¡Hola! ¿Cómo estás? Hoy vamos a hablar de tecnología verde, aquella que necesitamos para hacerle frente al cambio climático y la crisis ambiental. Por las dudas antes de empezar, aclararemos que la tecnología sola no alcanza, debe ser acompañada de políticas públicas, cambios culturales, etc. Pero los avances y cambios tecnológicos son absolutamente indispensables para al menos intentar desacoplar (haceme acordar que hablemos de esto en otra oportunidad) desarrollo e impacto ambiental. Es decir, si queremos que la transición a la sostenibilidad funcione y que no vuelva al consumo algo prohibitivo, en el sentido de que por ejemplo se ponga un impuesto carísimo al carbono que haga aún más grande la brecha entre quienes pueden y quienes no consumir carne o volar en avión, los avances tecnológicos deben ser nuestros grandes aliados. (Después podemos hablar de políticas que reduzcan los viajes en avión o el consumo de carne, pero en la medida en la que sean actividades habilitadas, es relevante la preocupación porque las políticas ambientales no refuercen aún más la desigualdad). ¿De dónde partimos?De un mundo que se construyó sobre -y funciona a partir de- actividades carbono intensivas. Pensá en cómo llegás a estudiar o al trabajo, en la construcción de tu hogar, en la luz, la calefacción… todo de alguna manera involucra combustibles fósiles directamente o industrias electrointensivas (como el cemento y el acero). Esto significa que para reducir nuestras emisiones -y nuestro impacto ambiental en general- no alcanza con el avance de las energías renovables (eólica y solar) para la producción de electricidad, en lo que el mundo -y Argentina- viene avanzando. Más bien, adicionalmente, se requiere de innovaciones y cambios tecnológicos en múltiples sectores, algunos más conocidos como la electromovilidad y la producción de hidrógeno verde como vector energético, y otros tal vez menos difundidos como los combustibles neutros en carbono para aviones. Toda tecnología tiene que cumplir dos requisitos consecutivos: - Ser desarrolladas y funcionar a escala
- Tener un costo razonable
Un concepto: la prima verdePara pensar en esto del costo, me sirvió mucho el último libro de Bill Gates Cómo evitar el desastre climático. Lo empecé a leer con bastante sospecha y si bien tiene partes muy introductorias y otras que no me convencieron tanto es un libro que le recomiendo a todo el mundo. Se consigue, pero si no lo lográs, me lo pedís. En el texto, Gates propone la idea de las “primas verdes”, que refiere a la diferencia de precio entre la versión tradicional de un producto y la versión libre de carbono. ¿Por qué es importante esa diferencia de costo? Que hoy dependamos de tecnologías intensivas en carbono tiene que ver con que es la infraestructura instalada, pero también con que en la mayoría de los casos estas opciones aún son más baratas que sus alternativas (en parte porque no se incorpora el costo ambiental en el cálculo). Veamos un ejemplo del libro: el costo del combustible carbono neutral para aviones. El precio medio de venta al público del combustible de aviación en Estados Unidos en los últimos años fue de 58 centavos de dólar por litro. Los biocombustibles avanzados para aviones cuestan en promedio 1,41 dólares por litro. De esta manera, la prima verde para el combustible carbono neutral es la diferencia entre estos dos precios, es decir, 83 centavos. Una prima de más del 140%. Volviendo a la discusión sobre la justicia de la transición, parte de las conquistas de los avances tecnológicos por ejemplo en materia de aviación fue permitir que viajar en avión deje de ser un lujo que solo se puede permitir la clase alta, y pase a convertirse en un consumo algo más democratizado. Forzar hoy la obligatoriedad del uso de ese combustible ambientalmente más sostenible, pero más caro, haría subir los pasajes nuevamente a precios prohibitivos para muchas personas. ¿Entonces? Luego de calcular las primas verdes para todas las tecnologías neutras en carbono hay que trabajar en reducir esas primas en todas las tecnologías donde aún la versión “verde” es más cara que la tradicional. ¿Es necesario que lleguen al mismo costo? No, sobre todo porque las tecnologías contaminantes no incorporan ese impacto negativo en su precio y porque hay mecanismos adicionales, como el impuesto al carbono que pueden ayudar a equilibrar los precios. Sin embargo, sí necesitamos que los costos sean razonables para que todos los países y personas puedan hacer la transición. Porque dejando de lado el caso del combustible para los aviones donde se podría plantear cierta discusión sobre la necesidad, podemos pensar en el cemento, ¿cuánto aumento en su costo es sostenible para que carguen las familias y los países? ¿Cómo se reducen entonces las primas verdes? Orientando los gastos públicos y privados en investigación y desarrollo hacia las tecnologías donde consideremos más relevante bajarlas. ¿Y una vez que ya tienen un costo razonable? Hay casos donde la prima verde ya es negativa, es decir la versión con menor impacto ambiental es más barata que la alternativa. Por ejemplo, con varias adecuaciones que permiten la reducción del consumo energético como los vidrios de doble cristalización, la energía distribuida (por ejemplo, los paneles solares en los hogares), los termotanques solares, etc. Sin embargo, estas suelen ser inversiones que cargan los individuos y ahí la diferencia positiva solo aparece cuando las tarifas energéticas reflejan el costo real de la energía. En estos casos, debemos pensar entonces en las políticas y los incentivos que permitan apurar el uso y la difusión de este tipo de tecnologías. En síntesis, a partir de la identificación de las tecnologías intensivas en carbono, tenemos que ver qué alternativas hay disponibles, cuáles son viables comercialmente y finalmente cuál es la prima verde de cada una. Y a partir de ahí, definir cuáles son las tecnologías que queremos utilizar, cuáles aún son necesarias desarrollar y de cuáles las primas verdes aún son demasiado altas. |
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