Las aulas containers son un sello de la gestión Pro en educación. Mauricio Macri las trajo a la ciudad de Buenos Aires a principios de 2014, donde después de una pulseada con la comunidad educativa las impuso como un paliativo para absorber la demanda insatisfecha de vacantes en la primaria y en primer nivel que blanqueó la inscripción on line. Entonces se aseguró que sería una medida transitoria. Luego, el macrismo fue argumentando en su defensa: dice que se utilizan en diversas partes del mundo y que son más rápidas de armar que una escuela de material.
PáginaI12 entró a una instalada en el patio de la escuela Paula Albarracín del partido de General Sarmiento. Tenía mesas y sillas de fórmica nuevas, pero no pizarrón, porque no lo habían mandado. En el interior del aula, un cartel advertía que no se puede clavar ni colgar nada de las paredes. Pegada con cinta scotch a la pintura beige, quedaba una lámina hecha a mano sobre papel afiche, señal de intento de una maestra por subsanar la falta de pizarrón.
En la escuela Luis Piedrabuena dos aulas containers ocupaban parte del patio. A pesar de que ya pasaron dos semanas desde el inicio de las clases, todavía no se podían usar porque no habían sido habilitadas. Los cables de alimentación eléctrica cruzaban colgando por encima de los techos. El problema a resolver pasó a ser ya no que construyan aulas, sino que habiliten las de emergencia. En ese colegio, a los alumnos del secundario los estaban haciendo cursar en el comedor.
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