domingo, 5 de agosto de 2012

NEGROPOLIS EN DEBATE.

“En la Argentina el discurso de la nacionalidad siempre se basó en el mito de nación blanca”
Por María Alicia Alvado

¿Quién no escuchó aquello de que “los argentinos venimos de los barcos”? ¿Quién no hizo suya esta apreciación, aunque sea con nostalgioso pesar? Hasta Lito Nebbia hizo de esta frase el título de una canción allá por 1982.

Para el argentino Oscar Chamosa, doctor en Historia y profesor de Historia Latinoamericana enla Universidadde Georgia, este tipo de sentencias dan cuenta de la persistencia en nuestro país del “mito de la nación blanca”, una creencia según la cual somos un país racialmente homogéneo (blanco), cuya más auténtica fibra nacional está definida por la herencia europea. La vigencia de este mito conlleva la invisibilización de la presencia y los aportes de otros grupos poblacionales como los afrodescendientes y los pueblos originarios.

Aprovechando su presencia en el país, donde lo trajo una investigación en curso y el lanzamiento de su nuevo libro “Breve historia del folclore argentino”, Télam conversó con él sobre éste y otros temas.

-Usted afirma que una de las características de la historia argentina hasta fines del siglo XX ha sido la invisibilización e indecibilidad de los elementos afro e indígenas de nuestra cultura…

- Como todas las sociedades de este hemisferio hay una población de raza blanca descendientes de los conquistadores e inmigrantes, y otra población de descendientes de africanos o de indígenas, mezclados. En todos los países de América Latina esas diferencias son parte del discurso de la nacionalidad. En Argentina no, en la Argentina el discurso de la nacionalidad está basado en la idea de que somos todos descendientes de europeos, salimos de los barcos o somos un crisol de razas, pero crisol de razas dicho puramente en un sentido europeo. Si bien ha habido personas que explicitaron aquí y allá la existencia de una población mestiza en la Argentina, la tónica general a lo largo del siglo XX fue la de negarlo, la de olvidarlo o a no decirlo, sin negarlo abiertamente. De ahí la indecibilidad como sinónimo de invisibilidad.

-Y esa invisibilización está asociada a un sistema colonial de dominación que es socioeconómico pero también racial…

-En la estructura social argentina hay un sistema racial de dominación que está superpuesto al de clase. Algunos descendientes de europeos son de clase trabajadora y por lo tanto sufren las consecuencias de estar en esa posición social, pero por otro lado hay un sistema de razas que es paralelo y en virtud del cual dentro de la clase trabajadora se produce esta subdivisión entre los trabajadores descendientes de europeos y mestizos, donde los descendientes de europeos se posicionan un escalón más arriba frente a sus vecinos mestizos, aunque tengan iguales ingresos.

Se autoperciben diferentes y existe un lenguaje especialmente diseñado para marginar, que nunca se dice explícitamente en la cara, excepto en condiciones críticas, pero sí se usa mucho dentro de las casas: “no te juntes con ese negro”, “si vas a la casa no comas esto, no toques aquello”.

Esas tensiones se dan -o se dieron- a nivel de barrio o lugar de trabajo. Hoy en día es difícil hacer públicas expresiones racistas, por eso se siguen dando fundamentalmente puertas adentro, pero además hay excepciones…

-¿Cuáles por ejemplo?

-Por ejemplo los foros de discusión de Internet, especialmente el del diarioLa Nacióno Clarín donde cualquier ocasión sirve para decir que la culpa es de los negros y hay que matarlos a todos. Y después en los estadios de fútbol: determinadas hinchadas se ven a sí mismas como blancas -como por ejemplo River- y le cargan a la de Boca la negritud, que a su vez está ahora cada vez más tipificada en términos de pertenencia latinoamericana. En esas circunstancias liminales, que están en un margen donde se permite hablar, ese racismo naturalizado emerge, pero en el discurso público autorizado no aparece.

-La invisibilización de algunos grupos es la contrapartida de la vigencia del mito de la nación blanca ¿cómo surge este mito?

