidato del peronismo federal, Adolfo Rodríguez Saá, asegura que "la mitad de los que votarán a Scioli están convencidos de que va a traicionar". Ponerle porcentaje a los que creen que de convertirse en presidente, el actual gobernador se apartaría de los postulados kirchneristas, parece un exceso. Pero no hay duda que muchos temen que el estilo conciliador de Scioli lo lleve a pactar acuerdos que condicionen la profundización de transformaciones en favor de los más débiles.
La preocupación aparece hasta en los últimos mensajes de la presidenta Cristina Fernández que si bien advierte que "las transformaciones son irreversibles", también confiesa que su "único interés es que todo lo que hicimos no se pierda, que la Argentina siga creciendo, que los trabajadores sigan teniendo trabajo y paritarias".
La presidenta viene mostrando la preocupación por su legado en los últimos meses, con proyectos de ley enviados al Parlamento para evitar una vuelta atrás en cuestiones tales como la actualización de la asignación para los chicos de los desocupados o la venta de las acciones de empresas privadas en poder del Estado.
Esas normas constituirán obviamente una barrera a cualquier intento de reposición conservadora, pero mucho más pesará el grado de conciencia que demuestre la sociedad para no retroceder. El peronismo sin Perón produjo la herejía liberal del menemismo y recuperó sorpresivamente sus mejores tradiciones populares con el kirchnerismo. Ahora puede abrirse una tercera instancia en la que la clave será, como siempre, la relación de fuerza. Pero primero deberá ganar la elección.
Tiempo Argentino
No se advierte que haya habido una negociación con la presidenta Cristina Fernández para conformar el eventual Gabinete como sí pesó claramente la decisión presidencial en la confección de las listas de legisladores, que incluyeron referentes de La Cámpora y dirigentes de otras organizaciones kirchneristas.
El posible Gabinete constituye una demostración de autonomía que parece desvirtuar la idea de que Scioli será un "Chirolita" de Cristina, como se decía en 2003, por una supuesta subordinación de Néstor Kirchner a Eduardo Duhalde.
Según las encuestas, al borde del cuarto oscuro, Scioli necesita un par de puntos para garantizar que eludirá una segunda vuelta, por lo que el eventual Gabinete constituye una señal para sectores medios conservadores, que rechazan las posiciones de centroizquierda del kirchnerismo y pretenden que el gobernador se aleje de la "influencia maléfica" de Cristina.
La búsqueda de electores de este perfil parece confirmarse con la aparición de miles de boletas "cortas" del FPV que sólo incluyen el nombre del binomio presidencial con la idea de que algunos postulantes del kirchnerismo duro no espanten a ese voto conservador que necesita Scioli para terminar con el pleito el mismo domingo.
El candidato del peronismo federal, Adolfo Rodríguez Saá, asegura que "la mitad de los que votarán a Scioli están convencidos de que va a traicionar". Ponerle porcentaje a los que creen que de convertirse en presidente, el actual gobernador se apartaría de los postulados kirchneristas, parece un exceso. Pero no hay duda que muchos temen que el estilo conciliador de Scioli lo lleve a pactar acuerdos que condicionen la profundización de transformaciones en favor de los más débiles.
La preocupación aparece hasta en los últimos mensajes de la presidenta Cristina Fernández que si bien advierte que "las transformaciones son irreversibles", también confiesa que su "único interés es que todo lo que hicimos no se pierda, que la Argentina siga creciendo, que los trabajadores sigan teniendo trabajo y paritarias".
La presidenta viene mostrando la preocupación por su legado en los últimos meses, con proyectos de ley enviados al Parlamento para evitar una vuelta atrás en cuestiones tales como la actualización de la asignación para los chicos de los desocupados o la venta de las acciones de empresas privadas en poder del Estado.
Esas normas constituirán obviamente una barrera a cualquier intento de reposición conservadora, pero mucho más pesará el grado de conciencia que demuestre la sociedad para no retroceder. El peronismo sin Perón produjo la herejía liberal del menemismo y recuperó sorpresivamente sus mejores tradiciones populares con el kirchnerismo. Ahora puede abrirse una tercera instancia en la que la clave será, como siempre, la relación de fuerza. Pero primero deberá ganar la elección.
Tiempo Argentino
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