Por Luiz Alberto Moniz Bandeira*
Guerra de las Malvinas: Petróleo y geopolítica
El diario italiano Il Paese Sera, en la edición del 3 de abril de 1982, informó acerca de la invasión del archipiélago de las Malvinas/Falklands por parte de las tropas de Argentina, comentando que la Junta Militar que gobernaba el país, ya había decidido llevarla a cabo, debido a las “previsiones de la existencia de petróleo en la región” y, tal vez, con el objetivo de desviar la atención del pueblo de los problemas internos y de la “desastrosa situación económica” del país,/2 cuyo PBI, en 1981, registraba una caída de más del 14%, la deuda externa, que había saltado a U$S 27 mil millones en 1980, subía a U$S 35 mil millones a fines de 1981, y la bancarrota de las empresas, sobre todo de la industria argentina, sumaba cerca de U$S 2 mil millones. También La República, en un artículo firmado por Saverio Tutino, comentó que, “más allá del petróleo”, motivos de orden interno habían conducido al general Leopoldo Galtieri (1926 - 2003), jefe de la Junta Militar, a reavivar una “pieza emocional de inspiración chauvinista”/2, como la soberanía sobre el archipiélago de las Malvinas/Falklands, ocupado por Gran Bretaña. Igualmente, desde Washington, el embajador de Brasil, Antônio Azeredo da Silveira, informó al Itamaraty que los medios de comunicación de los EE.UU. estaban señalando como los “principales responsables por la actitud de Argentina: la necesidad de apoyo interno para el gobierno Galtieri y la posibilidad de la existencia de petróleo en la plataforma continental de las Malvinas”/3.
De hecho, la posibilidad de la existencia de petróleo en las Malvinas/Falklands era real. En 1993, la British Geological Survey anunció la existencia de una zona de exploración de petróleo a 200 millas en torno de las islas y datos geológicos (recogidos a través de explosiones que provocan resonancias sísmicas, como una especie de pequeño terremoto controlado) sugirieron sustanciales reservas capaces de producir 500.000 barriles por día. También existe una estimación de que el volumen de petróleo pueda ser de 60 mil millones./4 Sin embargo, según los analistas de la Edison Investment Research, ninguno de estos volúmenes fue todavía comprobado, aunque se sepa que el campo de Sea Lion tiene un tamaño casi al descubierto en el Mar del Norte de Gran Bretaña, denominado Buzzard, donde el total recuperable de reservas es de más de 550 millones de barriles. Las reservas del campo Sea Lion, alrededor de las Malvinas/Falklands están estimadas en 450 millones de barriles, y está siendo explorado por la compañía Rockhopper. Y la Falkland Oil and Gas Limited y la Borders & Southern Petroleum, en 2012 ya estaban sondeando el sudeste del archipiélago./5
La disputa de las Malvinas/Falklands
El archipiélago de las Malvinas/Falklands, en la región subantártica del Atlántico Sur y 483 km distante de la costa de Argentina, está constituido por dos grandes islas (Soledad, al este y Gran Malvina, al oeste) y aproximadamente otras 700 islas menores y peñascos. Existen muchas controversias sobre su descubrimiento y colonización. Todo indica que el navegante holandés Sebald de Weert (1567-1603), de la compañía Holandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oost-Indische Compagnie - VOC), fue el primero que avistó este archipiélago y lo cartografió, en 1598/1600, dado que el nombre Islas de Sebald es el que consta en los más antiguos, sobre todo los holandeses. Pero el primero en desembarcar en una de las islas, 1690, fue John Strong, comandante del HMS Welfare, y bautizó al archipiélago con el nombre de Falkland Islands, en homenaje a Anthony Cary, 5th Viscount of Falkland, (1656-1694), que había patrocinado la expedición.
Posteriormente, en 1764, un navegante de Saint Malo (ciudad portuaria en la Bretaña) Louis Antoine de Bougainville (1729-1811) fundó una base naval en Port Louis (Malvinas Oriental) y denominó el archipiélago de Îles Malouines (de ahí el origen del nombre Malvinas). No obstante, un año después, el comodoro John Byron (1723 - 1786), abuelo de Lord Byron, el notable poeta inglés, construyó un fuerte en Port Egmont, en la pequeña isla Saunders, al norte de las Malvinas/Falklands occidentales, y reclamó la soberanía del archipiélago para Gran Bretaña. Poco después, en 1766, España obtuvo de Francia la cesión de su base, el Port Saint Louis, en las Malvinas Orientales, y en 1774 consiguió expulsar el contingente británico de Port Egmont, en la isla Saunders.
