La OEA finalmente difundió el Informe Final sobre las elecciones en Bolivia. Las conclusiones señalan que ha habido una serie de operaciones dolosas encaminadas a alterar la voluntad expresada en las urnas. Sin embargo, tal como adelantó este Cohete la semana pasada, el Informe también indica que el cotejo entre las actas de papel y las actas digitales cargadas en la web oficial coincidieron en un 99,8 por ciento con las difundidas por el gobierno de Evo Morales. Esos datos finalmente no aparecen entre los importantes. Perdieron peso porque el organismo introdujo una supuesta vulnerabilidad en el sistema informático que atacó el corazón de los datos. No le salió.
Como en los comunicados anteriores, el Informe final no usa la palabra fraude. Habla de dolo, errores graves, indicios y probabilidades estadísticas. Aún así, según los expertos consultados, no logró argumentar una teoría del fraude con un patrón sistémico capaz de torcer los resultados del 20 de octubre en Bolivia y explicar cómo se cometió. Entre aquel primer informe preliminar y este, pasaron 25 días. Evo Morales cayó derrocado por un golpe, persecuciones y más de 30 asesinatos la mayoría por fuerzas de seguridad, como recordó en su cuenta de Twitter Guillaume Long, politólogo del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), el organismo que destrozó el primer informe preliminar y que ahora analiza su respuesta. Aquí un anticipo de algunas de esas hipótesis y otros interrogantes pendientes.
Los datos
El Informe Final de 95 páginas está acompañado de un abultado apéndice de anexos. Sus hipótesis de evaluación principales profundizan las líneas del informe preliminar. Tiene textuales poco claros, una construcción defectuosa gramaticalmente. Y contiene datos que han sido descontextualizados y reinterpretados.
Las principales objeciones de la OEA al proceso electoral de Bolivia son dos. El hallazgo de vulnerabilidades como la cadena de custodia y un tercer servidor oculto en el Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), eficaz para sugerir la intromisión de un hacker o manipulación de los datos. Y segundo, de contenido con una evaluación de una muestra de actas supuestamente fraguadas.
Servidor
Sobre el servidor, la OEA sostiene que el gobierno de Bolivia usó uno que no había sido declarado oficialmente. Gracias a ese servidor «hubo gente que iba conociendo el procesamiento de los resultados antes de ser publicados y, debido a la existencia de servidores ocultos y graves fallas en la infraestructura informática, existió un escenario que permitía la manipulación de datos».
Sin embargo, no está claro que el servidor no hubiese sido declarado. Ni cómo se usó. Hoy quienes estudian el Informe Final de la OEA, sostienen que el servidor podría haberse usado para mirar anticipadamente resultados. ¿Está mal? ¿Ocurre sólo en Bolivia? La mayor parte de los gobiernos del mundo probablemente tengan sistemas parecidos. Seguramente no está bien. Pero existe una diferencia abismal entre sostener que el sistema permitió una lectura anticipada de resultados o abrir la sospecha de una alteración de datos.
Conteo
En otro punto, el Informe vuelve a la interrupción de la transmisión del conteo preliminar del domingo a la noche. Señala que la interrupción repentina fue «intencional, arbitraria y sin base técnica». Y que al día siguiente, cuando el conteo se reinició, la diferencia de votos a favor del MAS había crecido de manera «estadísticamente improbable».
Esto se discutió en el Informe preliminar. Se dijo que la interrupción se hizo después del 80 por ciento de la carga como ocurre tradicionalmente. Y el CEPR explicó que la diferencia de votos a favor del MAS se debió a que los votos provenían de las regiones más pobres, favorables al MAS. Y que la OEA no tuvo en cuenta ese análisis geográfico. La OEA dice que aún así existe un salto que las estadísticas no explican. Pero con esa lógica podría decirse que los números probablemente tampoco expliquen que hay zonas en las que las actas contienen 100 por ciento de los votos a favor del MAS porque las tradiciones comunitarias indígenas obligan a las familias a decidir colectivamente sus votos antes de presentarse en una mesa electoral.
