viernes, 14 de octubre de 2022

 


17 de octubre: el debate de fondo

El peronismo celebra el Día de la Lealtad con diferentes actos y marchas, y con una tensión profunda en su interior. El eje: la economía.

El peronismo llega a un nuevo aniversario del 17 octubre, el número 77, con un debate interno que se expresará en distintos actos. Un sector de los gremios que respaldan al Frente de Todos marchará a Plaza de Mayo con un mensaje de reclamo. Las dos CTA, más organizaciones como Camioneros y Bancarios, nucleados en la Corriente Federal, junto con sectores del PJ bonaerense, irán con consignas que cuestionan a los formadores de precios y pedirán una recomposición más decidida del poder adquisitivo de los salarios. Esta demanda incluye la utilización de sumas fijas impuestas desde el gobierno nacional.

El otro sector sindical, que representa a la mayoría de la CGT, no movilizará en las plazas ni en las calles. Hará un acto acotado, a puertas cerradas, en el estadio de Obras Sanitarias.

Más allá de las diferencias que puede haber entre los distintos gremios respecto del instrumento de la suma fija, porque parcialmente reemplaza la negociación paritaria, el 17 de octubre expresa un debate más denso que recorre al FdT. Es una tensión profunda que atraviesa a la coalición y que por ahora no parece haber encontrado una síntesis.

El dilema del dólar

Hay una idea que es transversal en la coalición panperonista: el problema central de la economía argentina es que demanda más dólares de los que genera. El famoso stop and go, que ya era teorizado por el economistas Raúl Prebisch a mediados del siglo pasado. Si se suman los dólares que demanda la industria para insumos importados, los que requiere la clase media para ahorrar y viajar al exterior, los que piden las empresas multinacionales para girar sus ganancias a las casas matrices y, especialmente, los que compra un grupo muy chico de argentinos para depositar su riqueza en el exterior, la cuenta no cierra por ningún lado.

Un informe de 2017 de The Boston Consulting Group (BCG) reveló que hay 106 familias argentinas que tienen activos acumulados por casi 29 mil millones de dólares. Y que el 80 por ciento de esa riqueza estaba entonces fuera del país. Es una tendencia que en estos cinco años se mantuvo. Medido por habitante, la Argentina es el país que más dólares acumula en el mundo después de Estados Unidos. Es la “economía bimonetaria” de la que habla la vicepresidenta Cristina Fernández. La escasez de dólares tiene consecuencias implacables, demandar más de lo que se genera por exportaciones abre tres caminos posibles. Uno: devaluar de modo salvaje el peso, con sus consecuencias conocidas (un salto de la inflación y la pobreza). Dos: emitir deuda en dólares como si se tratara de una canilla libre (lo hizo el gobierno de Mauricio Macri). Tres: administrar las divisas poniendo distintos tipos de restricciones, que es lo que hace por ahora el gobierno nacional con mejores o peores resultados.

Ninguno de los tres caminos es perfecto. Todos tienen consecuencias; el acierto es elegir el menos dañino para la mayoría de la población.

El debate dentro del peronismo

Este problema estructural, que es también cultural, no tiene una sola forma de ser enfrentado para buscar una solución de fondo. Y es aquí donde aparece el debate que recorre al oficialismo. La postura preponderante en el kirchnerismo es un plan nacionalista clásico. Tiene tres patas: 1) Producir la mayor cantidad de bienes y servicios para que la necesidad de importar sea baja. La conocida sustitución de importaciones. 2) Estatizar sectores estratégicos que no generan dólares, como las prestadoras de servicios de luz, gas, agua, y dejar la inversión multinacional en áreas en las que esas empresas generen los dólares que van a demandar para girar sus ganancias. 3) Buscar mecanismos de premios y castigos para que los argentinos –empezando por esas 106 familias– traigan sus riquezas al país.

Es lo que, aggiornado a la época, se hizo durante los doce años de Néstor y Cristina.

El otro modo de enfrentar este problema es poner el acento en la generación de dólares. (No quiere decir que sea una cosa o la otra, pero no hay forma de que una política no ponga el acento en alguna parte.) Esto es lo que viene pasando durante la presidencia del presidente Alberto Fernández. Son las famosas “fábricas de dólares” de las que Sergio Massa habló desde que asumió al frente del Ministerio de Economía. Son los sectores agroindustrial, energético, de software, entre otros. El objetivo en este caso es buscar que el país produzca la mayor cantidad de dólares posible para que deje de generarse el pánico que provoca un bien escaso que todos quieren. Esto explica por qué durante los casi tres años de la presidencia de Alberto hubo resistencia a utilizar de modo más decidido las retenciones. Cualquier medida que pueda considerarse una quita estímulo a la exportación atenta contra “las fábricas de dólares”.

Poner el acento en el sector exportador, transformarlo en el motor del desarrollo y la inversión, no es gratuito. Alcanza con ver el dólar soja que el gobierno tuvo que crear para que liquidaran las divisas. Entraron dólares al Banco Central, pero al mismo tiempo se habilitó que sigan vendiendo a precio internacional.

Durante el siglo XX, uno de los ejes conceptuales del modelo nacionalista sostenía que poner el mercado interno como motor transformaba al trabajador en consumidor. Y por lo tanto al poder adquisitivo del salario en un elemento para preservar la rueda girando. Hay sectores del FdT que consideran anticuada esta idea. Ponen como ejemplo que los sectores que exportan, aceiteros, por mencionar alguno, son los que pagan mejores salarios. Es cierto, pero con un detalle. Son salarios altos comparados con los de otros sectores de la economía nacional, pero, ¿qué pasa cuando se los compara con los del resto del mundo? El salario promedio en Alemania es de 4.000 euros, unos 600 mil pesos al tipo de cambio oficial. En la Argentina se ubica en 120 mil pesos. Habría que multiplicarlo por cinco para empardar. Si a los exportadores no les molesta pagar salarios tipo europeos, ¿por qué viven presionando por una devaluación?

El modelo centrado en la exportación es, a grandes rasgos, el que aplica Chile desde mediados de 1970. Claro que no es solo eso. Chile privatizó el sistema jubilatorio, la salud, la educación. Y estos son puntos que no están en debate dentro del FdT. No es que hay un sector netamente neoliberal y otro que no. La discusión tiene un trazo más fino.

Las ideas preponderantes en la política económica durante estos tres años pusieron a los exportadores en el centro. Afrontar la herencia macrista de una deuda multimillonaria con el FMI no dejaba demasiadas opciones. Pero no es solo un tema de pragmatismo. Hay una diferencia de concepción y hasta ahora no aparece una síntesis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario