Imagen: Gustavo Zaninelli
Me preguntaban en una radio de Río Grande si a pesar del empeño de los medios hegemónicos de invisibilizar denigrando, inventando falacias, aún quedan medios que nos dan espacio para explicar, difundir y concientizar. El caso es que me preguntaban si no teníamos miedo, ¿cómo podemos vivir bajo tanto hostigamiento, amenazados constantemente por el poder político y judicial? Hablé del convencimiento, del compromiso en la defensa del territorio. De los consejos que nos dan nuestros mayores, que nuestra pena es su pena de antes, las que ellos también arrastran de sus padres y abuelos. Que en ellos nos apoyamos. Sin embargo no es tan sencillo, ahora mismo en territorio entraron cinco gendarmes, sin orden judicial, a hurtadillas como ladrones, como matones. ¿Serán algunos de los estuvieron el 1 de agosto? ¿Por qué tanta impunidad? ¿Cómo se mantiene la calma, cómo sobrevivir ante estos constantes atropellos? ¿Provocación? Afuera en la ruta están las camionetas de Gendarmería y Policia Federal, ellos son el poder, a ellos los ampara el principio de inocencia, respaldados por los gobiernos y empresarios que los usan para sus propios crímenes. Esta noche (por anoche) no pude llegar al campo. Aunque ya están llegando herman@s y compañer@s sensibles que no le temen al miedo, que no creen en el aislamiento. Y en el mientras tanto cualquier cosa puede estar pasando. Como nos ha venido pasando. Por mapuche, por morochos, por ser pobres y atrevidos. ¿Qué más quieren? Mataron a Santiago, mataron a Rafita, tienen a nuestro Lonko preso ilegalmente hace más de ocho meses, demuestran su poderío e impunidad impulsando el gatillo fácil, matando pibes, robando y desapareciendo mujeres, quitando fuentes de trabajo, cerrando escuelas. ¿Hasta dónde, qué más tiene que pasar? ¿Cuándo despertaremos nuestro conocimiento antiguo latente en las venas y la memoria que nos empodere, que nos muestre el camino de la unión? Ese camino que nos permita poner un límite de una vez por todas a esta insana y oscura forma de vida. La que proponen los gobiernos, pero que no elegimos. Y mientras tanto me pregunto ¿cómo estarán mis lamien? ¿Habrán entrado de nuevo? ¿Disparos? ¿Se han tenido que resguardar? Así y todo creo que somos capaces de defendernos, de elegir qué vida queremos para nosotros y nuestros hijos. Porque nos lo merecemos, aunque nos quieran hacer creer que no. Podemos ser libres de la opresión. Me lo dice el corazón, y en el latir de todos. Lo reflexiono porque prefiero pensar que en el territorio todo va a estar bien, que en el barrio los pibes están bien. Que mañana amanece y en el día también una nueva oportunidad de cambiar lo impuesto. Y trabajar en ese merecimiento. Por la tierra, por nuestros ancestros y nuestros hijos. Y que en el campo este todo bien.
Soraya Maicoño es vocera de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen
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