Actas
Otro eje es la discusión sobre las actas.
El Informe habla de un universo de actas adulteradas en un número que explicaría la última diferencia a favor de Evo Morales. Según la OEA, sobre una muestra de 4.692 actas hallaron 226 con 2 o más firmas de una misma persona. Las 226 pertenecen a 86 centros de votación de 47 municipios. Son 38.001 votos válidos de los cuales el MAS obtuvo 91 por ciento. Por el patrón encontrado (13,5 por ciento) señalan que es probable que si el análisis se hubiese extendido a otras actas, los problemas aumentarían. Sin embargo, ese análisis tiene enormes problemas de metodología. Y de conocimiento del terreno.
¿Esa muestra fue aleatoria?, se preguntó Long en su twitt. No. La muestra tomó actas en las que el MAS hubiese sacado más de 90 por ciento de votos; que procesaron después de la interrupción del TREP.
¿Pero cómo encaja esto con el relato del fraude? ¿Tienen estas actas alguna relación con la interrupción del TREP? ¿Acaso los resultados de la votación en estas 226 actas son marcadamente diferentes a los resultados de otros centros de votación cercanos? La respuesta es no, siguió Long.
Entre los ejemplos, la OEA señaló 13 actas en Sacaca, un pequeño municipio indígena en Potosí. 10 actas fueron incluidas en el TREP antes de la interrupción. ¿Son estas actas notablemente diferentes de las otras actas en Sacaca? No, la zona votó abrumadoramente por Morales. Esas 13 actas provienen de 5 centros de votación. ¿Sorprende que, en un centro pequeño con solo 2 o 3 mesas, 1 sola persona haya llenado las actas?
Los hallazgos serían válidos si hubiesen correspondido a centros urbanos, pero las actas pertenecen a lugares muy pobres como ese donde las personas acostumbran a dar los formularios a quien sabe escribir, o sabe escribir mejor, incluso puede rellenarlo un niño. ¿Es esto evidencia de un fraude coordinado? ¿O más bien el tipo de irregularidades que vemos en elecciones en todo el hemisferio?
Además, ¿el Informe olvida que las mesas tienen un sistema de control compuesto por fiscales de todos los partidos y autoridades que convalidan los resultados con una firma y la huella digital? ¿Todos aprobaron la manipulación de las actas?
En otras palabras, explica Long nuevamente, las actas identificadas como «fraudulentas» no parecen anormales en términos de sus resultados. Si la OEA los está presentando como evidencias de manipulación intencional, ¿no deberían verse diferentes a las actas de la mismas localidades que la OEA no señaló?
El mito
Finalmente otra discusión del Informe es enntorno a lo que la OEA menciona como mito: la autonomía entre el sistema de transmisión de votos no vinculante y el cómputo oficial. En Bolivia, el sistema TREP y el cómputo oficial son independientes. El primero se alimenta de imágenes de celulares para el escrutinio provisorio. Y el segundo del escaneo de las actas a través de los tribunales electorales. La OEA dice que este supuesto de autonomía no se cumplió completamente, «ya que en el caso del voto en el exterior se utilizaron las mismas imágenes del TREP para proceder a su cómputo. Además, debido a la quema o pérdida de actas originales también se procedió de esa forma para algunas mesas en territorio nacional».
Sin embargo, ese supuesto del que parten es un error. El sistema tenía previsto por reglamento que el envío del exterior se haga de esa manera. En tanto, las imágenes incendiadas por las protestas en realidad representaron, como señala el informe más adelante, a 1 de cada 10 imágenes fotografiadas que entraron al TREP, lo que arroja un porcentaje insignificante.
Aún así, la hipótesis de los dos sistemas con vasos comunicantes es uno de los argumentos centrales del Informe porque cabalgando sobre la hipótesis de la vulnerabilidad informática cuestiona todos los contenidos de los datos. Entre ellos, aquellos resultados de la auditoría que inclinaron efectivamente la balanza a favor de Morales.