A partir de 1811, sin embargo, España abandonó el archipiélago de las Malvinas, como consecuencia de las guerras por la independencia de sus colonias en las Américas, y su dominio, en los años 1820, pasó virtualmente hacia Buenos Aires, al frente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Este dominio formal no duró más que trece años. El 2 de enero de 1833, el capitán James Onslow, comandante de la fragata HMS Clio, llegó al Puerto Soledad (antes Port Louis), expulsó al capitán José María Pinedo y a los pocos colonos argentinos, que habían comenzado a poblar allá en 1827, y sustituyó la bandera de Argentina por la bandera de Gran Bretaña. Puerto Soledad, en la isla más grande, se convirtió en Port Stanley y la colonización del archipiélago, como territorio británico en ultramar, comenzó con inmigrantes escoceses, galeses e irlandeses.
“Las Malvinas son argentinas”
Sin embargo, la Argentina, desde entonces, nunca dejó de reivindicar su soberanía sobre las Malvinas como parte integral e indivisible de su territorio, integrantes de la provincia de Tierra de Fuego, junto con la Antártida y las otras islas del Atlántico Sur, considerando que ellas fueron “ocupadas ilegalmente por una potencia invasora”, Gran Bretaña. No queda la menor duda de que el general Leopoldo Galtieri intentó lograr apoyo para la tan desgastada y desmoralizada dictadura militar, despertando el sentimiento patriótico del pueblo argentino, al tomar la iniciativa de invadir las Malvinas, cerca de tres meses y diez días, luego de derrocar al general Roberto Viola (1924 - 1994) de la jefatura de la Junta Militar y asumir el poder. La posibilidad de la existencia de petróleo en la región de las Malvinas, como uno de los factores de la invasión, no constituyó, sin embargo, una mera especulación de algunos periódicos de Italia. El presidente Ronald Reagan (1981-1989) anotó, en su diario, que llamó por teléfono al general Galtieri y, durante 40 minutos, intentó persuadirlo de no invadir las Malvinas/Falklands y que entonces “we learn there is possibility of oil there” (supimos de la posibilidad de que allí había petróleo)./6 También el secretario de estado del presidente Ronald Reagan, Alexander Haig, escribió que las exploraciones geológicas habían revelado que las Malvinas/Falklands estaban sobre un largo campo submarino de petróleo y que algunos asesores entendían que la disputa entre Argentina y Gran Bretaña podría ser resuelta por medio de un entendimiento sobre los derechos de exploración./7
La posibilidad de la existencia de petróleo en la región constituyó, por cierto, uno de los diversos motivos geopolíticos, no precisamente de la Junta Militar, sino, sobre todo, de los sectores de la administración del presidente Ronald Reagan que animaron al general Leopoldo Galtieri a destituir, mediante un golpe blanco, al general Roberto Viola (1924-1994), el 10 de diciembre de 1981, y menos de cuatro meses después, invadir las Malvinas/Falklands, el 2 de abril de 1982.
Alarma en Washington
Los círculos políticos en Washington estaban alarmados con el hecho de que Argentina y Brasil, en mayor o menor grado, se acercaban a la Unión Soviética, no obstante el carácter anticomunista de sus regímenes militares, al mismo tiempo en que las contradicciones económicas y políticas con los Estados Unidos, se acentuaban cada vez más. Y la alarma con los rumbos de América del Sur había recrudecido, desde que, en mayo de 1980, el general João Batista Figueiredo (1918 -1999) realizó una visita de estado a Buenos Aires (la primera de un jefe de gobierno brasileño desde 1935), y firmó con el general Jorge Rafael Videla, jefe de la Junta Militar, diversos protocolos de cooperación, tratando de sepultar la rivalidad y la hipótesis de conflicto permanente como vectores del relacionamiento entre Brasil y Argentina. Los acuerdos, en el área militar, apuntaban a la fabricación conjunta de aviones - el caza bombardero AX y el bimotor CX - y misiles - así como al suministro de productos siderúrgicos de la Siderbras, a Fabricaciones Militares de Argentina. Con otro protocolo, los dos países establecieron la cooperación para ubicar un satélite de comunicaciones, en una órbita común y la Argentina se comprometió a proveer 240 toneladas de uranio a Brasil. El acuerdo, en el área de la energía nuclear, permitiendo a los dos países, que no suscribieron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), alcanzar más rápidamente el dominio del ciclo completo de la tecnología de enriquecimiento de uranio, fue lo que más asustó a Washington./8
La alianza entre Brasil y Argentina tendió a profundizarse y consolidarse, cuando el general Roberto Viola, de la corriente nacionalista, el 29 de marzo de 1981, sustituyó al general Jorge Rafael Videla en la presidencia de la Junta Militar, de acuerdo a las normas de rotatividad, nombró a Oscar Camilion, embajador de Argentina en Brasil, y, dos meses después, a fines de mayo, se encontró con el general João Figueiredo, en Paso de los Libres.
