viernes, 15 de enero de 2021

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 Raúl Tuni Kollman, Dixit.

Vacunas

Por lo que se ve en el mundo, el proceso de vacunación lleva muchos meses. El cálculo de los ministros es que en la Argentina habrá que vacunar unos 30 millones de habitantes. Y el universo de las vacunas está hostil, difícil, con maniobras siniestras de parte de los países poderosos que acumulan dosis y más dosis e incluso boicotean la fabricación retaceando equipos e insumos a los laboratorios que no tienen sede en las metrópolis.

De acuerdo al contrato firmado con Rusia, después de las 300.000 segundas dosis de la Sputnik V, deberían llegar cuatro millones de la primera dosis y otro millón de la segunda dosis antes del 31 de enero. No está claro de donde vendrán: en principio afirman que de India o Corea del Sur. 

Mucho runrún político hubo por las 300.000 dosis que se mandaron a la Argentina desde Moscú porque se alegó que la prioridad la deben tener los rusos. En términos objetivos, Rusia cumplió con el envío de las 300.000 dosis iniciales que figuran en el contrato y nada indica que no cumplan con lo firmado. Pero también es objetivo que traer cuatro millones de vacunas requiere la movilización de varios aviones y todavía no hay indicios desde Moscú sobre cómo sería la provisión.

Un cuello de botella es la autorización para que se aplique a los mayores de 60. El presidente Alberto Fernández quiere aplicarse la Sputnik cuanto antes para salirle al cruce a los antivacunas. Pero no puede hacerlo porque hasta ahora la Anmat no la autorizó para mayores de 60. Lo que se espera es que el laboratorio Gamaleya, que produce la Sputnik, envíe la documentación sobre los estudios que llevaron a la autorización de los +60 en Rusia. Lo que se alega es que se están traduciendo del ruso al inglés y que los papeles llegarían el lunes. La realidad es que todo se demora.

El resto de las vacunas tampoco constituyen un desfile en una alfombra roja. La negociación con Sinopharm es áspera. El laboratorio chino acaba de venderle a Perú, nada menos que a 75 dólares la dosis, un disparate. La de Pfizer se cotiza a 19 dólares, la de Sputnik a 10 y la de Oxford-AstraZeneca a 4 dólares. En esta última están las mayores expectativas de las autoridades argentinas: el lunes se envían a México para su envasado los elementos activos de esa vacuna que se producen en la planta de mAbxience, en Munro. El compromiso es que habrá 22 millones de vacunas para la Argentina a fines de marzo y principios de abril.

Las tratativas con Pfizer y Moderna son igualmente difíciles. La impresión es que no existe capacidad de los laboratorios para proveer las dosis y entonces esbozan argumentos legales o contractuales. La pelea es durísima y del otro lado no sólo están los laboratorios sino países poderosos con una enorme crisis por la pandemia, desesperados por más dosis. De manera que el pronóstico sigue siendo que, al menos en el primer semestre, la clave estará en las medidas de cuidado, con marchas adelante y atrás, momentos peores y mejores. 

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