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La Vulgata mediática decidió endiosar a Macri por la pausa. Fue un triunfo, se embelesan y propagan empinados formadores de opinión. La apología se nutre de simplismos extremos: el sindicato de los trabajadores del subte se describe como un hato de soldados de la Casa Rosada, sin identidad gremial ni trayectoria propia. La empresa Metrovías se saca del relato, para lubricar su pueril sencillez.
Se escamotea el acuerdo que suscribió el Gobierno de la Ciudad con el nacional haciéndose cargo del servicio. Un acuerdo firmado, dicen las normas, “es ley para las partes”. Máxime si una de ellas toma decisiones que son “principio de ejecución”, como aumentar las tarifas. El periodismo amarillo (por los colores de PRO, se entiende) sustrae a la ley y al acuerdo de su explicación. Lo hace con argucias de lenguaje. Se alude al documento pero se lo describe (y minimiza) como “un error político”. El manual de estilo de Clarín impone consignar en negritas esa expresión. Y ahí termina todo. El “error” se agota en sí mismo: no opera efectos institucionales. Lo firmado no vale nada, un pensamiento exótico entre quienes se embanderan con la transparencia, el apego a la ley y la lógica republicana. La firma, escriben los que estaban habituados a ganar, no compromete al gobernante. Un editorial de La Nación pinta el desliz de Macri en términos paternales (que no suscribiría papá Franco): fue una “ingenuidad”. Ah, bueno. Un editorialista de ese medio da cuenta del “error” y luego emprende una explicación digna del Guinness de las falacias mediáticas: consigna que Macri “devolvió” el Acuerdo. Listo el pollo, pelada la gallina. ¿Qué querrá decir “devolvió”, se interroga este cronista, hablando en serio? ¿Que lo rompió, que lo vomitó? No se sabe ni hay modo de darle sentido que no sea admitir que una esperanza blanca está por encima de la ley.
Si se pensara en contrario, vaya un consejo para deudores de bancos, de particulares, de cuñados, de proveedores, de los mismos grupos económicos. Devuelva el contrato, cuando le cause problemas, y queda desobligado. Achalay.
Fuente Página 12, 20 de agosto.
GB
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