Cuando habló del momento en que le disparó a Cristina, Sabag Montiel puntualizó que le había apuntado a la cara. ¿Se dijo ya que la intención de borrar los rasgos de una mujer de un tiro es, además de un crimen, el rasgo característico de una misoginia rampante?
Fernandito y las minas poderosas. Ahí hay problemas, che.
Lo que no deberíamos permitir es que toda esta menesunda nos haga olvidar lo esencial. Que un tipo se arrogó el derecho de acabar con otra persona. Que un machito quiso asesinar a una mujer. Que un tipo tan carente de amigos y de amor como de talentos y logros intentó matar a una mujer, pero no a cualquier mujer: justo a esa que estaba rodeada por miles de personas que, sin conocerla directamente, estaban allí para agradecerle que hubiese mejorado sus vidas, en nombre de millones que, aunque no pudieron llegar, deseaban expresarle lo mismo.
Eso es lo que Sabag Montiel estuvo a punto de lograr: que la Argentina del bienestar de las mayorías terminase obliterada por la Argentina del resentimiento.
No la mató. Pero, como lo demostraron los meses que siguieron al hecho, la dejó herida de gravedad.
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