Macri reconoció el portazo de Wall Street en sus narices y volvió a recurrir al FMI. En la City estiman que pedirá una línea de 30.000 millones de dólares. La contrapartida, como siempre, es más ajuste, flexibilización laboral y avance en la privatización de las jubilaciones. Y el peligro de que, también como siempre, sirva para financiar la fuga de los grandes especuladores.
Wall Street cerró el grifo de dólares financieros. La última muestra de amor fue de 9000 millones de dólares el 4 de enero pasado. En marzo, Luis Caputo, el ministro de la Deuda, viajó a Nueva York junto con sus colaboradores más estrechos para reunirse con bancos y administradores de grandes fondos de inversión para seguir pasando la gorra. La respuesta que recibieron fue que no intenten emitir más deuda argentina en el exterior. La versión oficial maquilló este fracaso de seducción a capitales financieros diciendo que el gobierno decidió no colocar nuevos bonos en el exterior para no afectar las cotizaciones de los papeles ya emitidos.
Como explicamos en la edición del domingo pasado, el único pulmotor para mantener con vida la economía macrista, que estructuralmente es insustentable por la fragilidad de su sector externo, es el financiamiento del exterior. Si esa vía de auxilio queda desconectada, como ha sucedido en estos meses, el ahogo es tan inmediato como implacable. El cierre del flujo de fondos desde Wall Street no fue sólo para el gobierno, sino que se extendió a empresas y provincias. La sequía de dólares financieros es generalizada.
El presidente Mauricio Macri reconoció ese portazo en sus narices y, ahogado por la velocidad y contundencia de la corrida cambiaria, anunció que Argentina se vuelve a inclinar ante el Fondo Monetario Internacional. El pedido es una línea de apoyo financiero que, en la city, estiman de unos 30 mil millones de dólares.
Como se sabe, la contrapartida para recibir esos recursos es un ajuste mayor y aceleración de reformas estructurales, como la flexibilización laboral y la privatización parcial de las jubilaciones. El FMI presta dólares a cambio de un monitoreo trimestral de la marcha de la economía según las pautas acordadas para recibir el préstamo contingente.
Otra enseñanza que otorga conocer el destino de los créditos de emergencia que entregó el FMI al país es que esos dólares sirven para financiar la última etapa de la fuga de capitales de los grandes jugadores del mundo financiero. Es una historia conocida.
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