Un elogio del resentimiento
Imagen: Juana Ghersa
Que fácil era decir que el odio es precursor del amor, aquello que permite expulsar
del yo lo que amenaza su integridad. Que en el campo social, odiamos a
nuestros enemigos mucho antes de amar a nuestros amigos.
Que para Franz Fannon, en nombre de los condenados de la tierra,
el odio era un sentimiento prerrevolucionario.
Que cuando Evita decía “soy de las que no olvidan” quería decir
que en la vida política era necesaria una tajante división entre los leales
y los traidores, un continuum de odio hacia los enemigos,
pero también una necesidad de ir uno por uno hacia los descamisados
redistribuyendo a lo Robin Hood los bienes usurpados.
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