-De alguna manera preexiste al estado nacional, en los textos prefundacionales, en los textos de Sarmiento, de Alberdi, se distingue que el mal de la Argentinano es sólo la extensión sino tener una población no europea y la única solución es europeizarla a través de la inmigración. En los considerandos de los censos de 1895 y 1914, se dice explícitamente que en Argentina la población es en su mayoría blanca. Los sociólogos iniciales, si se refieren a la población mestiza hablan del gaucho y lo tratan como un personaje en extinción.

-¿Por qué era importante autorrepresentarnos como una “nación blanca” en los albores del estado nacional?

-La formación de la nación se da en un contexto de expansión europea colonial. Los territorios de América Latina para ser independientes tienen que demostrar que son europeos, y por lo tanto tienen derecho a dominar y reclamar independencia. Es después, de 1910 en adelante, cuando los países latinoamericanos introducen a los otros pueblos en su discurso de nacionalidad, ya sea el mesticismo o el indigenismo.

El mesticismo era una forma diferente de racializar la población: celebraba la mezcla pero no lo afro o la indigenidad, a los que colocaba en un lugar subordinado dentro de la nación. Pero en Argentina, Uruguay y Chile estos pueblos colonizados no fueron incorporados al discurso de la nacionalidad y por eso se concebían a sí mismas como nación blanca.

-¿Y el criollismo? ¿Y el folclore?

-El criollismo fue uno de los sucedáneos del mesticismo adoptado por otros países latinoamericanos, pero nunca tuvo sentido emancipador porque veía con nostalgia al gaucho como un personaje que se iba perdiendo pero no propone una política para cambiarlo. Para el criollismo el gaucho es un tipo social y cultural más que una raza.

El folclore a lo largo del siglo XX es el caso más extraño porque si bien asume como lo más auténticamente nacional la cultura de la población criollo-mestizo del interior, no llegan nunca a contrarrestar el mito de la nación blanca. Es contradictorio, pero es la forma en que funcionó.

-Junto al “mito de la nación blanca”, en el siglo XX se dio el mito de la “excepcionalidad argentina”…

-Este otro mito se dio tanto en Chile como enla Argentina, en parte por ser culturalmente blancos, pero también porque en las distintas crisis europeas estos países se consideran a sí mismos como mejores que los europeos. Ese mito se reforzó mucho con la dictadura, cuando estos países se posicionaron respecto a Europa como una reserva moral donde todavía la “familia cristiana” existía y se había tenido éxito en la “destrucción del comunismo”.

Esa excepcionalidad conspiró contra la posibilidad de que se empezara a resquebrajar el mito de la nación blanca. Ambos mitos están íntimamente relacionados y uno se mantiene junto con el otro. Los discursos que podían llegar a contrarrestarlos estaban relacionados con el movimiento revolucionario de izquierda, (y en el folclore) con el movimiento del Nuevo Cancionero pero éste es un discurso que el poder militar reprimió por muchos años.

-¿El mito de la nación blanca comienza a resquebrajarse con la llegada de la democracia?

-La vuelta de la democracia llevó a una combinación de varias cosas, una de ellas es el retorno del Nuevo Cancionero con bastante más fuerza, que se transformó en un vehículo para hablar de las distintas culturas argentinas. Esto se da en un contexto en que a nivel mundial se promueve la multiculturalidad, con las organizaciones multilaterales de crédito como mayores promotores. Hay un proceso a dos manos: los grupos étnicos en distintos países latinoamericanos están encontrando formas de expresarse política y culturalmente en forma autónoma y emancipatoria, pero al mismo tiempo hay un contexto internacional nuevo que permite que esas formas se conjuguen en un nuevo discurso de la nacionalidad, que es el multiculturalismo.

-El censo 2010 por primera vez en 200 años incluyó una pregunta sobre afrodescendientes, ¿qué opina de esto?

-Siempre se criticó la poca utilidad del censo para determinar otras cosas que no sean datos demográficos muy básicos que no dicen mucho sobre la complejidad de una sociedad. La etnicidad nunca fue parte de los censos argentinos, hasta los últimos dos. Pero siempre el censo va a ser una invención de la real, como lo es un mapa también, aunque hay distintas formas de construir esa realidad y algunas puede ser que se parezcan más a la “realidad real”. No obstante, es sintomático que se hagan esas preguntas ahora, que se conciba que la nación pueda tener diversidad étnica, cuando antes tenía que ser homogénea.

Télam

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