Al gobierno de Washington no le interesaba, en absoluto, que Brasil, cuya presencia se consolidaba en África Occidental - Angola, Guinea Bissau y Cabo Verde - y contribuya para sustentar regímenes de izquierda, al lado de la Unión Soviética y de Cuba, pasase a dominar el Atlántico Sur, junto con Argentina./9 No le convenía que el Atlántico Sur, ruta de fundamental importancia para la seguridad de los Estados Unidos, se tornase, virtualmente, en un “lago brasileño”, dado que el cargamento de petróleo del Golfo Pérsico, circundando el Cabo de la Buena Esperanza, transitaba por sus líneas marítimas, con destino al Caribe y a Europa Occidental. Y los militares americanos temían que la Unión Soviética, con una poderosa flota de submarinos y cruceros anti-submarinos, fuese a establecer bases en el Atlántico Sur, en Luanda y Cabo Verde. El hecho de dominar la mayor parte de la costa oriental de aquel océano y casi toda la extensión de la ruta, desde el Cabo de la Buena Esperanza (África del Sur), pasando por el corredor entre Natal y Dakar, hasta las proximidades de la Cuenca del Caribe, otorgaba a Brasil, por lo tanto, enorme relevancia estratégica para la protección del tráfico marítimo, en un área de circulación alternativa y que se tornaría obligatoria, en caso del cierre del Canal de Suez.
* Luiz Alberto Moniz Bandeira es cientista político e historiador, profesor titular de historia de política exterior de la UnB y autor de más de 20 obras, entre las cuales se encuentra “Brasil, Argentina y Estados Unidos - Cooperación y conflicto en América del Sur (De la Triple Alianza al Mercosur). Columnista en varios diarios de su país, periódicos del mundo y en La ONDA digital.
1/Telegrama 243, confidencial, Exteriores para Brasemb- Buenos Aires, 03.04.1982.. Classificação: 900.2 (B29) (F27) - islas Malvinas - AMRE-B.
2/Ibid.
3/Telegrama 1154 2 19:30H en aditamento al telegrama n. 1126. Classificação 900.2 (B29) (F27). AMRE-B.
4/Nil Nikandrov. “Oil war in South Atlantic: Great Britain vs. Latin America” Strategic Culture Foundation. 07.02.2012. “Q&A: The Falklands oil row.” BBC News .Wednesday, 17 February 2010.
5/Julia Kollewe. “Talk of Falklands oil boom heightens tensions las war anniversary nears. Up to 8.3bn barrels of oil could be up for grabs, ramping up tensions las the 30th anniversary of the war between the UK and Argentina approaches “. The Guardian, Thursday 16 February 2012
6/Reagan, Ronald. The Reagan Diaries. Nova York: HarperCollins Publishers, 2007, p. 77.
7/Haig Jr., Alexander M. Caveat: Realism, Reagan and Foreign Policy. New York: MacMillan Publishing Company, 1984 , p. 268.
8/Roett, Riordan & Wiegand, Gunnar - “The Role of Argentina and Brazil - la View from the United States”, SAIS, Center of Brazilian Studies, John Hopkins School of Advanced International Studies, Washington, D.C., p. 28.
9/Jim Brooke, “Brazil’s Ambitions Expansion Into Africa Runs Counter to U.S. Tack”, in The Washington Post, Washington, 15-4-1981, p. A-27
Prof GB
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