Allegados al Cuerpo Médico Forense fueron drásticos: “Sólo la ignorancia o la manipulación pueden haber estado detrás del informe que entregó la Gendarmería sobre la muerte de Alberto Nisman”. Según la mirada de cuatro profesionales, que conocen al detalle lo que se hace en la morgue y en el CMF, los errores del informe de Gendarmería son tan elementales “que harían naufragar a un alumno de la cátedra de medicina legal”. Se confunde un derrame biliar con un golpe en el hígado, hay una lesión post-mortem que proviene de los propios dientes de Nisman y que la informan como un golpe debajo del labio. Y, “el colmo, señalan una fractura de nariz cuando no hay ni un hematoma. ¿Usted vio cómo le queda morada la nariz cuando recibe un tremendo golpe ahí? Lo concreto es que confundieron una radiografía en la que se seccionó un poco oblicua la nariz con una fractura”.
“El pool de vísceras (muestras de distintos órganos), no se pasó por uno sino por dos cromatógrafos –señalaron los especialistas consultados por este diario– y la ketamina hubiera sido detectada porque es fácil de detectar. El cromatógrafo de la Gendarmería seguramente está contaminado. Fíjese que no encontraron ketamina ni en la orina, ni en la sangre, ni en el humor vítreo, ni metabolizada. Un disparate. Y encima de ahí sacaron la conclusión de que lo durmieron con ketamina, pese a que apenas se encontraron trazas. La ketamina es lo último que se hubiera usado para dormir a alguien. Encima se hubiera tenido que administrar con una inyección y Nisman no tenía rastros de haber sido inyectado”.
Allegados al Cuerpo Médico Forense fueron drásticos: “Sólo la ignorancia o la manipulación pueden haber estado detrás del informe que entregó la Gendarmería sobre la muerte de Alberto Nisman”. Según la mirada de cuatro profesionales, que conocen al detalle lo que se hace en la morgue y en el CMF, los errores del informe de Gendarmería son tan elementales “que harían naufragar a un alumno de la cátedra de medicina legal”. Se confunde un derrame biliar con un golpe en el hígado, hay una lesión post-mortem que proviene de los propios dientes de Nisman y que la informan como un golpe debajo del labio. Y, “el colmo, señalan una fractura de nariz cuando no hay ni un hematoma. ¿Usted vio cómo le queda morada la nariz cuando recibe un tremendo golpe ahí? Lo concreto es que confundieron una radiografía en la que se seccionó un poco oblicua la nariz con una fractura”.
“El pool de vísceras (muestras de distintos órganos), no se pasó por uno sino por dos cromatógrafos –señalaron los especialistas consultados por este diario– y la ketamina hubiera sido detectada porque es fácil de detectar. El cromatógrafo de la Gendarmería seguramente está contaminado. Fíjese que no encontraron ketamina ni en la orina, ni en la sangre, ni en el humor vítreo, ni metabolizada. Un disparate. Y encima de ahí sacaron la conclusión de que lo durmieron con ketamina, pese a que apenas se encontraron trazas. La ketamina es lo último que se hubiera usado para dormir a alguien. Encima se hubiera tenido que administrar con una inyección y Nisman no tenía rastros de haber sido inyectado”.
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