domingo, 26 de julio de 2020

Evita Perón o viva el cáncer Por Enrique H. Panaro

u voz ronca de bronca rebelde comenzó a apagarse aquel 26 de julio del 52. Apenas había comenzado el segundo gobierno de tu esposo; y ni vos ni él imaginaban que alguna vez, ya muertos, ni siquiera los dejarían descansar en paz. Tu cuerpo embalsamado, Evita, poco después del golpe de Estado del 55, sería secuestrado, ocultado, humillado por tus enemigos y quizás los mismos bárbaros, tres décadas después, también profanaron la tumba del general Juan Domingo Perón para robarle su gorra, sable y dos manos serruchadas. Vaya a saber con qué rito macabro habrán celebrado su cobarde proeza.

Antes de suspirar dolorida y sin fuerzas, ¿oíste en tu memoria el pitazo de la locomotora que el 3 de enero de 1935 te había traído a Buenos Aires desde tu pueblo provinciano? ¿O fue una campana de estación de trenes o de iglesia la que a las veinte y veinticinco del 26 de julio de 1952 te anunció el fin?
¿Qué habías hecho para merecer lo escrito, Viva el cáncer, en una pared cercana adonde morías? Sólo tenías treinta y tres años y te odiaban tanto tus enemigos y te amaban tanto los descamisados del pueblo que, debajo de fotos tuyas, como si fueras una santa, encendieron velas en tu memoria y rezaron por tu descanso eterno... y durante días desfilarían ante tu cuerpo inmóvil para verte por última vez.

¿Qué habías hecho? Vamos, Evita, dímelo.

Cuando comenzó el primer gobierno de Juan, inicie la Cruzada de Ayuda Social con la que se hicieron obras urgentes: saneamiento en barrios humildes; fundación de comedores escolares, hogares de tránsito; donación de instrumental médico en hospitales; distribución gratuita de alimentos, remedios, ropa, calzado y juguetes para Navidad y Reyes a los niños más necesitados. Fue una acción rápida, improvisada, pero eficaz.
Después se organizó la Fundación Eva Perón.
Sí, se creó a mediados del 48. Ya no se trataba de beneficencia, de limosna, sino de restituir derechos, de dar lo que correspondía, comenzando por los más débiles: los niños y los ancianos. Se construyeron policlínicos en los alrededores de Buenos Aires —Ezeiza, Avellaneda, Lanús y San Martín— y decenas de hospitales en el interior, miles de escuelas, hogares para ancianos y hogares para huérfanos, colonias de vacaciones, jardines de infantes, residencias para estudiantes del interior. El país que olvida a sus niños renuncia a su porvenir. El tren sanitario equipado con la mejor aparatología llegaba a los rincones más apartados de la Argentina. Y también fuimos generosos con importantes donaciones a países que atravesaban por situaciones difíciles: Bolivia, Perú, Ecuador, España, Italia, Francia, Israel.
¿Es verdad que sacabas dinero a los ricos?La ayuda social se solventaba con donaciones, principalmente, de los sindicatos y partidas del presupuesto nacional; lo demás, sólo fueron calumnias. ¿Cuántas denuncias hubo cuando cayó nuestro gobierno..?
Tras el golpe de Estado de septiembre de 1955 que derrocó al gobierno justicialista, una comisión investigó la administración de la Fundación Eva Perón y no registró ninguna denuncia por contribución forzada. En noviembre de ese año, el general Aramburu desplazó del gobierno de la “Revolución Libertadora” al moderado general Lonardi e incautó el féretro con el cadáver de Evita, depositado en custodia de la Confederación General del Trabajo. El cuerpo de Evita estuvo en un furgón en la calle, en la sede de la Inteligencia del Ejército, en la casa de un coronel que enloqueció. Finalmente lo sepultaron secretamente en un cementerio de Milán, Italia, hasta que en 1971 —en otra operación oculta de otro gobierno militar, “Revolución Argentina”— el cadáver de Evita fue entregado al general Perón que por entonces residía en la quinta “17 de Octubre”, Puerta de Hierro, Madrid, donde constató y documentó con fotografías las consecuencias del mal trato sufrido por el cuerpo embalsamado de su ex esposa.

María Eva Duarte de Perón, Evita, actualmente yace en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, en la bóveda de su familia. En un nuevo aniversario de su fallecimiento recibirá flores, velas encendidas y palabras de discurso. Tal vez lleguen a ella desde lejos voces sufrientes de millones de desocupados y empleados con salarios miserables, quizás oiga los ruegos de comida de los que aún hurgan en la basura o de los viejos y los niños que vagan sin rumbo por la ciudad y hace tiempo que ya no son los privilegiados de la Argentina.

26 de julio de 2006  |  www.enriquepanaro.com.ar

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