Instalar el "buchoneo" como política
Funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se rasgaron las vestiduras ante lo que denominaron "adoctrinamiento en escuelas"
Por Rodolfo Yanzón
Sobre el fundador de La Nación, don Bartolomé, dice Milcíades Peña que "si la villanía es el lodo con que se amasan los próceres oligárquicos, fuerza es reconocer que Mitre es un prócer con mayúscula". La cita da cuenta del rol de Mitre en la construcción del país a imagen y semejanza de la oligarquía porteña, persiguiendo a las provincias, golpeando al Uruguay y masacrando al Paraguay, en alianza con el Brasil esclavista.
Su especialidad fue la "guerra de policía", mediante la cual arrebató toda significación política a quienes se oponían, tildándolos de delincuentes sin ningún derecho. La historia mitrista analiza los hechos históricos alejados de los conflictos sociales, oculta las disputas políticas y enarbola sus propias ideas en el mástil de una quimérica objetividad. Como contrapartida, las ideas políticas ajenas son arrojadas al arcón de lo indeseable y sus difusores corren el riesgo de engrosar las listas de perseguidos y denunciados.
El dueño del Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, fue indagado por su responsabilidad en crímenes de lesa humanidad cometidos para desarticular a los trabajadores organizados. Horas más tarde recibió el respaldo del empresariado en un almuerzo realizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción. Entre los presentes estaban Eduardo Eurnekian (Aeropuertos Argentina 2000), Julio Macchi (ex de la Bolsa de Comercio), Eduardo Escasany (Banco Galicia), Luciano Miguens, Eduardo Zavalía y Alejandro Delfino (ex titulares y vicepresidente de la Sociedad Rural Argentina) e Ignacio de Mendiguren (presidente de la UIA), que hablaron del Ingenio Ledesma y sus éxitos.
No se hizo ninguna referencia a la situación judicial del homenajeado ni de sus gustos por la persecución política.
Funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –los mismos que avalaron las escuchas telefónicas y las golpizas a indigentes- se rasgaron las vestiduras ante lo que denominaron "adoctrinamiento en escuelas" por parte de una agrupación política.
Habilitaron una línea telefónica para que los "padres" denuncien esas actividades, un huevo de serpiente que nos retrotrae a la época en la que la persecución política fue el fin de las desapariciones y las torturas sistemáticas.
El mentor de la línea telefónica, el ministro de Educación Esteban Bullrich, parece no haber recordado los cursos dados por fundaciones norteamericanas –que imponen las leyes del mercado como palabra santa– o los actos en los que jóvenes rentados participaron con remeras y banderas con los colores delos taxis porteños.
Los que braman desde sus cargos a favor de la política gerenciada –bajo el mando de un retoño de la patria contratista, esa burguesía que se atiborró ilegalmente del dinero estatal durante la dictadura, reavivan el discurso de la persecución, que tanto hace recordar al ministro de cultura y educación de la dictadura, Juan José Catalán, que en su resolución de octubre de 1977 "Subversión en el ámbito educativo – conozcamos a nuestro enemigo" mencionó el "adoctrinamiento" como uno de los métodos utilizados por la "subversión", y que por medio del "engaño" a los estudiantes se obtenía su concientización para luego sacarlo del ámbito educativo y convertirlo en "verdadero activista".
Catalán quiso a los docentes como"custodios de nuestra soberanía ideológica", mientras que Bullrich amplió el espectro a todo aspirante al buchoneo.
Es la "soberanía ideológica" de quienes creen que el Estado debe quedar en manos de los empresarios y sus gerentes, y que los otros deben disciplinarse o ser denunciados y perseguidos. Una villanía más de una casta que apuesta a desterrar el debate y la crítica, a ocultar el conflicto, a imponer su idea de que la Nación son exclusivamente ellos.
21/08/12 Tiempo Argentino
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