lunes, 16 de octubre de 2017

Aycito, ay.

Tus ojitos, lápices que dibujan estaciones.
Tu sonrisa, espejo de mis años mozos.
Tu pelito, caminos de mis regresos.
Tu pecho, un sonido.
Tu vientre, un color.
Tu vos, eco de mis oídos caracoles.
Tus deditos, madera de mi fuego.
Tus piecitos, las huellas de mi peregrinar.
Tus labios, desfiladero de mis besos.
Tú.
Tan luz que luce la liviana alma que me acurruca ante
la pena, la lluvia, la marea alta.
Tan mía como un alba que se le amotina a la noche.
Nunca es tanto ni mucho el amor pensativo
en vos, mora acriollada por el pan y la carne
de tu cuna recién llegada.
GB

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