Los otros datos del informe
El domingo pasado este Cohete explicó que entre los puntos de evaluación, el Informe debía verificar la relación entre actas de papel e imágenes del cómputo final. Esto quedó desarrollado en el capítulo IV. Tal como señaló este medio, se indica que se cotejaron el 100 por ciento de las imágenes de las actas en las página web. Luego, que un análisis de la imágenes web y de los registros del cómputo oficial de papel mostró que la cantidad de votos asignados a cada partido en el cómputo oficial coincidió en 34,495 imágenes de actas, es decir 99.8%. Aunque la gramática es mala, la prueba mostró que no hubo diferencias significativas entre los datos anotados en las actas de papel y las actas digitalizadas tras verificar tipo de imagen (fotografía, escaneo o no visible) y observaciones presentes en las actas.
Otros datos del apartado mencionan el sistema de control:
- en promedio hubo 5.1 Jurados/as por mesa al cierre.
- 88% de las mesas tuvo al menos 1 Delegado/a al cierre de la votación y en el conteo de votos.
- Sólo 12% de las actas no registraron firmas de delegados al cierre.
Además:
- 66% de las mesas tenían delegados del partido MAS-IPSP
- 55% del partido CC de Carlos Mesa.
- 38% estuvieron presentes tanto delegados del CC como del MAS-IPSP.
- 18% delegados del MAS/IPSP.
- 8% solo delegados del CC.
Pero estos datos están subrepresentados en el Informe. Tanto es así que antes de explicarlos, la OEA escribió un párrafo extraño: señala que nada de esto se puede tener en cuenta porque las fallas del sistema generan sospechas sobre todo los datos.
La difusión del informe final era una demanda de la comunidad internacional crítica la intervención de la OEA en Bolivia. Los expertos esperaban aparición de datos que dañaran el esquema de conteo oficial del gobierno de Evo Morales que le dio un triunfo con una diferencia superior al 10 por ciento de los votos para evitar la segunda vuelta. Sin embargo, ese hallazgo no apareció. Y el informe final vuelve a abrir sospechas sobre el origen.
Durante la auditoría en Bolivia, la OEA envió al Secretario para el Fortalecimiento de la Democracia, el mexicano Francisco Javier Guerrero, muy amigo de Luis Almagro.
En Washington permaneció el encargado técnico de las Misiones de Observación Electoral, el también mexicano Gerardo Icaza. Icaza permaneció a cargo de los equipos técnicos que se enfurecieron con Almagro aquel domingo 10 de noviembre a la mañana, cuando sacó el comunicado sobre el final del auditoría. Ellos objetaron la divulgación que empujó al abismo al Presidente de Bolivia. Almagro dijo que el informe estaba terminado, como acaba de repetirlo este nuevo informe, que se había terminado el sábado 9, sin embargo eso era una mentira. La OEA ese día no tenía los datos finales porque el trabajo todavía estaba realizándose en el Hotel Casa Grande de La Paz. Los técnicos tenían que entregar un cierre el domingo 10 para hacer las conclusiones que debían presentar en Washington el martes 12. La tensión con Almagro sin embargo aumento horas después, cuando el secretario general usó la palabra fraude en su cuenta de Twitter para hablar del voto en Bolivia, una palabra que el Informe en todas sus instancias se cuidó de mencionar.
Guillaume Long ayer recordaba las razones por las que conviene seguir hablando de esto. «No se trata de favorecer candidatos o un resultado. Se trata del papel de la OEA en las elecciones bolivianas y cómo afecta su credibilidad como observador imparcial. Se trata de no eximir de responsabilidad a una organización que, bajo el liderazgo de Almagro y con el pleno respaldo de la administración Trump, ha abandonado cualquier pretensión de neutralidad. Es importante para Bolivia, y es importante para todo el hemisferio».
No hay comentarios:
Publicar un comentario